Fui enviado por la Organización de las Naciones Unidas para investigar el horror que aconteció en el Arco Minero del Orínoco tras la apertura de una sepultura desconocida que trajo consigo el regreso de fuerzas inmemoriales... capaces de desatar un Mal indescriptible. La Tragedia de la Mina de Talavera, la supuesta Catástrofe Kaiju de El Dorado—silenciada por los medios como un destructivo huracán—, y los episodios de terror en las minas auríferas de Guayana... tienen un origen ancestral—análogo a las leyendas indígenas de los hombres sin cabeza y las pirámides de jaspe en el subsuelo—, y esta es la primera recopilación de informes fidedignos sobre una tierra manchada de sangre y mercurio.
Mi nombre es Manuel Salazar, soy periodista de la ONU con inmunidad diplomática, y este es el verdadero rostro del Arco Minero: la metamorfosis de Venezuela en una economía criminalizada, como enclave extractivista que prioriza ganancias fugaces sobre la sostenibilidad de uno de los pulmones biológicos del mundo; generando una catástrofe humanitaria y ecológica sin precedentes, bajo el amparo de grupos armados y empresas ilícitas... que descubrieron y ocultaron un secreto sepultado durante eones en el fango de tumbas anteriores al Hombre.
Viajé unas veintiocho horas de Ciudad Zamora hasta El Dorado a través de carreteras descuidadas, me subí a motos para adentrarme a cerros de arcilla roja y crucé en lancha por ríos internos de olor acre... para documentar el incidente desafortunado con el que se encontró la empresa militar CAMIMPEG; en el que se descubrió una galería subterránea, cuyo contenido fue oculto al público por las Fuerzas Armadas. Este hallazgo espeluznante llamó la atención de autoridades arqueológicas, y causó conmoción entre los Círculos Ocultistas de Montenegro y Nueva Andalucía... cuya excitación fue silenciada por la prensa sensacionalista y la censura política; degradados por sus creencias en una mitología horripilante de seres anteriores a la aparición humana, y posiblemente... nuestro período geológico.
Lo que sí es plausible en este estudio, es la consecuencia de un modelo extractivista militarizado, donde confluyen negligencia estatal, control criminal y ausencia de estudios de impacto ambiental... cuyas tragedias han manchado de sangre estas tierras y desatado terrores sepultados en bóvedas indecibles. Lo que desenterraron, fue el principado de un horror latente que... surgió de las profundidades dinamitadas en una apoteósica proclamación. La Tragedia de la Mina Talavera fue la reminiscencia de un Mal conjurado antiguamente por poderes fuera de nuestro alcance... y el aparente huracán—que según innumerables testigos fue un horror titánico con forma de [CENSURADO] tras la perforación de una caverna a más de seiscientos metros bajo tierra—, que destruyó gran parte del Dorado y mató a casi más de diez mil personas... No es más que la consecuencia de la avaricia y el egoísmo humano.
La leyenda de El Dorado se originó en el siglo XVI, con los conquistadores españoles en busca de una ciudad de oro en la selva, y ha sido actualizada en el discurso oficial del Arco Minero. El gobierno de Rómulo Marcano presentó el proyecto como el «Reino Dorado» del siglo XXI, prometiendo riquezas minerales capaces de rescatar la economía venezolana de la crisis petrolera; ignorando que la búsqueda histórica de El Dorado solo dejó devastación... un paralelo que se repite hoy con la minería depredadora y el desplazamiento de comunidades indígenas.
La perpetuación de una ilusión destructiva—heredada de la fiebre colonial por El Dorado—, encubren un modelo de saqueo que sacrifica la Amazonía y sus pueblos autóctonos. El discurso político se basó en mitos para justificar la urgencia de divisas, ignorando que la minería a cielo abierto es incompatible con los derechos humanos. Esta leyenda dorada, al igual que su antecesora colonial, solo ha dejado devastación, desolación y muerte...
El Arco Minero se extiende al sur del país y abarca un área de ciento doce mil kilómetros cuadrados, es decir, una décima porción del territorio venezolano; duplicando a la faja petrolífera del Orínoco. Corresponde un área de explotación irregular y trabajos precarios en busca de recursos minerales desde hace tres décadas, gestionada por las Fuerzas Armadas y el Cartel del Llano. De acuerdo con un exministro del gobierno de Rómulo Marcano, cuenta con la mayor reserva de diamante, níquel y torio del planeta—fuente cuestionable—, y una de las mayores reservas de oro y uranio... con un potencial de unos dos trillones de dólares.
Desde su creación solo ha traído desasosiego, luto y conflictos a la zona minera de los Estados Bolívar, Guárico y Amazonas. Esta fiebre del oro empezó con la caída de la producción petrolera en la década de 1980, que impulsó la búsqueda de alternativas productivas. En 2004, Rómulo Marcano lanzó la Misión Piar, que promovió técnicas destructivas de minería aurífera—como monitores hidráulicos y uso de mercurio—, en zonas como El Caura... financiando a mineros artesanales y favoreciendo la llegada de prácticas ilegales desde Brasil. Casi diez años después, con la nacionalización del oro, Marcano decretó la reserva estatal de la industria aurífera: declarando las áreas mineras como «zonas de seguridad» bajo control militar. Esto sentó las bases para la militarización del sector y su vinculación con redes criminales.
Con el colapso petrolero—la producción cayó de tres millones a trescientos mil barriles diarios entre 2013-2020—, el Presidente Marcano promulgó el decreto que creaba la «Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orínoco». La justificación oficial fue ordenar la minería ilegal existente y diversificar la economía; pero, en violación a derechos institucionales y convenios gubernamentales, no se realizaron evaluaciones de impacto ecológico, ignorando la Ley Orgánica del Ambiente y el Convenio de Diversidad Biológica.
Hubieron quejas de parte de protectores ambientales en foros nacionales: «El Arco Minero nació como una diversificación del extractivismo en aras de un proyecto neocolonial alineado a potencias de Medio Oriente, no de la matriz productiva nacional—concluyeron los dirigentes opositores, comprometidos con el patrimonio natural—. Su origen refleja la metamorfosis del Estado venezolano hacía un rentismo lumpenizado: alianzas entre élites gubernamentales, militares y crimen organizado para explotar recursos sin regulación, sacrificando la Amazonía y sus pueblos a cambio de divisas inmediatas. Esta lógica, consolidada por Rómulo Marcano, transformará una décima parte del territorio nacional en un laboratorio de despojo». Pero, estos activistas no tardaron en ceder ante el soborno del partido... o la desaparición por los medios represivos.
Corresponde a cuatro áreas principales ricas en minerales, e incluye al Parque Nacional Canaima, donde la minería ha deforestado más de mil hectáreas, y el Parque Nacional Yapacana, con sesenta minas ilegales documentadas por organismos internacionales... Albergando ecosistemas únicos como los tepuyes—mesetas de arenisca—, y el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo.
Han volteado las montañas y han convertido el paisaje natural en un campo marciano de aniquilación química. Se estima que entre 2016 y 2020 se destruyeron tres mil kilómetros cuadrados de bosque, la mitad en áreas protegidas. Solo en 2020, el estado Bolívar registró la mayor pérdida de cobertura arbórea en dos décadas, impulsada por molinos artesanales y minería hidráulica. Proyecciones satelitales indican que la Amazonía venezolana perdió ochocientas mil hectáreas desde el 2000, con aceleración crítica tras 2016; extendiéndose fuera de la poligonal oficial, invadiendo el Monumento Natural Cerro Guanay y la Gran Sabana... liberando ciento cincuenta millones de toneladas de dióxido de carbono anuales, equivalente a las emisiones de Bélgica. Una mancha amarilla y purulenta se extiende en el antiguo pulmón vegetal de la nación...
Fue en 2018, que la empresa militar CAMIMPEG había convertido el paisaje boscoso de una cuenca ancestral en un valle lunar repleto de cráteres arcillosos y pozos de agua contaminada... que las leyendas de los autóctonos desplazados sobre seres sobrenaturales, cobraron certidumbre en una rapsodia egipcia parecida a la profanación de la Tumba de Tutankamón. Aquella reverberación telúrica estremeció las excavadoras y paralizó las mangueras de extracción con un soplo cimarrón, y tras una perforación de ocho días que hirió el terreno arcilloso con una hendidura de ocho metros de profundidad por catorce de diámetro... la compañía se encontró con una estructura subterránea de forma ovalada e imprecisa. La construcción cónica parecía un hallazgo sin precedentes en la arqueología sudamericana... y los militares—contrario a su costumbre de dinamitar cualquier obstáculo—, se propusieron la inspección de aquella antiquísima incantación de piedra oscura y reluciente como el pórfido vidrioso.
Fueron precisas unas diez horas de remoción, para finalmente contemplar la magnitud de aquella estructura megalítica de otro tiempo, y cuando finalmente se perforó una cavidad en busca de misterios precursores... el equipo contuvo el aliento, por el posible alumbramiento de una esfera desconocida.
El informe oficial se perdió, pero hay testimonios de los mineros contratados que sobrevivieron a la purga de los ministerios, y esas reminiscencias de horror infinito han llegado hasta nuestros días con los recientes reportes de robo en la Universidad Oriental de Ciudad Zamora y el Museo Nacional de Nueva Bolívar. Sabemos que el Cabo Primero, Humberto Colina, irrumpió en aquella galería de piedra junto a un pelotón de ocho soldados, cuyos nombres se han perdido en las peripecias de la censura... y que extrajeron seis cadáveres momificados del interior en sarcófagos inusuales de un material translúcido. No entraremos en detalles sobre las reliquias y los instrumentos fotografiados por los catedráticos que más tarde abordaron, para no pecar de moroso en mi explayada. Lo único rescatable de aquel mar de silencio... son las conjeturas de los contratistas sobre «los extraños artefactos en el interior de aquella pirámide, y el posible contacto con un saber prohibido que enloqueció a los soldados... y que más tarde provocó una epidemia desconocida de infortunios y dolencias degenerativas».
De alguna forma u otra, casi todos los implicados en la profanación de aquella necropolis desterrada... murieron en circunstancias desafortunadas o por patologías deletéreas que los arrastraron a indescriptibles agonías. Las momias fueron trasladadas a los grandes institutos del país para su estudio necrológico, pero debido al revuelo provocado por la supuesta maldición... la documentación se perdió en los archiveros universitarios. Lo poco que sabemos se confunde con el imaginario de los Ocultistas de Puerto Bello y los Magos Negros de Angostura... pues estos afirmaban que tales criaturas momificadas eran ajenas a nuestros conceptos del mundo: pertenecían a un período pretérito a nuestra aparición, y habían sido la cohorte de una metrópolis flotante que descendió de las constelaciones... pero que se vio arrastrada a un conflicto hegemónico. La guarida que encontró la empresa minera era uno de incontables semilleros esparcidos en el planeta, pero era extraño que estuviera tan arriba en la superficie... y las momias—cuyas descripciones anatómicas yacen perdidas en la censura mediática—, no estaban muertas... más bien, podían ser liberadas de su aletargamiento mediante procesos necromanticos, únicamente plasmados en el incognoscible Libro de los Grillos.
Los periodistas que intentaron publicar la verdad fueron ridiculizados por los medios, y los estudios sobre las momias se mantuvieron en secreto hasta que cayó en el olvido colectivo. Se sellaron las entradas a la pirámide desconocida, y se volvió a sepultar con una montaña de arcilla roja... y las reliquias fueron resguardadas en los almacenes de museos mientras el gobierno ordenaba deshacerse de todo en material. No fue hasta el año pasado que el tema volvió a florecer, tras el robo de una tablilla metálica supuestamente rescatada de aquella depuración histórica... cuando un grupo pseudo religioso—por su vestimenta ceremonial de escarlata y yelmos de oro—, irrumpió en un almacén de la Universidad Oriental de Ciudad Zamora, robando la caja con la tablilla y desapareciendo en una humareda artificial junto con gran parte de los artilugios decomisados por la autoridad. Se han señalado círculos de la élite oscura como la Cumbre Escarlata o el Culto de la Serpiente Emplumada... pero estas son fantasías conspirativas. Sobre este ilícito no hay respuesta, y sobre la tablilla... solo quedan rumores de un posible lenguaje draconiano y una profecía espeluznante referente al Advenimiento del Demonio del Meridiano.
El robo del Museo Histórico de Nueva Bolívar fue más escandaloso, pues levantó un toque de queda en la capital, causando sensación por la desaparición de las momias. El hecho ocurrió a primera hora de la mañana, pues uno de los empleados del almacén alertó la ausencia de los cadáveres en los sarcófagos de mineral translúcido... sin percibir daño en la integridad de los ataúdes milenarios. La noticia se expandió sin control y los periodistas abarrotaron la entrada del museo para entrevistar y fotografiar el cuadro de acontecimientos... mientras una orden del Ministerio de Cultura provocó el cierre inmediato de las instalaciones y el interrogatorio del personal. La posible desmaterialización de estos restos milenarios—debatida incansablemente en foros virtuales de contenido esoterico y conspirativo—, causó pánico entre el gentío luterano de la Iglesia Cristiana de la Salvación; por su semejanza al Caso Sauce del Terror: un episodio de vampirismo contemporáneo en la lacustre Ciudad Zamora. Se discutieron las posibilidades del robo intentando en vano identificar a los perpetradores—incluso se pensó ubicar al Brujo de los Palos Grandes, famoso detective guayanés—, pero ningún esfuerzo policial bastó para hallar un indicio... y se temió el resurgir de una fuerza antiquísima en las profundidades del Arco Minero. Quizás estas extrañas naturalezas regresaron a su submundo de aletargamiento... o hayan condenado nuestra destructiva era en oprobio a la infamia del hombre.
Este es uno de muchos encuentros que jamás han salido a luz por avaricia minera; no podemos concebir la cantidad de reliquias desenterradas y sepulcros inmemoriales aperturados en la vesánica empresa de voltear montañas, desviar ríos y dinamitar las rutas interiores a la prehistoria del tiempo. He escuchado historias de estatuas antropomorfas subastadas en el mercado negro, orbes cristalinos con códices tallados y obeliscos repletos de palimpsestos indescriptibles. ¿Quién sabe qué engendros habrá despertado el obrero empobrecido que arroja cargas explosivas dentro de fosas cavernosas? ¿Las empresas recapacitarán acaso en el impacto de sus máquinas de extracción para con el futuro del planeta?
La minería hidráulica y la deforestación han incrementado la carga de sedimentos en los ríos, afectando la vida acuática y reduciendo la capacidad de generación hidroeléctrica del embalse de Gurí, que depende del Caroní y provee la totalidad de electricidad nacional. El uso indiscriminado de mercurio en la minería aurífera ha contaminado las principales cuencas del sur: estudios confirman su presencia en los ríos Caroní, Caura, Cuyuní y Orínoco, con concentraciones que superan hasta trescientos cincuenta veces los límites seguros en peces, la base alimenticia de comunidades indígenas. Estudios reportan que la gran mayoría de las mujeres indígenas presentan niveles peligrosos de este metal en sus cuerpos, causando daños renales, neurológicos y afectando el desarrollo fetal. La extinción acuática es significativa: quince especies endémicas de peces del Escudo Guayanés, como el copoazú (Semaprochilodus laticeps), han reducido drásticamente sus poblaciones por sustancias nocivas y sedimentos; estos químicos transportados por el río Orínoco, han dañado arrecifes en Trinidad y Tobago y Antillas Holandesas, reduciendo la productividad pesquera regional e intensificando los huracanes en el Caribe. Una evaluación de la Universidad Oriental de Ciudad Zamora confirmó que el mercurio se biomagnífica en predadores como jaguares y águilas harpías, hallándose niveles tóxicos en tejidos de animales en Canaima.
Aunado a la degradación, el drenaje ácido de minas—producido por la exposición de sulfuros al aire—, y residuos de cianuro... han estropeado suelos con cadmio, plomo y arsénico, imposibilitando la regeneración natural de ecosistemas, y eliminando la capa fértil... degenerando el frondoso paisaje en inmensos cráteres estériles. En la Reserva Forestal de Imataca, la erosión ha reducido la capacidad de cultivo de comunidades autóctonas, agravando la inseguridad alimentaria.
Durante la quema de amalgamas de oro, la cuarta parte del mercurio utilizado se libera como vapor, contaminando el aire y depositándose en la naturaleza. En El Callao, esto ha generado tasas de enfermedades respiratorias superiores al promedio nacional: voladuras y maquinaria pesada emiten polvo con sílice y metales, asociado a neumoconiosis y cáncer de pulmón en mineros. En zonas como Tumeremo, la visibilidad se reduce grandemente en época seca.
Sabemos que la contaminación transfronteriza se debe a los intereses de Guyana, quienes importan legalmente el mercurio de Estados Unidos y la Unión Europea, que luego se desvía a minas venezolanas. Cada año, entre veinte y treinta toneladas de este metal cruzan la frontera destinada para la extracción aurífera. En 2021, una inspección dirigida por el Instituto Tecnológico de Puerto Bello, encontró una relación directa entre la actividad de minería ilegal que se desarrolla en la zona con el incremento de casos de malaria: aumentando un trescientos por ciento en la región por aguas estancadas de minas, llegando a Brasil y Colombia. Sin mencionar el esparcimiento desenfrenado del VIH y la gonorrea lunar: incurable y resistente a los antibióticos más potentes; y los brotes de hepatitis y cólera por consumo de agua contaminada.
La ONU ha documentado que el gobierno bloquea investigaciones sobre mercurio y suprime datos epidemiológicos. Pese a tratados como el Convenio de Minamata, Venezuela no ha implementado controles sobre importación o uso de tóxicos. Como resume SOS Orínoco: «El oro venezolano no solo brilla: envenena ríos, mata bosques y condena a generaciones». Sin una intervención internacional coordinada que frene el flujo de mercurio y exija remediación, la Amazonía enfrenta un punto de no retorno.
Las comunidades indígenas, incluyendo a los pueblos Pemón, Yanomami y Ye'kuana... son las más afectadas. Sus territorios ancestrales han sido invadidos, violando derechos constitucionales y convenios internacionales. Sufren desplazamiento forzado, violencia de grupos armados, explotación laboral y sexual, y destrucción de su modo de vida tradicional. Casi la mitad de los mineros son niños, expuestos a violencia, enfermedades y abandono escolar. La prostitución, el tráfico de drogas y la trata de personas son problemas endémicos en los campamentos mineros, agravados por la presencia de grupos paramilitares como la «Guardia Territorial Pemón».
En 2016, un recurso de nulidad contra el decreto de creación fue admitido por el Tribunal Supremo de Justicia, pero la Sala Político-Administrativa retrasó casi tres años la publicación de los carteles procesales, declarando finalmente un «desistimiento tácito» de los demandantes, lo que evidencia una denegación de justicia. Este vacío legal ha permitido que el Estado otorgue concesiones mediante empresas mixtas, donde mantiene el control accionario... pero en la práctica, opera en connivencia con actividades ilícitas.
Durante la pandemia de COVID-19, se identificaron al menos cuarenta plantas de procesamiento de oro a lo largo de la Troncal 10—carretera que atraviesa el Arco Minero—, muchas sin identificación legal y vinculadas a casos de corrupción como Aurumin y
GuayanaOro, asociadas con la Corporación Venezolana de Minería y denunciada por vínculos con sicariato.
Pese a que el decreto fundacional exige empresas mixtas con un cincuenta y cinco por ciento de participación estatal, la mayoría opera sin registros públicos, Registro de Información Fiscal, ni estudios de impacto ambiental.
El proyecto ha facilitado la expansión de la minería ilegal, controlada por grupos armados como sindicatos locales, disidencias de las FARC, el Ejercito de Liberación Nacional colombiano y colectivos paramilitares. Los anarquistas financian sus operaciones mediante la extorsión a mineros, el control de rutas de narcotráfico—desde departamentos colombianos—, y la imposición de Vacunas (impuestos ilegales) sobre actividades económicas en las minas, incluyendo la venta de insumos, combustible y hasta el trabajo sexual. Su expansión se ha facilitado por la porosidad fronteriza y la baja presencia estatal, desplazando a comunidades indígenas.
Los Sindicatos venezolanos, megabandas criminales lideradas por figuras como [CENSURADO], operan como carteles locales que monopolizan la minería en municipios clave como El Callao, Sifontes y Roscio. Estas estructuras, algunas con hasta cien miembros, imponen sistemas paralelos de autoridad: controlan el acceso a las minas, regulan la comercialización del oro y administran «justicia» en los territorios bajo su dominio mediante ejecuciones en masacres sistemáticas. Según investigaciones, cobran una cuarta parte del oro extraído por mineros artesanales, y extorsionan el transporte fluvial y terrestre. Su influencia se extiende a ciudades intermedias como Tumeremo, donde coordinan con militares para permitir vuelos clandestinos y el tráfico de mercurio.
El régimen venezolano, a través de empresas estatales como Minerven y CAMIMPEG, participa en la cadena de extracción y exportación, beneficiándose económicamente mediante la exportación de minerales al extranjero, así como a través de sobornos pagados en oro por actores criminales. Las Fuerzas Armadas venezolanas y funcionarios de alto rango juegan un papel clave en la seguridad de las operaciones: coordinando con intermediarios internacionales para mover el metal a través de vuelos clandestinos y rutas terrestres poco vigiladas. Altos mandos militares figuran como accionistas en empresas vinculadas a las alianzas estratégicas mineras para desviar hasta el setenta por ciento de las ganancias del oro a élites políticas y militares, mientras solo una quinta parte ingresa al Tesoro Nacional. En 2023, este sistema ilícito generó más de dos mil millones de dólares para dichos grupos.
El Grupo de Protección del Arco Minero (Gpamo), compuesto por cinco componentes militares, gestiona la seguridad, pero su rol se reduce a la extracción de coimas en alcabalas. Se reportan más de veinte puntos de control militar entre Upata y Kilómetro 88, facilitando el tránsito de minerales ilegales.
Este oro ilegal se introduce al mercado global mediante rutas de contrabando hacía Colombia, Brasil y Guyana, donde se «blanquea» con documentación fraudulenta que oculta su origen venezolano. Las islas del Caribe, particularmente Curazao, funcionan como nodos críticos en esta red. Allí, empresas de fundición ubicadas en zonas francas reetiquetan el oro venezolano, falsificando su origen para presentarlo como producto local o de otras regiones. Esta práctica permite su posterior exportación a destinos lejanos con certificados de legalidad aparentemente válidos, eludiendo los controles internacionales. El setenta por ciento del oro venezolano termina en Turquía y Emiratos Árabes Unidos: empresas como Istanbul Gold Refinery lo integran a cadenas de suministro globales donde se integra a joyería, electrónicos o reservas financieras.
El discurso oficial de Rómulo Marcano aseguraba que el Arco Minero diversificaría la economía, generaría empleos y financiaría programas sociales. En la práctica, la mayoría de las ciento cincuenta empresas anunciadas como inversionistas nunca formalizaron convenios, y solo cuatro empresas mixtas operan en la zona, muchas sin transparencia. Lejos de mejorar la calidad de vida, el proyecto ha exacerbado la crisis humanitaria: el cincuenta por ciento de los mineros son niños explotados laboralmente, y grupos armados y sindicatos criminales controlan las minas mediante extorsiones. Los ingresos del oro no se reflejan en las reservas del Banco Central, y en cambio, alimentan redes de lavado internacional en países árabes.
El control de economías ilícitas integra minería, narcotráfico y trata de personas... según los informes de seguridad que detallan la creciente influencia del llamado Cartel del Llano, cuyos operadores dentro de comandos estratégicos coordinan «el apagado deliberado de radares para permitir vuelos clandestinos». Estas acciones han consolidado un corredor aéreo entre Venezuela y México, clave para el tráfico de drogas hacía el norte del continente. Paralelamente, el ELN y las disidencias de las FARC movilizan drogas desde Colombia a través de ríos, usando la minería como fachada. En campamentos mineros operan redes de prostitución forzada y trabajo infantil, donde los niños explotados en condiciones peligrosas. Esta convergencia delictiva ha convertido al Arco Minero en un enclave de crimen transnacional con ramificaciones globales.
La expansión transfronteriza ha agravado conflictos geopolíticos, especialmente en el Esequibo disputado con Guyana. Los sindicatos venezolanos establecen puntos de control ilegales en ríos, donde extorsionan a mineros y embarcaciones guyanesas con cobros de $95 a $240 por paso. Estos grupos, apoyados tácitamente por Nueva Bolívar, realizan incursiones armadas en territorio guyanés para robar oro y controlar minas, utilizando la retórica soberanista de Marcano como cobertura.
La falta de cooperación gubernamental con investigaciones externas, evidenciada en el silencio ante preguntas de relatores de la ONU, obstaculiza aún más los esfuerzos para desmantelar estas redes. La cooperación internacional tampoco ha logrado revertir esta degradación socioambiental. China, antigua aliada técnica, ha reducido su apoyo a un mínimo simbólico. Irán, en cambio, ha fortalecido su presencia mediante el envío de drones Mohajer-6 y especialistas en guerra electrónica. No obstante, esta intervención se limita a reforzar la defensa de las zonas donde se resguarda el alto mando político, sin beneficio real para el resto del país.
De acuerdo con el informe de [CENSURADO], el país carece hoy de toda capacidad de proyección militar externa. La Fuerza Armada no puede sostener operaciones fuera del eje de Nueva Bolívar, la Marina está virtualmente inoperativa, y las fuerzas terrestres no cuentan con movilidad táctica.
«El cielo venezolano no está defendido—sentencia el comunicado—. Está vigilado únicamente en función de los intereses del poder, mientras las rutas del narcotráfico y el crimen organizado permanecen abiertas con total impunidad». El estudio advierte que un movimiento opositor con respaldo aéreo o externo podría superar con facilidad las defensas en gran parte del territorio. Solo Nueva Bolívar, blindada por razones políticas, ofrece resistencia significativa.
Y quizás... las reminiscencias de un horror vernáculo no solo espantan a los viajeros en los arrabales del Llano Negro: los espectros engendrados en el Arco Minero son el apodíctico de los muertos clamando plegarias ante las injusticias del mundo. Testigos reportan una aparición fantasmagórica con vestido desgarrado y piel cubierta de lodo mercurial, que acecha campamentos donde ocurren feminicidios o violencia sexual. Según relatos—esta Sayona de las Minas—, se manifiesta cerca de fosas clandestinas, lamentándose con un grito escalofriante en zonas como Tumeremo o El Callao, donde grupos armados controlan redes de explotación. Su presencia simboliza la venganza por las mujeres asesinadas e impunes en la región. Su grito espeluznante representa los crímenes contra mujeres: indígenas y jóvenes traficadas por gramos de oro.
Aunado a los crípticos avistamientos del Yacuruna del Orínoco: el mito amazónico de hombre anfibio secuestrador de mujeres; esta leyenda ha resurgido con la trata de personas en el Arco Minero. Pescadores de Ciudad Zamora y Puerto Bello narran encuentros con un batracio jorobado y escamoso, que arrastra jóvenes a las profundidades de los grandes ríos. Esta leyenda se entrelaza con casos reales de desapariciones en barcazas controladas por el ELN. Estas redes de trata dirigidas por grupos paramilitares explotan sexualmente a mujeres y adolescentes a cambio de gramos de oro en campamentos mineros.
Puede que los horrores cometidos por los hombres hayan cuajado la vendimia de crueles espíritus, alimentados por el dolor con aullidos de exultación. Se ha visto rondar presencias extrañas, caminando sobre las aguas contaminadas como apóstoles impíos; y las tragedias recurrentes que emponzoñan la tierra con cuerpos tapiados por derrumbes repentinos o deslaves mortales que arrasan con comunidades pequeñas... son recordatorio del desorden metafísico provocado por un maleficio indecible.
En Diciembre 2023 ocurrió un Colapso en Paraíba de San José, con unos veinte mineros muertos al derrumbarse una mina ilegal en la Gran Sabana. La falta de soporte técnico y supervisión estatal fue crítica... pero hubo quienes aseguraron que la noche anterior se escuchó por la comarca el silbido escalofriante de una entidad sobrenatural: el Silbón Minero. Descrito como un silbido escalofriante de siete tonos musicales que presagia derrumbes en túneles o ataques sangrientos de grupos criminales. Algunas comunidades indígenas lo vinculan al castigo de los espíritus forestales por la destrucción de sus territorios sagrados.
Las masacres sistemáticas—en las que más de treinta mineros son ejecutados por grupos criminales en disputa por el control del oro—, y la complicidad del gobierno ha degenerado en más de cuarenta enfrentamientos; incluidas incursiones armadas a minas en territorio guyanés. Versiones locales de la leyenda colonial del Carretón Fantasma —un carruaje en llamas que anuncia muertes— son reportadas en pistas clandestinas. Mineros en El Dorado y San Martín de Turumbán describen un vehículo incandescente tirado por caballos decapitados, que aparece antes de masacres o epidemias de malaria. El año pasado, tras la masacre de Ikabarú, testigos juraron que recorrió la Troncal 10 recogiendo almas... reforzando el tabú de viajar de noche por esa ruta controlada por sindicatos criminales.
Tragedias como Bulla Loca—treinta muertos según fuentes imprecisas—, exacerban la creencia sobre Guardianes Subterráneos: espíritus vengativos del submundo que repudian la negligencia y brutalidad del hombre. Adaptando mitos andinos como el Muqui peruano—duende minero que causa accidentes si no se le ofrenda cocaína—, los trabajadores temen a un ser llamado el Moroco: un enano deforme con piel de carbón y ojos fosforescentes. Según testimonios, sabotea maquinaria, extingue lámparas o empuja a mineros a pozos profundos como represalia por profanar la tierra; en gran manera, disfruta apresando a los niños y torturando a los mineros cristianos cuando no se le ofrenda con aguardiente y tabaco. Los mineros profesantes de la Santería han promulgado rituales para apaciguar a estos seres malignos...
Mientras la explotación infantil en los campamentos ha originado relatos de «animas de guaiqueríes»—niños fantasmas que arrastran cadenas—, deambulando al amanecer en yacimientos de coltán, imitando el sonido de picos contra piedras... o flotando en ríos contaminados de mercurio. Los Pemones creen que son almas de menores fallecidos en pozos inundados, cuyos gritos atraen a sus explotadores hacía trampas mortales.
Estas leyendas no son meras fábulas: encapsulan crímenes documentados. La venta de niñas por gramos de oro, las más de cuarenta masacres en menos de diez años, y la contaminación por mercurio que envenena a las mujeres indígenas son el sustrato de los relatos. El terror sobrenatural es un espejo de impunidades terrenales. Como señala un Chamán Yanomami: «Los espíritus de la selva lloran oro envenenado... su ira es el eco de nuestro dolor».
La más desastrosa y extraña de todas, fue la Tragedia de la Mina de Talavera... ocurrida este año en una excavación de un campamento paramilitar. El olor dulzón de la arcilla se mezclaba con el vapor del mercurio en el aire viciado de los túneles. Los trabajadores permanecían bajo tierra al momento del restallido... y como un solo ciempiés interminable, se apresuraron a escapar mientras los túneles cedían y los aullidos del subsuelo se confundían con cacofonías de ánimas atormentadas. Los sobrevivientes dicen que un hombre viejo apareció en la entrada a una gruta, llamando a las personas en busca de una salida... pero ninguno que obedeció logró emerger a la superficie. Más de sesenta personas murieron tras el derrumbe... y algunos, aseguran que ese hombre viejo de vestidura oscura se transformó en un diablo rojo que arrastró las almas incautas al tormento del Averno. No hay poder en la Tierra que pueda contener la astucia del Infierno... y aquella desfiguración diabólica, asociada con la anomalía documentada en La Victoria y los accidentes escalofriantes que involucran el arrebato de niños, es presagio de una convergencia caótica... vaticinada por los Adivinos de los Andes, y los telescopios que sondearon el vacío cósmico más allá de la Constelación del Dragón.
La Catástrofe de El Dorado—censurada por los medios como un tifón a pesar de la inconmensurable evidencia fotográfica y los testimonios documentados—, es uno de los misterios más aterradores de la conspiración venezolana. He entrevistado a decenas de sobrevivientes al supuesto desastre natural, y me atrevo a comenzar esta culminación de este informe sobre el horror en el Arco Minero, con una exegesis apocalíptica de la Biblia: el pasaje dice que se abrió el pozo del abismo, del cuál salio humo, y del humo langostas... con el poder de atormentar, pero no matar. El Profeta Italo Vera, conjetura: «En el abismo es donde están encerrados los demonios, y habrá un gran incremento de demonios en la Tierra, los cuales atormentarán terriblemente a los hombres».
Saldran del pozo del abismo
Y tienen como Rey a Apolión
Tienen cabellos como mujer y dientes como león
Y atormentarán a los que tienen la Marca de la Bestia
Y picarán por cinco meses
Y no los matarán, los hombres buscarán la muerte pero no la hallarán...
Debido a la censura política—y el aparente apoyo de organismos internacionales dedicados a encubrir estos incidentes relacionados a la xenofauna—, reconstruir lo que sucedió resulta en extremo dificultoso. Las tomas audiovisuales subidas a la red se han extinto, y los implicados en el corazón del desastre fueron... desaparecidos por las autoridades encargadas de callar la existencia de esta megafauna. En los pocos metrajes y fotografías sobrevivientes del suceso, pueden encontrarse extraños «Árboles Lepidodendron»... y vistazos fugaces a la monstruosa criatura que surgió de una galería subterránea. En una toma clasificada, se puede apreciar el armazón de aquel insectoide megaterio sobre montañas de escombros; y... más disimulado por el fondo cubierto de humo, se aprecia un cocotero ancho y escamoso... Un presagio de espacios surrealistas y atemporales.
Atención, para el público que desconoce estas anomalías en el espacio cósmico. Espero que jamás se encuentren con un Lepidodendro, porque es una planta arbórea extinta del período Carbonífero. Si llegan a ver este árbol, han caído en algún tipo de desgarro en el tejido del tiempo lineal. MANTENGAN LA CALMA...
La ciudad de El Dorado, se encuentra en el corazón del Arco Minero, es un microcosmos de las contradicciones y tragedias de este proyecto. Surgió en 1894 como fuerte militar bajo el mando del general Domingo Antonio Sifontes, para contener invasiones británicas desde la Guayana Esequiba. Se sitúa en la confluencia de los ríos Cuyuní y Yuruári, en la frontera con la disputada región del Esequibo: ruta clave para el contrabando de oro hacía Guyana y Brasil.
El oro es la moneda local: un gramo se cotiza aproximadamente en cien dólares; y transacciones cotidianas (como comprar agua o alimentos) se pagan con «milésimas» de gramo de oro en polvo. Pese a la riqueza mineral, ochenta por ciento de sus habitantes sufre inseguridad alimentaria severa, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (2020). Servicios básicos como agua y electricidad son inexistentes en zonas invadidas, con cortes de hasta cuatro días.
Familias enteras procesan una tonelada de arena durante cuatro horas para obtener apenas un gramo de oro, expuestos a vapores de mercurio sin protección.
En solo quince años sufrió un drástico colapso demográfico: la población creció de cinco mil habitantes a más de ochenta mil en quince años, debido a la migración masiva de mineros. Esto generó veintiun invasiones nuevas en cuatro años, incluyendo la ocupación del antiguo aeropuerto... convertido en barriadas precarias. Escuelas como el colegio Fe y Alegría ven desbordada su capacidad, mientras los niños abandonan sus estudios para ser explotados en las riesgosas minas. El hospital local no da abasto ante las recurrentes epidemias de malaria y envenenamiento por mercurio.
Aunque el Fondo Social Minero—creado en 2015 por el Ministerio de Minas—, prometía invertir cinco por ciento de las ganancias en comunidades, el alcalde de El Callao denuncia que «no se ha invertido ni medio». El oro se exporta al extranjero mientras los pueblos se hunden en la miseria. La corrupción política y los carteles al mando de Vacunas han pervertido el sistema social... mientras la extracción aurífera de Molinos y Mangueras aniquilan el medioambiente, cuyos ecos resuenan con la perforación de antiguas sepulturas y las explosiones subterráneas. Los deslaves, epidemias y matanzas son consecuencia de un horror intrínseco que yace en las profundidades del inconsciente... y la culminación apoteósica de esta metamorfosis terrenal comenzó con la perforación de una cavidad a más de doscientos metros de la superficie por la empresa [CENSURADO]. Las imágenes satelitales de mapeo en esa área han sido bloqueadas, por lo que desconocemos las galerías subterráneas bajo las montañas de arcilla... pero estudios de campo han revelado estructuras cavernosas parecidas a acuíferos, y mausoleos herméticos con atmósferas y ecosistemas anteriores a nuestro período. No sobrevivió nadie al derrumbe de esos niveles... lo que ocurrió antes y después de aquella irrupción es relegado al terreno de las teorías sobre bóvedas antediluvianas que encierran ángeles encadenados, portales a otras dimensiones, abismos conectados con el Averno... o la posible prevalencia de armas extraterrestres que antecedente a una guerra hegemónica de la no quedan registros galácticos.
Los habitantes de El Dorado presintiendo el espasmo telúrico y las réplicas... abandonaron el trabajo dentro de las minas y se apresuraron de vuelta a sus hogares para guarecerse de posibles deslaves. Algunos sintieron una explosión en los valles marcianos cercanos, y una llovizna de tierra y piedritas que hizo vibrar las techumbres de lámina, y rompió incontables ventanas. El temblor no parecía ceder, más bien iba en aumento... y pronto, los miles de habitantes se apretaron en las avenidas de tierra y los arrabales destartalados para contemplar la grotesca monstruosidad de—según cifras imprecisas—, unos quince metros de altura, que arremetía con las chozas metálicas y las casonas de dos plantas por igual: reducidas a escombros bajo sus patas de cangrejo. Aunque los testimonios están influenciados por el pánico colectivo—dos centenares de muertos pisoteados por la multitud—, se complementan con las escasas tomas resguardadas en servidores privados. Este artrópodo arácnido de color amarillo sucio parecía un alacrán descomunal del Silúrico, armado con acorazadas pinzas de agarre y una cola estrecha, segmentada y arqueada sobre la espalda que contenía el inmenso aguijón negro. Puede que esta encarnación apocalíptica de Apolión: Ángel del Abismo, y rey de una plaga de langostas demoníacas... haya devastado gran parte de El Dorado en un arrebato divino. Los sobrevivientes creyeron escuchar el zumbido de un enjambre indescriptible de criaturas con rostro humano, alas de libélula y cola de escorpión... y cuando la Catástrofe Kaiju terminó—con el repentino desvanecimiento de aquella potestad abismal—, sucumbió un ventarrón que levantó sendos nubarrones de tormenta. Los relámpagos cortaron el cielo e irrumpió una copiosa tormenta sobre aquel valle de arcilla roja y estanques contaminados... llovió durante horas con ráfagas capaces de arrancar las techumbres y tambalear las estructuras aferradas al lodazal. No se supo cuándo desapareció el monstruo y cuándo comenzó el aluvión... pues los ríos se desbordaron, y una crecida iracunda se precipitó sobre las calles arrastrando automóviles pesados, árboles muertos y casas con sus habitantes adentro. Las montañas debilitadas cedieron ante la furiosa calamidad... y enterraron barrios enteros en una tumba de arcilla roja hedionda a mercurio. Miles de muertos en solo cuarenta y ocho horas, y cientos de viviendas devastadas por la erosión del suelo y la avaricia humana...
El Dorado encarna el fracaso del Arco Minero: un proyecto que prometió minería ecológica y bienestar, pero solo multiplicó la devastación ambiental, la esclavitud moderna y el control mafioso. Como resume un grupo de jóvenes que vinieron al Arco Minero, buscando dinero: «El oro es una bendición para comprar lo que uno quiere, pero aquí... solo deja muerte». Su nombre, inspirado en un sueño de abundancia, hoy simboliza la eterna fiebre aurífera que ha consumido incontables vidas e irrecuperables selvas.
El Sepulturero de Puerto Bello
«Gerardo Steinfeld, 2025»
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