En septiembre de 2023, durante la intervención militar de la Cárcel de Tocorón, epicentro del crimen organizado en Venezuela, se encontró un manuscrito críptico oculto entre los tabiques plásticos de los laberínticos pasillos de la prisión... cuyo autor anónimo nos describe los derroteros de un hombre longevo, condenado a sufrir crueles destinos en presidios de la historia venezolana... torturado y destripado incontables veces por una maldición proveniente del Llano Negro, que lo condenó a vagar eternamente entre los hombres.

Tras la operación—en la que se obvió un supuesto altercado con un animal desconocido, de gran tamaño y despellejado—; las autoridades anunciaron el desmantelamiento de estructuras ilegales y la captura de integrantes del Barco de Nueva Andalucía, mientras su Terrateniente, Barriga de Perra, y otros cabecillas... escaparon por los túneles subterráneos al exterior. Este escritor incógnito, relata con horror acerca de un pacto satánico invocado por los pranes en las entrañas del edificio... y el enigmático prisionero, identificado en el texto ensangrentado como Elegua Magallanes, parece intrínsecamente vinculado a las masacres carcelarias y tragedias silenciadas por la cara oscura de Venezuela.

Por coacción de las Fuerzas Armadas, miles de reclusos fueron trasladados a otras cárceles... aunque familiares denunciaron desinformación sobre su paradero. A pesar de los esfuerzos del gobierno, el Cartel del Llano y el Barco de Nueva Andalucía aún mantiene redes en once estados y países vecinos... donde continúan actividades como tráfico de personas, explotación sexual y minería ilegal. La secta de dioses malignos a la que estos patrones hampistas rinden culto, se esparce entre las cárceles y campamentos ilegales como una plaga: construyen altares y entierran sortilegios en ritos siniestros, que muchas veces terminan en baños de sangre para enaltecer estos horripilantes panteones. El manuscrito anónimo contiene revelaciones sobrenaturales que se mezclan con el caos institucional de este corazón criminal... y podrían revelar un mar de tinieblas ocultas bajo el refinado dosel tricolor de este país caribeño. 

La Cárcel de Tocorón, construida en Nueva Andalucía hace cuarenta años, fue diseñada como una prisión de mediana capacidad—para unos setecientos reclusos—, con cuatro bloques principales de dos pisos cada uno y celdas colectivas para grupos de ocho personas. Pero en 2016, el hacinamiento alcanzó un pico superior a los siete mil convictos... modificando el complejo en un entramado inefable alusivo al Tártaro: abismo donde fueron encarcelados los doscientos ángeles caídos. Los pasillos, patios y áreas comunes fueron invadidos por arrabales, formado por una maraña de improvisadas chozas de herrumbrosas láminas, madera enmohecida y plástico hinchado; estas gusaneras demográficas formaron un laberinto de más de diez mil cubículos... muchos sin ventilación, luz natural o sanitarios. 

A partir de 2014, el Centro Penitenciario quedó bajo el dominio del Barco de Nueva Andalucía, una megabanda criminal liderada por el Monseñor Cobre, (alias «Barriga de Perra»); estableciendo un sistema de autogobierno donde los reclusos pagaban extorsiones semanales llamadas «La Causa», por protección y acceso a servicios básicos. Esta ciudad del crimen contaba con túneles que permitían el salvoconducto de armamento, drogas y criminales. Según dicen... por allí pasaban jaulas con caimanes para las cámaras secretas, y... en esos mismos corredores desapareció el engendro sin pellejo ante la ráfaga de disparos...

Los bloques originales se redistribuyeron según el poder de las bandas. El Bloque 1—bautizado El Templo—, se convirtió en el núcleo del Barco de Nueva Andalucía: celdas convertidas en suites de lujo con aire acondicionado, televisores de pantalla plana y baños privados. El Bloque 2—La Piscina—, albergaba la zona de ocio criminal: una piscina de doce metros, cancha de baloncesto y restaurantes. El Bloque 3—Tokio—, concentraba la discoteca, bares y locales comerciales ilegales. El Bloque 4—La Torre—, funcionaba como centro logístico... con talleres de falsificación y acceso a túneles clandestinos. Cada bloque era gobernado por su propio sistema de vigilancia manejado por Gariteros armados con fusiles y escopetas.

La periferia alojaba áreas surrealistas: un estadio de béisbol con gradas para quinientos visitantes—en el que transcurrieron tiroteos sangrientos—, un zoológico con jaulas para tigres, monos y avestruces; una discoteca adamantina con luces de neón y flujo constante de prostitutas de manjar; y... hasta un centro comercial de contrabando, con marcas como Gucci o Balenciaga. Contaba incluso con una planta eléctrica propia y técnicos internos que mantenían los servicios operativos. Esta economía clandestina en el penal fue financiada por redes de tráfico de drogas, líneas de extorsión y comercio ilícito del oro en el Arco Minero.

El manuscrito en cuestión fue hallado en un cubículo inferior, bajo una montaña de plástico deteriorado y cartones podridos: un fajo de papeles dentro de una carpeta plástica, resguardado como un tesoro por el desconocido filósofo y el extraño Magallanes. Este legajo ensangrentado permaneció enterrado bajo altos volúmenes de la Cábala, una traducción del Sepher Yezirah, una monografía sobre el Tetragrámaton y un opúsculo sobre la Nomenclatura Divina del Pentateuco.

Aunque subrecticio, es la clave de un horror abortado en las profundidades carcelarias... que arremetió contra los oficiales durante las oscuras horas del desalojo, causando desconcierto y pánico entre los ciudadanos de Nueva Andalucía. En las primeras páginas se detalla la reflexión poética de un hombre atormentado por un pasado delictivo que lo propició a trabajar de Mula para el Cartel del Llano, hasta que la policía colombiana lo extraditó. Sus primeros días en el presidio fueron un infierno, pues los reos más belicosos lo desnudaron para quitarle cualquier pertenencia de valor; y un Garitero apodado Culebra Muerta, dirigente de su sector, le negó el derecho a pagar La Causa, por su vínculo con los rivales del Barco de Nueva Andalucía... provocando que este miserable fuera apaleado y amenazado de muerte repetidas veces, hasta que una puñalada de muerte lo arrastró al cubículo del hebraísta, homónimo al perverso Patrono de los Caminos de la Regla de Osha.

En ese exiguo tugurio, bajo el oceano de plástico, cartón y lamina del empobrecido y olvidado sector bajo el yugo de Culebra Muerta y sus gendarmes raquíticos de pistolas semiautomáticas y ametralladoras despiadadas... fue que el filósofo anónimo concibió su texto, alimentado y curado por este desconocido hombre, proveniente del Llano Negro y de carácter taciturno y longevidad desconocida que parecía inspirar una profunda tristeza en su aislamiento.

La autoridad del Estado venezolano era inexistente. Los reclusos debían pagar La Causa—cuota semanal—, por el derecho a vivir, acceder a una celda, recibir visitas o protección contra los renegados. Quienes no podían pagar enfrentaban torturas, desplazamiento forzoso a zonas de alto riesgo o... la muerte. Existían zonas de castigo como El Infierno: sótano sin ventilación para disidentes; y La Jungla: sector sin agua donde se abandonaba a los insolventes. La violencia entre facciones o como castigo era cotidiana, con ejecuciones frecuentes y cuerpos abandonados en áreas comunes.  

Los presos con recursos podían comprar comodidades, drogas o armas... mientras la mayoría sobrevivía en condiciones deplorables, con celdas convertidas en tugurios insalubres y acceso limitado a agua potable o atención médica. Por lo recóndito del cubículo de Magallanes, el autor explica que pasaba desapercibido ante los lacayos de Culebra Muerta... pero los que no estaban exonerados, y fallaban ante el pago de sus cuotas, eran expulsados a sectores más peligrosos o torturados mentalmente con amenazas de muerte hasta el quebranto. El regente de aquel sector era particularmente perverso, pues había extorsionado a los reos con aumentos por «amenazas de otros sectores»... hasta cumplir un capricho diabólico.

Familias enteras, incluyendo niños, vivían dentro de la prisión como visitantes prolongados... expuestos a la violencia y el narcotráfico. Mientras en una zona se oía música en la discoteca, en otra se escuchaban tiroteos y gritos. La vida humana perdía todo valor ante la impunidad... El olor a basura quemada, el ruido de los generadores eléctricos y la presencia de armas pesadas eran recordatorios permanentes de que Tocorón era, ante todo, un centro de operaciones criminales disfrazado de cárcel. Habían sectores dedicados a la extorsión por llamadas telefónicas, con presos subordinados separados por tabiques... como oficinistas arlequines dedicados a la empresa del Mal. Estas llamadas de coacción buscaban intimidar, sonsacar y estafar a ciudadanos... así como chantajear a través de redes sociales. Habían laboratorios clandestinos donde prisioneros eran explotados, siendo expuestos a químicos cancerígenos durante largos periodos. Durante estas indagaciones sobre la crápula y cinismo de los dirigentes de la cárcel... el autor se refería con terror a un túnel secreto donde Culebra Muerta, y su mano derecha, Forro de Huevo, conducían a individuos sentenciados... para ser ultrajados. Los que eran atrapados por este sicario, jamás se volvían a ver. El Barco de Nueva Andalucía los desaparecía...

El autor hace referencia a un aquelarre de brujos, adoradores de aberraciones del Llano Negro, que ejecutaban misas negras y cultos perversos mediante la tortura y el asesinato... para invocar poderes oscuros, recitando versos de ignominiosos libros; entre los que figuraba el Garra Negra de Nicolás Fedor y tratados provenientes de la India. Es impreciso sobre cuáles ritos y deidades eran profesadas en las cámaras secretas, pero podemos entrever su carácter codicioso, como Elegua Magallanes nos describe:

—Sobre las vidas robadas y los cuerpos quemados de estos niños en el Altar del Progreso... se han construido la gloria de las naciones, el esplendor de sus monarquías, la solemnidad de sus himnos y banderas, y las grandes mansiones, las rutilantes joyas, los glamurosos coches, los exquisitos modales públicos y las excentricidades perversas privadas de los más ricos entre los ricos. 

Los rituales satánicos asociados al Barco de Nueva Andalucía han sido motivo de debate entre los periodistas, las comunidades policiales y los foros de internet... por su amplificación en discursos políticos que buscan criminalizar a los migrantes. Con los informes publicados tras el desmantelamiento del Centro Penitenciario, pudimos analizar las creencias espirituales de estos cabecillas: altares con muñecos diabólicos, Rituales de Cruzamiento para «protegerse de proyectiles» y calderos con huesos vinculados a prácticas africanas de magia negra. Habían salones privados similares a templos, donde las autoridades hallaron aves sacrificadas, candelabros con velas negras y rojas, esculturas de cerámica alusivas a entidades del Llano Negro y reliquias empleadas en rituales oscuros como el Yaguatero: báculo con un cráneo decorado en el puño; y cuchillos ceremoniales de hueso de las tribus amazónicas. Según el director de la Policía Nacional, Víctor Correia, estas prácticas regulares poseen un significado sugestivo e intimidatorio... para mantener sublevados a los prisioneros y convencerse de estar bajo juramento sobrenatural. 

El autor subraya la implicación del gobierno venezolano en estas prácticas vinculadas a la brujería, el espiritismo y la Santería. Según su propia experiencia como Mula en el contrabando de estupefacientes, había presenciado los contenedores y sótanos repletos de jóvenes secuestrados, con destino incierto a los campamentos de preparación ritual... documentados durante el mandato de Rómulo Marcano. Según este desconocido hombre, los ritos se integraron en la cúpula política, con ceremonias secretas en la Casa Solariega... que incluían quema de altares, sesiones de espiritismo y consultas a videntes poseídos por demonios. Había escuchado de militares que altos funcionarios eran influenciados por Santeros cubanos, como parte de una estrategia de control político y cohesión ideológica.

Declaró que la exhumación de los restos de Simón Bolívar en 2010, ordenada por Marcano, fue un acto de connotaciones esotéricas... coincidiendo con un aumento masivo de profanaciones de tumbas en cementerios venezolanos para extraer huesos usados en rituales paleros; porque estaba próximo el Samhain, o Noche de los Muertos. En esas mismas festividades durante años posteriores, se reportaron casos de profanación de tumbas a figuras históricas, como la del expresidente Joaquín Crespo, cuyos restos fueron robados en 2013... presuntamente para usarlos en rituales de protección o ataque político. Este relator conocía las creencias Mayombé, y se explayó en decenas de páginas sobre procedimientos macabros para torturar víctimas o enderezar destinos utilizando la esencia de los huesos.

Sabemos—por revelaciones de terceros involucrados con el gobierno—, que Marcano profundizó estas prácticas, invirtiendo grandes sumas en brujos cubanos —se estima que hasta quinientos mil dólares—, y viajando a la India para consultar al Gurú Sabai Ubaba. Según investigaciones periodísticas, bajo su gobierno se consolidó una red de espionaje basada en santería, donde «babalawos» infiltrados en instituciones estatales y empresas... recopilaban información confidencial aprovechando su rol como guías espirituales de funcionarios, enviando después esos datos a Cuba. Este sistema operaba con altos niveles de impunidad, facilitado por la creencia en poderes sobrenaturales y la ausencia de controles institucionales. 

El impacto social de esta instrumentalización del esoterismo incluyó la normalización del tráfico de restos humanos. Entre 2015 y 2019, se reportó que hasta el cuarenta por ciento de las tumbas en el Camposanto del Sur de Nueva Bolívar habían sido profanadas, con un pico de ocho diarias, donde «Paleros» extraían cráneos y fémures para venderlos a políticos o militares en busca de protección espiritual. Capellanes y activistas documentaron incluso sacrificios de niños en rituales del Sorte, aunque estos casos rara vez se investigaron. La respuesta estatal fue ambivalente, reforzando un imaginario colectivo donde el poder político del partido se sostiene mediante pactos ocultos, debilitando la confianza en las instituciones.  

El autor parecía retraído en aquella celda de porquería, mientras su taciturno compañero Elegua, poco o nada hacía más que releer sus manuscritos hebreos como un lunático estudiando los misterios de la Cábala o las exegesis bíblicas. Tras despotricar en gran manera sobre las inclinaciones paganas de los líderes políticos, e insinuar el tejido encarnizado de un horror conjurado en la penitenciaría... el calumnioso escritor volcó su atención en el desmedrado compañero. Lo describía como un hombre muy viejo resignado a la ausencia mortal... qué parecía terriblemente aporreado por las circunstancias.

Aunque hosco en su trato, Elegua Magallanes se portó servicial... y lo ayudó a recomponerse tras ser apuñalado múltiples veces. Era un hombre muy sabio, cuasi milagroso... cualquiera hubiera pensado que era Jesús retornando al mundo, si no fuera por la dureza de su mirada y el descuidado aspecto de satiro perverso. Según el alucinado escritor, este hombre tenía casi doscientos años... y creció en una finca llanera, comandando los cafetales de su familia durante el apogeo de la Venezuela agraria. La ambición lo llevó a matar a su padre en una cacería... metiéndole una bala en la cabeza, y compareciendo a su familia por una picadura mortal de serpiente coral. Pero, el parricida no consiguió su herencia... porque su mamá, fiera pitonisa de arcanos gitanos, lo maldijo con el poder de los espíritus vengativos del Llano Negro. Por años huyó de la persecución, pues los perros le tenían inmenso desprecio... y fue repudiado como un espectro infausto. Incapaz de morir, solo podía vagar entre los sembradíos... acompañado del silbido de los espíritus burlones. 

Le contó su travesía en el ejército durante las revueltas del presidente Cipriano Castro en su Revolución Liberal Restauradora contra los caudillos regionales, buscando centralizar el poder del país... y de cómo el Régimen Gomecista lo declaró traidor comunista, por su oposición a la concesión de derecho de explotación a las empresas extranjeras, y lo encerraron en la cárcel de La Rotunda; donde comenzó un tormento que haría de la muerte un perfido consuelo.

Reveló que el sádico carcelero, Nereo Pacheco, tenía un cruel método de exterminio. En largas páginas, contó cómo los tenientes y activistas opositores morían tras ingerir alimentos contaminados con arsénico y fragmentos de vidrio... provocándoles hemorragias internas; sus muertes se registraban oficialmente como «fallos digestivos» para encubrir los horribles crímenes. Metían a presos irrecuperables en un calabozo inaccesible de la prisión: sin ventilación ni luz natural; allí sufrían aislamiento absoluto: no recibían visitas, alimentos regulares ni atención médica. Muchos morían de inanición, como el subteniente de una campaña ya olvidada. Los calabozos buscaban borrar toda huella de existencia, ya que los cadáveres se enterraban en fosas anónimas dentro del penal. La Rotonda era una tumba en vida, donde el tiempo se perdía en la oscuridad y el silencio solo era roto por los gritos de locura de los condenados...  

El perverso Nereo Pacheco, un preso común ascendido a Cabo de Presos por Gómez, encarnaba la crueldad institucionalizada de esa época. Elegua Magallanes aún le guarda temor a este asesino sádico, al que se le ofreció impunidad a cambio de ser torturador. Este oscuro hombre se obsesionó con el parricida, y su inquebrantable vitalidad—que no lo facultó de sentir dolor, padecer de inanición y los desmayos de la explotación física—, que a pesar de las cruentas heridas y las mutilaciones internas por consumo de vidrio molido en jugo de caña dulce... parecía incapaz de morirse. Cuenta cómo el carcelero le anudaba cuerdas en la cabeza y los testículos hasta cortar la circulación... y combinaba su afición por el arpa con sesiones de tormento. Tocaba melodías mientras escuchaba los alaridos de las víctimas, creando un macabro contrapunto entre música y sufrimiento de aquel sepulcro de hombres vivos...  

Fueron años de vomitar sangre y cagar vísceras, hasta que fue liberado por la caída del Gomecismo y la demolición de la cárcel. Reducido a un ser esquelético y repulsivo de tez amarillenta... vagó por el Llano Negro entre las sombras del crepúsculo, atormentado por la repulsión de los hombres y las injurias de los espíritus. Aunque el destino le tenía deparado un destino más espeluznante, pues fue usado como símbolo de represión en contra de su voluntad por socialistas, contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez... y embarcado el pantanoso islote de Guasina.

El autor hace énfasis en la negación de Magallanes de contar estas inclemencias, pero que su tenacidad y aburrimiento lo impulsó a insistir en los relatos del envejecido espectro. Con la paciencia de una piedra incorruptible, esperaba la desinhibición del hombre... y le preguntaba sutilmente para ir armando su propio bosquejo de lo sucedido. La inmortalidad no estaba exenta de la enfermedad y la cicatrización... Según que la isla carecía de agua potable y su terreno se inundaba periódicamente, formando criaderos de enfermedades mortales como paludismo y disentería. Al llegar en barcos como el Vapor Guayana, los criminales eran bautizados con tubos de goma que provocaban heridas abiertas. 

Hoy, por los testimonios periodísticos, sabemos que en este centro de reclusión para políticos de los partidos opositores y comunistas... los presos enfrentaron trabajos forzados, torturas sistemáticas y condiciones inhumanas... incluyendo la exposición a fauna peligrosa como caimanes, serpientes venenosas y pirañas. Se estima que más de ochocientas personas sufrieron escarmiento, y muchos murieron...

A la isla solo se podía acceder por vía fluvial, dificultando el escape. Los prisioneros dormían en barracones improvisados sin ventilación, rodeados de pantanos que exhalaban miasmas infecciosas, expuestos a mosquitos transmisores de paludismo, amebas causantes de disentería... y asediados por las crecidas del río que inundaban las celdas con lodazales infestados de gusanos. Durante cuatro años, Magallanes presenció ejecuciones, castigos brutales y trabajos sin sentido como excavar fosas profundas solo para volverlas a llenar...

Elegua escapó durante la clausura de 1952, tras denuncias internacionales por las condiciones inhumanas... porque, iban a ser trasladados a Sacupana donde serían eliminados en un fusilamiento masivo. Huyó en una barcaza junto a unos insurgentes comunistas sobre un río de pirañas... derribada a lo lejos por el fuego ametrallador. Según el texto, al hombre le faltan todos los dedos de los pies por las mordidas de los peces, y tiene varias cicatrices de bala en la espalda... mientras que sus compañeros yacen en el lecho del agua.

Durante años se escondió como un vampiro noctámbulo en el Metro de Nueva Bolívar... sobreviviendo como rata y conviviendo con los caníbales del subsuelo. Pasaron cincuenta años hasta que volvió a la superficie como un ser degenerado, y sucio... El mundo había cambiado en la superficie, pero él era un rastrero habituado a las cavernas. Intentó enderezar su vida, pero... durante las marchas pacíficas contra la reelección de Rómulo Marcano, los oficiales de policía lo confundieron con un protestante y lo encerraron en el Helicoide.

Allí descubrió la técnica llamada «bolsear», que consiste en asfixiar al detenido con una bolsa plástica sobre su cabeza... mientras se le obliga a mirar su reflejo en un espejo para contemplar su propia agonía. Relató haber creído morir durante estas sesiones, experimentando desmayos, pérdida de control sobre los esfínteres y alucinaciones con su padre muerto. El repertorio incluía palizas, electrochoques y humillaciones que buscaban quebrar su espíritu... Estaba condenado a un infierno construido por los hombres.

Tras estas sesiones de castigo, lo encerraban por tres semanas en «El bañito»: espacio diminuto utilizado para confinamientos prolongados, obligado a convivir con sus propios excrementos. Como no había sistema de saneamiento,  debía recolectar sus heces en bolsas plásticas generando un hedor insoportable que agravaba el sufrimiento. El agua para beber o asearse provenía del inodoro, y—acá el autor especifica que Magallanes rompió a llorar—... se oían con claridad los gritos de violaciones y golpizas en oficinas contiguas, incrementando la sensación de impotencia y terror.

El Tigrito era otra zona de tortura dentro de El Helicoide:  allí fue asfixiado por un saco y colgado por las muñecas con cuerdas, dejándolos con los pies apenas tocando el suelo. Esta posición, mantenida durante horas... le dislocó los tendones musculares y causó daños nerviosos irreversibles en su cuerpo. El texto alude a una incapacidad de cerrar los puños y un temblor convulsivo al subir las manos por encima de la cabeza... y golpes repentinos en sus costillas que lo hacían perder el aliento. 

Una noche, lo sacaron del inmenso edificio... y él se alegró. Creía que finalmente lo matarían, o lo intentarían... en las afueras de Nueva Bolívar. Contó, horrorizado, que lo colgaron desnudo de un árbol con las manos atadas... y lo molieron a palos en todo el cuerpo. Le dispararon cerca de los oídos para dañar su audición... provocando una permanente sordera en su oreja izquierda. Fue entonces que lo dejaron en silla de ruedas a Tocorón, incapaz de moverse, hablar o valerse por sí mismo... con excoriaciones en brazos y hombros, inflamación extrema en los pies, lesiones en el torso y fracturas costales. Su mirada estaba perdida y solo pudo articular la palabra «auxilio» al despiadado hombre, apodado Culebra Muerta, antes de colapsar. El sicario lo abandonó en una exigua celda, cercana al basurero comunal del sector, para que se terminara de morir. Pero él no podía morir... estaba condenado a ser alimento de ratas y gusanos hasta la eternidad. 

Elegua Magallanes le mostró al autor su temblor al caminar, las quemaduras de los pies por la electrocución y los crujidos de sus huesos triturados... Un ejemplo de miles de torturas silenciadas.

Tras las revelaciones sobre este enigmático hombre maldito, el autor continúo despotricando sobre el gobierno constitucional y concibiendo el horror de los presidiarios... mediante rumores supersticiosos alimentados por los asesinatos que Culebra Muerta y Burro de Mierda—como le decían al alcaide del bloque—, cometían en los túneles subterráneos. La fantasía colectiva del presidio consistía en un cenáculo de perversión donde los líderes hampistas se congregaban con brujos para invocar una «perversión parida por los abismos»... en una celebración ritual en la que se cometían orgías de sangre y depravaciones inimaginables, utilizando a las víctimas como «Alimento Sagrado y Receptáculos de Dolor».

Nunca sabremos qué ocurrió realmente en Septiembre de 2023, pues la operación... duró solo cinco horas y permitió la fuga previa de Barriga de Perra y otros cabecillas por los túneles subterráneos. 

La falta de transparencia sobre el paradero de miles de reclusos trasladados y la continuidad de las operaciones del grupo en el extranjero confirmaron que Tocorón era síntoma de un problema sistémico: la gobernanza criminal como sustituto de un Estado ausente. El desaparecido autor lo simplifica en un epígrafe de notas culminantes:

«No estamos conscientes o no estamos entendiendo la delimitación del concepto de narcoestado en la actualidad. El narco no se vale de pactos para legitimar su poder y monopolizar el uso de la violencia: es un empresario exitoso. El narcotráfico es una empresa antes que un brazo del Estado porque, a diferencia suya, satisface la oferta y demanda... y es eficiente en el cumplimiento de las reglas del mercado. Los cárteles son la principal fuente de financiamiento del Estado, antes que bancos lavando su dinero o corporaciones encontrando beneficios monetarios... vemos a los narcotráficantes apoyando campañas políticas a candidatos de alcaldes, gobernadores, y hasta presidentes. Y los tres niveles de gobierno defendiendo a estos grupos narcoterroristas».

El resto de páginas se perdieron... entre la sangre y el humo de un escalofriante incidente, acontecido durante el desmantelamiento—difundido oficialmente como el infructuoso inicio de un motín—, en el que murieron seis agentes y numerosos prisioneros dentro de aquel laberinto de chatarra... y mantuvo en alerta a gran parte del cuerpo militar en la zona. Solo nos queda el rumor de que una comitiva armada intentó rescatar los relojes y las cadenas de oro en las bóvedas... cuando fueron atacados por un animal cuadrupedo y horripilante que carecía de piel o pelambre: era una masa de pellejo encarnado y bestial que derrumbó varias construcciones improvisadas, antes de huir por el fuego ametrallador. No hay testimonios concretos, aquellas voces yacen perdidas en la censura de los ministerios. Aunque, tras el hallazgo de este manuscrito... solo nos queda suponer los horrores concebidos bajo aquella madriguera del crimen. 

Lo único que sobrevivió a la purga son las grabaciones de radio referentes a este saurio desnudo y violento... que se perdió en el intrincado entramado de túneles, sumergiendo Nueva Andalucía en una pesadilla alucinada que duró varias noches. Lo más aterrador del caso, es que el animal, aparte del aspecto grotesco y desollado de su cuerpo prehistórico... arrastraba un tentáculo carnoso e inerte entre sus patas, parecido a un cordón umbilical...


El Sepulturero de Puerto Bello


«Gerardo Steinfeld, 2025»

Sígueme en redes como:

Facebook: Gerardo Steinfeld

Instagram: @gerardosteinfeld10

Wattpad: @GerardoSteinfeld10

Sígueme en Tiktok