Sé que piensan que soy una criatura mitológica disfrazada con el pellejo de un hombre... pero mi nombre es Edgar Ramos, tengo veinticuatro años, y fui contratado por la Cumbre Escarlata para cometer un robo sin precedentes en el Museo Histórico de Nueva Bolívar. Desafortunadamente, señores oficiales de policía, la pugna de mi especie contra una secta antiquísima de upiros diabólicos está perdiendo más fuerza que nunca... y, los míos se ven dispersos e impotentes ante la llegada inminente del Año Negro: época de grandes tribulaciones para la Humanidad, según las profecías apocalípticas de los Adivinos de los Andes.
Sé que han presenciado mi forma de licántropo, y están aterrados... pero es preciso que conozcan la verdadera naturaleza de mi estirpe, satanizada por milenios debido a las argucias de nuestros enemigos. Esta filmación policial será la prueba de que un submundo oscuro nos envuelve con tentáculos de absoluto terror... Nosotros, los licántropos, encabezamos las huestes del bien desde tiempos inmemoriales, y nuestra principal ocupación es dar caza a los engendros de la negra Noche. Somos los Sabuesos de Dios por un pacto que se remonta al nacimiento del primer vampiro... y, nuestras almas ascenderán al Cielo cuando cumplamos con nuestro deber divino: exterminar a los upiros de la faz de la Tierra.
Provengo de un municipio rural cercano a la apostata Ciudad Zamora, en el que las crecidas siguen inundando los ranchos y las carreteras derruidas siguen transportando inmensas gandolas de queso salmuera procedente de estas haciendas. Por tres generaciones mi familia ha vivido del suministro lácteo que las vacas producen, principal fuente de alimentación del guayanés... y aprendí el oficio de fermentación insalubre desde muy niño. Era el menor de tres hermanos, que en paz descansen, y el único que no se doblegó: el hijo que perdió sus tierras... pero no se resignó.
Mediante la Ley de Tierras, el gobierno de Rómulo Marcano expropió nuestros hatos lecheros por no cumplir con cuotas de venta al Estado a precios regulados, acusándonos de acaparamiento, a pesar de los estándares abusivos que imponían. Admiro la valentía de mis hermanos y tíos... combatieron hasta morir, malgastando saliva en la corte y derramando su sangre en los charcos de las crecidas... con pureza y con valor. Los que quedamos... nos dispersamos en las ciudades cercanas, jurando sobre la tumba de nuestros seres queridos, que algún día volveríamos a reclamar nuestras tierras.
No fue hasta que viví en la antiquísima Ciudad Zamora, afectado por las reminiscencias de esta plaga apócrifa, que sufrí la metamorfosis espiritual... por el resurgir de conventículos satanistas en torno a un árbol imperecedero, cuyas raíces succionan el néctar impío de un vampiro centenario condenado a una maldición cíclica. El episodio de vampirismo en el corazón histórico de Ciudad Zamora fue el detonante... y mediante visiones pasadas y premoniciones, fui recordando el Pacto del Séptimo Hijo del Hombre. Supe que soy descendiente de Oswaldo Ramos, hijo desdichado del terrorífico Doctor Gottfried Knoche... que huyó de su familia antes de aceptar unirse a esa estirpe maldita, y desapareció en los llanos, donde compró terrenos y conformó un latifundio. Recordé el pasado... batallando en éxodos oníricos contra los bastiones de la Noche antes del amanecer de los tiempos. Soñé con el Delator de la Luna en su cohorte de tifones incandescentes, y con el nefasto Bailarín de Huesos... y su peregrinación a la turbación de los corazones. Me ví a mí mismo en otro cuerpo, hace miles de años, ante un altar de piedra para ser consagrado bajo el plenilunio por cánticos rituales junto a mis hermanos de sangre. Corrí, en salvajes persecuciones por bosques penumbrosos, detrás de sombras tenebrosas que olían a vinagre...
Desde su aparición en el crepúsculo paleolítico, los upiros acecharon como criaturas diabólicas, pero los licántropos disfrutamos de una considerable reputación hasta la Edad Media, donde la visión que se tenía sobre nosotros cambió radicalmente. Durante el oscurantismo se creyó que solo las brujas y nigromantes podían transformarse en lobos tras pactar con el Diablo. Los licántropos fueron señalados como aliados de Lucifer, y perseguidos por la Santa Inquisición... Pero, no siempre fue así: la Iglesia Católica Romana ordenó monasterios para nuestra estirpe, combatiendo los casos de herejía, entre ellas... la de convertirse en vampiros mediante la utilización de magia negra; persiguiendo y cazando criaturas malignas por toda Europa.
Pero nuestros enemigos acérrimos no se quedaron de brazos cruzados. Estos heresiarcas chupasangre se han posicionado en la cúspide con la paciencia de las centurias, y... sus colmillos han infectado el mundo del Hombre con anatemas morales y odio de castas, para seguir tejiendo su telaraña de sombras. La evidencia más clara de su triunfo es que los licántropos comenzaron a ser perseguidos por las autoridades ecuménicas, debido a las sutiles artes políticas de sus adversarios... a pesar de las crónicas que sostienen a los licántropos como defensores de las almas humanas.
Aún recordamos nuestros juramentos con el Dios verdadero—independiente de su vindicación hipostática—, cuyos miles de títulos no cambian el hecho de que eligió a la Humanidad por sobre las criaturas de la Noche. Estamos obligados a responder cualquier convocatoria, oficial o no, para dar caza a los Upiros; y descender a las profundidades del infierno para luchar contra los demonios, impidiéndoles escapar a este mundo.
Estas tierras antiguas también sangran epopeyas al anochecer. Las tribus indígenas nos advirtieron de las Guajonas, entidades chupasangre que atacan viajeros solitarios en los senderos nocturnos de las haciendas y las minas, que aún deambulan en regiones rurales y urbanas... encarnando mitos populares como el esquelético Silbón y la seductora Sayona. En el Llano Negro, tras los estragos de la Guerra Federal, fueron frecuentes los brotes de vampirismo censurados por el Congreso... y en los arrabales de Ciudad Zamora, aún se acostumbra a sepultar los cadáveres con el pecho execrado por una estaca.
Quizás uno de los incidentes más escalofriantes de vampirismo en el país, ocurrió hace trescientos años con el Caso de los Vampiros Turcos de San José de Bolívar, en la región andina... pero no voy a explayar esta confesión en derroteros del pasado. El origen de los chupasangre es remoto e impreciso, casi tan lejano como el designio del primer licántropo... En mi familia, nació con el pacto divino de Oswaldo Ramos contra su diabólico progenitor: el Doctor Gottfried Knoche. Cuya historia es terrorífica, y profundiza en los arcanos de la Nigromancia...
Este médico alemán, gracias a conocimientos transmitidos de mistagogos rumanos y cultos herméticos sobrevivientes al incendio de Alejandría, desarrolló un líquido mortificador capaz de esclavizar a los muertos. Hacía 1850, Knoche compró tierras en Galipán, a mil metros de altura en el Ávila, donde construyó la Hacienda Buena Vista. Inspirado por la arquitectura de la Selva Negra alemana, erigió una residencia principal, un laboratorio sin ventanas y un mausoleo familiar. El aislamiento del lugar le permitió experimentar con técnicas de embalsamamiento, inicialmente usando cadáveres no reclamados del Hospital San Juan de Dios. Según los manuscritos de mi bisabuelo, su primer éxito documentado fue el soldado José Pérez... cuya momia vestida con uniforme colocó como guardián en la entrada del mausoleo familiar.
Durante la Guerra Federal, Knoche sirvió como cirujano en el Hospital Militar de Nueva Bolívar, transportando cadáveres de soldados no reclamados en mulas hasta Buena Vista para perfeccionar su fórmula embalsamadora: un líquido inyectado por la yugular a base de cloruro de aluminio que preservaba cuerpos sin extraer órganos. Este método, alusivo a las técnicas egipcias, propició rumores entre los pobladores de Galipán.
Según recortes de la prensa de esos años, Knoche momificó a figuras prominentes, como el periodista Tomás Lander, cuyo cuerpo permaneció sentado en su escritorio durante treinta y nueve años... hasta su entierro en el Panteón Nacional, y al presidente Francisco Linares Alcántara. También preservó a su familia: su hermano Wilhelm, su hija Anna y su yerno Heinrich Müller, todos depositados en el mausoleo. Su esposa, incapaz de tolerar el aislamiento, regresó a Alemania... mientras que Oswaldo huyó de los horrores en la hacienda.
En los diarios biográficos de este hijo renegado, se especula de un elixir secreto concebido por el genio siniestro del Doctor Knoche... capaz de reanimar a los muertos bajo su potestad. Y no solo ello, mediante oscuros consorcios con una sinagoga hermética de Nueva Andalucía y las contravenciones naturales de los Sabios Inmortales del Subterráneo de Nueva Bolívar... consiguió transmutar su esencia mortal para prolongar su existencia física mediante la ingesta del líquido vital ajeno. Obligando a sus familiares a iniciarse en prácticas oscuras... y someterse a rituales para implantar larvas malditas en sus vísceras. Los que se negaron, fueron envenenados y embalsamados... para unirse a la terrorífica colección de muertos vivientes del médico.
Durante un década, Oswaldo se escondió en los arrabales de Puerto Bello... perseguido por los esbirros de su padre: aspirantes de vampiro, ansiosos por unirse a las filas de la Legión de Noctámbulos. Parecía perseguido por las plagas y la muerte, siendo su primera familia asesinada en un ataque... y su segunda, amenazada con la transformación de su pequeña hija de ocho años. El hombre, atormentado por la maldición en su progenie, emprendió un viaje de sanación a la Montaña Sorte... donde se encontró con el espíritu de María Lionza en persona, que lo bendijo con el poder divino de convertirse en un perro negro con la fuerza de diez hombres, para exterminar a los vampiros de Nueva Bolívar.
Oswaldo retornó a la Hacienda Buena Vista, en el Ávila... abriéndose camino entre los autómatas preservados y los esbirros hasta enfrentar a su padre en el laboratorio de sus abominaciones. Lo derrotó, y dedicó el resto de sus días a purgar las principales ciudades del país de esta plaga inmemorial... traspasando el poder a sus hijos para combatir las huestes de estas sinagogas que pulularon en los bajíos de Puerto Bello, las Catacumbas de Ciudad Zamora y los círculos de alta alcurnia de Nueva Andalucía... tras los cien años de conflictos acarreados por la proclamación de independencia del país.
El brote de vampirismo en Ciudad Zamora, como bien saben los oficiales que leyeron los informes del detective Oronoz, fue un acontecimiento premeditado por una secta, denominada públicamente como el Sol Negro, cuyos acólitos asemejaban los extintos cultos vampíricos de Nueva Andalucía. Los casos de tumbas saqueadas en los camposantos de la ciudad, los reportes de acosadores nocturnos y la desafortunada Masacre de Vista Hermosa... se entrelazan horriblemente bajo las sombras retorcidas de un árbol resucitado por la abnegación de un muerto. Este episodio de terror diáfano aún sigue provocando especulaciones en los medios radiofónicos... y el enmascarado anónimo conocido como el Justiciero de Ciudad Zamora, clave para la resolución del incidente, continúa rondando las calles como un espectro incandescente y ubicuo...
Tras esta metamorfosis hiperbólica fui contactado por un extraño hombre con sombrero de copa que hacía llamar Señor Mostaza, miembro de una cofradía secreta conocida como Cumbre Escarlata: una sociedad delictiva con propósitos inciertos, dirigida por magos negros de todo el mundo. No fue el único interesado en mis habilidades para cambiar de forma al anochecer, pues recibí una propuesta del Barco de Nueva Andalucía, y una invitación del Círculo Ocultista de Puerto Bello para ser estudiado.
Pero, acepté el trabajo de esa organización por su secretismo y cuantiosa paga... y por medios que no puedo revelar a la Policía Nacional, me llevaron a una base secreta donde me entregaron una túnica roja y un yelmo metálico de labrador. No podía revelar mi nombre, era el Perro de Hierro... y junto a una comitiva de sacerdotes rojos con yelmos de animales, cometimos un robo a una hacienda del Arco Minero. Ese ataque nocturno fue el inicio de la tragedia más grande que acontecerá en estos días...
Se trataba de un cabecilla del Cartel del Llano, Andrés Gómez: antiguo gobernador del Estado, y comandante de las rutas de contrabando en el centro de la nación. Este hombrecito glotón, bajo designio del Italiano, dirigía el submundo del narcotráfico de estupefacientes a las grandes ciudades de la región... refinando metanfetaminas en campamentos mineros para su transporte a aeropuertos clandestinos y puntos de negociación fronteriza. También, había dinamitado gran parte de los obeliscos desenterrados por los mineros informales que le pagaban extorsiones... sepultando las reverberaciones de un imperio inmemorial bajo montañas de arcilla y mercurio. Nos informaron que era un hechicero frustrado, obsesionado con los númenes mariolenceros... y que bajo su altar había una colección de tablillas de piedra extraídas de un tepuy en el Parque Canaima.
«Esas tablillas contienen profecías en el idioma de los ángeles—nos dijo el Gallo de Oro, con un acento gaucho del sur del continente—. Según las bitácoras de Cristóbal Colón, cuando Venezuela era llamada Tierra de Gracia, se decía que el Parque Canaima era en realidad el Jardín del Edén... y que los tepuyes fueron árboles gigantes, fosilizados por la inclemencia del tiempo».
Esas tablillas contenían un poder indescriptible que la Cumbre Escarlata debía poseer y estudiar. Ante la incapacidad del Cartel del Llano para desenredar los grandes misterios en sus grabados, fuimos nosotros los perpetradores de aquel crimen en la hacienda [CENSURADO]. Huimos en los cargamentos de estupefacientes dirigidos a la frontera brasileña, y nos adentramos en los Túneles del Guacharo para reunirnos con el Señor Mostaza: un gabacho con sombrero de copa, gabardina negra y lentes oscuros... que conocía las grutas secretas de aquel laberinto de rarezas espaciales. Nunca aprendí a moverme solo en esas cavernas subterráneas, no comprendí cómo... podíamos atravesar miles de kilómetros al rodear y regresar por bifurcaciones marcadas con símbolos. Solo sé que en pocas horas de caminata, entramos en una abertura al oeste del país, y resurgimos en las Catacumbas de Ciudad Zamora. ¿Qué son realmente los Túneles del Guacharo y por qué son tan espeluznantes?
Gracias a ese trabajo pude comprarle un departamento a mi mamá, pero no era suficiente... puesto que debía recuperar las tierras de mi familia. Se lo prometí a mi padre en su lecho de muerto... y estábamos a la expectativa de un gran golpe en el Museo Histórico de Nueva Bolívar, cuando uno de esos chupasangre se unió al grupo de esa misión. Pude reconocer su asqueroso olor a trapo remojado en vinagre... y estaba decidido a matarlo, cuando los otros miembros me detuvieron: eran hombres y mujeres cosmopolitas, capaces de transformarse en bestias por linaje sanguíneo o... poseedores de poderes místicos de un mundo ignoto y surrealista. ¡Les dije que no se puede confiar en uno de ellos! ¡No importa que tan humano parezca! ¡Están corruptos hasta el tuétano!
Era una morena de aspecto juvenil: un vampiro del interior de Brasil con dotes para el mesmerismo y la desmaterialización; decía que obtuvo sus poderes por posesión de un dios selvático con forma de murciélago... pero, presentía una diabólica mentira. He investigado las variaciones del vampirismo en diferentes lugares y épocas, y son seres depravados que disfrutan del sadismo; atacan incluso al pacífico pueblo de gules carroñeros. Los cadáveres occisos que dejan a su paso, los asedios zulúes y las fiebres tifoideas de sus apariencias en la antigüedad... son prueba irrefutable de una plaga inmemorial. Han celebrado festines en los campos y ciudades sembrados de cuerpos por las grandes guerras y pestes de la historia... Son más que una estirpe sempiterna: son una religión macabra que se gesta entre las barracas y los callejones encharcados de la humanidad. Las profecías oscuras los acusan de propiciar el final de los tiempos... y no se equivocan...
Paula Ribeiro, la Vampiresa del Amazonas, se mostró tal cual era... quebrantando la regla del anonimato. Sus argucias mentales sedujeron a todos los hechiceros y Cambiantes del grupo, menos a mí... cuyo desagradable aroma a vinagreta de mariscos no me permitía bajar la guardia. No era un cortesano rumano o un típico vampiro cimarron... dominado por sus instintos y estúpido ante las señales cristianas. No estaba restringida por las leyes terrenales de los no muertos. El sol solo la adormecía, y el ajo y la sal no dañaban su piel... se reía de la Cruz y temía a ser empalada por una estaca tanto como un vivo. Pero, bebía sangre mezclada con veneno de víboras, que compraba al por mayor en el mercado negro... y se reía de mis insinuaciones sobre las permutaciones del vampiro moderno. Quizás los chupasangre se distingan en diferentes razas, como los perros, pero siguen siendo animales...
¡Maldita mujer! ¡¿Por qué le creí?! La dejé meterse en mi cama, e hicimos del amor una jaula de narcisos: una sola carne en nuestras diferentes manifestaciones. ¡La recuerdo arañando mis costuras con sus garras! ¡Ahora sufro vomitos cuando tocó las cicatrices de mordedura en mi cuello! Yo estaba en ella, y la dejé entrar en mí... bajo los orgasmos del plenilunio. Ojalá me hubiera desangrado, con los pulmones reventados de metralla...
Nuestro robo al Museo Histórico de Nueva Bolívar iba a ser uno de los golpes más grandes de la Cumbre Escarlata en Venezuela... pues, entre los mamotretos gnósticos y los sarcófagos translúcidos de momias anacrónicas, se encontraban la Tabla Cromada—cuyos carácteres draconianos guardan secretos sobre el terrorífico Demonio del Meridiano—, y la Caja Siciliana, en cuyo interior, según las leyendas de cultos vampíricos y afiliaciones satanistas, estaba el feto momificado de un demonio hecho carne... abortado en un turbio ritual.
Esta reliquia de gran poder, confinado por los Ocultistas de Puerto Bello, era custodiada por una comisión de la Fundación Trinidad, que se debatía con el gobierno venezolano por el control de la Caja Siciliana. Su negatividad era tan fuerte... que debía estar resguardada en una celda de polímero con cruces en cada vértice... para evitar enfermedad al personal del museo. Los extintos Magos Negros de Angostura intentaron robar esta reliquia en numerosas ocasiones... cuando su agonizante secta era renuente a la desaparición, y nosotros entraríamos al edificio para cumplir con su cometido, tras treinta años de olvido.
El Mago de los Espejos nos condujo al exterior del edificio resguardado por protecciones metafísicas... y nos servimos de sortilegios y escarceos hasta adentrarnos al laberinto de almacenes: una colección de rarezas confiscadas por el gobierno, negadas a la supervisión fundacional por sus posibles aplicaciones. Vagamos entre altas cajas rebosantes de grimorios concebidos por lunáticos internados en geriátricos, y artefactos extraños que no podían ser exhibidos por su peligrosidad conceptual. Paula nos guió a una trampa... ante la aparente neutralidad de los cuidadores del museo. Nos condujo a un abismo, sorteando trampas en corredores embrujados y rebasando las alarmas... hasta que encontramos la Caja Siciliana: confeccionada por un brujo italiano que ofreció a su propia hija en devoción al Maligno.
Fue entonces cuando los vampiros nos atacaron: se ocultaron bajo el hedor polvoriento de los libros viejos. Era el Culto del Sol Negro: una cofradía de upiros centenarios... extendidos por América toda cuando ardió el Viejo Mundo. Estaba el pálido Doctor Knoche, de porte extranjero, en un uniforme de médico de hace cien años; el desaparecido prócer Ezequiel Zamora, de mostacho poblado e indumentaria militar con chaqueta azul y banda roja; el presidente Cipriano Castro, de flux oscuro: saco y pantalón negro, camisa blanca y sombrero de copa sobre un rostro barbudo profundamente aburrido; y otras figuras de inherente fastuosidad que entretejieron la historia latina... comandando una hueste de criaturas de la noche, esperando con paciencia la desaparición de los licántropos y la caída en la oscuridad de su nombre.
Mataron a casi todos los hechiceros contratados por la Cumbre Escarlata, mientras yo huía por los corredores con el lomo ensangrentado por las fustas y las zarpas. Fue entonces que salté por una ventana y caí por los escalones de la entrada... siendo después reducido por los disparos de las patrullas atraídas por el escándalo, quienes abrieron fuego sin reparo ante mi forma monstruosa de perro negro. ¡Paula nos llevó a una trampa y robó la Caja Siciliana para desatar la Noche de los Mil Demonios! ¡¿No han escuchado las noticias recientes sobre la inclinación del eje terrestre?! ¡¿Sobre la nube de polvo cósmico que entró en el sistema solar y que nublará el cielo de nuestro mundo en los próximos meses?! ¿Y por qué hay tantos temblores bajo los continentes y actividad volcánica en el Pacífico? Creo que el Sol Negro solo quería darle un mensaje a la Cumbre Escarlata, y a todas las agrupaciones que esperan en las sombras...
El mismo mensaje que Nostradamus nos legó, y que la Tercera Profecía de Fátima nos advierte. Hemos perdido contacto con Dios, y el mundo será invertido. La llave del infierno descendió... Lo leí en las tablas de piedra descifradas por los Adivinos de los Andes. Lo que le estoy contando a esta grabadora es urgente. ¡Sé que creen que estoy loco! ¡Pero, necesitamos militares resguardando cada gruta adyacente a las gusaneras intraterrenas que conocemos como Túneles del Guacharo! ¡Tenemos que vigilar cualquier anomalía en el Océano Pacífico! Los Sabuesos del Altísimo hemos fracasado en proteger a la Humanidad, pero no nos rendiremos... y moriremos ante las puertas infernales si es necesario. ¡Ojalá pudiéramos hacer algo para frenar esta hecatombe! ¡Pero, las manifestaciones demoníacas en la Tierra serán inminentes! El feto del híbrido es un enclave a ese abismo blasfematorio, y tenemos que hacer llegar estas revelaciones a todo el país... si queremos sobrevivir al Año Negro.
Edgar Ramos fue enviado al Asilo Psiquiátrico de Ciudad Zamora en 2029, donde sufrió un accidente oportuno... al ser suministrado con un cóctel de sedantes que terminó con su vida. Nunca se encontró al culpable de la negligencia médica...
El Sepulturero de Puerto Bello
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