Capítulo 5. La Corte de los Degenerados

 La Corte de los Degenerados

«Gerardo Steinfeld»

V

—¿Francis, crees que puedas conseguirme cuarenta kilos de cocaína rosa para el viernes?

—¡Está loco, Padre! ¡¿Va a montar una fiesta presidencial?!

Salvador apretó los dientes.

—Es para mi confidente de la Fiscalía. 

—Imposible—Francis suspiró de exasperación detrás de la línea—. El Cartel del Llano ha frenado su logística productiva y disminuido el número de cargamentos distribuidos en el país, y enviados a los traficantes fronterizos... desde el resultado electoral. Los carteles menores en las cárceles y las grandes ciudades, están agrupando y movilizando personal a tierras baldías para construir nuevos asentamientos y plantaciones. Incluso, los oficiales corruptos de la Guardia Nacional han cortado la comunicación con sus laboratorios clandestinos en las minas de Guayana en espera de la juramentación presidencial. Todo apunta a que se aproxima una guerra de carteles por el territorio.

—¿No podrás conseguir un poco de esa preciosura para tus amigos de la Iglesia Católica?

—Podría... cocinarla. Pero, la policía de Nueva Bolívar y las alcabalas de tránsito se han puesto rudas por las futuras medidas declaradas por tu amiga. Me harás trabajar con las uñas y reinventar la fórmula. 

—Eres la mejor.

—Te saldrá el triple del precio en el mercado... por la escasez de materiales.

El diácono colgó el teléfono y lo dejó sobre el escritorio de su despecho en el Departamento de Análisis de Nueva Bolívar... y estiró sus largas piernas humanas. Con la restauración de Montenegro y los daños acaecidos en las vías públicas de la capital durante las protestas... la Fundación Trinidad y la Iglesia Católica no dejaba de ofrecer donativos para los desfavorecidos y refugiados; sumado a su nuevo cargo fundacional como Supervisor Regional de Nueva Bolívar ante el ascenso de Rebeca Rodríguez como Presidenta Nacional de la institución. 

Los casos en la capital eran distintos a los de Montenegro y las comarcas rurales asediadas por los espectros de las montañas, los brujos acosadores y los ocasionales rituales oscuros de magos negros extranjeros. De un momento a otro, su escritorio estaba repleto de desapariciones y espeluznantes avistamientos de los Sabios Inmortales en el Metro Subterráneo... así como grupos organizados de hechiceros irregulares que cometían fechorías menores por ignorancia de las leyes. La jefatura de policía le delegó casos extraños de aquelarres conformados por ricachones excéntricos que ofrecían orgíasticas fiestas privadas a círculos selectos y personajes siniestros que resultaron intocables por sus conexiones políticas y militares. Los agentes habían perseguido por semanas a un lunático piromaníaco que cometió seis asesinatos en los barrios marginales... hasta que desapareció sin dejar rastro en los túneles del Metro. 

Aquel misterioso «Piromano» había dejado un legajo de víctimas y heridos en sus arrebatos... solo para desaparecer impunemente; era un caso policíaco sin precedentes. Aquellos asesinos misteriosos no eran novedades en Nueva Bolívar, pues hacía un año se registró a otro psicópata de aspecto quimérico que mató a tres prostitutas antes de darse a la fuga. Los policías encargados de la persecución confesaron, aterrorizados, que el sujeto tenía «cuernos» como un diablo; y desapareció en los ductos de una refinería metalúrgica abandonada. 

Otras apariciones menores de estos «mutantes» corrían en las noticias locales: malandrines inmunes a las balas, bestias intangibles y justicieros enmascarados que se creían superhéroes. Hubo un asunto enterrado en los archivos, ocurrido hace un par de años, que relata un pequeño brote de vampirismo mitigado por un justiciero nocturno en el Barrio Populista... mimetizando la leyenda del Justiciero de Ciudad Zamora que combatía junto a la Fundación Trinidad. Estos individuos dotados de peculiaridades parecían haber reducido sus apariciones públicas en un preocupante nivel... y Salvador teorizó que posiblemente los grupos mafiosos los esté reclutando o traficando para su guerra intestina. Estos humanos particulares, como el Justiciero de Ciudad Zamora y el Señor Mostaza, poseían cualidades innatas que los convertían en peligros latentes para la sociedad: catalogados como «Mutantes», en los servidores fundacionales.

El diácono condujo su vehículo asignado por la avenida principal plagada de edificios importantes del gobierno y ministerios... y descendió al conjunto de departamentos de lujo donde se residenciaban coroneles, líderes y artistas. Todos eran de ladrillos rojos y balcones vistosos... se alzaban mansiones modernas entre canchas deportivas, gimnasios con todos los oropeles y restaurantes de alta categoría. Parecía un mundo alternativo construido alrededor de los adjuntos al adinerado círculo del poder... mientras que un país ruinoso se consumía en la anarquía y el contrabando. 

Detuvo el automóvil gris en el amplio estacionamiento repleto de lujosas camionetas, y se preguntó cuántas eran propiedad de algún líder hampista, militar engalardonado o político enchufado al despilfarro de supuestas ordenanzas de municipales. Salió, y esperó unos diez minutos hasta que la camioneta oscura de su hombre llegó, escoltada de una carrocería gemela de la que varios pistoleros emergieron. 

La Magistrada Yennifer Urbaneja emergió de la cabina con un blazer añil a juego con los pantalones y los tacones. Era una mujer pálida, regordeta, de cara redonda, ojos verdes, cabello castaño y una ambición desmesurada que buscaba una salida pacífica de la nación para su familia. 

—Padre García—lo saludó, flanqueada por robustos guardaespaldas de vestimenta oscura. En su mano llevaba un maletín—. Usted tiene un aguinaldo para mí.

Salvador abrió la cajuela de su automóvil, y un escolta sacó una caja grande de plástico rellena con una sustancia arenosa color rosa.

—Cincuenta kilos de la más pura calidad—dijo, cuando los hombres sacaron una báscula para pesar el contenido—. Una mezcla cristalina de metanfetaminas, ketamina, mescalina y colorante rosa para la recreación juvenil.

Yennifer se acercó con el maletín.

—La Iglesia Cristiana de la Salvación tenía unos archivos muy curiosos—dijo, y le lanzó el portafolio de cuero—. Antes de ser borrados de los servidores, unas copias fueron clasificadas por su crudeza—sonrió, y retrocedió—. Pobre Beatriz, el Jefe del Cartel no es el único enemigo formidable que la espera tras la elección.

Salvador abrió el contenido y halló una docena de carpetas rellenas con documentos y fotografías requisados por el Tribunal Supremo de Justicia durante la dictadura de Rómulo Marcano. Se repetían códigos como el «Cometa de Sangre» y diferentes rituales que llamaban entidades oscuras de otras dimensiones en las sedes filiales de la Iglesia Cristiana de la Salvación. La negociación terminó rápidamente, y cuando subió al carro le temblaban las piernas... 

Encendió la radio y escuchó la voz de Beatriz en cadena nacional tras su triunfo electoral ratificado por organismos internacionales y el respaldo de otros gobiernos importantes en la geopolítica global. 

—Tras la fraudulenta victoria de Florentino Duarte, heredero del régimen dictatorial de Rómulo Marcano—la voz de Beatriz Guzmán resonó en la cabina del automóvil—, el pueblo venezolano salió a la calle para protestar por los resultados que el consejo electoral se negó a publicar. Millones de ciudadanos unieron sus voces de descontento contra la corrupción totalitaria del régimen, y llenaron las principales avenidas del país para liberar su patria de los usurpadores del Partido Nueva República, que buscaban conservar el imperio narcotraficante y opresor del Dictador Marcano. 

»¡Venezuela decidió que no volvería a ser presa de los malvados! ¡El pueblo se ha levantado contra un gobierno debilitado que manipuló a las Fuerzas Armadas para someter y asesinar a los opositores! ¡Griten de alegría porque son libres! ¡Nuestra nación volverá a ser una república legítima donde se cumplan los derechos humanos y se respete la calidad de vidas! ¡No más al latrocinio y la usura! ¡No más al despilfarro de capital, el acaparamiento de las víboras y la segregación de las clases sociales! ¡Venezuela está unida bajo un nuevo faro de esperanza! ¡Nuestra nación volverá a ser una tierra rica tras el destierro de las alimañas! ¡Los miembros del Partido Nueva República, encabezados por el candidato Duarte, se han condenado al ostracismo tras la negativa masiva de su fraude! ¡Porque todos sabíamos quién fue escogido por el pueblo en las escuelas! ¡Es hora de un nuevo comienzo!

Salvador apagó la radio, y suspiró. ¿Qué se escondía detrás de la caritativa y benevolente Iglesia Cristiana de la Salvación? ¿Por qué los carteles menores y grupos delictivos se estaban disputando el territorio bajo la mirada acuciante del Cartel del Llano? Miró la pila de documentos con la sangre congelada en el pecho. Sabía que la tensión geopolítica mundial se había incrementado con la fundación del Panarabismo, la unión arábica de países, y que el foco de las potencias económicas estaba puesto en la reactivación de la disputa venezolana con Colombia por los derechos de explotación petrolera de una franja marítima... pero, no esperaba que el desorden intestino de la nación fuera tan inestable tras el cambio político. Los cabecillas militares de la descentralizada Fuerza Armada desertaban a montones, huyendo de la nación... mientras los inmigrantes esparcidos por toda sudamérica luchaban por volver a su tierra. 

En la capital, la situación era delicada... y temía que los líderes hampistas planearán un golpe en conjunto a una de las instituciones más ricas y poderosas del país para destituir el poder público a uno flexible. La Cofradía de Nabucodonosor había sembrado las semillas de la anarquía, y... aunque la mayoría de los chamarreros y ministros habían huido en el avión presidencial con ruta desconocida... nunca se influencia se sintió tan arraigada en la sociedad.

Salvador miró la fotografía de perfil de Valentina Guzmán en su guantera, y frunció el ceño con el corazón encogido. El teléfono vibró, y su secretaria Gabriela habló detrás de la línea. 

—Lo encontraron—fue todo lo que escuchó...




—El mundo entero pertenece a esta secta milenaria—dijo Carlos en directo mientras cientos de usuarios reaccionaban a su transmisión—. Las potencias económicas del este son sus marionetas en un juego hegemónico que busca dominar cada nación de la tierra. Es por eso, que el presidente norteamericano, William Björk, está censurado la difusión mediática del Panarabismo en su absorción de países satélites. Los principales presidentes de Europa y Asia, y corporaciones multinacionales como la empresa Shengou... se han afiliado a esta secta que busca deconstruir al ser humano—colocó en pantalla un vídeo preparado con imágenes de la sangrienta guerra en occidente: ciudades ardiendo, desfiles de tanques, soldados intercambiando disparos y familias de pordioseros recorriendo ruinas—. El Bloque Arábico, compuesto por más de diez países del Medio Oriente, está ganando poder y territorio para fundar sus propias motores económicos... independientes del yugo capitalista que está degenerando nuestro ecosistema. ¡Se acusa de terrorismo y conflictos religiosos a los Estados que rechazan esta fraternidad bajo la influencia de potencias dominantes! 

»Esta es la realidad de nuestro mundo moderno—la toma cambió a una transmisión de su rostro ante el micrófono—. Quieren convertirnos en esclavos con programas de segregación y sumisión. Quieren descifrar nuestros pensamientos mediante algoritmos colectivos. Y quieren erradicar la individualidad de nuestra sociedad mediante la deshumanización mediática de nuestra cultura: eliminando cualquier otro idioma, sesgo o afición para impartir su doctrina de dominación. ¡Creen que pueden reformar a las masas bajo su nuevo modelo de esclavos, adictos a los productos de las grandes corporaciones! —Colocó en pantalla las imágenes censuradas de fiestas orgíasticas, a la que asistían los multimillonarios y principales gobernadores del mundo—. ¿Quiénes son las figuras de negro que no parecen envejecer? Estas fotografías tienen más de veinte años de diferencia, y podemos apreciar a los hombres más importantes de la época, acompañados de estos sujetos de vestimenta oscura y rostros taciturnos. ¿Quiénes son y por qué aparecen en las tomas del Club Finchester rodeados de los presidentes y ministros más influyentes del salón?

»Estas tomas fueron enviadas anónimamente de un correo que dejó de existir... y son prueba de que en la alta sociedad se está gestando un plan diabólico, que las naciones del otro lado del globo repudian. ¿Será el ascenso de Beatriz Guzmán una pieza clave en este esquema internacional de potencias dominantes que esclavizan países en vía de desarrollo? El Bloque del Panarabismo sigue sumando naciones a su hermandad, en oposición a los Gigantes del Mundo, mientras que la deuda de las naciones sudamericanas no deja de acumular intereses... y las empresas extranjeras siguen fundando fábricas, reclutando al empobrecido y barato proletariado latino—pulsó un botón y se reprodujo un corto donde distintos políticos colombianos, brasileros y mexicanos decían a la prensa que inversores extranjeros estaban interesados en la «buena mano de obra» de sus países—. Mientras que las noticias traducidas del Panarabismo mostraban índices de crecimiento y alianzas mercantiles para la explotación de recursos, en miras de la reestructuración de sus naciones, devastadas por las guerras santas y los intereses internacionales sobre sus cuencas petroleras—mostró fragmentos de noticias sobre la fundación de fábricas tecnológicas y la investigación de energías sustentables. Registros de organizaciones árabes que buscaban la correcta educación para los huérfanos de la posguerra—. En contraste, nuestra nación y las vecinas han sufrido un retroceso en su producto interno bruto con la caída de los precios en el mercado internacional. El cese del conflicto en Oriente hizo que la demanda del crudo bajara, y que la potencia China y América incrementarán sus tipos de interés como acreedores del fondo monetario internacional para aliviar sus tensiones intestinas. 

»¿Qué pasará cuándo la presidenta electa, Beatriz Guzmán, sea juramentada en su cargo? ¿Podrá reactivar la economía deficiente y saldar la deuda del país tras las expropiaciones de Rómulo Marcano? —Mostró en primer plano el estrafalario monto deidad con que el país cerró el año pasado: ciento ochenta mil millones de dólares—. Esta descomunal cifra escaló a tales proporciones durante el mandato ilegítimo de Rómulo Marcano, con el financiamiento de acreedores chinos para faraónicos proyectos ferroviarios... hoy en ruinas; los bonos que le debe la Corporación Petróleos de Venezuela a sus inversores; y las propiedades y empresas extranjeras que expropió el dictador. Esta gigantesca deuda, no se paga desde 2017, impidiendo el acceso al crédito internacional.

»Con una deuda de más de diez dígitos y con sus motores económicos reducidos a la cuarta parte, ¿cómo planea el gabinete de Beatríz Guzmán salvar la nación? Aunado a la crisis económica, la tensión con el Caudillo Colombiano, Francisco López, por la faja petrolera en el mar... podría desencadenar acciones bélicas. Tras la caída del régimen de Marcano, se ha sentido la presión internacional y las tensiones internas en la dictadura colombiana... ¿Podrá la nación hermana derrocar a su afianzado tirano? Se escuchan rumores de tropas movilizadas en ambas fronteras... y puede que la tormenta llegue antes de lo previsto.

Carlos fijó su mirada en la pantalla, y pulsó el botón para apagar su cámara y transmitir la grabación del discurso de Beatriz Guzmán el día que cometieron fraude en su contra. Sintió un picor incómodo en su tobillo, y recordó el grillete rastreador que lo mantenía bajo arresto domiciliario.



—¿Por qué tienes un solo apellido? 

Míster África condujo el automóvil de latonería gris por la avenida principal que conducía al Seguro de Ciudad Zamora: un conjunto hospitalario de bloques departamentales, edificios oncológicos y alas médicas en una calle populosa.

—¿Me estás investigando?

—Cuando investigamos esa Capilla Espiritista en Soledad—dijo Ariel en el asiento del copiloto—. Una patrulla nos detuvo para ver nuestras credenciales, y cuando le mostraste tu cédula al oficial... solo tenías un nombre y un apellido... que raro, ¿no?

Míster África levantó una ceja.

—Creí que no sabías leer.

—No sé—se encogió de hombros—. Pero solo habían dos palabras en tu identificación... cuando en la mía hay cuatro. 

El hombre sonrió, y rascó el vello de su perilla mientras el vehículo desfilaba por la larga avenida.

—Recuerdo que no me dejaron entrar a la Universidad Oriental... porque tenía un solo apellido, y tuve que enlistarme como médico militar para poder estudiar—miró por el retrovisor y entró en el estacionamiento repleto del Hospital Rómulo Marcano—. Soy hijo natural de la Reina Mambo del Orínoco... podría decirse que las corrientes africanas del Vudú corren por mis venas.

Ariel entornó los ojos, dubitativo.

—Pero, eres blanco...

—Oliva más bien—se lamió los labios—. Mi madrecita tenía cinco esposos, y mis hermanos sí son morenos como ella—sonrió, sardónico—. En caso solo hablábamos francés y adorabamos a los Lúas de la familia que nuestros ancestros trajeron de sus tierras antiguas y extramente oscuras. Era el mayor de seis, pero tres de ellos ya están muertos... y los otros dos no quieren saber de mí. Se convirtieron en magos negros cuando decidí enlistarme... y mi madre, ella crió a mi hija cuando estuve en la guerrilla.

Ariel frunció el ceño con los ojos como platos.

—¿Tienes una hija?

—Maria Esperanza Urdaneta Ortega—aparcó el automóvil modesto en medio de dos camionetas de flamante pintura—. Su madre, una jovencita que me tuvo prendido por meses, la quiso abortar... pero su familia la obligó a parir. Se la dejó a mi madre antes de huir a Brasil, y no me enteré de su existencia hasta que salí de permiso—apagó el motor y sonrió. Ariel pudo percibir un atisbo de tristeza en la contorsión de sus mejillas—. Ella era... tan pequeña y tranquila. Parecía una muñequita sin baterías y... solía nalguear a su abuela desprevenida—soltó una risita disimulada, y Ariel imitó la sonrisa de fascinación—. Ay, que recuerdos—el hombre se limpió las lágrimas con los dedos—. Murió hace seis años... y no hay día que no piense en ella.

Ambos hombres salieron del coche y se escabulleron por un patio atestado de enfermeras, familiares y pacientes bajo la sombra de magueyes y sauces para fumar y platicar despreocupados, fuera de las instalaciones. Dejaron atrás los edificios médicos y entraron en el instituto psicológico, haciéndose pasar por importantes doctores con las credenciales falsas que Salvador ingresó al sistema. El conjunto de edificios que constituía el Psiquiátrico Bolivariano de Ciudad Zamora poseía salones de enseñanza, amplias salas de espera, centros de atención, archiveros y cubículos de entrevistas para el asesoramiento gratuito. Los pasantes del programa, así como enfermeros y bomberos de otras instituciones universitarias, prestaban sus servicios de atención para ayudar a los más necesitados—que eran muchísimos—, a lidiar con sus trastornos psicológicos. 

El tema del manicomio era un tabú moral en la ciudad, pero las celdas de contención eran tan reales como los lunáticos homicidas y alienados frenéticos encerrados en ellas. Allí estaba encerrado en Caníbal de Venezuela, el asesino serial más perturbador del continente, con la pena máxima impuesta por la ley a punto de expirar: treinta años. Estaban internados locos de todas las clases en cámaras de seguridad, resguardados con camisas de fuerza y empapados de sedantes: homicidas involuntarios, acosadores compulsivos, desquiciados esquizofrénicos y criaturas inhumanas de comportamiento irracional que representaban una amenaza.

Según las instrucciones del diácono, en la oficina principal podían hallar el hardware físico del servidor privado que contenía la base de datos de los dementes de trasladados del manicomio a otros estados. Entraron en la oficina de computadoras, un salón reducido por la cantidad de terminales conectados a un cubo negro de dos metros donde se almacenaban los datos del servidor privado. Habían media docena de escritorios repletos de documentos y sillas viejas desocupadas, salvo por un hombre de uniforme sanitario frente a un monitor. Se presentaron como importantes eminencias y convencieron al secretario de permitir el acceso a los archivos más antiguos—de hace cuarenta años—, en relación al extraño caso de un culto de magia prehistórica que veneraba figuras egipcias. Ante ellos aparecieron perfiles de excentricos bohemios dedicados al secuestro, profanación y asesinato de jovencitas... que dejaban sepultadas bajo pirámides masónicas de tierra y ladrillos.

Ariel aprovechó la fijación del secretario con la anormalidad del caso para insertar el pequeño dispositivo en una de las ranuras del computador bajo el escritorio, y enseguida, el programa de clonación se activó en segundo plano. Míster África disimuló conocer las fotografías antiguas de aquellas Misas Negras con estudiado interés mientras pasaba ficheros con datos e intercambiaba opiniones con Ariel. El secretario enjuto de barbita incipiente y ojos lacrimosos les preguntó en qué estaban trabajando...

—Estamos preparando una tesina sobre la influencia de los cultos extremistas en la psique individual de sus miembros... empujados a cometer crímenes atroces en nombre de egregores—explicó Míster África con una sonrisa—. Nuestro trabajo se tomará como advertencia política para la regulación de estas doctrinas seculares, que se manifiestan en los suburbios, como válvulas de escape para la violencia y el dolor.

El secretario frunció el ceño y se rascó la barbita, dubitativo.

—¿Qué son egregores?

Ariel apretó los labios, e intercambió una rápida mirada con su compañero.

—¿Nunca has escuchado la teoría del pensamiento colectivo capaz de afectar la mecánica cuántica? —Dijo. La expresión de desconfianza de aquel hombre joven se acentuó—. Un pensamiento por sí solo es incapaz de alterar la estructura universal... pero, ¿cien personas sugestionadas realizando un ritual? ¿Un millón de individuos que dedican sus vidas a la adoración perpetua de un Creador?

—Convergencia Armónica—asintió Míster África y señaló su sien—. Un pensamiento bien definido puede cambiar el mundo. 

El secretario frunció los labios y se retiró de la oficina computacional, dándoles tiempo de ubicar los archivos encriptados del servidor en una carpeta titulada: «Iglesia Cristiana de la Salvación», en la que aparecían más de cien carpetas nombradas con su respectivo año de datos, desde 1874 hasta la actualidad. La clonación era general, y aquel extraño fichero junto con todos los demás, inclusive los ocultos, serían encriptados en el dispositivo conectado a la red privada. Al parecer, estaba atendiendo una llamada de teléfono... y los hombres esperaron con impaciencia la tranferencia de más de cien gigas de información. 

El secretario regresó a la sala y cerró la puerta. Su mirada había cambiado tras la llamada, y un abismo iracundo era destilado por su mirada... extrajo del bolsillo de su uniforme azul un yesquero y...

Míster África volcó el escritorio que usaban como barrera ante el torrente de fuego que inundó el aire. Ariel agachó la cabeza y vio la luz parpadeante del dispositivo de clonación tras finalizar su función, lo retiró... y escuchó los circuitos estallar a su espalda mientras aquel chorro ígneo describía arborescencias. Los escritorios estallaron y los computadores se incendiaron alrededor del cubo negro destruído.

Míster África desenfundó la pequeña Zamorana nueve milímetros en su bolsillo, y salió a cubierto para disparar contra aquel engendro piromaníaco. Escuchó un gimoteo, y el fuego cesó... Ariel salió de su escondite con el calor agolpado en el rostro, y descubrió al secretario de ojos lacrimosos abatido contra la pared con un par de agujeros escarlata en el pecho. Míster África salió escopetado del recinto, y Ariel lo siguió mientras incontables voces y gritos los perseguían entre el humo y el ajetreo. Nunca dejó de aferrar el dispositivo en su bolsillo como si fuera el tesoro más preciado del planeta... solo había una oración en su cabeza que se repetía como la copla de un disco rayado.

«Protegeme del Malamén».




—¿Por qué no hay autos voladores? —Preguntó Alan Castro desde su transmisión vía en línea, conectado a la transmisión en vivo de Carlos—. Estamos casi en el año treinta, y la tecnología parece enfrentar un frenazo en su auge exponencial—era un joven investigador de lo oculto, que transmitía desde una dirección secreta para exponer sus hallazgos al público. Su tez morena, rasgos refinados y lentos cuadrados de gruesa montura le daban el aspecto de un universitario sabelotodo—. Podemos utilizar el esquema de esta idea futurista, popular en las década postreras, para explicar la dinámica socioeconómica que involucra a los gobiernos y las grandes corporaciones.

»Los autos voladores nunca serán legales... porque se perdería el negocio de los pasaportes, visas, peajes y el negocio aduanero del traslado de mercancías. Se reactivaría la búsqueda alternativa al combustible fósil... por la alta demanda energética; contrario al deseo de los gigantes del mercado petrolero y los fabricantes de vehículos terrestres. Además, habría miles de accidentes aéreos y ataques terroristas; ocasionando que el proyecto futurista sea imposible para nuestro mundo globalizado por las interconexiones, que buscan regular el comportamiento humano y gestionar nuestros intereses mediante los algoritmos del contenido que consumimos.

»La cúpula elitista jamás permitirá grandes modificaciones en el sistema que los mantiene en el poder. Ellos controlan las balanzas de los grandes mercados y tienen infiltrados al mando de las potencias económicas y las corporaciones farmacéuticas. ¿Por qué no se afanan en desarrollar la cura del SIDA? —Miró a la cámara con los párpados entornados—. Es más rentable mantener a las personas en tratamiento el resto de su vida. Lo mismo sucede con el cancer y muchas enfermedades... Se sabe a voces, que la industria farmacéutica prefiere suministrar el tratamiento paulatino que el medicamento definitivo. 

»Las grandes corporaciones tecnológicas comparten este símil: fabricando al por mayor electrodomésticos con fecha de avería. No como el refrigerador alemán de la abuelita, que sigue trabajando sin descanso desde que sus padres eran niños. Estos gigantes se han encargado de hundir patentes innovadoras como el Destructor de Nubes, el Motor de Electrólisis y la Máquina Tesla de Energía Ilimitada. Han desaparecido científicos brillantes y ocultado los resultados de la clonación de personas humanas y la fabricación de órganos humanos en animales.

»Pero hay un faro de esperanza—sonrió a la pantalla, y las reacciones positivas parpadearon de inmediato—. El Bloque del Panarabismo busca una coalición de países en el Medio Oriente para fundar las bases de su propio mercado libre e industria tecnológica; en busca de energías limpias y recursos que puedan beneficiar el progreso de la Humanidad. Se han anexado más de diez naciones de la cultura árabe, y se estima que sus proyecciones de crecimiento económico y cultural, rivalizando con el mercado dominado por Norteamérica y los Gigantes Asiáticos, en una descentralización significativa de la riqueza global. 

»Para los que han estudiado el Manifiesto Para Las Naciones, de Nabucodonosor—mostró su copia del libro en pantalla: una cubierta escarlata con un retrato al óleo de la populosa Torre de Babel de Brueghel—. Conocerán las consecuencias de ir en contra de las contingencias que los poderosos han orquestado. Sé que nuestras naciones jamás se unirán, porque las potencias hegemónicas prefieren mantener su dominio colocando gobiernos corruptos y líderes de moralidad cuestionable... para seguir explotando nuestros recursos y esclavizando a nuestros congéneres. ¡¿Pero, quién sabe qué pasará... ahora que tenemos una nueva presidenta, ajena a la corte de víboras sudamericanas?! ¡Espero con ansias el día que nos unamos para expulsar el Mal que corroe nuestras tierras! ¡Sé que encontraremos el camino! 

»Me despido, mi estimado Orsetti—hizo una seña—. No puedo revelar mucho de lo que estoy investigando... pero me encuentro en otro continente. Estoy buscando la verdad detrás de unos rituales oscuros, ejecutados por la secta que domina el mundo en su isla privada... y, puede que este viaje no tenga retorno. Estas figuras misteriosas se hacen llamar Sonetistas y controlan a las masas con manipulación mediática, mientras que sus dirigentes son esclavizados... pero, bajo el telón del espectáculo político, se encuentra un secreto mucho más terrorífico. He hablado con los pescadores y dueños buques de alta mar que han reportado desapareciones cuando navíos conocidos se acercan a cierta isla incognoscible... Ninguna nave marítima o aeronave comercial se atreve a circundar aquella franja, y los lugareños de las islas cercanas sostenían leyendas e historias sobre horrores que descienden del cielo y espectros boreales en fechas propicias. Puede que estemos hablando de entidades interdimensionales, llamados a nuestro mundo mediante las Invocaciones de la Sombra Eterna; estas oscuras insinuaciones se remontan a más de doscientos años de permutaciones y fenolias que han remodelado la faz de la Tierra. Puede que el desorden entrópico reflejado en las Líneas Ley, y los sutiles cambios en el campo electromagnético del núcleo terrestre... así como los conclaves satanistas que usan túnicas escarlatas y yelmos dorados, reunidos en puntos claves concentración energética alrededor del globo. 

»Espero que esta no sea mi última transmisión—parecía palidecer con modestia ante la pantalla—. Estaré publicando correos anónimos y enlaces encriptados desde mi servidor privado... y por si algo me llega a suceder—se ajustó los lentes al puente de la nariz—... no se dejen controlar por los informativos. Construyan su propio huerto autosuficiente, aprendan principios básicos de electricidad y a defender a su familia de la barbarie que se aproxima. 

Con eso, Alan Castro puso punto final a su transmisión; más tarde aparecieron sus declaraciones y especulaciones analizadas por terceros en todas las redes sociales... pero el centro de difusión giró en torno a los catorce millones de espectadores de habla hispana que se conectaron a la transmisión. Carlos recorrió la casa para estimular la circulación sanguínea en sus piernas: subió y bajó las escaleras un par de veces, antes de reparar en que había pasado la hora de su rutina de ejercicios físicos. Pero, estaba seguro que su falta de sueño le pasaría factura con la primera flexión. Su papá estaría patrullando el barrio asignado mientras su mamá preparaba la cena para llevarla a su estudio.

Al principio su familia no podía creer cuánto dinero ganó con la publicidad de marcas y la aparición de anuncios en sus transmisiones; su padre se ofuscó creyendo que estaba transgrediendo la ley, pero el aporte financiero de Carlos ayudó mucho a amortiguar los gastos del departamento. No había mudado su estudio por amor a sus padres, pues era hijo único y sabía que ambos se quedarían muy solos cuando decida abandonar el nido. Su papá, Manuel Orsetti, era un policía nacional canoso de bigote redondo y panza rechoncha; amable y severo con la crianza para que su hijo fuera un hombre educado. Su mamá, Sandra de Orsetti, era una matrona bien conservada que seguía dietas y hábitos saludables. Seguía pensando en lo que había declarado Alan sobre las Sectas que controlan el mundo con sus pactos oscuros... Los últimos meses había experimentado de primera mano los ritos que mantuvieron en el poder a Rómulo Marcano durante dos décadas, y estaba seguro que a escala mundial... podría existir una dinastía hegemónica más arraigada y nauseabunda que la Cofradía de Nabucodonosor. Es más, estos últimos temían a la entidad que dirigía los hilos del sistema... y todos sus esfuerzos de posicionamiento fueron para encarar a aquellos tiránicos hiladores en su esquema de tensiones geopolíticas, estallidos bélicos y revalorización de los mercados. Su intrusión en la Casa Solariega y los sacrificios humanos en el Trono del Diablo parecían pesadillas, desterradas a otros reinos de la consciencia... mientras intentaba volver a encajar a su vida frente a la cámara del estudio. El arresto domiciliario solo era un protocolo, pues todos los cargos imputados fueron revocados... y sus antecedentes penales estaban limpios. Las declaraciones en televisión y en su canal de entrevistas aclararon las dudas del malentendido... e intentó regresar su vida civil en el departamento de su familia, en la capital. De vuelta a la monotonía universitaria en su carrera de periodismo, pasando horas editando el contenido de sus vídeos difamatorios sobre brujerías y evidencias paranormales que... en otra circunstancia de su vida, desmentiría sin vacilación, y que ahora... le provocó una indescriptible sensación de sopor.

—¡Carlos! —Su madre lo arrancó de sus pensamientos—. Vino a verte un Cura.

El joven se levantó, dubitativo. ¿Qué hacía Salvador deambulando por las calles cuando su departamento estaba patas arriba con los asesinatos del Piromaníaco? Bajó a la modesta sala de estar, y se encontró con un fantasma familiar de sotana y gabardina negra que degustaba un café con su vida sobre el sofá. Su temperatura debió descender unos diez grados cuando el Padre Jonathan Jiménez le sonrió, carismático, y levantó la taza.

—¿Cómo estás, hijo? —Su vestimenta católica estaba pulcra, con el alzacuellos inmaculado, los mocasines lustrados y un extraño rosario con la cruz reemplazada por un péndulo plástico color negro—. Vi tu transmisión. Muy bueno el contenido del otro muchacho. Debe ser un trabajo entretenido—el rostro de Jonathan parecía curado con cintas y bandas para esconder los cortes y moretones—. Tienes una muy buena familia, ya sé porque eres tan educado.

—Padre...

Jonathan levantó una mano y se dirigió a su madre.

—¿Puede hablar con el muchacho a solas?

—¿Lo va a convencer de hacerse monje? —La mujer frunció el ceño—. Porque no es muy devoto que digamos. Y tiene una novia.

—¡Mamá!

—¡Ah, sí! —Jonathan lo miró con las cejas arqueadas—. Pero no se trata de eso, es por su programa.

Su madre los despidió saliendo del departamento, y Carlos tomó asiento en el sillón frente al Padre Jiménez. El hombre que había muerto al detonar la bomba de antimateria, pero que ella estaba, sentado en un sofá mientras bebía café.

—¿Por qué Alan Castro? —El Padre bebió un sorbo—. Es un imbécil que ve conspiraciones en las cajas de los condimentos.

—Es interesante—Carlos se cruzó de brazos—. ¿Por qué desaparecer y fingir que estás muerto?

Jonathan se encogió de hombros.

—¿Por qué no? He muerto muchas veces, y cada vez se siente menos. 

—¡¿Cómo puedes ser tan cínico?!

—He practicado mucho—dejó la taza en una mesita—. ¿Y qué hay de los inventos que nunca salieron a la luz? Cuando asistía al Colegio Cardenalicio íbamos a hacer un regalo a un profesor cascarrabias de historia contemporánea, Bernardino Castillo. Reunimos dinero entre todos y un artesano de la clase compuso una obra magnífica: un dildo biselado de oro con incrustaciones de diamante en la punta. Era un prodigio innovador y pudimos haber vendido muchos, desafortunadamente... no conseguimos los préstamos para invertir la producción a gran escala.

—¡¿Qué?! —Carlos saltó del sillón—. ¡¿Estás drogado?!

El Padre Jiménez sonrió, despectivo, y buscó en los bolsillos internos de su gabardina un paquete de cigarrillos rojos. Extrajo uno con los dientes y desenfundó su encendedor inagotable de anómala llama roja. 

—Estar cerca de la muerte me hizo pensar... que no me he drogado lo suficiente.

Carlos le impidió encender la lumbre. 

—¿Qué pasó después de la aniquilación de antimateria?

—Había un tercer hombre—dijo con el cigarrillo en los labios—. Una tercera presencia interrumpió la Transportación del Pajarón... y me sacó de la explosión. No recuerdo bien... Es muy confuso. Solo recuerdo su profundo olor a tinta podrida. Me dejó tirado en las montañas... y dijo, que aún tengo una encomienda en este mundo—dejó caer su peso en el respaldo del sofá—. ¿Quién crees que me haya salvado? ¿Jesús? —Chasqueó la lengua y dejó caer el cigarro—. No importa, tenemos que irnos.

—¿A dónde? —Carlos sintió un latigazo de adrenalina—. Estoy en arresto domiciliario.

Jonathan apretó los párpados, y se frotó las costras de las cejas.

—Un amigo desactivó tu rastreador—dijo, y se levantó—. ¿Vas a seguir jugando a la monja enclaustrada? Tenemos que partir, rumbo a Ciudad Zamora, antes del anochecer.

—¿Ciudad Zamora?

—Vamos a buscar al hombre que frustró mi honorable suicidio—Jonathan le dedicó una sonrisa diabólica—. A diferencia de Cristo, yo no perdono.



Míster África aparcó el automóvil en un mirador oculto en la cima de un cerro tachonado de callejuelas y casuchas, adyacentes al Malecón del oleaginoso río Orínoco. Desde aquella altura se alcanzaba a ver la magnitud del puente moderno que coronaba las aguas arcillosas y la amplia avenida comercial repleta de tiendas populosas, bancos, centros comerciales y agencias diversas. En su esplendor, el malecón fue la zona comercial más importante de Ciudad Zamora con cientos de locales enriquecidos con el auge minero y la expansión petrolera. El oro fluía abundantemente como el agua de río... pero, la prosperidad terminó con la toma del Arco Minero en manos de cabecillas anarquistas de la guerrilla y líderes del Cartel del Llano, bajo auspicio de pendencieros extranjeros y funcionarios militares... que expulsaron al populacho de las tierras auriferas, devastando el ecosistema con sus máquinas colosales capaces de voltear montañas, contaminar ríos y acribillar a los indígenas en sus hogares. Ahora, la cantidad de mercurio, plomo y otros metales pesados en los ríos era preocupante... y las especies autóctonas se hallaban en peligro de extinción, según organismos internacionales del medioambiente.

En aquella plaza circular sobre el cerro, se alzó una estatua del petimetre Rómulo Marcano, destruida durante las protestas tras los fraudulentos resultados electorales que intentaron burlar al pueblo. Una de las muchas figuras del dictador, distribuidas en cada Estado de la nación... «para vigilar y amansar a los venezolanos», según especulaciones del desaparecido Ciempiés Rojo. La fotografía de la destrucción se convirtió en símbolo de la libertad, pues se pudo apreciar al desfigurado Rómulo siendo masacrado a martillazos por un héroe encapuchado. Quizás la destrucción de aquellas fuentes encantadas pueda propiciar la ruptura del hechizo de dominio que mantuvo al pueblo sumiso durante tantos años de latrocinio, narcoterrorismo y empobrecimiento bajo el círculo militarizado de Rómulo Marcano y sus vínculos con el Cartel del Llano.

En el Amazonas, durante la guerra, había visto y escuchado asuntos que no le concernían sobre el trafico de fabricantes de estupefacientes en manos de guerrilleros colombianos al interior del país. A los cuarteles llegaban diariamente cargamentos de armas, que los soldados venezolanos debían embalar con los seriales raspados, y que desaparecían en dirección a las minas de oro tomadas por los carteles menores que pagaban «Vacuna», con un porcentaje de extracción al Cartel del Llano y los gobernadores. Aún recordaba el fusil ametrallador temblando en sus manos, al ser enviado de comisión para eliminar a los grupos fugitivos de guerrilleros con toneladas de material desviado.

El hombre apagó el aire acondicionado del carro moderno, de pulcra latonería gris, y Ariel sacó la pequeña laptop de la guantera.

—Creí que no sabías leer.

—No necesito saber leer para encender un computador.

Al iniciar el sistema operativo, se desplegó un centener de ficheros con los datos encriptados del servidor privado. Míster África pasó listas de perfiles separados por años, registros médicos, fichas de doctores en ejercicio e inventarios de fármacos; hasta hallar la carpeta oculta de la Iglesia Cristiana de la Salvación. Los carpetas identificadas con años iban desde 1897, casi cincuenta años antes de la fundación del consorcio cristiano, hasta la actualidad... y cada fichero contenía centenares de reportes y fotografías alusivos a casos de naturaleza extraña. Con precisión fueron clasificados documentos secretos sobre los Niños de Falcón que tuvieron contacto con seres alienígenas en su pueblito... y que más tarde desarrollaron habilidades extrasensoriales: sus expedientes eran seguidos con cuidado hasta su desaparición del ojo público. Revisó años posteriores, y halló fotografías de Misas Negras celebradas en la Montaña Sorte... y sectas ocultistas que ofrecían sacrificios humanos a dioses malignos para honrar la fundación de refinerías petroleras. Abrió una carpeta de los 2000's, y encontró un documento secreto que revelaba los rituales detrás de las estatuas de Rómulo Marcano, y su disposición geográfica para formar un círculo mágico de alto poder. Revisó uno de hace diez años, y presenció los vídeos espeluznantes de deslaves y tiroteos durante el accidente conocido como el Horror del Arco Minero, que según dicen los mineros informales, fue ocasionado por una fuerza oscura desenterrada del subsuelo. Allí encontró fotos macabras del Pacto en la Cárcel de Ulises: cuerpos desmembrados formando un pentagrama de sangre en una horripilante sucesión de ceremonias malsanas. 

Había un documento titulado «Elegidos de Odrareg», con una retahíla de individuos de todas las nacionalidades, sometidos a oscuras ceremonias de Atadura Espiritual y Pactos con entidades antiguas, poseedoras de magias desterradas a otros mundos en un pasado primordial.

Más escalofriante aún, ante sus ojos se desplegó el horror de proyectos ultrasecretos de clonación humana, con expedientes de cada clon... uno de los cuales llamó su atención por su semejanza al Señor Mostaza; a su vez, vio que muchos presos políticos eran utilizados en crueles experimentos de modificación corporal y otras cientos de blasfemias que no quiso detallar por la crudeza del horror. Había intervenido quirúrgicamente a soldados abatidos en plena escaramuza... pero aquella repugnancia quimérica era partidaria de las oscuras invectivas de la necrofilia.

El individuo corriente desconoce la insignificancia de su existencia hasta que rebasa una frontera ininteligible de conocimientos y circunstancias que lo abruman. Aquellas cosas que estaban ocurriendo, pero de las que nadie se enteraba... eran el precipicio de un horror transitorio que enloquece nuestra concepción de la sociedad. 

Avistaron las cámaras de seguridad de la Plaza Bolívar en Ciudad Zamora, y detallaron la vigilancia furtiva del Justiciero, enmascarado y sigilosa, por las avenidas pululantes de maldad. Habían archivos de años pasados que hablaban sobre las partículas que el Cometa de Sangre liberaba en la atmósfera al pasar cerca de nuestro planeta... y de sus nefastas mutaciones cromosómicas, originarias de fenómenos inexplicables. Observaron con detención las tomas satelitales del cometa rojizo, rico en cinabrio y otros minerales, y las anotaciones de psíquicos que describían abominaciones anteriores a los planetas, atrapadas en aquella crisálida sanguínea... en su viaje elíptico por la órbita solar. 

Los ficheros de la primera década contenían informes sobre mutantes que habían inhalado partículas del Cometa de Sangre: estos fueron viviseccionados en horrendas autopsias, y sometidos a pruebas indescriptibles. Descubrió una lista de nombres en los que aparecían mutantes activos, desaparecidos y muertos... y halló una decena de clones por cada mutante dotado de habilidades especiales; criados en laboratorios clandestinos que operaban en los orfanatos y ambulatorios de la Iglesia Cristiana de la Salvación.

Más recientes fueron las conexiones con el Culto del Meridiano, que utilizó como base la Finca del Chaure en Montenegro. En cada año, había una sección especial, dedicada a los casos de la comarca montenegrina... en los que se detallaron accidentes como la Masacre en la Finca del Chaure, los brujos involucrados en la resurrección del Taita Boves, y los homicidios y desapareciones del Octubre Rojo; y un caso no aislado, en el cual un taumaturgo reconocido llamado Saúl Túnez, sufrió una mutación espeluznante al entrar en contacto con una fuente de energía primigenia, que lo convirtió en un proboscídeo paleógenico sin forma. Estos casos eran alarmantes, y denotaban picos de actividad anómala sin precedentes...

Míster África cerró el computador. Había demasiada información como para entrar en detalles... Estaba confundido. Sabía que la Iglesia Cristiana de la Salvación era una organización sin fines de lucro, que poseía más de ochenta centros de acopio distribuidos en el país para la difusión del mensaje cristiano de liberación. Sus sucursales reunían millones de fanáticos y movían millones en efectivo libre de impuestos para la construcción de escuelas, hospitales, estadios y obras caritativas en sitios aislados y barrios pobres. Aunque sus donativos anuales alcanzaban cifras significativas, bien podrían estar confabulados con carteles y gobernadores, convirtiéndose en lavadora de dinero más grande del mundo; pasando desapercibidos ante la vigilancia internacional. Sus almacenes, anfiteatros, vecindarios y departamentos... podrían ser bases de operaciones para la distribución de drogas, armamento y los oscuros secretos de régimen totalitario, infestada de ritos al Maligno e inmemoriales mártires de contravenciones naturales.

Miró a Ariel, que se mantenía expectante con los labios apretados intentando discernir la cantidad de imágenes horripilantes vistas por el computador. Abrió la boca para decir algo, pero la explosión cayó sobre ellos con una lluvia de vidrios rotos y un latigazo de calor.

Míster África apretó el portátil en su costado y ambos salieron del vehículo encendido, aturdidos como abejorros por el humo. Tres sombras se erguían a unos veinte metros, en medio de aquel alto mirador; sin pensarlo, el hombre desenfundó su Zamorana y vació el cartucho antes de darse cuenta que las balas rebotaban unos metros ante las odiosas figuras.

—¡Capitán Urdaneta! —Reconoció aquella voz; pérdida hace muchos años bajo el selvático fuego ametrallador.

Ante su visión adolorida apareció una mujer de piel oscura, enmascarada con un grueso trapo con orificios para los ojos, y amarrada al cuello con un rústico mecate. Había engordado unos kilos, pero seguía siendo el mismo fantasma... perdido hace muchos años en los horrores de la jungla. Aquella aparición espeluznante le heló la sangre, y si no fuera por la interferencia de Ariel se habría petrificado de espanto.

El guijarro de cuarzo estalló entre él y el Espectro con una teatral cortina de fuegos artificiales, y el pequeño judío lo embistió de costado para juntos rodar por el pavimento... evitando un chorro amarillo de aliento draconiano. El Piromaníaco estaba vivo, aún vestido con el uniforme sanitario, y con el rostro descompuesto por la abstinencia psicotrópica. La piel blanca asomaba de los agujeros en su camisa, y las manchas de sangre seca parecían diluidas en el azur... Era el mismo secretario de mirada lacrimosa y rostro desaliñado; levantó sus manos pálidas de brazos menudos, y dos chorros candentes brotaron como un lanzallamas bícefalo de líquido nítrico. 

—Ogou Feray—pronunció Míster África en nombre del Lúa del Fuego; y dejó caer de su bolsillo un pequeño muñeco de paja alimentado con sangre seca.

El fuego estalló ante ellos como un remolino, y consumió al pequeño rápidamente... creando una columna ardiente que se alzó unos tres metros. Míster África y Ariel aprovecharon el desconcierto para huir por la tosca bajada del cerro, saltando la baranda metálica y tropezando con la arena y las raíces sobresalientes de aquella colina que se erguía sobre uno de los extremos del bullente Malecón del Orínoco. 

Míster África aferró el portátil bajo su axila mientras descendían el escarpado tramo a un barranco que se perdía en matorrales y pantanos repletos de desechos del caudaloso río. 

—¿Tienes más material de conjuración? —Dijo, mientras intentaba no romperse un tobillo.

—¡En el carro! —Gritó Ariel, sudoroso—. ¡Solo tenía unas pizcas de cuarzo limado para contingencias! ¡El resto de minerales se quedó en la guantera!

La explosión del tanque de gasolina coreó su afirmación. Bajaron los veinte metros del cerro hasta un terreno invadido por la vegetación a pocos metros de un barranco cortado por el agua del río. La tierra era arcillosa y los árboles crecían, arracimados, sobre el cerro... mientras que un muro de cemento coronado por una baranda los separaba de una avenida. No tenían armamento, ni minerales, artefactos o Círculos de Invocación... Había utilizado el único Señuelo de magia simpática, y estaban contra las cuerdas. La hechicería requería preparación; estaba pensando en la posibilidad de moldear un Lúa de protección... cuando aquellos tres despreciables perseguidores, surgidos de las sombras más oscuras por los oscuros milagros demoníacos de los seres que podían vulnerar los Portales. 

Ariel debía sentirse indefenso, incapaz de que Flegeton o alguna de sus otras personalidades tomara el control. Lo escuchó gritar ante la tercera figura: una pequeña mujer de pelo corto y negro, tan delicada como una muñeca de palitos; iba escoltada por el Piromaníaco de rostro irritable. 

—Capitán Urdaneta—se le presentó la mujer encapuchada de ojos iracundos. Su presencia era un remolino indescriptible de emociones punzantes—. ¡¿Recuerdas a tus compañeros de la Brigada Fronteriza?! ¡¿A todos esos soldados, comandados bajo tu negligencia?! 

La proyección de recuerdos arrastró un ardor detrás de sus ojos: el Mayor Fuenmayor en un charco de sangre mientras el zumbido de las balas al pasar cerca de su cabeza se confundía con la furia de los mosquitos en lo profundo de la selva indómita. Recordó los horrores que vivió al mando de un pelotón de soldados andrajosos y desmoralizados... siendo cazados por los guerrilleros colombianos, poniéndolos contra ellos mismos, mientras quedaban atrapados en trampas mortales. 

Míster África no se dejó acobardar.

—Lo siento, yo no tengo amigos negros.

—¡Perro! —Maldijo el Espectro—. ¡Traicionaste a tu tropa! ¡Nosotros también soñabamos con regresar a casa! ¡El Mayor Fuenmayor te confió nuestras esperanzas! ¡Y nos abandonaste en la selva frente a la guerrilla colombiana!

El hombre apretó los dientes. Se había enterado que tenía una hija, debía volver a cualquier costo... las vidas de sus compañeros de brigada eran incomparables. Corrió, por supuesto que se esfumó... mientras eran acosados por los vengativos guerrilleros, dopados con raspado de cocaína y metanfetaminas. Fue el único, que supiera, que consiguió regresar al Cuartel Fronterizo y dar su reporte de la emboscada. Había abandonado a sus compañeros para sobrevivir, pero no recordaba sus rostros... excepto en pesadillas. 

El Espectro sacó una Glock nueve milímetros de su chaqueta, y... vio el cielo caer con un remanso resplandor. Sintió los vellos de su nuca enervar ante la proliferación de fotones energéticos... De aquel fulgor polar de cegadora luminosidad surgieron dos figuras: un hombre encapuchado de conjunto negro con visera protectora y una morena con el uniforme fundacional que reconoció como Jericó García. 

—¡Elios! —Conjuró a grandes voces. Sostenía sobre su cabeza una piedra translúcida que refulgía como un poderoso faro, cual ventana al estadio celestial que conducía al Trono de Dios—. ¡Dios del Firmamento! ¡Me levanto temprano! —El brillo se intensificó—. ¡Antes de que salga el sol! —No podía abrir los ojos, pues quemaba incluso bajo los párpados—. ¡Clamo en busca de ayuda y pongo mi esperanza en tus palabras!

Escuchó una succión magnética y la pistola del Espectro se zambulló en el río, detrás del pantano. Jericó dejó de concentrar su energía en el trozo rectangular de calcita translúcida... y la luz descendió hasta la normalidad. Cuando su visión borrosa clareó, descubrió que los tres mutantes habían desaparecido, tragados por las sombras con un embrujo de Transportación. El hombre de vestimenta negra y pasamontañas, no era otro que el Justiciero de Ciudad Zamora: una leyenda viviente que, según las investigaciones de la Fundación Trinidad, era un mutante con la peculiaridad de convertir su sistema nervioso en un electroimán, capaz de generar más de cien Tesla de atracción y repulsión magnética. 

Míster África tembló al descubrir que perdió la computadora con todos los datos encriptados de la Iglesia Cristiana de la Salvación. 

—Carajo—Ariel le leyó el pensamiento. Estaba cubierto de barro arcilloso, endurecido en algunas partes por los chorros de candela que tuvo que soportar—. Salvador nos quitará la bonificación mensual. 

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La Corte de los Degenerados

Gerardo Steinfeld

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