Crónicas de Ciudad Zamora: El Asesino del Infierno
III.
He notado que mi compañero de piso es propenso a densos episodios de melancolía, en los que se encierra en su habitación con los audífonos por largas horas y no hace nada más que oír música deprimente, y rumiar en pensamientos desconocidos; últimamente estos accesos son muy frecuentes, y me preocupa que intente ocupar sus horas con quehaceres domésticos sin sentido e investigaciones paranoicas para abrumar esa tristeza imperceptible y sempiterna... Su tormenta interna parecía detenerse en los momentos que salía de su encierro, encapuchado y con lentes oscuros, para perderse en los callejones del Paseo Orínoco o frecuentar esos barrios recónditos de los que no se decía nada en voz alta, pero que el colectivo suponía eran madrigueras de maleantes y chusmas; o metiéndose en peleas con bandoleros en minitecas nocturnas, y huyendo por los pelos cuando el asomo de pistolas enciende el ambiente en un campo de batalla; o disfrazándose de funcionario con una identificación falsa para interrogar testigos claves; o chantajeando oficiales de la Contraloría y la Fiscalía para tantear pruebas y archivos; o infiltrándose con órdenes judiciales falsas a sitios prohibidos, y escapando cuando las cosas se ponen color de hormiga, cuando tiene que abrirse paso a los trancazos para evitar ser despiezado por los policías rencorosos y los malandros empericados.
Por eso, a pesar de mi rutina universitaria y mi imparcialidad en los círculos sociales, no me sorprendió el ensimismamiento de mi compañero, cuando una semana después del asesinato de Eleazar Contreras, otro cuerpo apareció ultrajado en su departamento de la Avenida San Francisco, en el Sector Vista Hermosa; cercano a la capilla homónima, y delatado por el rastro de sangre que emergía adrede de la puerta del departamento: enseguida, el detective Oronoz me confirmó que se trataba del salsero Fabián Ortiz; y me envió una foto de las heridas en su pecho; la Cruz del Leviatán: una cruz doble con el símbolo de infinito en la parte de abajo; el símbolo alquímico del azufre; emblema de la Iglesia de Satán de Nueva Andalucía; ¿y adivina, mi estimado? El Asesino del Infierno dejó, garabateada en la pared la palabra «APOSTATA»; y el rastro de sangre para que el cadáver del cantante fuera encontrado sin retraso. No hay signos de mutilación física; salvo que fue amordazado y sometido a continuas dosis de heroína mientras le rayaban el pecho, hasta que un paro cardíaco lo fulminó... ¿Qué es la Cruz del Leviatán? El Leviatán, el Behemot y el Ziz son los tres grandes colosos de la mitología judía en los textos rabínicos y apócrifos. Según el libro de Job, el Leviatán es una serpiente marina gigantesca, con escamas de acero; en el génesis, fueron dos, pero Dios mató a la hembra por temor; representa el caos y la destrucción, contrario al orden divino, y es uno de los Siete Príncipes del Infierno; representa la codicia, la ambición y la envidia... Al pactar con esta entidad, las personas piden riquezas, poder y control sobre los otros. A mí mente llegan decenas de nombres de posibles víctimas, pero, ¿por qué él? Sí, era un engreído hijo de mierda ante el público y nadie lo pasaba; pero si los rumores sobre su afiliación a la Iglesia Satánica de Nueva Andalucía son ciertos; entonces la víctima en realidad era un acólito de esta secta que ofrecía sacrificios humanos a los dioses oscuros, y sus logros artísticos no son más que un salvoconducto al estatus que ansiaba. Estoy seguro que mi amiga la periodista confirmará esta teoría en la prensa, mientras... las posibles víctimas de este asesino sigiloso encajan en mi propio esquema; por supuesto que intenté seguir cualquier rastro, pero como siempre, nadie vio ni escucho nada... y no hay ningún sendero que apunte a un posible grupo criminal. Fabián Ortiz era un tipo despreciable e hipócrita, y el martirio al que fue sometido no expia su infamia... puesto que le tenía un ojo encima desde hace tiempo; ¿quieres que haga una lista de posibles víctimas? ¡No puedo! ¡Sería incriminación, pero es posible! ¡Es posible que no me alcance una sola página para escribir todos los nombres que me vienen a la mente! ¡¿Cómo anticipar los objetivos de este asesino?! ¡¿Cómo no suponer que es un espíritu de la tumba que busca justicia por todos los niños asesinados en sangrientos rituales y jovencitas violadas por lunáticos obsesionados con las ciencias del Diablo!?
La prensa no tardó en confirmar la hipótesis del brujo, y un éxtasis reverberó en la población ante este espíritu justiciero capaz de desenmascarar criminales psicópatas bien juzgados ante la sociedad... Era un mensaje de advertencia, decía Alejandra Rodríguez en su columna, y debemos atenernos al veredicto impartido por la mano invisible de los que se cansaron de las injusticias del sistema judicial. Los reportes del Justiciero Nocturno volvieron al foco casi un año después de los casos de vampirismo en el Paseo Orínoco, siendo perseguido por las patrullas a medianoche debido a la renovación de la orden de aprehensión del Juez Gómez bajo la directriz del Comisionado Armando Moreno; este justiciero de carácter heroico volvió al ruedo tras detener un robo nocturno en la sede del Banco de Venezuela, y desvanecerse rápidamente ante el crepitar de las sirenas tras inmovilizar a los delincuentes; ¿qué es la verdadera justicia? Preguntaban en voz alta los sociólogos del Caso Asesino del Infierno, en emisiones de radio, entrevistas de televisión y disertaciones en redes sociales: ¿puede un asesino serial redimirse al extirpar las lacras de una sociedad desquiciada? ¿Es mejor que la Guardia Nacional Boliviana que desaparece opositores políticos? ¿O el SEBIN que borra los expedientes de ciertos funcionarios protegidos? ¿Por qué la violencia dirigida adecuadamente es venerada como justicia social? En los foros virtuales se discute que el Asesino del Infierno es un espíritu convocado por la última voluntad de un Mago Negro, que dejó sus libros de hechicería a esta criatura, con el único propósito de saciar la venganza contra la injusticia de un mundo oprimido... Que las desmaterializaciones, y el mesmerismo con el que somete a sus enjuiciados, son cábalas de magia negra, y que es el cadáver reanimado de un adolescente mutilado; y muchas más leyendas urbanas que buscan deformar la realidad a conveniencia de una sombra chupasangre; el otro, el Justiciero de Ciudad Zamora, otro mutante renacido de los estratos sociales, es su contraparte que conserva la humanidad de la bonanza, y cree que el sendero del hombre puede descarriarse, pero retomar su rumbo y hacer lo correcto... y con estas tertulias dicotómicas de seres sobrenaturales y alienígenas entre nosotros, mantienen entretenido al público, mientras se desenvuelve una guerra enmascarada de figuras ajenas a la ley que responden a sus propios conceptos.
El detective Oronoz lo tiene claro: esos mamavergas creen que se la están comiendo, pero no son más que asesinos; creen que se las saben todas, pero en cualquier momento, el brujo los descubrirá y se armará una San Pablera. El Justiciero Nocturno y el Asesino del Infierno tienen que ser detenidos por sus crímenes, no pueden quedar impunes, porque sino... ¿para qué están las leyes? Todos se quejan, pero los jueces son peores. Que el sistema tiene fallas; que los presos matan y violan a los inocentes; que los intocables hacen de las suyas y todos tenemos que mirar a un lado; qué importa esa vaina, chamo... Somos los que somos, y estamos los que estamos. Matas a alguien y no eres nadie, vas preso; pero los que pueden pagar... se meten a los jueces en sus bolsillos, y se pasan por el forro la ley. Así es esto, así es el mundo, y nadie lo va a cambiar nunca... Ese Eleazar era un violador de la mina, y ese salsero era un sádico que le rezaba al Diablo y la Santa Muerte, y esas porquerías de la Montaña Sorte; y esto seguirá, hasta que ese maricón cometa un error, y lo atrapen, se joda, y todo el mundo sepa quién es, y lo metamos preso, y en la cárcel le caigan a puñaladas. Así es esto, así es el mundo, así siempre fue... ¿Por qué se extrañan? Mira esos policías de Nueva Bolívar, cuando recién Rómulo llegó al poder, hace como quince años, estaban ustedes chiquitos todavía, y es que todo el mundo hablaba de eso... porque esos policías de la capital se atrevían a matar a los asesinos y violadores que quedaban impunes; hoy se han olvidado de ellos, y quiénes fueron solo son rumores supersticiosos, pero eso no es justicia, es maña... ¿Qué me dices de los Magos Negros de Angostura? Esos locos que hacían ceremonias nocturnas en la Piedra del Medio, y se vestían de negro en los cementerios, y se la pasaban recitando conjuros para cambiar el tiempo o hablar con los espíritus, y... ¿te acuerdas de ese accidente con la carajita que secuestraron? ¿Y cuándo hubo la Masacre de la Calle Boyacá? Sacaron seis cuerpos en bolsas de basura, y la sangre bajaba por la avenida como un río desbocado... ¿Y cuando alborotaron a los caimanes para zozobrar esa lancha que tenía a esos extranjeros que bajaron de las ruinas del Parque Canaima? ¿O ese indio psicópata que vino del Amazonas y mató a tres mujeres, y la policía lo tenía acribillado pero nunca lo pudieron agarrar porque se convertía en grillo? ¿Se acuerdan, verdad? El mundo es un misterio, y de que vuelan, vuelan; esas brujas que se convierten en pájaros con cara de persona son de verdad, como esos babalaos del Terminal que se visten de blanco y se abren la espalda a machetazos con la cabeza de un gallo en la boca; siempre que me acuerdo de eso, me empeluco, y es que los veía caminar por las paredes como cucarachas; y esas familias del Paseo que van en lancha a la Piedra del Medio de noche, y que para honrar a sus antepasados, pero dicen que pagan una promesa con las sirenas del río; y también están los Paleros del Cementerio Joboliso, que desentierran los muertos para hacer Trabajos con los huesos, y ay que se me enchina el pellejo.
En medio de la conmoción de los asesinatos, mi compañero desapareció por cinco días inciertos, en los que no hice más que estar comprometido con mis estudios universitarios y ayudar con la misa al Padre Andrés en la diócesis franciscana de Vista Hermosa, y al Arzobispo Bernardo en la Capilla de la Catedral en el Casco Histórico, adjunto al Paseo Orínoco. El río estaba creciendo para esta temporada de lluvias, y los rumores de que se saldría no paraban de acrecentar la alerta... pues los estragos de la contaminación en las minas auríferas habían contaminado las aguas con residuos de mercurio, deformando las rutas hidrográficas por la acumulación de sedimentos; y despertando ecos de un más allá inmemorial que rumiaba en la indómita selva amazónica... de cuyas entrañas nacían las afluencias, y arrastraban en sus venas lechosas antiguas criaturas de un pasado incognoscible; cuya aparición en las redes de los pescadores, o al encallar en los bancos de arena de la orilla, podían despertar pesadillas entre los pobladores; pues, los madrugadores denunciaron a las autoridades del Club Náutico, que una criatura parecida a un hombre acuático emergía del río para vagar por el Malecón a altas horas de la noche en busca de mujeres, y que un pescador atrapó a un pez con cabeza de cochino, y que nació un niño con dos cabezas en una de las familias del barrio Perro Seco, y otras señales se avistaban en los remolinos que arrastraban inmundicias luctuosas a un lecho fangoso... rebosado de osamentas y cadáveres ennegrecidos por la osadía de las pirañas, el baladí de los caimanes y el ulular susurrante de las serpientes gigantes venidas de lagunas faustas durante la calurosa sequía. Luis aún no regresaba, y suponía que sus excursiones podían resultar complicadas, ya que era diáfano a comunicarse con terrenos impropios y seres inhumanos... y al arañar su biblioteca personal de grimorios duchos en ciencias negras, no pudo más que concebir que la experimentación de mi compañero rayaba en el satanismo místico y turbio: manuales de comunión con entidades del Bajo Astral, las enseñanzas taumaturgicas de San Cipriano, las Clavículas de Salomón, opúsculos de Demonología, exegesis de manuscritos prohibidos, y tomos perversos de Astrología; y una colección indescifrable de papiros escritos en lenguajes runicos y célticos, que narraban calendarios cósmicos y esquemas planetarios para fines desconocidos; me preguntaba qué grado de alienación podía estar afectando su cerebro, cuando recibí un llamado de la policía para ir a buscar al Brujo de los Palos Grandes a la comisaría tras su arresto en las Casitas de Marhuanta, Cayahurima.
Luis Montero Conde fue liberado del arresto unas doce horas después que lo encontraron en una de las numerosas quebradas que pululan en la vegetación que va desde el sector 24 de Julio y el sector Cayahurima, tras una llamada de emergencia de los habitantes por un supuesto tiroteo en una rumba que se salió de control; el hombre participó activamente en la incitación, y al momento de llegar las autoridades el gentío se dió a la fuga, por lo que corrieron en persecución de los implicados en el porte ilegal del arma de fuego, resultando en una cacería por los caminos verdes, en los que Luis fue encontrado con el rostro hinchado y el cuerpo hundido en el agua: gracias por venirme a buscar, Padrecito; fueron unos días de la mierda, pero creo que encontré una conexión con el Asesino del Infierno; déjame explicarte la razón de mi ausencia, y es que comencé mi inspección en Barrio Venezuela con el nombre de Gasoil, hostigando a los malandritos y cayéndome a piñas con los motorizados; me metí a robar electrodomésticos a un par de casas, y planeabamos robar baterías de carros en otros barrios cuando cayó la ley, y tuve que pirar, pero avancé con una colección de nombres para mi lista de agentes del desorden: el Silbón, el Sordo, el Caimán y la Piraña; todos unos malandros pesados que habían pasado por la Cárcel de Vista Hermosa, y mandaban en sus territorios; el que cayó esa vez, fue el Duende, un tipo horrible y enano al que delataron estaba escondido en Barrio Venezuela, y metieron preso porque debía no sé cuántos dólares a un distribuidor, yo creo que ese no pasa de hoy porque lo tenían rodeado cuando viniste a sacarme; total es que debía actualizar mis datos de ese mundo para tener una idea de los posibles objetivos del Asesino del Infierno, y es que parece que hay una señora a la que le dicen la Jueza, y es la que suelta a todos estos malandros, y los pone a pagar para tenerlos bajo el brazo; y es que esta mujer se las sabe todas, y es la que trae la droga de Brasil de una forma muy arrecha; ya te cuento; y me fui con los chamos del Duende, que ahora son los malandros del Gordo, que es un tipo viejo con cara de malo que vivía en el Manteco pero mató a dos en la mina y se vino a Zamora; y lo arrecho es que la rumba era porque llegó un cargamento de droga a 19 de Abril, más alante de donde era la toma de agua, y la entrada de 24 de Julio, y los malandros de allí, y las Isoras y las Casitas se reunieron en la loma de Cayahurima para una rumba en la que se repartían las partes y reunían lo que le debían a la Jueza; parece que los que traían la droga de Brasil se metían un buen billete, pero nunca los ví en la rumba... pues ellos llenaban el carro completito: los asientos, las llantas, el motor, todo; y lo volteaban antes de pasar por la Aduana, para que la Guardia los auxiliara con grúas hasta llegar a la carretera Perimetral, y allí desvalijaban el carro full de droga; y entonces le tocaba una parte a la gente del Silbón, para venderla en 24 de Julio y Casanova; y otra al Sordo que tenía sus vendedores en la Paragua y la Avenida España, y el Caimán se ocupaba de los Próceres, por allá al oeste después del Puente Angostura; y la Piraña, una mujer que parece un hombre con los dientes vueltos verga, la vendía durísima por el Paseo Orínoco y en la Feria, y hasta la gente de Soledad le compraba porque según y que no la ligaba; pero lo raro era que la gente del Sordo tenía tremendos carros con sonido, y llenaron el ambiente con bajos y cajones y cornetas, y sacaban cajas de cerveza y ron y anís y cevillana, y le pagaron sobrados a la Patrona, por lo que todos decían que esos eran una tracaleros; y la gente del Gordo se les quejó, con ese acento malandroso, que ellos según y que cortan la mercancía con porquería para sacarle más plata, y que no le dan lo que corresponde a la Patrona, y que son unas lacras... y la música sonaba durísimo y no podía escuchar nada; solo veía las bichas nueve milímetros en los cinturones, y las sacaban cuando estaban prendidos de tanto aguardiente, y los del Caimán estaban alzando caballito con las motos, y entonces el Zorro, que era la mano derecha del Silbón, y según que se graduó de Contador, empezó a echarle en cara al gordo que se la daba de la gran vaina y que no tenía ni un mes en la ciudad y estaba forzando lío; y en eso el gordo saca una Glock, y se le pone en la cabeza al Zorro, y el Silbón se puso serio, y los locos de 24 sacaron las bichas y rompieron botellas, y nosotros que eramos los del gordo sacamos pecho y apagamos la música, y entonces los del Sordo se molestaron, y total que veía ese montón de pistolas, y decía vergación loco, aquí va haber sangre; y entonces que unas chamas llorando iban a llamar a la policía, y otros querían que el Gordo y el Caimán se cayeran a coñazo; y entonces Capriles, un flaco piedrero que era como mi pana de la calle, me dijo: Gasoil, vámonos pirando de aquí que se va a prender el peo; y yo le digo que ya se prendió, y que sale un muerto... entonces viene un loco, que según estaba enamorado de la Patrona, y que suelta un poco de disparos con una Uzi, y entonces la gente empieza a correr y veo al Gordo que le quita el seguro a la pistola y le suelta dos plomazos en el pecho al Zorro, y que los chamos del Silbón le caen, y pasan las motos volando con el motor roncando y el tubo de escape explotando, y suena el tumtumtum de las balas pitando; y, ¡un gentío se tiró al piso! Y entonces yo veo que los del Silbón le tenían arrechera a los del Gordo, y nos apuntan a nosotros... y entonces vengo yo, y agarró la botella de anís que tenía Capriles y me echó un palo inflando los cachetes, y los muchachos míos cagándose porque no iban a pelear con botellas contra las pistolas; y me acuerdo, con el tiempo detenido y las piernas temblando, del conjuro de ignición, pensando pronunciaciones elementales sobre Marte y Vulcano, y abrí la boca y les escupí un chorro de fuego como por diez segundos, así, girando como un ventilador, y salimos corriendo... Capriles iba junto a mí, y me gritaba corre mamaguevo... y supe que llegaron los pacos, y nos perseguían, y nos íbamos separando en la oscuridad del monte; agarraron a unos de la banda del Silbón, y habían unos muertos en el suelo, y entonces me pegué con una rama en la frente, y caí en una quebrada poco profunda junto a un puente de latas, y los policías me agarraron. Menos mal que un oficial, un tal Sarmiento, me reconoció y me apartó de esas lacras en las patrullas... y entonces me encontré al Duende detenido en la comisaría, y vi de lejos a la Jueza, esa tal Carolina Ascanio, un mujerón con mechas pintadas, tacones y un blazer rosado; y soltaron a unos cuantos del Silbón, pero dejaron a los del Sordo, por zánganos avaros; casi no ví a los de la banda del Barrio Venezuela, pero supe que al Gordo lo mató el Caimán, dándose un caballero con picos de botella, y viniste, y te puedo preguntar si, ¿sabes inyectar y suturar heridas? Es que una bala me rozó, y la tengo abierta, o puedo que con unas grapas de oficina me cure, pero igual... voy a ver si le escribo a Capriles por Facebook para ver si no le pasó nada, se llama Jesús Moreno y es buena gente. Esa Carolina Ascanio es Jueza, y puede estar en la lista del Asesino del Infierno por sus conexiones con el Hampa; puede que sea una pieza clave en el engranaje del Señor Wilson, el Pran de la Cárcel de Vista Hermosa; por supuesto, es una mujer intocable que puede mandarnos a torturar si hacemos las cosas mal, en cambio...
Pero, Luis se había desmayado del cansancio al llegar a nuestro departamento en la moto; lo cargué hasta el sofá, desinfecté su herida con betadine y seguí su consejo de utilizar grapas de papel para sellar el grotesco corte que hirió la piel pálida de su hombro posterior... Según él, estaba Rezado y Cruzado por el ritual chamánico de un indio pura sangre de la mina Talavera, por lo que las balas no podían atravesarlo; y me sorprendí al descubrir la cicatriz del injerto en la cara interna de su bíceps... y las cruces talladas con cuchillos ceremoniales a lo largo de su cuerpo; aquellas ceremonias de blindaje físico y espiritual eran comunes en los cuarteles militares, los guerrilleros de la frontera, y los Brujos del Sorte... y eran oficiadas por sacerdotes creyentes en la Santa Muerte, el Chamuco y otras advocaciones del Abismo. La crecida del río seguía alarmando a las autoridades de la gobernación, y se tomaron previsiones con sacos de arena, pero eso no impidió que el agua saliera a las calles y los cardumenes de peces subieran por las avenidas; y los rumores del Monstruo del Río Orínoco estallaron cuando una lancha se volcó, y el único pescador sobreviviente narró a los rescatistas que un híbrido de pesadilla hundió a sus compañeros para alimentarse, y que todos los que se acerquen al Malecón de noche corrían peligro... por lo que durante días, se escuchó en la radio que el Justiciero de Ciudad Zamora estaba de patrulla nocturna por el Paseo Orínoco para cazar a esta terrible criatura; posiblemente engendrada por las mutaciones de la contaminación río arriba por la explotación de minas auríferas, o por el malestar de la deforestación que despertó la ira de los espíritus amazónicos, o por una rareza evolutiva desconocida por la ciencia, o por la maldición de un Canaima que se transforma en el batracio para cumplir sus fantasías elucubradoras de rapto y canibalismo.
Río arriba, las historias del modernismo perdían sentido... y los pescadores mestizos de los pueblos atrasados creían que Malavé, el Dios Ciempiés del Caroní, se retorcía enfurecido haciendo desbocar el río e inundando los poblados, por el desagüe de porquería química que los hombres arrojaban a las aguas... desviando el curso natural del cauce para destruir todo a su paso, en su fuero extractivista; y en Ciudad Zamora se murmuraba que el nivel del agua pronto rebasaría la emblemática Piedra del Medio, ocasionando que la legendaria Serpiente de Siete Cabezas, despierte de su letargo para sumergir la ciudad; ambas criaturas titanicas pertenecían al terreno místico, confrontadas por las leyendas autóctonas de dioses y monstruos Caribes en una época difusa que revistió el macizo guayanés con ríos achocolatados, cuencas anchas y estructuras cavernosas complejas conocidas como Túneles del Guácharo; cuyo entramado escondía secretos cósmicos sobre otros tiempos, y anomalías del espacio nacidas en una edad antediluviana... capaces de devorar la historia de las personas, y desenterrar vestigios anacrónicos; recuerdo haber leído un texto académico del etnólogo Emmanuel Urbina, que describe la hipotética existencia de unos gusanos gigantes que cavaron los Túneles del Guácharo en la Era Hádica, cuando la superficie del planeta era un océano de magma volcánico... «Por eso su singular estructura circular, único modelo en la naturaleza, y posiblemente... estos titanes se hayan adentrado al corazón fundido del planeta para seguir devorando los minerales del núcleo». Y por eso la Compañía Petróleos de Venezuela había desenterrado un esqueleto humano con ropas desconocidas, y una factura del año 2032; y por eso ocurrió ese derrumbe que sepultó la expedición, y cuyos sobrevivientes avistaron una aberración indescriptible sin catalogar; y por eso, era usada por sectas de oriente y occidente, como un portal en la realidad, que albergaba espíritus de otra dimensión; y por eso, muchas personas desaparecían... o reaparecían en diversas entradas sin razón aparente, bajo un flujo de años inexplicable.
Y por eso, al día siguiente de su arresto y liberación, el brujo desapareció... y otro cadáver adornó el Bulevard de Vista Hermosa.
Crónicas de Ciudad Zamora: El Asesino del Infierno
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