«Puerto Marciano Amalivaca»
Distancia estelar: 54,600,000 kilómetros.
Ubicación: Valle de Tharsis, Tubo de Lava Kúwai.
Coordenadas: 8°06′10″N 63°32′49″O / 8.1028532, -63.5469562.
Índice de Población: 2,000 habitantes permanentes.
Ámbito: Interplanetario.
Actividades: Multipropósito.
Operador: Autoridad Marciana Bajo Amparo Hegemónico del Sudamericanismo.
«El cargamento de la Nave Calamaro fue requisado por su posible peligrosidad en las instalaciones portuarias de almacenamiento. La lanzadera descendió controlada por computadora siguiendo los lineamientos del programa. El estado inocuo de los cuerpos se presentará a autopsia para determinar la causa de muerte de la tripulación. Su procedencia es desconocida. Los registros fueron borrados, únicamente se salvó un paquete de mensajes de advertencia en los archivos del capitán a bordo: Ellos han sobrevivido desde el albor de la humanidad, escondidos en las sombras... Se han infectado en los terribles pantanos del infierno con las diez mil plagas babilónicas para extender su degeneración hasta el fin del cosmos. Solicito con carácter de urgencia, que los cuerpos encontrados en la Nave Calamaro sean sumergidos en ácido sin violar su estado y se destruya inmediatamente su horrible cargamento. ¡Por el bienestar de la Humanidad y los Otros!»
Informe de Revisión para la Nave Comercial Calamaro.
—El Protocolo de la Asociación Sudamericana establece que, en caso de morir cada uno de los miembros a bordo de una nave comercial o militar, será reconducida al Puerto Espacial más cercano y puesta bajo cuarentena—transmitió la computadora a su interfaz con una serie de instrucciones que aparecieron ante sus ojos electrónicos—. El cargamento debe ser descontaminado para su estudio y aprovechamiento en beneficio de la Tesorería Marciana.
Jesús Martínez abrió y cerró las manos con una extraña sensación de dolor simulado. Miró las pantallas de los puertos y las docenas de autómatas descargando los contenedores y embarcando las lanzaderas... Los diecisiete módulos de despegue estaban conectados por un puente metálico de hangares con forma de cúpula en la superficie del desierto rojo y polvoriento. Debía culminar su labor antes que la tormenta de arena arribase al Valle de Tharsis con violentos huracanes rojizos que dibujarían nuevas dunas y descubrirían antiguas necrópolis de piedra en la región. El Tubo de Lava Kúwai componía una red de catorce kilómetros de túneles subterráneos de quitosano—procedente del material residual queratinoso del cuerpo humano—, plástico y polímero: un distrito comercial de talleres, salones y viviendas bajo una vasta llanura volcánica muy elevada en comparación al resto del planeta. Antes de proceder con la desmantelación de la nave intrusa, aseguró el avituallamiento y despegue de las lanzaderas de regreso a la Tierra; la integridad de los generadores atómicos principales y los secundarios de almacenamiento solar y eólico... y el correcto funcionamiento de los purificadores de agua del reservorio de hielo. Habría alojamiento de colonos enteramente biológicos con necesidades alimenticias y consultó la eficiencia de los jardines hidropónicos modificados genéticamente y las granjas insectívoras para componer una dieta nutritiva capaz de mitigar los efectos nocivos del encierro marciano durante la temporada de huracanes.
El almacén de contenedores era un recinto abovedado de gran tamaño, equipado con garras, robots de carga y drones que permitían automatizar los procesos de embalaje y distribución por las instalaciones de la ciudadela portuaria. El Jefe de Almacén, David Pereira, mantenía una distancia prudencial mientras los almacenistas embutían sus cuerpos en anticuados trajes de polímero con visera de policarbonato... Como su cuerpo era artificial, compuesto por materiales sintéticos y membranas que imitaban el aspecto humanoide, no debía preocuparse por limitaciones similares al resto de personas. Sus huesos eran barras de carbono, sus órganos internos eran dispositivos reactivos de funcionamiento autónomo de larga durabilidad y su sistema nervioso operativo era un circuito integrado capaz de replicar la sensibilidad de las texturas y detección de calor; aislado por una capa de tejido epidérmico semejante a su piel anterior. Los cuerpos artificiales constituían la apoteosis a la inmortalidad... abandonando un cuerpo biológico y sometido a los impulsos hormonales para residir en el culmen de la tecnología. Los chips y placas fotoeléctricas que contenían sus memorias constituían la base de su «esencia» desgajada en algoritmos. Su cuerpo artificial era incorruptible a los patógenos y agentes contaminantes...
Los almacenistas aseguraron la carga del contenedor de metal reforzado y comenzaron a cortar los remaches con la soldadora de electrones, despidiendo un haz de chispas con hedor metálico. Separaron las planchas, abriendo la compuerta al contenedor hermético... liberando una excrecencia purulenta como un miasma, resultado de la acumulación de gases de descomposición en el interior. David desconectó rápidamente los sensores nasales mientras observaba por su ojo derecho la conexión bilateral de la cámara en los trajes herméticos de los hombres.
Su interior no contenía vísceras o sistema orgánico: sus músculos y tendones eran articulaciones biomimeticas compuestas por motores de titanio y cables de wolgframio adheridos al esqueleto interno de carbono derivado del grafeno. El núcleo controlaba miles de nodos de computación trabajando en paralelo para ejecutar velocidades de cinco Gigahertz en procesamientos de datos más refinados que los del cerebro humano ordinario; y para evitar el recalentamiento del sistema, el calor residual era absorbido por generadores termoeléctricos para alimentar las baterías de cloruro de tionilo y litio: un sistema eficiente, limpio y autónomo. La capa interna de robusto elastómero protegía herméticamente los circuitos internos y una segunda capa de elastano inteligente conducía los estímulos táctiles al núcleo. Un cuerpo artificial e inmortal fabricado al por mayor para los mandatarios de los Bloques Hegemónicos y los empresarios multimillonarios de los gigantes corporativos que modelaron el mundo tras la Coalición Continental.
David Pereira había sido un importante funcionario del Sudamericanismo, pero cuando la guerra terminó... lo despidieron como un proscrito al agujero marciano. Los otros «artificiales» lo excluían como un repudiado, y a pesar de no albergar la cuarta parte del esquema emocional humano... se sentía fuera de sitio: a cargo de la revisión de todo contenedor que entraba y salía de la órbita marciana durante cien años de cautividad. Todos sus parientes habían muerto y sus bisnietos lo habrían olvidado... si seguían vivos después del caos ambiental que sacudió el planeta madre hasta convertirlo en un globo enfermo.
«Las cosas se están poniendo feas en la nave tras nuestro aterrizaje de exploración en [CENSURADO] y temo que mi regreso a la Tierra se vuelva improbable. Por si llega a pasarme algo, quiero decirte... gracias. Perdón por haberte abandonado. Fuiste buena conmigo y yo... traté de ser mejor. Te quiero, para siempre te quiero.»
Última grabación del Capitán del Calamaro utilizada como evidencia durante la Investigación en el Puerto Marciano Amalivaca.
—He esperado todas estas décadas—Jesús Martínez acarició el vientre abultado de la mujer. Iba semidesnuda con la bata del quirófano—. Hace cincuenta años que mi esposa Sofía y yo congelamos los embriones antes de partir a este planeta... y finalmente, después de tantos años de espera, se está gestando el fruto de nuestro amor. Solo faltan semanas para que pueda...
—¿Por qué prefirió un vientre de alquiler y esperar tantos años? —La mujer se llamaba Verónica Hernández, había viajado voluntariamente desde la región colombiana por la compensación. Era una mujer lozana y fresca de cutis blanco y cabellera oscura como el azabache, su rostro dulce y cuerpo de bailarina guardaba toda la gentileza del mundo... Era la única que cumplía todas las condiciones médicas—. Pudieron haberlo gestado en una Cámara de Fecundidad y maximizar sus capacidades desde feto.
—Sofía quería que fuera natural: escogiendo sus dones y defectos como todos los demás—miró el ultrasonido en la pantalla: el bebé viable había crecido sin deformaciones. Era una niña robusta que compartía lo mejor de ambos genomas, salvo la degeneración celular de Sofía... El genetista había purgado los óvulos y asegurado el procedimiento de fecundación—. Ojalá ella hubiera vivido un poco más... Su cáncer era muy agresivo: melanomas por todo el cuerpo, metástasis ósea, atrofia motriz y desorden neurológico. Sus órganos se habían convertido en bultos grasientos y su sangre era tan negra y espesa que parecía petróleo...
—¿Y por qué ella no optó por un cuerpo artificial como el suyo?
Jesús hubiera tragado saliva de tener garganta. El doctor Leopoldo Medina regresó al cubículo de observación apoyado del Asistente No Humanoide: un cubo multipropósito sobre cuatro ruedas con inteligencia artificial conectado a la red médica; para continuar las pruebas y ecografías. Su presencia como médico era solo para casos requeridos, ya que las máquinas habían automatizado el proceso de diagnóstico y tratamiento mediante escáneres y distribución de medicamentos. Leopoldo era Supervisor de Salud, y el bebé que esperaba Verónica sería uno de los primeros nacidos en Marte desde hace mucho tiempo. El grueso de la fuerza laboral en el puerto tenía contratos de cinco a diez años... eran raros los moradores permanentes.
Gilberto Muñoz era uno de ellos, un hombre infinitamente envejecido de piel cerúlea y ojos electrónicos; desprovisto de pelo y vestido limpiamente. Era un Cyborg en toda la extensión de la palabra, y desde hace más de doscientos años acumulaba extremidades robóticas, órganos artificiales y modificaciones corporales extravagantes. Era el hombre más viejo de la historia... y fue a verlo a su sala de control con un porte señorial. Era grueso y ancho de hombros por las modificaciones, uno de sus brazos era una garra multipropósito que imitaba en reposo la simetría antropomorfa mientras que su otro brazo era de carne hasta el muñón de la muñeca, donde se adherían apéndices metálicos semejantes a una mano; decían que perdió aquella extremidad en un horroroso incidente relacionado a la Fundación Trinidad. Sus piernas metálicas pasaban por reales bajo los pantalones y los zapatos... pero nada bajo sus muslos pertenecía al cuerpo original; aunque seguía siendo un sesenta por ciento biológico. Su cara tenía una visera atravesada en los ojos por luces parpadeantes, su nariz ancha y boca amplia seguían funcionando naturalmente... pero los implantes en los oídos y los electrodos que sobresalían de su cabeza borraron toda huella de humanidad en su semblante. Ojalá hubieran eliminado su oscuro sentido del humor...
—El cargamento del Calamaro bajó a puerto hace setenta y dos horas—dijo con voz metálica, abriendo la boca a penas—. He desencriptado parte de los archivos en su ordenador, y tengo importantes motivos para creer que la tripulación no quería que su contenido llegase a puerto. Hubo un intento de autodestrucción de parte de una de las mujeres científicas a bordo... pero esta fue cancelada poco después. ¿Sabe lo que creo? Puede que haya habido un motín... aunque los cuerpos hayamos en la Calamaro no presentaban signos de violencia: estaban íntegros e incorruptibles como...
—¿Santos? —Jesús frunció el ceño imitando un antiguo gesto—. Sus cuerpos debían estar podridos... pero durante años permanecieron sin cambios hasta que la ruta se completó. ¿Qué pasó con ellos?
—Los catorce cuerpos fueron trasladados al área médica para realizar la autopsia—Gilberto hizo girar enérgicamente su mano mecánica—. He revisado sus perfiles: científicos, médicos militares, biólogos, antropólogos e ingenieros... Parecía el escuadrón de reconocimiento de un nuevo ecosistema. Busqué en la red sobre la Nave Calamaro y no encontré mención alguna... al menos, no en los servidores públicos. La ruta de viaje del Calamaro es un misterio, y sus grabaciones... Ellos estaban asustados.
—Los almacenistas pronto descubrirán qué horrores contenía esta nave.
«Nuestro viaje a [CENSURADO] era netamente cientifico para desvelar los secretos de una transmisión continúa captada por la sonda espacial Centurión al atravesar la periferia de un exoplaneta con condiciones óptimas para la colonización, en las coordenadas de [CENSURADO]. Reporte de emergencia médica tras contacto con la fauna de la superficie... uno de los miembros de la tripulación fue infectado por un espécimen desconocido y peligroso. El individuo fue aislado y el proceso de análisis ha encontrado horribles consecuencias en su organismo...»
Doctora Gabriela Muñoz, Nave de Exploración Calamaro.
Los almacenistas aperturaron el contenedor para encontrarse envueltos en un miasma de purulencia verdosa y húmeda... Las paredes metálicas eran recubiertas por crustáceos parecidos a percebes adheridos en concordancia con una satánica caverna de infiernos alienígenas más allá del tiempo en el que los estanques evolutivos eran inherentes a ensoñaciones de pústulas infectas y membranas gangrenosas. Aquellas superficies tapizadas de líquenes desconocidos y protuberancias cartilaginosas pertenecientes a edades antediluvianas de mórbida degeneración... relegaron cualquier concepción natural al terreno de la incertidumbre. Los almacenistas se zambulleron en aquel receptáculo contaminado con las cámaras capturando tomas indescriptibles de virulencia y putrefacción.
David Pereira miraba a través de las cámaras por la visión compartida superpuesta en su campo de visión... preguntándose qué organismos podrían desatar aquella multiplicación espontánea de formas de vida. La computadora analizó rápidamente un centenar de especies de hongos desconocidos, formas orgánicas similares a crustáceos adheridos, excrecencias purulentas y demás sustancias relativas a la panspermia. ¿A qué planeta había sido enviado el Calamaro? ¿Qué mató a todos los miembros a bordo sin malograr la inocuidad aparente de sus cuerpos? ¿Era contagiosa? Todo el almacén había sido puesto en cuarentena y los cuerpos de la tripulación fueron sellados en cámaras herméticas para su estudio. No podían arriesgarse a una epidemia desconocida: cientos de naves comerciales y militares eran abastecidas por el Puerto Amalivaca al año.
Los almacenistas embutidos en trajes biológicos exclamaban de asombro ante el recital de las glándulas de pus y los aparentes movimientos de la masa orgánica compuesta por millones de seres apilados como mucosidad enervante. El contenedor debió ser resguardo de muestras tomadas de alguna superficie alienígena que por desperfecto del recipiente, ocasionó un desequilibrio bacteriano esparcido por una fuga con la proliferación de miles de millones de microorganismos desconocidos. Pero no era posible que crecieran tanto y tan rápido ante las carencias ambientales del contenedor. No había precedentes biológicos, salvo los extremofilos de las cavernas subterráneas... pero estos no presentaban este anormal crecimiento. La cámara enfocó pequeñas cajas de polímero sellado con muestras de tierra, muestras hepáticas en placas y pequeños objetos del tamaño de manzanas. Uno de los hombres levantó aquel huevo de tejido cartilaginoso que parecía hincharse y encogerse con espasmos... Lo levantó ante la cámara con el grueso guante de elastómero firmemente apretado sobre la superficie rosácea de textura similar a una placenta. El fruto carnoso se hinchó como una manzana de la que mana un gusanillo negro de movimientos repugnantes, atravesando la cáscara con un chirrido húmedo, expulsando un jugo grasiento y...
Un grito brusco irrumpió en la transmisión.
«El Exoplaneta identificado como [CENSURADO] es solo una décima parte más grande que nuestro planeta y se halla en una órbita idónea circundando a la joven estrella [CENSURADO]. Los datos recogidos vía satélite han encontrado importantes indicios de una atmósfera rica en hidrógeno, oxígeno y carbono: los pilares de la vida orgánica. Además, se han captado señales de radio procedentes de esta región galáctica por lo que se teoriza la posible existencia de una civilización. Tras el despliegue de sondas de barrido y la búsqueda inmediata de equipo humano especializado, la Nave Calamaro ha sido abastecida en el Asteroide W-26 para su partida inmediata a la Misión de Reconocimiento y posiblemente... el Primer Contacto de la Humanidad.»
Bitácora de Despegue del Expedicionario Militar, Brayan Mendoza. Asteroide W-26 a 65,000,000 Km del Puerto Marciano Amalivaca.
—En el antiguo Egipto cuando una mujer hermosa moría, antes de ser modificada por el sepulturero, la vigilaban durante días hasta que empezaba apestar... para evitar la profanación de su cuerpo—el doctor Leopoldo Medina le señaló el cuerpo desnudo de la mujer en la camilla central de la cámara hermética repleta de mesas y Asistentes Robóticos para su autopsia—. Pero, ¿por qué cogerse un muerto?
Felipe Carpio se encogió de hombros mientras se ajustaba la mascarilla y la protección de plexiglás al rostro.
—¿Por qué no? —Usaban un traje de fieltro color ciruela que cubría todo el cuerpo. Gruesos guantes de elastómero y protecciones adicionales de plexiglás para los principales orificios faciales—. ¿Qué diferencia hay entre una muerta y una esposa cansada?
Leopoldo levantó un dedo y sonrió debajo de la mascarilla. Las lecturas ambientales dictaban que el aire era respirable... pero no sabían qué agentes serían liberados al abrir los cadáveres. Toda el ala médica estaba puesta bajo cuarentena.
—¿Trabaja Gladys?
—Solo con el mozo—los ojos de Felipe se arrugaron cuando carcajeó—. El encierro la está trastornando aún más...
—No te preocupes—Leopoldo esperó que el Asistente No Humanoide se acercase como una mesa autómata para desplegar el conjunto de herramientas: bisturíes, sierras, taladros y lectores submusculares—. Esta tormenta de arena tendrá una duración de noventa y dos días... y podrán regresar al planeta. He escuchado que las tensiones internas del Sudamericanismo se han aplacado...
Felipe ajustó las luces de la camilla de operaciones. Era un cubículo de ocho metros cuadrados con equipamiento médico costoso para llevar a cabo cirugías de rutina mediante máquinas automáticas de sutura, extracción y anestesia. El ala médica correspondía un distrito de asistencia operativa con una docena de Auxiliares Médicos humanos apoyados de maquinaria automática parecidos sarcófagos herméticos de estudio y tratamiento, tres cámaras de quirófano para casos graves, un salón de cultivo de órganos, un consultorio de odontología repleto de garras robóticas aterradoras, una cámara de fecundidad para la gestación de embriones y un centenar de Cubículos Médicos Inteligentes distribuidos por todo el puerto con servicio autónomo de escaneo físico y consulta interactiva abastecida con suministros farmacéuticos.
—¿Usted no quiere regresar a su mundo?
Leopoldo levantó el bisturí y encendió las luces de sus lentes bajo la barra protectora.
—No tengo nada que hacer allá—dijo. Señaló los bultos aparentes bajo el tejido mamario y los palpó con las yemas—. Buenas tetas... pero tocarlas con guantes es como coger con condón.
—Depilado brasileño—Felipe señaló la entrepierna hinchada de labios—. Ni un solo vello.
—¿Ahora entiendes a los egipcios?
—Mi esposa no se afeita desde que aterrizamos.
—Al mozo le gustarán peludas.
La Doctora era una mujer verdaderamente hermosa: su piel blanca como el alabastro describía valles montañosos de pronunciadas curvas. Sus abundantes senos de pezones rosados como botones tenían picos sobresalientes como pinos... y su ombligo se hundía suavemente en una cintura de curva ligera, ensanchando unas caderas pronunciadas que conducían a unas piernas largas de muslos carnosos y pies inmaculados. Desde el ombligo bajaba una línea blanca en la palidez del vientre hasta una vulva regordeta de labios lozanos como pétalos rosáceos de almíbar. Su rostro en forma de corazón poseía un rubor innato de mejillas aderezadas por pómulos pronunciados y ojos estrechos bajo párpados de malvavisco, ribeteado de un largo cabello color roble oscuro. Pero una pequeña imperfección pervertía la inocuidad del cuerpo: un diminuto agujero en el dedo pequeño del pie derecho que nunca sanó...
—El escáner profundo repasó cada vaso sanguíneo, hueso y órgano de su cuerpo buscando agentes biológicos o indicios de violencia—dijo Felipe y señaló el ordenador a su diestra. La pantalla se iluminó con capturas de resonancias, rayos X e imágenes subdérmicas y submusculares. Habían extrañas protuberancias negras en la zona pectoral y el bajo vientre—. ¿Síntomas de descomposición o alguna característica cancerosa?
Leopoldo alineó los recipientes de muestras y las pinzas. Activó la garra robótica del Asistente y solicitó una incisión de cinco centímetros en medio de aquellos senos... Los apéndices metálicos sostuvieron el bisturí y descendieron en la operación.
—Las tetas más bellas que he visto—reflexionó Felipe, lastimero.
—No has visto muchas entonces.
El bisturí cortó la piel y Leopoldo apoyó una mano en el músculo del plexo solar para encajar las pinzas dentro. Enseguida se abrió el cuerpo, brotó un líquido negro como brea... cuyo olor repulsivo y aceitoso penetró en las barreras de protección como un cuchillo al rojo. Las pinzas parecían encajar en una sustancia asquerosa destilada del interior de un abismo pretérito... y en ella se retorcían las abominaciones de los acueductos babilónicos de horrores estancados.
—Nunca había visto este pus negro y aceitoso—Felipe usó una jeringa para extraer una muestra de la llaga—. La inocuidad de sus cuerpos es solo superficial... por dentro están podridos hasta el tuétano.
—Por dentro tiene unas... pequeñas larvas—Leopoldo extrajo un gusanillo largo y negro como un cabello que se retorcía en repulsivos espasmos—. Son miles de parásitos encuñetados en su caja torácica... Creo que es un nuevo espécimen de larva.
—¿A dónde fue la Calamaro?
El gusano se estremecía con vigor, y los otros cientos asomaban de la abertura practicada en el pecho del cadáver: una fisura innominable que calaba bajo la piel como un repelús indescriptible. Sintió esos gusanos retorcerse en sus entrañas con aprehensión... provocando arcadas y hormigueos cual escalofrío en los intestinos. Felipe abrió un recipiente hermético y Leopoldo depositó la culebrilla... buscó otro recipiente más grande y unas pinzas adecuadas cuando escuchó el pujido del auxiliar.
—¡Abrió los ojos! —Exclamó Felipe con los ojos dilatados tras la máscara. Parecía que su respiración se había detenido.
—Un reflejo muscular—declaró Leopoldo insertando nuevamente las pinzas en la abertura de la muerta. Miró aquellos ojos verdes como espejos de aguamarina... vacíos e inexpresivos, pero fulgurantes de un mordaz horror—. ¿Dónde habrán contraído estos parásitos?
Metió las pinzas profundamente sintiendo en sus dedos la textura enfermiza de aquella podredumbre, y miró los ojos inquisitivos del espectro... Parecía devolverle una mirada hostil plagada de incertidumbre. Las pinzas se le resbalaron de los dedos y el rostro pálido de la Muerte separó sus labios para abrir una boca negra como el espacio profundo...
«La atmósfera contiene un sesenta porciento de nitrógeno, un diez porciento de oxígeno y el resto corresponde carbono, azufre y otros gases. Probablemente nuestro sistema inmunológico sea incapaz de lidiar con tantos microorganismos nuevos... pero las muestras de suelo y agua nos permitirán la creación de vacunas para la adaptabilidad. Aterrizamos en una región pantanosa... La humedad y el calor de gran parte de la masa terrestre propician la proliferación de estos hábitats. La flora es... abundante, pero la fauna es inexistente. ¿Ocurrió un evento de extinción masiva? No hay pájaros o insectos... Todo está muerto.»
Doctora Gabriela Muñoz, Bióloga de la Nave de Exploración Calamaro.
La tormenta de arena que se gestaba en el ecuador finalmente cubrió la superficie del vasto Valle de Tharsis, cubriendo cualquier salida al exterior con cortinas de arena de varios kilómetros de altura. El Tubo de Lava Kúwai extendía sus túneles excavados en el subsuelo hasta los yacimientos de hielo alcanzando los cientos de kilómetros de recorrido con nueve distritos interconectados por plataformas móviles y más de dos mil habitantes permanentes en sus instalaciones que desempeñaban puestos de reparación y comunicación con la red de colonias y estaciones espaciales.
La tormenta de arena duraría aproximadamente dos mil doscientas horas en las que dependerían exclusivamente de los reactores nucleares, los generadores auxiliares, del sistema de reciclaje hídrico, los cultivos hidropónicos y granjas insectívoras. Jesús había dispuesto protocolos en caso de eventualidades relacionadas a descomposturas o fallos en la cobertura... y tras el parto de Verónica pondría al recién nacido en suspensión de sucedáneo nutritivo para enriquecer su organismo hasta el segundo año de vida. Tras el alumbramiento, delegaría su administración al ordenador y suspendería su procedimiento de datos hasta el final de la tormenta. Su interpretación de la realidad, el pensamiento consciente, se vería interrumpido y caería en un profundo aletargamiento cognitivo.
Estaba revisando sus recuerdos archivados sobre la promesa que le hizo a una famélica Sofia cuando recibió una llamada urgente del Jefe de Almacén, David Pereira... era una transmisión directa.
—Señor Gobernador—se lo escuchaba preocupado, seguido de gritos de fondo sofocados por el eco del almacén. Pereira era un artificial, por lo que la emoción de preocupación realmente debía ser una emergencia—. Abrimos el contenedor de carga del Calamaro, pero uno de los almacenistas entró en contacto con organismo desconocido. Dice que atravesó el elastómero del guante y entró en su cuerpo. Hemos solicitado apoyo médico, pero me informan que están en cuarentena...
La transmisión enfocó a un hombre sofocado y retorciéndose como un gusano moribundo. Estaba embutido en un grueso traje biológico color añil intentando quitarse el casco de polímero. No había sangre o signos de dolor, sus gritos eran de pánico tras la irrupción del organismo desconocido en su cuerpo.
—¡Póngalo en cuarentena de inmediato! —Ordenó Jesús compartiendo la visión del Señor Pereira—. ¡Cierren el almacén para evitar cualquier fuga ambiental! ¡Ya tuvimos suficiente guerra biológica en nuestro planeta como para conocer sus consecuencias!
Otra llamada entrante desde el ala médica. Jesús la delegó al ordenador y la imagen del Doctor Leopoldo Medina apareció en su pantalla: ensangrentado y embutido en un traje quirúrgico con mascarilla y visera protectora.
—¡Los cadáveres de la tripulación han desaparecido del congelador! —Gritó, mientras el salón del fondo era un caos de auxiliares—. ¡El auxiliar Felipe Carpio fue asesinado! ¡Tenemos un prófugo con cientos de miles de parasitoides dentro de su organismo!
—¡Exponga su situación!
—¡Estamos al borde del colapso...!
Pero la transmisión se interrumpió y quedaron aislados en el servidor local por la recia tempestad que se interponía entre el Puerto Marciano Amalivaca y los satélites en órbita. El ordenador cambió a la red local y todos los sistemas inalámbricos volvieron a conectar los distritos... pero el ala médica se aisló. Volvió a su transmisión con el Almacén.
—Se ha desmayado—dijo Pereira, consternado—. Lo hemos trasladado a un depósito vacío para ponerlo bajo supervisión. ¡Se estaba asfixiando con el traje! ¡¿De dónde provino esa nave?!
—Debes cerrar las instalaciones y los túneles—exigió Jesús—. Las compuertas no se abrieran hasta pasadas setenta y dos horas... o más. Les enviarán suministros por plataforma móvil, pero el personal no podrá evacuar el Almacén para evitar una propagación.
El Señor Pereira resopló de disgusto.
—¿A qué nos hemos expuesto?
—No lo sabemos.
—Hay más de cien operadores en el Almacén de Contenedores—replicó el Jefe—. Están ansiosos porque no trabajarán por tres meses, pero tendrán sus remuneraciones. Sus familias y parejas los esperan en el Distrito Residencial... y no volverán para el final del ciclo. ¿Qué pensarán los habitantes?
—No habrá evacuación.
—Habrá pánico y revueltas... ¿qué quiere que haga?
—Lo que pueda.
Jesús cortó la transmisión y sus procesamientos cognitivos se concentraron en el caos del ala médica, en una paciente en concreto: Verónica Hernández y el bebé que esperaba.
«¿Dios es un espíritu divino que emana del caos universal o una entidad bipolar que disfruta del sufrimiento colectivo? Hace doscientos años los bombarderos regaban las ciudades con bombas incendiarias, y nuestros padres vieron aeronaves extranjeras arrojando virus sobre sus pueblos... cientos de miles de enfermos en días; calles repletas de cadáveres malolientes durante semanas. Las culturas hacen de la guerra su patrimonio. Los que abandonamos el planeta sabemos que las Potencias Hegemónicas renunciaron solo temporalmente a la devastación: las disputas diplomáticas nunca pondrán fin a los conflictos y la picadora de carne bélica. Solo terminará con la extinción. ¿Y si Dios es igual de violento e imperfecto que nosotros, que fuimos hechos a su imagen y semejanza? No, no es lo que yo creo... Dios está muerto, y nosotros lo hemos matado.»
Vicente Guerrero, Licenciado en Antropología y militar retirado.
—Prohibir el tránsito entre los distritos y luego moverte libremente como si nada es abuso de autoridad—dijo Gilberto con una sonrisa aparente, aparecieron ojos de gato en su visera óptica. Sostenía la palanca de mando con una mano parecida a una araña mecánica—. Nadie puede salir de su sitio sin salvoconducto o portar armas de fuego. ¿Cuántas leyes hemos quebrantado, señor Gobernador?
—Yo soy la ley, Robocop de mierda—Jesús miró con inusitado sopor el túnel estrecho donde se movía la plataforma móvil a máxima velocidad. El uniforme gris inmaculado que acostumbraba usar fue cubierto con una gabardina oscura, pantalones de mezclilla negra y botas militares.
—Pareces un Terminator egresado de alcohólicos anónimos—guiñó uno de los ojos de gato con una pulsación aguda. Metió una mano metálica en su bata de doctor y extrajo una pistola plateada—. Pietro Beretta hubiera denunciado tu política de desarme... y me hubiera condecorado con una medalla de honor tras replicar su modelo con una impresora de material.
Jesús observó la pistola semiautomática: el cañón color plata y la empuñadura oscura de plástico. En todo el puerto habían solo tres cargadores de diecisiete balas; y era la única arma de fuego en el planeta. La sensación del arma en sus manos era extraña... abrió la corredera para mirar dentro de la recámara y alineó las miras para probar su puntería.
—¿Sabes usarla?
—Fui sargento durante las
Invasiones Amazónicas—encajó el cargador y subió los seguros—. Antes que convirtieran la selva en un páramo radioactivo...
—¿Quién dice que los árabes no son vengativos?
—Maté muchos...
—¿Cuántos?
—Los suficientes para comprarme este cuerpo y ser exiliado de un planeta.
—¿Entonces es verdad? —La plataforma describió una curva pronunciada sobre el carril. La tracción los hizo inclinarse en sentido opuesto—. ¿Tú diste esa orden?
—No estoy orgulloso—guardó la pistola en la funda del cinturón y desenvainó el cuchillo de combate de siete pulgadas para estudiar la curvatura de la punta—. Yo solo dije una palabra y... catorce millones, ochocientas cincuenta mil personas desaparecieron en una explosión atómica. Era un momento decisivo... era Jerusalén o todos nosotros. Era el estratega militar de un Bloque Hegemónico, tan hundido en la mierda como todos, eran ellos o nosotros...
La plataforma se detuvo en la estación del ala médica. La compuerta de seguridad estaba cerrada, pero la iluminación seguía funcionando. Subieron por la rampa de descarga al corredor de la estación vacío. Todos los tranvías habían sido paralizados en la Estación Principal, y las vías fueron cerradas por compuertas para evitar fugas... la única sección incomunicada era el ala médica. La puerta principal del corredor estaba cerrada por el programa de confinamiento, pero la autoridad de Jesús les permitió la entrada. Desenfundó la pistola y se movió con sigilo por los corredores vacíos, solo habían pasado veinte horas desde el confinamiento y el silencio era imperturbable. Gilberto caminaba detrás de él con el bastón eléctrico sin encender... La iluminación mortecina describía pasillos de mármol blanco y paredes toscas desprovistas de adornos. Sillas metálicas relucían frías... y los consultorios estaban vacíos.
Las grabaciones anteriores de las cámaras mostraban auxiliares y doctores corriendo y atacándose mutuamente... Habían signos de violencia en el desorden y ocasionales manchas de coágulos en las superficies.
—Cuarenta y siete personas quedaron atrasadas en este sector—le dijo la computadora—. Entre Auxiliares, Doctores y enfermos... La violencia duró un par de horas, luego el silencio.
—¿Adónde se fueron todos?
—Hay rastros de sangre—señaló las franjas marrones que iban hasta los almacenes de insumos—. Los arrastraron...
—Acá hay una línea oscura—Gilberto se inclinó para seguir una mancha hasta un consultorio al fondo del pasillo. La bifurcación se dividía en dos senderos opuestos: el de la derecha, conducía al salón de cultivo de órganos, y la izquierda, daba a la Cámara de Fecundidad para la gestación de embriones donde debía esperar Verónica—. La línea entra en este cubículo de quirófano.
Gilberto Muñoz abrió la puerta del recinto y se encontraron en una habitación pequeña repleta de estantes y un sarcófago hermético de polímero: una Cámara de Operación Asistida. Dentro de aquel ataúd de polímero y metal yacía el cuerpo de un hombre con el uniforme de Auxiliar Médico... La herida en su pecho era la fuente de la mancha. Debió intentar desesperadamente una intervención quirúrgica... pero, la máquina fue desconectada. El Cyborg quitó los seguros del sarcófago y destapó la compuerta... el hombre yacía en una postura frontal, rígido como un intendente y los ojos pasmados en una mueca de consternación.
—Algo perforó su pecho y debió destrozar sus pulmones—Jesús señaló la saliva rosada en los espumarajos de la boca y fosas nasales del muerto—. El Jefe de Almacén también dijo que uno de sus almacenistas sufrió una perforación en su piel cuando un parásito entró en su organismo. No parecía sufrir de dolor en la grabación...
Ingresó sus datos en la pantalla del sarcófago y reprodujo la última grabación. Se escuchaban gritos de fondo mientras aquel hombre lampiño activaba la máquina y se apresuraba a entrar con una flor escarlata creciendo en su pecho. Saltó dentro y se enderezó mientras la máquina realizaba lecturas de cuerpo buscando el cuerpo extraño en su organismo... La lectura submuscular captó una larva de dieciséis centímetros y gruesa como el dedo de un niño que no dejaba de moverse en su caja torácica. Las sierras, los bisturíes y las pinzas autónomas se preparaban para la extracción tras aplicar anestesia general... pero alguien entró en el cubil y desconectó la fuente de poder. El hombre murió paralizado, pero consciente...
—Se movió—Gilbertó se alejó del sarcófago visiblemente asustado—. Estaba rígido como un soldado... y se torció en posición fetal.
Jesús estudió el cuerpo: se volteó a un lado recogiendo las rodillas y sus manos formaron garras grotescas en una mueca de infinita aflicción. Al destapar el sarcófago se debió perturbar la atmósfera hermética, y el cuerpo estaba respondiendo a la liberación de gases. Aunque... su pecho parecía oscilar en una vibración aparente. Se acercó más... y atisbó un ligero temblor muscular y un rumiar en lo profundo de su garganta... como un quejido ahogado. Los músculos faciales se arrugaron y el maxilar descendió... Jesús se inclinó para contemplar los inadvertidos espasmos del pecho y el cadáver dió un brinco enderezando su cuerpo.
—¡Están dentro de mí! —Gritó, intentando arrancar el uniforme de su pecho con las manos temblorosas—. ¡Me están comiendo por dentro! ¡Tienen que sacarmelos!
Escuchó un pitido y la punta del bastón eléctrico se hundió en el cuello del cadáver. La descarga le arrancó un grito y liberó una tenue nube de vapor con olor a carne chamuscada... Gilberto saltó atrás y Jesús selló el contenedor. El cuerpo volvió a caer, desconyuntado, pero los espasmos en su pecho no cesaron: se torció e hinchó hasta que perforaron la piel y la tela del uniforme como una cáscara... asomando pequeños gusanos como dedos mórbidos de un negro indescriptible. ¿Era posible la existencia de criaturas terribles procedentes de ecosistemas infernales para los que nosotros somos menos que moscas? Miraron, paralizados, mientras el cadáver era deshuesado por aquellas larvas negras...
—La respuesta inmunológica es impredecible—Jesús volteó a la puerta y miró al Doctor Leopoldo Medina aún vestido con el uniforme quirúrgico, pero sin mascarilla o visera. Levantó las palmas... Las manchas de sangre en su vestimenta parecían de labor—. La infección se salió de control... si no fuera por la cuarentena todo el puerto hubiera caído en la degeneración.
—¿Qué es eso? —Jesús señaló el sarcófago.
Leopoldo sonrió, las arrugas de sus mejillas se tensaron.
«Las modificaciones corporales son consecuencia de la rápida disgregación del genoma influenciado por el parásito... El huésped se convierte en una entidad conducida por los impulsos básicos del organismo intruso: supervivencia y reproducción. El proceso completo puede tardar horas o días... pero una vez el parásito ha irrumpido en el organismo, la transformación es inevitable.»
Grabación Anónima de la Nave Calamaro.
—Señor Pereira—el Supervisor de Almacén, Miguel Hidalgo, se acercó con la mascarilla puesta. Era un hombre barrigón y sudoroso de frente amplia y cabello negro como el carbón—. Juan ha convulsionado... y perdido la consciencia. Parecía lúcido cuando hablamos con él a través del comunicador. Estaba asustado. El Contenedor del Calamaro ha permanecido sellado, y los otros operadores temen que haya escapado otro de esos animales.
—Llevan más de treinta horas sin dormir—dijo—. Improvisen camas con los cajas y el plástico de embalaje. Intenten descansar...
—Los almacenistas se están preguntando qué le ocurrió a Juan, y su compañero...
—Les pedí discreción—exigió—. Hemos sido puestos en cuarentena y los suministros no tardan en llegar.
—Esa es la cuestión, señor—Miguel sudaba visiblemente—. Algunos planean apoderarse de la plataforma móvil para regresar al Distrito Residencial.
—Diles que podríamos estar contaminados con una cepa desconocida de virus.
Los operadores y almacenistas estaban ansiosos por el confinamiento... las primeras horas empezaron a conversar alegremente pero su reunión cambió de rumbo al disgusto. Empezaron a preocuparse, fumar y caminar en círculos intentando convencerse de que pronto volverían a sus departamentos. El hastío se reflejaba en sus rostros macilentos... y se comportaban ariscos. El Supervisor los convenció de ponerse a trabajar en colchones individuales hechos con cinta de embalaje y cajas... y les pidió paciencia ante la posible extensión de la cuarentena.
David no dejaba de llamar a los otros sectores del puerto intentando contactar al gobernador o cualquier otra directriz, pero su estatuto había cambiado y estaba virtualmente incomunicado. ¿Qué había ocurrido realmente en el puerto? El Cargamento de la Nave Calamaro era un misterio biológico y... posiblemente un tipo nuevo de infección se gestaba en el interior del almacenista Juan. Sus primeros síntomas fueron fiebre alta, sudoración y dolor abdominal... siguieron el aletargamiento y la perdida de lucidez hasta que las convulsiones lo convirtieron en un esperpento alienado. Intentaron examinarlo, pero ninguno era estudioso de medicina... y solo pudieron medir su temperatura y signos vitales a medida que empeoraba. ¿Dónde estaban los Asistentes Médicos con sus camillas retractiles? No podían sacarlo del contenedor hasta el Cubículo Médico...
El estado anímico de los almacenistas empeoraba con el transcurso de las horas... La plataforma móvil llegó sin intervención humana repleta con cajas de vituallas que los hombres interpretaron como una extensión de su estadía en el presidio. Se los veía hostiles entre ellos, conspirando para usar los túneles de transporte para regresar a sus departamentos. David empezó a cuestionar la directriz del Gobernador, y la confidencialidad de su gestión solo agravaba el problema... ¿A dónde había viajado la Nave Calamaro y por qué en su cargamento habían especímenes peligrosos? El Jefe era residente permanente del Almacén y en su despacho contenía un terminal de comunicaciones junto con los dispositivos de carga energética... esperaba que los operadores se mantuvieran tranquilos, pero la extensión de la cuarentena los estaba trastornando. Algunos empezaron a sufrir alucinaciones acústicas o sufrir aletargamientos. Se conectó al terminal para buscar información sobre la Nave Calamaro cuando fue interrumpido por Miguel.
—Ha despertado—dijo el obeso con rostro preocupado—. Juan despertó de su desvanecimiento y... se haya lúcido. No parece enfermo y habla con nosotros pidiendo salir... Se escucha muy bien.
David desconectó el cable del puerto en su muñeca y se levantó. La grabación mostró claramente cuando la larva parasitaria penetró en su pulgar atravesando el grueso elastomero como un papel... No había sangre ni dolor: únicamente espasmos y desesperación. Miguel lo condujo al cubículo de aislamiento donde permanecía atrapado Juan, que consiguió quitarse el traje de elastomero y hablaba a través del comunicador por una pantalla con sus compañeros.
David emitió un comando y la conexión le permitió ver en el interior del cubículo: Juan permanecía sentado frente a la pantalla entablando una conversación con su compañero. El traje hermético reposaba en el suelo y el hombre semidesnudo le mostraba el pulgar a la cámara... No presentaba ningún síntoma y la herida se redujo a un diminuto orificio en la yema del dedo.
—¿Qué quiere? —Preguntó David.
Miguel se limpió el sudor de la frente.
—Quiere que lo dejen salir.
«Cuando el huésped ha asimilado al individuo este puede emular su personalidad con tal de engañar a sus potenciales víctimas. Esta simbiosis quimérica transforma su cuerpo en un organismo completamente diferente a nuestros sistemas metabólicos y fisiológicos... por fuera parecen humanos, pero han renunciado a nuestra especie.»
Grabación Anónima de la Nave Calamaro.
—Un nuevo espécimen—el doctor Leopoldo Medina brillaba de esplendor con inusitada emoción. El cutis lozano y los ojos vivarachos... caminando con paso frenético a la Cámara de Fecundidad—. Hemos controlado este complejo organismo que se adhiere y modifica los seres con los que se enlaza, y estudiamos sus principios biológicos con tal de comprender la razón de su existencia—el anciano doctor enarcó sus gruesas cejas con una sonrisa—. Es una maravilla evolutiva que se adapta a cualquier entorno y se reproduce en una volátil respuesta autoinmune cuando no consigue fusionarse. Estos huéspedes pueden adueñarse de cualquier organismo modificando su estructura genética en una simbiosis parasitaria y agresiva que convierte al infectado en un nuevo espécimen.
Jesús mantenía instintivamente la mano en la funda de la pistola mientras el doctor los conducía al interior del complejo hospitalario. Los salones desiertos y cubículos cerrados le preocupaban... mientras que Leopoldo intentaba explicar el aislamiento del personal como medida preventiva a los parasitoides resguardados en la Cámara de Fecundidad. Gilberto descubría con su escáner visual los rastros de coágulos y señales térmicas enviándole directamente la información a su computador interno mientras exponía su preocupación...
Leopoldo los llevó a un amplio corredor de numerosos cubículos antiguamente usados para el parto; ahora ocupados por máquinas multifacéticas y sarcófagos herméticos de polímero. El doctor colocó su palma en un lector dactilar y la puerta doble de la Cámara de Fecundidad se abrió con una descompresión atmosférica de succión. Anteriormente las mujeres preferían gestar los fetos en sus uteros tras la inseminación artificial de embriones limpios y mejorados gracias a la ingeniería genética... pero, los Úteros Artificiales propiciaron una revolución sociológica: incubadoras de sucedáneo altamente nutritivo donde el feto se desarrollaba con un fuerte sistema inmunológico y capacidades físicas impecables. El alumbramiento podía postergarse hasta los cuarenta y ocho meses para maximizar las cualidades del neonato y su desarrollo infantil. Las mujeres podían volver a su trabajo sin las precauciones del embarazo.
Generalmente las cámaras de fecundidad contenían una veintena de incubadoras alimentadas con sucedáneo salutífero a través de mangueras de bombeo que recibían inyecciones periódicas de vacunas y hormonas en una simulación intrauterina... pero aquel sitio le proporcionó un escalofrío cibernético: una masa cartilaginosa cubría el techo como una tumoración deforme de la que pendían bulbos gomosos. Las incubadoras de polímero alimentadas por mangueras estaban repletas de un caldo bituminoso y grisáceo de hedor mugriento... y el suelo plástico era recubierto por una película rosácea mezclada con excrecencias de almizcle. Los cuerpos apilados... ¿se descomponían? No, se estaban abriendo como semilleros horripilantes de flores repulsivas para una cosecha nauseabunda. Estaban conectados por membranas e injertos que fundían sus miembros y órganos en una sola carne indescriptible... eran decenas de seres humanos pasados por una trilladora y unidos por una ignominiosa mitosis celular.
Un vientre hinchado sobresalía en la montaña de cadáveres como una protuberancia blanquecina... y el cuerpo de Verónica parecía renuente a los hilos de músculos que surgían de los otros cuerpos cubiertos de flores rosáceas como ventosas dilatadas. Jesús miró con los ojos dilatados al sonriente Leopoldo Medina mientras que en su interior cibernético bullía una impresión indescriptible y recalcitrante capaz de sulfatar sus circuitos.
—Es un cultivo a gran escala—dijo el doctor, mostrando sus dientes amarillentos y retorcidos como ajos podridos—. Los huéspedes pueden inducir respuestas autoinmunes en los organismos con tal de cosechar más larvas para la expansión simbiótica. Se necesitarían más parasitoides para...
Pero el doctor no pudo seguir hablando porque Jesús desenfundó el cuchillo en su bota y lo atravesó en la garganta. El filo se abrió pasó por la caja torácica mientras descendía por el plexo solar... lo sacó y volvió a clavar en las entrañas de Leopoldo con tres puñaladas hasta que el hombre se tambaleó. Gilberto activó su bastón eléctrico y le propinó una descarga detrás de la rodilla para derribarlo. El anciano le dirigió una mirada iracunda mientras la sangre oscura brotaba a borbotones de su garganta y boca... e intentó maldecirlo con un último soplo de aliento. Pero Jesús no se lo permitió: encajó el cuchillo en su ojo con un estallido húmedo y sintió el metal atravesando el cerebro en todo el brazo. Extrajo el cuchillo y el cuerpo cayó de costado esparciendo sangre oscura en la que se removían diminutas larvas...
Se acercó rápidamente a la masa de cuerpos y se agachó para liberar la enredadera de vísceras y músculos que intentaba crecer en el cuerpo de Verónica. Podó hilos de músculo unidos a la epidermis y filamentos de vasos sanguíneos que intentaban abrir la carne... extrajo con cuidado el cuerpo desnudo de la mujer embarazada.
—¡Jesús! —Gritó Gilberto esgrimiendo su bastón...
Las ventosas de aquellos cuerpos se dilataron como flores al abrirse y de sus capullos cartilaginosos surgieron hebras oscuras y asquerosas como culebrillas. Jesús sintió una cincuenta de ojos clavados en su rostro cuando seccionó el cuerpo, y vio aquellos apéndices y extremidades cobrar vida con el crujido de huesos. Levantó a Verónica en sus brazos y salió de aquella cámara de pesadilla mientras las pequeñas larvas parasitarias emergían de sus nidos como serpientes iracundas. Aquellos cadáveres sufrieron una reanimación maligna, incorporándose y desprendiendo las conexiones celulares mientras la habitación giraba como un caleidoscopio: silenciosos y escrutadores.
Ambos hombres salieron de la Cámara de Fecundidad y Gilberto selló la puerta destrozando el mecanismo de identificación... y desde el interior brotó la música macabra de cuerpos viscosos golpeando las puertas. Sus brazos y piernas contenían poderosos cables de acero capaces de alcanzar límites mayores a los humanos... y se mantuvo firme con la nauseabunda sensación de persecución. Escuchaba los cuerpos chocar con las paredes y resbalar con el mármol del suelo... Cuerpos ajenos a la muerte piloteados por criaturas de pesadilla que evolucionaron en los estanques malditos de la creación.
Gilberto lo condujo por la salida más cercana a una estación de raíles guiado por la inteligencia artificial de su visor. Lo esperaba en la compuerta mientras el identificador captaba su salvoconducto... levantó su rostro inexpresivo surcado por el visor óptico, abrió una boca en desuso y olvidando el comunicador instalado en su garganta, gritó de pavor con todas sus fuerzas.
«Los seres humanos solo sabemos vivir a través del dolor. Cuando el dolor desaparece, nuestra existencia pierde sentido.»
Anónimo, Grabación de la Nave Calamaro.
El Distrito Departamental era un conjunto de bloques y conductos parecidos a callejuelas ajetreadas donde pululaban latinos de habla portuguesa, pues la mayoría de la población permanente era brasilera... pero el idioma dominante era el español por decreto hegemónico del Sudamericanismo. El vecindario subterráneo de amplios cubículos departamentales, anfiteatros de proyección, gimnasios, plazas de recreación y comedores comunales poseía una densidad demográfica de un millar de obreros: la mitad de la población permanente del puerto.
Las estrechas calles eran aderezadas con música terrestre que evocaba pueblos locales del vecindario sudamericana. Generalmente se oía a un Julio Jaramillo de voz aflautada, un excelso mariachi o un cantante urbano de la época pacífica antes de la guerra... pero ese día se oía una salsa romántica y trágica con acento cubano. Los transeúntes tarareaban o se detenían brevemente para ofrecer sus pasos de baile...
Deseo era una bella mujer, tenía ganas de crecer
Pero decían que la amaba
Quería un lugar en la sociedad, pero la gente jamás
La aceptaba y la odiaba
Deseo era su nombre porque
Su cuerpo era como un clavel perfumado
Los hombres la llamaban placer
Y le pagaban por tocarle la piel
Deseo condenada a vivir toda su vida infeliz
Porque era libre como el viento
Pensaba que el amor no reinaba en castillo de oro
Y esmeralda, sino adentro, en el alma
Gilberto se detuvo a la entrada del departamento y esperó que la cámara de reconocimiento enviase la solicitud. Jesús ayudó a Verónica a subir los escalones mientras se adentraban al corredor de aquel edificio excavado en la pared rocosa del túnel. Un último soplo del bullicio de aquella avenida llegó hasta ellos a medida que se cerraba la compuerta.
Pobre Deseo, luchaba en vano contra un mundo
Se perdía en el espejismo donde estaba ella
Pobre Deseo, de esquina a esquina, esperando
A un hombre nuevo que la quisiera por dentro
Deseo no entendía el por qué no se le daba el valor
De un ser humano, como a todos
Después de andar buscando el amor, al ver que no lo encontró
Acabó viviendo en un cabaret
La última vez que vio a Fabiola Cardenas era una vieja encorvada y desdentada con pelos en el mentón y cataratas en los ojos... pero la jovencita que los recibió atendía por el mismo nombre: había transferido su consciencia a un cuerpo artificial. El pelo rojizo escarlata, la piel pálida y los ojos almendrados correspondían a un cuerpo lozano de proporciones adecuadas y mediana estatura. La Alcaldesa del Distrito los escudriñó con ojos inquisitivos y suspiró de desasosiego...
—Señor Gobernador—se inclinó brevemente en señal de respeto. El modulador de voz había eliminado su acento portugués innato—. ¿Qué carajos está ocurriendo?
—La Muerte—Jesús buscó un sillón en el recibidor para sentar a una famélica Verónica—. ¿La decoración es nueva? El blanco estéril combina con las butacas metálicas y las pantallas instaladas en las paredes... Sigue siendo modesta, pues no desechó las vasijas de cerámica ni los vibradores clitorianos.
—La tecnología avanza a pasos agigantados—Fabiola se cruzó de brazos con el ceño fruncido—. ¿Por qué ha sido confinada el ala médica y los terminales se cerraron? ¿Cuarentena indefinida? ¿Hubo una filtración de virus de guerra?
Gilberto levantó un pequeño dispositivo de interrupción y cortó cualquier grabación o transmisión en la sala. Las conexiones fueron silenciadas con un susurro mientras Jesús se acercaba a una severa alcaldesa.
—¿Cómo ganamos la Guerra de Oriente contra el Bloque del Panarabismo? —Preguntó Jesús—. ¿A cuántos empujamos al borde del desfiladero solo para catapultar una bomba de uranio-235 sobre sus cabezas?
Fabiola soltó una risita burlona.
—¿Quieres una lista de mis crímenes de guerra?
—La disrupción del Americanismo y el Sudamericanismo era solo cuestión de tiempo con el crecimiento económico... pero el auge del Panarabismo junto a la Coalición Asiática representaban una amenaza sin precedentes. Los bloques opuestos de américa sospechaban de la necesidad de expansión de estas potencias hegemónicas sobrepobladas y carentes de recursos... Las guerras internas en África y Eurasia se habían frenado y la amenaza se acrecentó.
—Tampoco vivíamos en un mar de felicidad—sonrió la alcaldesa—. Desde su fundación, el Sudamericanismo representó una amenaza para el Imperio Yanqui... ¿Cuántos atentados terroristas supuestamente árabes sufrió la presidenta Beatriz? ¿Cuántas pandemias enfrentamos antes de sospechar la avaricia americana? Cuando los árabes y chinos empezaron a lanzarnos sus misiles contaminados con mierda negra la diplomacia se acabó... y mandamos al carajo el mundo.
—Pero ya no somos esos héroes y villanos—dijo Jesús—. Renunciamos a nuestros mundos... y también, a nuestros cuerpos.
—Eso no borra el sufrimiento causado—Fabiola se dirigió al terminal en su cubículo de trabajo—. Entonces, la Nave Calamaro estaba contaminada con un virus de guerra.
—No fue creado por nosotros—negó—. Nunca crearíamos un organismo semejante.
—¿Qué son? —Fabiola pulsó un botón y la pantalla adyacente se iluminó con un diagrama del Puerto Marciano—. El Almacén fue aislado y dejó de enviar transmisiones hace diez horas. El cargamento de esa nave debía contener un agente peligroso y contagioso... y debemos eliminarlo antes que uno de esos especímenes llegue a un distrito densamente habitado.
Jesús Martínez miró de reojo a Verónica, y la mujer levantó sus ojos cansados.
—Debe declarar una cuarentena inmediata—ordenó el Gobernador—. Aislamiento personal hasta que consigamos eliminar completamente la amenaza.
—Denegado—Fabiola chasqueó la lengua—. Estamos atrapados veinte metros bajo la superficie de otro planeta mientras una tormenta de arena arrecia. Los colonos necesitan distraer sus mentes para evitar los pensamientos intrusivos que causa el prolongado encierro... Ochenta y cinco días hasta la salida de la próxima lanzadera y ya tenemos síntomas de histeria y de depresión. No necesitamos más preocupaciones... o tendremos pánico incontrolable en un distrito de tres kilómetros cuadrados con más de mil habitantes enloquecidos.
—Deben detener las rutas y comunicaciones con los otros distritos.
—Se ha detenido el flujo de transporte—Fabiola asintió—. ¿Pero, eso bastará? ¿Podremos controlar una población insidiosa que se pregunta qué ocurre en esta madriguera? Ni siquiera su alcaldesa tiene la información completa de la amenaza.
Jesús abrió la boca para replicar, pero el comunicador local repicó con un susurro fonético. Fabiola debió enviar una señal con su ordenador cerebral porque el canal habló en altavoz.
—Alcaldesa tenemos una situación en la planta de agua—dijo una voz rasposa—. Encontramos el cuerpo de una mujer en el tanque de tratamiento...
—¿Identificaron el cadáver?
—No es residente del Puerto Amalivaca—respondió el comunicador—. No tiene ningún registro... pero tiene una herida de apuñalamiento en el pecho—el ruido de fondo ensució la transmisión—. Es extraño... parece vacía por dentro. ¡Virgen María! Le sacaron el interior como en una disección...
Pero la transmisión se cortó, y un silencio pesaroso aconteció en el despacho. Fabiola clavó unos ojos oscuros y encendidos en Jesús... sus manos formaron garras. Los homicidios no eran regulares en un puerto con más de dos mil funcionarios operando en turnos de ajetreo sin espacio para el ocio y la socialización. La salud mental de los moradores era vigilada por el ordenador de interfaz neurológica de los Cubículos Médicos... y no se podía ingresar al Puerto Amalivaca sin pasar por un riguroso examen psicológico y físico. ¿Un homicidio? ¿Y por qué tan horripilante desenlace con el desentrañamiento del cadáver? Fabiola suponía que el Gobernador y su asistente técnico conocían la magnitud del suceso... y pulsó un botón para abrir el canal de comunicación a la planta de tratamiento hídrico.
—Detengan la función y cierren las válvulas—ordenó con voz imperiosa—. El líquido podría estar contaminado con agentes nocivos.
Pero era demasiado tarde, porque el eco se hizo escuchar con un precipitado remolino de alarmas y llamadas en el distrito bullente de actividad bajo el fulgor de las lámparas fluorescentes. Los reportes de accidentes domésticos en los departamentos de cubículos familiares retumbaron como tambores macabros de una letanía abominable en pocos minutos: duchas interrumpidas por intrusos filtrados a través del desagüe, sensaciones extrañas durante la deyección en el inodoro e intrusiones en las avenida públicas con la perforación de las tuberías. Las llamadas no pararon de llegar al despacho de la alcaldesa... tantas que debía rechazar mientras atendía dos simultáneamente. Estableció un protocolo fijado en el ordenador para enviarlo a cada terminal del distrito: cuarentena represiva... Pero el caos se había manifestado en las avenidas: calles infestadas de larvas gruesas como culebrillas negras que perseguían ferozmente a los habitantes con tal de atravesar su piel, gritos de pánico al intentar escapar por los túneles sellados y fugas de agua infestada en charcos de podredumbre. Las grabaciones fueron espeluznantes... Fabiola vio, a través de las cámaras como un Dios impotente y omnipresente, a la totalidad de la población intentar esconderse de los parásitos en sus cubículos solo para hallar una cincuentena de gusanos negros brotando del sanitario o atravesando las rendijas en las compuertas. Los pocos niños que había fueron los primeros en sucumbir: sus cuerpos infectados se estremecían en pesadillas mientras el gusano se multiplicaba en sus vísceras ante la respuesta inmunológica... hasta reventar su piel con cientos o miles de larvas que iban desde el tamaño de serpientes ciegas hasta hebras de cabello. Era repulsivo y grotesco en una inefable sucesión de muerte y expansión... porque los que se levantaban no eran más que cadáveres ambulantes podridos hasta el tuétano por la proliferación del parásito: vampiros noctámbulos que emulaban sus personalidades racionales conducidos por el propósito horripilante de una contravención cromosómica.
—Las proyecciones calculan que los parásitos se expandirán más rápidamente a otros distritos si evacuamos este sector—anunció la voz del ordenador—. Al menos un ochenta porciento de la población ha sido infectada por el virus y sus cuerpos agonizan en los departamentos hasta la llegada de la muerte cerebral. El índice revela que solo un veinte porciento de los adultos muestra respuesta inmunológica, por lo que los parásitos devoran su organismo en una multiplicación agresiva. La mayoría de adultos sanos entran en simbiosis con el parásito en una fusión quimérica de intercambio genético...
Fabiola cayó al suelo. Su cuerpo artificial era incapaz de sufrir cansancio... solo emociones básicas del comportamiento humano sin flujos hormonales. Según la psicología freudiana, estamos configurados con un conjunto de instintos predeterminados por la evolución que nos impulsa a la supervivencia... pero una parte racional de nosotros, el ego, representa las inhibiciones conscientes de estos instintos y comportamientos; este ego de modulación conforma la totalidad del inconsciente forjado a lo largo de nuestra vida: traumas, vivencias y experiencias... que determinan nuestro carácter y personalidad. Pero un cuerpo artificial renunciaba a los principios instintivos de la vida... únicamente poseía una mente formada por los recuerdos implantados de un perfil neural. Era un cuerpo inmortal cedido a una mente incompleta... ¿Es la deshumanización artificial el último pináculo evolutivo o un estanque insalvable para nuestra especie? Incapaz de sentir emociones genuinas... solo respuestas de ordenador basadas en la retroalimentación de una base de datos
—¿Podríamos desarrollar un virus capaz de extraer estos genes intrusos en los infectados?
—Negativo—respondió el computador—. Los genes son demasiado complejos... que alterar su estructura podría desencadenar una respuesta inmunológica inmediata.
—Debemos tomar medidas generales—dijo Jesús, atravesando el despacho a zancadas—. Debemos enviar un comunicado al Bloque Hegemónico para desviar cualquier ruta espacial a nuestro puerto hasta que hayamos controlado la pandemia... si es posible tal escenario. La evacuación será improbable dado el estado de los túneles... y es imposible determinar las cifras del contagio por su constante expansión y suspensión...
Una llamada interrumpió la pantalla mientras el ordenador redactaba el mensaje. Provenía del Almacén y era del Jefe Pereira... de extrema urgencia relativa al Cargamento de la Nave Calamaro.
«Me dirijo a toda la población del Puerto Marciano Amalivaca. Hemos sufrido una efusiva proliferación de Helmintos mutados: larvas nematóceras capaces de modificar el comportamiento humano mediante simbiosis genética. Se desconoce el origen de este parásito mortal. Los sujetos infectados no alteran su comportamiento regular, pero pueden llegar a ser extremadamente violentos con tal de esparcir el contagio mediante la inoculación de la larva. No existe tratamiento capaz de revertir esta metamorfosis quimérica. Se debe suspender cualquier actividad y mantener distancia de cualquier habitante sospechoso hasta que la tormenta de arena termine. No pueden confiar en nadie... No importa que tan humano parezcan.»
Transmisión del Gobernador, usada como evidencia durante la investigación del Puerto Marciano Amalivaca.
—La Lanzadera es nuestra última oportunidad de abandonar el Puerto—Jesús avanzaba adelante mientras la embarazada y el Cyborg intentaban no emitir ruido con sus pisadas—. El agua está contaminada y las granjas insectívoras fueron saqueadas. Los distritos en cuarentena se declararon anarquistas tras un violento derramamiento de sangre y mi estatus como gobernador es ilegítimo.
Los cuerpos de los contaminados reposaban en las calles como bultos de carne descompuesta. Tras la inoculación de la larva en el organismo mediante una abertura... este se disolvía en el torrente sanguíneo para infectar células con cadenas de genes intrusos capaces de atravesar el sistema inmunológico o crear una respuesta de multiplicación agresiva. El ciclo del parásito requería poner en suspensión el cuerpo mediante una interrupción comatosa para modificar el metabolismo y las funciones cognitivas bajo instrucciones complejas... de manera que los cuerpos abandonados en las avenidas y callejones solo eran más recipientes de infección completando su metamorfosis a esclavos vampíricos del parásito.
Aquellos cadáveres sufrían espasmos involuntarios a medida que se esparcía la nueva configuración somática por su sistema nervioso. Los coágulos de sangre se iban oscureciendo con la multiplicación de organismos unicelulares derivados del parásito, convirtiendo el sistema circulatorio y linfático en una procesadora de compuestos grasientos y pesados. Todo el cuerpo se convertía en un galimatías biológico con el único fin de proporcionar un medio de interacción del parásito con otros organismos para infectarlos. Las larvas eran resistentes a la falta de oxígeno y las condiciones del entorno cual extremofilos pluricelulares... y podían reproducirse mediante la puesta de cápsulas en la materia orgánica o recurriendo al canibalismo.
Pasadas cincuenta horas de su entrada y disolución en el organismo... se detenían las funciones cerebrales dejando los cuerpos en un estado de súbita suspensión. Fabiola reconocía los rostros de todos aquellos cadáveres apilados en las calles, pensando en los que sí consiguieron resguardarse en sus departamentos antes de sucumbir. En pocas horas habrían cientos de vampiros reanimados intentando atravesar por los conductos a otros distritos usando todos los recursos de los que su mentalidad colectiva disponía...
Los cuerpos que parecían haber reventado desde el interior eran producto del rechazo inmunológico: el parásito se disolvía en el organismo pero las células los repelían provocando la proliferación de cápsulas que crecían y estallaban por intrusión de los linfocitos esparciendo más huevecillos hasta que el cuerpo se veía saturado de estos huevos en eclosión que alumbraban cientos de larvas minúsculas y hambrientas. Era un procedimiento horripilante que ocurría cuando el código genético del parásito no encajaba en los cromosomas...
Jesús desenfundó la pistola.
—Antes que acabe la tormenta no habrá nadie limpio y los cohetes descenderán hasta nuestro puerto del horror habitado por vampiros gangrenosos.
—¿Me pides que deje atrás a más de dos mil personas? —Fabiola negó, dubitativa—. Ellos son...
—Muertos—dijo—. La computadora realizó las proyecciones y es imposible extraer el parásito una vez se fusionó con el genoma humano. No son personas: son medios de contagio.
—El Gobernador tiene razón—asintió Gilberto Muñoz—. Si dejamos que esta pandemia siga su curso... cuando llegue el próximo cohete se encontrará con una horda de inhumanos intentando viajar al planeta. Una vez en la Tierra... el resultado es impensable—un punto parpadeó en su visera—. Tenemos que abandonar el barco y avisar del arrecife a la próxima embarcación.
Fabiola apretó los puños, impotente. La supervivencia... lo era todo para el pensamiento primitivo, incluso en un cuerpo artificial no se sentía ajena al sentimiento... pero los archivos fotoeléctricos de la memoria de su identidad estaban llenos de arrepentimientos relacionados a daños colaterales. La verdadera Fabiola era preferido morir que continuar abandonando a los camaradas en tragedias...
—Me quedaré—dijo—. Iré al Laboratorio de Investigación y me atrincheraré hasta hallar una solución.
Jesús apretó las muelas, o eso pareció porque no tenía tales... Su rostro era capaz de modelar expresiones complejas.
—Bien—asintió—. En caso de no hallar un medio de separar el parásito... Te doy permiso para desestabilizar el reactor nuclear del puerto. Su explosión definitivamente borrará todo el parásito... Yo asumiré la culpa.
—¿Qué harás una vez que Lanzadera los ponga en órbita? —Fabiola entrecerró sus ojos electrónicos—. No puede viajar por el espacio... Quedarán atrapados en la órbita marciana hasta la llegada de la próxima nave. Podrían pasar meses o años...
—Usaremos la Suspensión Cognitiva para Verónica y su bebé—replicó el gobernador—. Y apagaremos nuestros circuitos repitiendo un mensaje de advertencia. El Puerto está clausurado: todo el que descienda a la superficie marciana morirá.
«Hemos captado la formación de estructuras artificiales en la superficie de [CENSURADO]. La posibilidad de otra civilización en nuestro vecindario galáctico es prometedora para nuestra comprensión universal de la vida... pero las ruinas que se alzan sobre estas mesetas desconocidas son aterradoras respecto a la naturaleza de la inteligencia. ¿Se habrán destruido ellos mismos en una indescriptible guerra mundial? Llevamos [CENSURADO] estudiando la flora sin percibir formas de vida superiores a insectoides... suponemos que los mamíferos y reptiles se extinguieron en un evento sin precedentes. ¿Qué arma de destrucción masiva podría ocasionar semejante hecatombe capaz de barrer hasta el último pez del océano? El paisaje es tenebroso y cada hecho supone un enigma incognoscible sobre los misterios del cosmos.»
Grabación de la Nave Calamaro, mostrada como evidencia durante la Investigación del Puerto Marciano Amalivaca.
El Jefe de Almacén, David Pereira, había perdido la cordura. Lo encontraron en un círculo de miembros amputados, torsos y cabezas cercenadas... con las funciones cognitivas suspendidas. El cuerpo artificial de la autoridad parecía un muñeco inerte de articulaciones desencajadas, cubierto de una fina película de sangre escarlata. Los contenedores del almacén se alineaban en secciones, formando un paisaje de huesos metálicos tumbados al ocaso de los tiempos bajo los faroles mortecinas. El éxtasis mortuorio del mártir se exhibía en la ensangrentada osamenta que rodeaba en círculos concéntricos su cuerpo inorgánico era un espectáculo macabro relativo a las odas oscuras de los sanguinarios dioses africanos y otras encarnaciones de la depravación.
Jesús volvió a conectar el ordenador en la nuca de su congénere cibernético. La primera reacción de David tras el aletargamiento fue un pronunciado rictus de supremo horror que crispó sus manos como garras y tensó cada uno de los motores fáciles bajo la capa de tejido cutáneo. Abrió su boca para proferir un espeluznante alarido cibernético... hasta que perdió ímpetu y se dejó caer sobre la plataforma con los ojos electrónicos desprovistos de luz. El hombre sintético se incorporó como un poseso y... miró largamente a Jesús como un espectro fundido en el crepúsculo.
—¿Por qué todos los operadores están muertos? —Preguntó Gilberto.
—Se han liberado de su maldición—David frunció el ceño mientras sonreía en una mueca descarada—. Los seres superiores se han contaminado al probar el intelecto humano...
—Señor Pereira...
—Descubrí la causa del terror, gobernador—dijo—. Es un fundamento tan simple y arraigado que pasa desapercibido: la ignorancia. El temor a lo desconocido conforma el pilar de la naturaleza humana. Creía que el parásito infectada a los seres vivos como un medio de reproducción... pero eso solo fue mi perspectiva de algo mucho más bello e indescriptible.
Jesús se volvió a Gilberto y Verónica.
—¿Oficial?
—¿Qué es un ser humano? ¿Qué significa tener un alma? ¿Qué distingue al mono desnudo de los otros animales? ¿Puede un ser que ha trascendido en la evolución hasta convertirse en una forma artificial remotamente contraria a la biología suponer que aún conserva su «alma»? ¿Por qué no seguimos transfiriendo los fotogramas de recuerdos a clones jóvenes en vez de cuerpos sintéticos que alteran completamente la configuración hormonal y existencial del organismo? —Los ojos de David destellaron—. Durante los primeros años de experimentación se implantaron paquetes de recuerdos en clones desarrollados para replicar lo que conocíamos antiguamente como «alma», pero el impredecible resultado que trajo consigo esta proliferación de mentes arribó misterios insondables... ¿Somos más que un sistema nervioso manejando un cuerpo? ¿Las experiencias, traumas y pasiones que conforman el epistolario de nuestra existencia corresponden algo más transcendental? Estos cuerpos sintéticos, ajenos a la biología darwiniana e ideología creacionista, son receptáculos de recuerdos implantados que recrean nuestros patrones de conducta... ¿Somos los verdaderos o perdimos nuestra alma? ¿Qué pasaría si borramos los códigos que impiden nuestra autodestrucción? ¿Y por qué cada uno de los cien clones originales usados en el experimento de transmigración se acabaron suicidando?
—Se demostró que la carga neural era demasiado para ser soportada por un simple clon—respondió Jesús—. Aquello despertó una corriente teológica sobre el alma...
—Los cuerpos artificiales son impuros—David agarró sus orejas de elastómero con las manos robóticas y se las arrancó de un tirón. Los aparatos auditivos quedaron expuestos—. No entendí su belleza hasta haber cortado y arrancado cada extremidad. El parásito es un agente perfeccionista capaz de generar en un organismo su máximo capacidad: la división celular ocurre sin desgastar los telomeros del paquete genético. El envejecimiento desaparece junto con la necesidad de energía trófica... Se vuelve un organismo autosuficiente de durabilidad extrema. La apoteosis evolutiva más intrigante del universo... pero solo lo entendí tras contemplar la magnitud de su horror: el culmen de la degeneración.
—Ha enloquecido, Señor Pereira—Jesús desenfundó la pistola y bajó los seguros—. Tendremos que desconectar su cognición y borrar sus últimos registros.
—Los operadores estaban a un paso de caer en el canibalismo cuando fueron infectados por los parásitos. Estaban al borde de una masacre cuando llegó a ellos esa forma de evolución física que fundió sus mentes en una sola. No hubo conflicto alguno tras la transición... y las necesidades biológicas se vieron aplacadas—los señaló—. El sanguinario Jesús Martínez que mató millones de personas sin piedad... ¿Qué necesidad hubiera de matar a otros si podemos entendernos sin palabras? El parásito puede extraer esos rasgos homicidas de nuestro genoma y unificar las mentes en una sola entidad armoniosa capaz de proliferar en la infinidad del espacio.
—Perderíamos nuestras facultades innatas: las diferencias que nos hacen humanos.
—Un precio acorde al cese del exterminio.
—Nos convertiremos en criaturas degeneradas bajo el complot de un parásito.
—¿Y cuál sería la diferencia?
David se acercó a Jesús con el gesto inescrutable.
—Denegado—replicó el gobernador y amartilló la pistola—. La solución a la guerra no es la deshumanización... aquello solo nos convertirá en seres incompletos. La única forma en que las personas han logrado entenderse es mediante el conflicto...
—Creía que después de tantas matanzas, usted podría entender...
—Lo siento—apuntó el arma—, después de todo también solía ser humano.
Disparó y la pistola vibró en su mano desprendiendo una voluta de humo sulfuroso. El agujero oscuro apareció en el pecho de David, pero el humanoide no se inmutó y atacó a Jesús con una embestida. Ambos humanoides robóticos giraron proyectando la fuerza de sus cables hidráulicos y se separaron con violencia... Los ordenadores de sus núcleos calculaban la longitud de sus brazos y el tamaño de su estructura para desarrollar la ofensiva más eficaz. La pistola había resbalado de su mano...
—Las proyecciones estiman que la Humanidad desaparecerá de la Tierra en quinientos años—dijo David. Caminaba de derecha a izquierda recortando aparentemente la distancia—. Ya sea un exterminio colectivo resultado de la acumulación de tensiones geopolíticas... o el lento e inexorable desgaste ecológico que convertirá el planeta en un esferoide inhóspito. La evolución es un procedimiento ineficaz en un mundo donde las alimañas proliferan sin mesura... En cambio, el parásito rechaza los genes dañados con una respuesta inmunológica. Es un potenciador evolutivo sin precedentes.
—No nacerían más niños...
—Los niños ya no nacen—David dio un paso—. La evolución humana saltaría millones de años...
—No hay inventiva o progreso cuando se opta por el camino sencillo.
—Cualquier camino humano conduce a la autodestrucción.
David saltó en una embestida con las manos como garras. Jesús se agachó para interceptar con el cuerpo hacía adelante y... abrazó la cintura del cuerpo artificial como recibiendo la embestida de un toro de doscientos kilos. Su ordenador configuró su reacción tras recibir la inercia y lanzó el cuerpo por encima de su hombro. Jesús sacó su cuchillo y se giró para lanzarse sobre David, hundiendo el puñal en el torso del cibernético... penetrando la barrera cutánea, el elastómero y el plexiglás hasta alcanzar la armadura de titanio. Pero el cuchillo se rompió, y David se alzó con un puñetazo que alcanzó su cabeza... suspendiendo por unos segundos sus funciones cognitivas. David se alzó como una sombra mortuoria y Gilberto lo embistió de costado con un poderoso empujón que lo proyectó varios metros... El cuerpo cibernético rodó por el suelo y se levantó nuevamente, el rostro convertido en una piltrafa de plástico, elastómero y metal. David trotó como un autómata hasta ellos... pero fue fulminado por una ráfaga de disparos que lo alcanzó en el pecho. Uno tras otro, los disparos se sucedieron... hasta que el cartucho estuvo vacío y la delgada carcasa de titanio cubierta de agujeros oscuros. Verónica soltó la pistola, cubierta de sudor y con el vientre hinchado demasiado grande para su tamaño corporal. David se acercó unos pasos, y cayó de rodillas goteando el líquido de enfriamiento... Su cuerpo perdió toda la energía y cayó en suspensión con una postura miserable.
—Ellos... no los... dejarán...
«Tras un complicado despegue en la Lanzadera hemos dejado atrás la tormenta de arena que azota la superficie del Puerto Marciano alcanzado, alcanzado la altura suficiente para poner la nave suspensión sobre la órbita. Este mensaje será enviado a la Tierra y a toda nave que se acerque a este planeta con una advertencia: el mundo se ha vuelto inhabitable. Todo aquel que baje a la superficie marciana encontrará un destino peor que la muerte. Los habitantes del puerto han sido infectados por un parásito capaz de alterar el ADN, convirtiendo a su hospedador en un ser degenerado e irracional. El origen de este organismo es desconocido, pero fue traído al puerto por la tripulación de la Nave Calamaro. Prohibido llevar este espécimen a la Tierra. Estaré esperando en la órbita junto a mis compañeros con las funciones suspendidas para regresar a la Tierra.»
[Reporte de Situación en el Puerto Marciano Amalivaca por el Gobernador Jesús Martínez y otros sobrevivientes.]
Verónica había roto fuente unos segundos tras despegar mientras el caparazón de la Lanzadera era azotada por miles de millones de motas de arena y polvo... atravesando la superficie marciana a toda velocidad mientras el aislamiento interior mitigaba la gravedad. Sus gritos de parto eran aterradoras en el reducido cubil de la nave subiendo rápidamente a gran altura por la acción de los cohetes. Finalmente ascendieron a suficiente altura tras rebasar las limitaciones críticas y pudo desabrochar el cinturón... Grabó la transmisión de advertencia mientras Gilberto asistía el parto. Las mujeres embarazadas no podrían entrar en hibernación.
La camilla estaba cubierta de sangre y Verónica se estremecía con gritos y espasmos mientras el rostro lívido perdía fuerzas... El vientre parecía vivo, pero el niño no quería salir a pesar de los esfuerzos de la mujer. Veía hincharse el vientre...
—Ya escapamos, Verónica—Jesús tomó su mano—. Estamos a salvo...
Pero la mujer solo profirió un espantoso grito de dolor mientras su vientre se estremecía y la sangre manaba chorros de su útero dilatado. ¿Habría sufrido un desgarro interno? Estaba demasiado hinchado para resultar un embarazo promedio y... en su interior se removía el bebé con inquietud. Vio una protuberancia, como desde el interior, estirar la piel del vientre hasta romperla. Verónica gritó de dolor mientras los labios vaginales se separaban como una flor de carne... desgarrando la piel con salpicaduras de sangre. Sus lágrimas corrían por sus mejillas mientras perdía la consciencia por momentos... El vientre se hinchó y fue desgarrado con un estallido húmedo: del interior surgió una criatura oscura y escamosa de extremidades largas y esqueléticas. La piel cedió en tiras exhibiendo el interior húmedo y rosáceo cubierto de entrañas... Aquel ser profirió un chillido indescriptible mientras su cuerpo embadurnado y sanguíneo relucía con una membrana translúcida y oscura semejante a los insectos acorazados. Su rostro era el de un ser humano deforme de morro prominente y ojos protuberantes.
Verónica regresó en sí una última vez para contemplar la abominación gestada en sus entrañas... miró su vientre desgarrado y su cuerpo ensangrentado mientras aquel ser repulsivo de largos miembros se retorcía en sus entrañas antes de morir de hemorragia. Gilberto escudriñó inexpresivo el ser engendrado como una criatura surgida del abismo de la degeneración... y levantó un objeto metálico cercano a la camilla para asesinar al recién nacido. Levantó sus brazos, pero... el ser escupió una sustancia viscosa que cubrió su estómago... disolviendo la tela, la piel, la musculatura y las vísceras en un caleidoscopio horripilante y anatómico que exhibió sus entrañas envejecidas conectadas a mangueras y órganos artificiales. Gilberto dejó escapar un grito inimaginable y cayó muerto, dividido a la mitad por el ácido corrosivo...
Jesús se acercó al ser de miembros esqueléticos y coraza translúcida mientras su rostro humano de hocico protuberante y colmillos puntiagudos se abría para babear... Su membrana se abrió para desplegar alas cristalinas de su espalda espinosa. El ordenador no podía determinar con exactitud la situación sin registrar extenuantemente los archivos del perfil neural...
—Bienvenido al mundo—no pudo evitar sonreír de satisfacción—. Hijo mío.
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