Capítulo 3. Cuatrocientos Opúsculos de Terror
Capítulo 3: La Agenda 2030.
El enfermizo y ligeramente encorvado Felipe fue el primero en desaparecer.
Se adentraron a un bosque místico poblado de sombras arquetípicas en un paraje mortuorio, plagado de depresiones húmedas y altos árboles de troncos pálidos bañados por luz escasa. El chillido de las cigarras los sorprendía con regustos incólumes. El joven que grababa los pasos del grupo de paracientíficos se agachó por un momento para atarse los cordones de los zapatos, y sin previo aviso, mientras nadie lo veía... fue tragado por alguna madriguera desconocida y su presencia desapareció de pleno en un mundo extraño.
Fernando, Susana y Emmanuel lo llamaron a gritos, asustados. Se adentraban a senderos ignotos donde los mundos se unían a través de hilos incomprensibles más allá del carbonizado Jardín del Edén, de árboles titánicos. Felipe había sido tragado por la succión de estos agujeros en la realidad y nunca volvería a aparecer... Aún así, lo esperaron hasta el atardecer y lo llamaron hasta el llanto. El joven había desaparecido solapadamente...
Los árboles crecían en decrepitud, y la tierra se volvía grisácea y blanda. Un frío estremecía sus huesos y la sensación del tiempo se sintió extraña y desigual... Podían caminar por horas en cierta dirección, y el cielo nunca aclaraba... y las nubes de tormenta eran tan desprovistas de vida como el silencio imperativo del páramo brumoso.
Ricardo Gonzalez confluía con Eduardo Tunez y el grupo de jóvenes mexicanos se había integrado a la cohorte del moreno.
—Nos adentramos en el extraño y sobrenatural «crepúsculo». Un sitio vasto e inescrutable que no pertenece a ningún plano... Es un puente viejo y chirriante erigido entre dos colinas abruptas. Existen muchos puentes en nuestro mundo... pero, muchos son inestables y van cambiando de lugar constantemente.
Douglas iba detrás de Sam, y estudiaba con cuidado a Mario; su humor era pésimo e ignoraba cualquier intento de conversación. El cielo plomizo ejercía cierta repugnancia con cariz de oscuridad neblinosa y cúmulos nubosos que se extendían y bajaban sobre las lomas, como los tentáculos de un gigantesco pólipo formado de gases miasmáticos. No le gustaba los pensamientos que tenía en aquel valle crepuscular... Y una tristeza vagabunda se paseaba en los cultos y exploradores de lo ignoto. Había pensado en su familia, en la madre que nunca conoció y las trifulcas con su padre ausente. Lo más cercano a una familia que tuvo fue la terca Melissa... y su época de esquizoide problemático cuando los terrores pletóricos de Montenegro emergían retorciéndose desde fosas execrables. La frontera entre los mundos era un lugar tétrico, habitado por rumiantes seres invisibles y espíritus mefíticos que sembraban pensamientos e ideas impropias.
Llegaron a una encrucijada de lomas sombrías, cobijados por el ruido espumoso de un riachuelo amarillento que provenía de las cavernas subterráneas de épocas olvidadas. El suelo húmedo, desigual y empedrado de guijarros resbaladizos se extendía a través del cauce embravecido. El líquido gelatinoso asemejó los fluidos grasientos de algún gigante horripilante decapitado, cuyo cadáver era deshuesado por masas viscosas que emanaban miasmas digestivos. El Culto del Cadejo Negro precedía la marcha con la batuta del viaje, y los cultos menores que conformaban la escolta eran mutilados por un silencio inmundo, ante el presagio de posibles perjuicios y conflictos.
El moreno Jesús se negó asumir su responsabilidad ante el asesinato de Joshua, hijo del líder del culto vudú. A pesar de la sangre en sus dientes cuando se transformó en la gigantesca bestia atigrada... decía que su conciencia era incapaz de cometer tamaño ilícito, que fue poseído por una fuerza desconocida que escapaba a la comprensión de las esferas de la mente. No recordaba haberse convertido... y, uno de los jóvenes científicos grabó un espectro de luces sobrevolando el cielo y bajando por la enramada, minutos antes a la tragedia que aconteció. Ricardo dijo que una niebla roja manó desde una cavidad cercana, liberando pesadillas híbridas desde sus bóvedas herméticas. Nadie corroboró su alusión, salvo por Sam... que presenció la formación del extraño soneto sobre las ramas entretejidas de los árboles ponzoñosos, pero se guardó aquella declaración como una alucinación concebida por la excitación antes de la aparición del terror. El desprecio por el Cambiante era tangible, y las miradas furibundas que le achacaban daba mucho qué pensar sobre su mecanismo de pensamiento y psicosis.
Lo cierto, era que el joven mulato Joshua fue asesinado cruelmente por una bestia que le arrancó de la garganta un trozo del tamaño de una manzana. Su padre lo enterró en el centro de un claro veteado por la luz mortecina de un sol envuelto en sudarios de nubes grisáceas. El hombre permaneció en vela el resto de la noche, y rezó a sus dioses africanos por la travesía a la que su hijo debía enfrentarse para un reencuentro con sus antepasados en sabanas pletóricas, pobladas de un mar de hierba gramínea, árboles cónicos y un cielo antiguo moteado de estrellas en formaciones que habían desaparecido hace millones de años prehistóricos en comunión con los protectores de aquella patria ultraterrana. Úrsula juró vengarse, y clamó a sus espíritus para maldecir a los latinos en un idioma áspero y altivo que despertó cierto temor infundado en los adyacentes con sus susurros desquiciados. Mientras que Melquíades despertó famélico de la convulsión que contrajo al invocar las Materias, y ser atacado por turbaciones obscenas. La locura que sobrevino a su fórmula era inexplicable, incluso Yashua permanecía turbado con el abandono particular de sus Guardianes en aquellas inusitadas tierras pérdidas en lo recóndito de la imaginación. Prohibió el formular Invocaciones a los Guardianes hasta regresar a su aquelarre... y las mujeres del culto prepararon rarísimos amuletos de veneración y protección para proteger a su grupo. Osvaldo y Remedios propusieron traer de vuelta al muchacho con nigromancia mediante las Sales Ceremoniales... Pero Yashua se negó, argumentando que desconocía si su hijo regresaría o un engendro tiburante tomaría posesión de su carne al celebrar el ritual en un medio poblado por entes desconocidos, lejos de la voluntad de sus Guardianes.
—Debemos declarar la guerra ante el Convenio de Salem—replicó la ofuscada Remedios—. ¡Los Cambiantes son una amenaza! Si ese Joel Arciniega consigue que les concedan derechos... ¡Entonces!
Víctor López también fue asesinado, pero su homicidio resultó un misterioso... porque una numerosa cantidad de puñaladas abría su pecho con tortuosa futilidad. El golpe del joven Joshua lo desmayó, pero alguien remató al anciano a tal punto que su corazón fue despedazado, imposibilitando cualquier oportunidad de Resurrección. Cristian ejerció la titularidad del Culto de la Serpiente Emplumada, y los López cavaron una tumba y ofrecieron granos de maíz al cadáver para que de su carne naciera la vida. Ambos ceremoniales se llevaron a cabo en puntos opuestos de la caravana, pero un sentimiento lóbrego de desesperante soledad cobijó al campamento.
Nadie quería hablar de la aparente desaparición del Culto de Meridiano, o los engendros desfigurados que emergieron de las sombras y atacaron la turba. Desconocían la procedencia de tales horrores, pero sus lamentos profanos eran innominables... y el fuego pútrido que los carcomía parecía extraído de las lagunas ardientes de algún infierno próximo a la superficie. La ausencia de cabeza y la obscena abertura en su pecho concordó con ciertos mitos fantásticos que los indios de la reserva temían en sus relatos orales ante la emigración de franjas abandonadas por los dioses más allá de los árboles talados del Edén. Sam recalcitrante, se negó a la entrevista que los desesperados paracientíficos intentaron hacerle... pero, escuchó con atención cuando le preguntaron a María sobre la existencia de una antesala a los círculos infernales o la posible ubicación del jardín de Adán en Venezuela.
—No creo en ningún infierno—respondió la mujer mientras suturaba las heridas de un mulato de cabello recortado, al que le abrieron la cabeza con una botella—. Pienso que este es el infierno, y que los demonios torturadores fueron creados a nuestra imagen y semejanza. Dejen de preguntarme tonterías, y váyanse al carajo.
A pesar de la pérdida de su compañero, no dieron retroceso a su investigación y le dejaron señales al desaparecido Felipe para que siguiera la procesión. Franchesca hizo el papel de juez, y ante una votación... se castigó al Culto de la Serpiente Emplumada con el abandono de la caravana. El disgusto fue general, y Cristian tuvo que aceptar la decisión, pero, dijo que continuarían con la expedición y que todos se arrepentirán de haberlos expulsado. Franchesca disimuló su enfado, y al amanecer despidieron a sus muertos.
El camino se volvió dificultoso, y tumultos surgían del suelo, o repentinas depresiones los empujaron a continuar por terreno elevado, bordeando montículos sembrados de limo oscuro y enredaderas tubulares rematadas en flores espinosas. Una especie de hongo fosforescente invadía las copas de los árboles, estrangulando las ramas que formaban el techo y extendiéndose hasta el tronco como una sarna deplorable. El espécimen brillaba con cierto fulgor cerúleo y se extendía por las raíces como una plaga incontrolable que descomponía las plantas en su frenesí mucoso. Los árboles altos y delgados eran abrazados por una gruesa película de escarcha azul... y el suelo era moteada en charcos de cielo. El brillo los rodeó, y se sintieron vagar por un bosque encantado de lianas vivientes, hadas brillantes y duendes escurridizos. Era el idilio onírico de algún cuentista envuelto en la tragedia. Las sombras verdosas teñidas por la incertidumbre los escudriñaron desde los árboles fosforescentes... y saltaron a las ramas o se ocultaron en fosas pretéritas. Más allá que acá, los habitantes de aquel país parecían desconcertados ante los visitantes nunca hollados en terrenos embelesados...
En el suelo se divisaban losas de piedra enterradas en la tierra húmeda... y un camino serpenteaba hasta profundidades y bifurcaciones que solo los dioses podrían augurar el destino. El bosque era luminoso y majestuoso, pero cierta pestilencia acaecía flotando sobre sus cabezas... y el hedor azufrado de un peligro desconocido escapaba a su defensa. Los tumultos se erguían, plagados de aquellos zarzales espinosos de flores amarillas... y las madrigueras de líquenes burbujeantes. El chileno Sergio Ochoa gritó al contemplar los horrores que envolvía aquel zarzal espinoso... pues, crecía estrangulando... sobre una columna desmoronada hace centurias... el cadáver nacarado de un niño indio envuelto con constipación. Hallaron una pared semiderruida de mampostería, esmaltada de líquenes... y junto a ella se desmoronaba un pequeño armadillo infestado del hongo fosforescente. Animales silvestres e indios extraviados habían perecido en aquella vegetación agonizante de hongos alcaloides. A medida que siguieron adentrándose en el siniestro bosque fueron encontrando restos de calles empedradas, columnas jónicas, estatuas erosionadas y torreones supuestamente abandonados. La antigüedad de aquellas construcciones era incierta. Las extrañas edificaciones eran escondidas por las huestes de árboles demacrados y en su interior de piedra se removían entidades que hacía ya milenios habían dejado de ser humanos. Las moradas de los innombrables eran santuarios de lo sacrílego...
Sam escudriñó sobre las capas de los arboles y la neblina espesa del cielo oscurecido... una candileja revoloteando como un fuego fatuo maldito. No quiso pensar en las acechanzas de aquellos espíritus condenados, y estudió el cadáver de un gato... infestado de líquenes oscuros: los ojos hinchados, la boca abierta y el pelaje recubierto de aquella membrana digestiva. Al parecer, muchos animales domésticos iban a desaparecer en aquel páramo maligno.
Mario parecía nervioso, no dejaba de rascarse la nuca y miraba a las sombras con aprensiva duda. Un pájaro carpintero abría un agujero en algún tronco cercano... y su eco horroroso se elevaba.
—¿Sabes lo que dicen los Wannadi de este lugar?
Eduardo se detuvo un momento para tronar su cuello adolorido. Sam los acompañaba, igual que el decrépito Barón Garmendia y la doctora Montessori. Les cerraba el paso el grupo de fantasiosos paracientíficos y la pareja de ancianos Sergio y Claudia.
El moreno ladeó la cabeza.
—El hijo del sol, dios de la luz y la vida—hizo un significativo esfuerzo por recordar—. Soñó con nuestro mundo y lo hizo realidad, creando todo lo existente de música... con su maraca mágica y fumando tabaco. Es una paradoja, del cual, nuestro mundo solo es un sueño... o los sueños que tenemos conforman ese otro mundo. De la placenta que nació el dios Wannadi, que se dejó sobre la tierra y se pudrió... Nació Odosha, Señor de Toda la Oscuridad, y los demonios Suamo, animales salvajes que comen personas. Habita en las cimas de los tepuyes guayaneses.
El colombiano palideció aún más, y apretó los labios.
—Podríamos estar atrapados en el sueño del Señor de la Oscuridad.
María levantó sus pies con cuidado para rodear las raíces de un árbol podrido.
—¿Ese no sería Satanás?
—No, los dioses son territoriales—Mario abrió y cerró los dedos de sus manos—. Satanás pervive en el infierno según la creencia judeocristiana. En cambio los indios, ellos creen que estas tierras pertenecen a su señoría. Durante miles de años han alabado estas leyendas, y esta convicción puede ser tan poderosa que...
—¿Puede hacerse realidad?—Sonrió Eduardo y acarició el rosario en su cuello—. Hemos sido testigos del poder de la mente humana para crear paisajes... y podría infundirse tal poder magnético para forjar potestades. Los animales tenían mentes demasiado simples para albergar sueños plausibles... pero, desde que los primeros seres sapientes comenzaron a soñar, y sus creaciones tomaron significado. Fue formándose este mundo, y fue poblado por las pesadillas y los temores del inconsciente humano.
Una presencia que había permanecido en silencio y relegada a un espacio aparentemente invisible, levantó la voz inusitadamente...
—¿Y crees que tu Dios es un sueño?—Douglas apareció detrás de ellos, con la horrenda cicatriz en su labio erigiendo una media sonrisa—. Este lugar... me está asfixiando. ¿No sientes la soga en el cuello?
Los árboles envueltos en capas de hongos eran augurio de males depositados en los yacimientos del subsuelo... y la ausencia de vida ante la depredación corrosiva era desorbitada. No existía vida, y los fantasmas se escondían en las ruinas de castillos y viviendas saqueadas. Había pánico escondido, y miedo a lo irreal. Los gases mefíticos que descomponían los cadáveres desgraciados, y el hedor sulfúrico que acechaba desde corrientes de viento feérico conferían una atmósfera obsceno y turbia. Sentía un ardor en el pecho al contemplar las mucosidades fosforescentes digiriendo lentamente la corteza de los árboles desnudos, y cierto temor agasajado en las manchas efervescentes que crecían como esporas en la hierba podrida. Le dolían las muñecas, y el corazón... allí donde solía posar el cañón de la pistola cuando la angustia lo ahogaba. Las lianas que colgaban de las ramas tenían una anormal coincidencia a las horcas... y el sulfuroso hedor no era otro que la pestilencia almendrada del cianuro.
Al mirar las formas retorcidas de los árboles podía adivinar una silueta antropomorfa deformada por el dolor, cuyas ramas extendidas asemejaban unos brazos en postura de súplica a lo infinitamente vacío del cielo; y las raíces se incrustaban en el suelo, hincado de rodillas, chupando los venenos de la eternidad.
Douglas se acercó sutilmente con una mano extendida... Su jersey despedía el peculiar aroma a ozono, y parecía que su cuerpo era más caluroso de lo aparente. Estiró los dedos a un árbol cercano, y sin tocarlo, el musgo cerúleo saltó ante un chispazo. La madera podrida despidió un olor acre a carne chamuscada... y un rostro ennegrecido surgió de la corteza del árbol: dos ojos afligidos, una nariz deforme por la oquedad, y una boca contorsionada por el abatimiento. El hongo que lo envolvía como una tortura eterna... le recordó la sangre coagulada.
Sam meditó sobre la opresión que sentía en el pecho, y el ardor... tan resentido en su corazón. El sentimientos de melancolía le recordó al brujo Ronny, un joven demasiado alto que conoció en Ciudad Zamora, tras conseguirle algunas macetas con mandrágora, diente de león y belladona, en un trueque por aceites esenciales de ayahuasca. El brujo poseía una suntuosa botica de medicina naturista, un invernadero repleto de plantas exóticas, y un laboratorio para la elaboración de extractos y aceites esenciales. Trabajó con Ronny un tiempo, aprendiendo a extraer aceites de plantas y los secretos de distintas drogas... y trabó amistad un largo tiempo. Siempre poseía cierto aire meditativo. Hará un par de años que se ahorcó, luego de que su novia de la juventud lo engañó y rompió su corazón.
Aquel aire de tristeza añil, envuelto en un hongo fosforescente que carcomía su cuerpo... solo podía representar una cuestión. Aquel era el sitio donde los pensamientos de los suicidas se arraigan en el país de los sueños... El embotamiento, la pereza y el arrepentimiento solo eran cónclaves de una depresión horrible: una plaga incontrolable que se esparcía sobre el inconsciente de la Humanidad. El bosque era oscuro, espeso y los pocos árboles que poseían algunas ramas fértiles, agonizaban ante la virulencia del musgo... y por mucho que avanzaron en el sendero incoloro de losas desperdigadas, aquella infestación solo proliferaba subrepticiamente tornando el aire pesado, húmedo y avinagrado como podredumbre.
Douglas comenzó a beber de su petaca, y a fumar pesadamente... mirando sus muñecas envueltas en vendas. Sam avistó gruesas cicatrices salientes de las mangas de su vestimenta, y no quería pensar en las tentaciones que ese hombre triste debía soportar en el bosque de los pecadores. No le gustaba los pensamientos de soledad y aislamiento que venían de súbito a su cerebro... Sintiendo el impulso de alejarse del tumulto y desaparecer, o los deseos reprimidos de llorar ante pensamientos pusilánimes.
Estaba recordando los episodios vívidos que sufrió junto a Jonathan, y las conversaciones que sostuvo con diversas entidades oscuras sobre manifestaciones del inconsciente... Cuando un grito de espanto se levantó a su espalda, y salió despedido del trance como si un camión lo hubiese golpeado en pleno estado de embriaguez.
—¡Claudia!—Gritó el anciano Sergio, azogado, mientras miraba la techumbre espinosa de ramas—. ¡Estaba al lado mío! ¡Se detuvo un momento para mirar un resplandor en el cielo y algo se la llevó! ¡Sentí una succión y desapareció! ¡Mi Claudia!
El anciano rompió a llorar, y no quiso seguir avanzando mientras gritaba de desesperación. Eduardo intentó consolarlo, y les ordenó quedarse un rato para buscar a la esposa del chileno. Mario aceptó tras protestar, Sam miró alrededor estirando sus sentidos para escuchar a la mujer y María tembló por los nervios. Sergio temblaba y las lágrimas caían de sus ojos acuitados, llorando como un niño alterado por un horror que escapaba su comprensión... Los grupos continuaban la procesión siguiendo las indicaciones del Culto del Cadejo Negro. Yashua y su clan de brujos los dejó atrás, los paracientíficos utilizaron sus silbatos, pero tuvieron que continuar para no perder la marcha... y los gringos los observaron con suspicacia mientras seguían el final de la caravana. El barón Garmendia los esperó un rato, pero no dudó en seguir la seguridad de la multitud. El ruido de los pasos y las sombras fue desapareciendo hasta que quedaron en penumbras, inmersos en aquel bosque deprimente de sueños suicidas.
María dejó de llamar a la mujer, y se congeló por el terror... comenzó a repetir que se perderían, y un estado alterado de pesimismo, ira y frustración iba nublando sus sentidos. Cuando no pudo convencer a Eduardo que podrían perderse para siempre en la soledad, comenzó a inventar cacofonías de voces y visualizar falsas siluetas al acecho en la oscuridad. Eduardo le gritó que se calle, y la empujó junto al anciano tembloroso mientras sacaba píldoras de su botiquín y se las embutía en la boca. El estado de la perturbada doctora Montessori y el anciano taumaturgo mejoró notablemente tras tragar los calmantes, y Douglas se propuso cuidarlos mientras se sentaba en una piedra con las piernas cruzadas. De su jersey extrajo una larga varita de madera oscura con mango de marfil, una calcomanía de Hello Kitty y un rollo de marihuana medicinal. Se colocó la calcomanía en la lengua, y encendió el cigarro con la punta electrificada de la varita mágica...
Mario Daumier, Eduardo Tunez y Samuel Wesen vagaron en los sueños dionisíacos de las almas torturadas por la tristeza y la soledad de sus trágicas vidas. Algunos árboles poseían muescas o agujeros en el tronco, y otros retorcían sus ramas de manera que no conformaban parte de la alegórica techumbre... retraídos y aislados. Se alejaron unos doscientos metros por el remitente bosque embadurnado de líquenes fosforescentes. Estirando sus sentidos pudo augurar lamentos profanos latiendo de las raíces de aquellos árboles blasfemos... y gorgoteos de lo más horrible. El nahual intentó ordenar a su ave para sobrevolar los cielos, pero el halcón se negó a despegarse de su hombro... Eduardo llamó a gritos a la mujer, y descubrió gotas de sangre formando un camino desigual a través de un camino accidentado y deprimido hasta una enramada de tres árboles muy juntos, envueltos en una espesa neblina almidonada. Sam escuchó el rumor de unas alas de cuero abanicando el aire... pero, tras descender a una depresión abrupta donde los tres árboles conformaban una tupida cúpula, simplemente obvió tal percepción.
—Ave María—el moreno extrajo una pistola de su abrigo oscuro y levantó la cruz del rosario para besarla—. Eso, no es de este mundo...
La niebla no era tal: una espesa telaraña envolvía las ramas de los tres árboles esmaltados de musgo efervescente. Los troncos se curvaron ante la fuerza aprensiva de la adhesión y las gasas parecían refulgir con un vigor pestilente. Era tan gruesa y blanca como el algodón... y un carácter metafísico inapreciable denotaba en su escaramuza de ramas rotas y huesos disueltos. La araña debía ser de un tamaño repulsivo... si es que de un insectoide enteramente animal se tratase. El arquitecto de tan prestigioso terror había salido de cacería, y un cúmulo oblongo se retorcía con espasmos de una viscosidad indescriptible. Un saco tejido de telaraña espesa unido al nido.
—Está respirando—escuchó Sam con su oído agudizado por el flujo energético—. Es débil, y su circulación está...
—Bájalo.
—Podría no ser humano...
Eduardo le quitó el seguro al arma de fuego, y le dedicó una mirada inquieta. Sam asintió y señaló el saco alargado que colgaba del amasijo cartilaginoso con el dedo guía... pero, ante la repulsión que sentía por lo posiblemente demoníaco que se retorcía en la telaraña; dio un paso atrás, cohibido. El moreno le reprochó, pero Mario se adelantó, revelando el diagrama de tatuajes que discurría por su brazo derecho... letras y arabescos de un alfabeto arcaico. Una formula de Maeglifos replicando una Proyección Punzante. La Tinta del Ocaso brilló con un fulgor exacerbado y de su mano brotó un chorro de luz pálida que abrió el bulto cremoso. Un cuerpo brotó de la telaraña y cayó solapadamente al suelo...
Sam cerró los ojos y escuchó un resuello. Eduardo pasó a su lado con la pistola sujeta con ambas manos, y Mario desenfundó un cuchillo de su pantalón camuflajeado. Ambos hombres se inclinaron sobre el cuerpo, en una ceremonia de lo impío, y los escuchó murmurar plegarias y amargas propuestas respecto a lo que cayó de la madriguera arácnida. Sin pensar, el pelirrojo se acercó al cuerpo y ahogó un grito de espanto al contemplar el rostro amoratado del joven Felipe, desaparecido hacía un día... Con las extremidades hinchadas, desnudo u con restos de ropa disuelta por un ácido ponzoñoso, surcado de arañazos, picaduras y envuelto en una grasienta viscosidad de olor fétido. Le sacaron los ojos, pero permanecía vagamente consciente...
—Felipe—lo llamó Eduardo con voz ronca—. Muchacho...
—Ah...
—Maldita sea—Mario se incorporó, y Sam avistó los horrores que había escondido amablemente el cuerpo del mercenario—. Mátalo, brujo. ¡Apiádate de su pobre alma!
Sam retrocedió y reprimió las horcadas al contemplar el estado del torso del joven mexicano. Solo podía concebir tal atrocidad a una criatura demoníaca, peor... aquello escapaba a los castigos rudimentarios llevados a cabo por el sadismo de los diablos. Ni siquiera quería pensar en el horror y dolor que vivió aquel joven mientras era... Los chocolates a medio digerir le subieron por la garganta como bilis cuando escuchó removerse lo que sea que haya preñado el vientre abultado de Felipe. Estaba desnudo, de eso no dudaba, porque su pecho estaba hinchado y el vientre crecía formando una burbuja desgarrada por líquidos aceitosos... y se removía con lo que parecían ser capullos. Sus piernas torcidas en ángulos depravados se estaban descomponiendo rápidamente, verdosas y ennegrecidas por una peligrosa gangrena. Pero, lo más visceral y desquiciado de tal aberración antinatural salida de las pesadillas más excéntricas de un lunático frustrado por los horrores cósmicos de la fragilidad humana... fue el miembro del joven. O lo que quedaba de aquella virilidad, pues permanecía en un estado eréctil que solo el viagra o la abstinencia desmesurada concebía... en un estado carcomido por la ponzoña.
Mario tosió y se tragó el vómito. Eduardo intentó ser más paternal, y acercó la punta de la pistola a la cabeza del joven.
—Felipe, ¿quién te hizo esto?
—Mi sangre... está envenenada.
Un par de lágrimas negras brotaron de las cuencas vacías de Felipe y un gemido de dolor salió de su garganta. Su vientre hinchado reventó, liberando un hedor sin comparación... incluso las exhumaciones de tumbas podridas parecían un dulce suplicio ante el néctar repugnante que emanó de aquella herida. Y contra todo pronóstico, Mario se agachó, cuchillo en mano, y profundizó aquella llaga podrida hasta extraer los capullos pálidos incubados en las entrañas del joven. Los depositó en un frasco hermético y se lo guardó... El brujo abrió la boca para protestar, pero la cerró cuando Mario le clavó el cuchillo en el ojo a Felipe, salpicando sangre y terminando con la agonía del muchacho.
—Has lo que quieras con el resto de los huevos—dijo y se levantó—. Hice lo mismo que tú ibas a hacer, pero yo fui más piadoso—señaló con el cuchillo a Sam—. No me mires así, Wesen. El muchacho estaba muerto, y deberías tomar tu parte antes que el brujo le lleve todos esos capullos al Nigromante. Nosotros somos mera escolta, y este es el trabajo que vinimos a realizar junto a todos estos espiritistas y hippies drogadictos.
Sam miró el cuchillo ensangrentado, y los ojos violáceos del despiadado Marío.
—No me interesan unos malditos huevos de monstruo.
—¡Sí que te gusta la pobreza!
Apretó los puños, solo pensar en los horrores que vivió Felipe... y los especímenes desconocidos empollados en tales capullos blancuzcos, le llenó de repulsión. Aquello transitaria en el mercado negro del mundo ignoto tras emerger de las fosas del mundo onírico. Entonces, comprendió cuál era la magnitud de aquella expedición al reino de las pesadillas... ideada por el terrorífico mafioso y traficante Kausell Courbet, el Nigromante. Eduardo lo miró con el ceño fruncido y escondió una buena porción de capullos viscosos, parecidos a duraznos podridos, en un contenedor metálico sellado.
Intercambiaron miradas, pero nadie dijo nada. Estuvieron largo rato pensando, mirando el cadáver tras la cesaría forzosa, y escudriñando la arboleda... hasta que se dieron cuenta de un chasquido desapercibido que era la causa de su embotamiento mental. Sobre el enramado se extendía un ser horrible, producto de pesadillas macabras e imaginaciones capaces de encarnar tal abominaciones en el mundo de los sueños. Si no gritaron y huyeron escopetados, fue por mortificación mental ante lo terrible, febril y monstruoso que puede llegar a ser la mente de los humanos. A Mario lo afectó de sobremanera, porque se desvaneció de pie, sin caerse por pura fuerza de voluntad, y palideció a tal punto que su blancura se tornó amarilla y sus rodillas temblaron. Sam reventó de espetón en carcajadas estruendosas y las lágrimas corrieron por sus mejillas en aterradora discordancia... había presenciado horrores, pero aquello rehuía por mucho a su concepción de lo que podría habitar, posible e improbable, en el misterio de la vida y la muerte. Quizás el brujo tuvo la impresión más cínica, pues se congeló y soltó una evocación del Dios Terrenal, inmerso en un terror vomitivo que escapaba a sus facultades... y si no fuera por el milagroso acto que ocurrió por su mano, los tres se abrían desmayado del espanto, y solo los innombrables sabrían lo que hubiese acontecido de aquellos torturados hasta la muerte por la depravación transmutada a criatura que ante ellos se balanceaba sobre las ramas cruzadas.
La pistola se le resbaló de las manos al moreno, y se disparó al impactar contra el suelo... provocando un destello furtivo que se perdió entre los árboles enfermos. Solo así, se mantuvieron despiertos y ante ellos se mostraron diez patas negras y peludas tan largas como zancos afilados, cuyo abdomen era una gruesa araña parda de colmillos vampíricos y diez ojos refulgentes de naturaleza insondable... si hubiera sido una araña demoníaca, la reacción habría sido desproporcionada en oxímoron con el perfil psicológico de los tres infortunios. Lo verdaderamente aterrador era el torso de una mujer que sobresalía del cuerpo de la araña... de largo cabello negro, piel blanca y delicada, rostro en forma de corazón con ojos que reflejaban la más pura inocencia y dos grandes senos de voluptuosos pezones oscuros. El grito de sensualidad y belleza que arrojaba solo otorgaba más profundidad al terror de aquella existencia profana. El largo cabello de la mujer llegaba a sus caderas anchas, donde el vello del ombligo daba comienzo a la sarta de ojos rojos de la araña y el morro de colmillos vampíricos babeantes de veneno.
—Hombres—dijo con una voz sin acento, disimulada y altiva. Un llamado hipnótico que podría desconcertar a cualquier desprevenido con su provocativa sensualidad y delicada—. Más hombres... Más amor. Vengan a mí... y denme todo su líquido del amor.
Se sonrojó exageradamente y acarició aquellos pezones con sus delicadas manos rosadas; en una mueca cachonda. El rubor que ascendía por el cuerpo de la mujer y sus senos erizados causaron un efecto adverso de completa repulsión a la sensualidad femenina. La saliva que expulsaba la abertura bucal de la araña, en el lugar que correspondía a la... vagina, solo causaron más desconcierto y blasfemia en cuanto a aquel ser horripilante. Sam miró por un momento el cadáver putrefacto de Felipe, y estudió los heridas de colmillos inyectadas en su vientre e ingle, y su miembro erecto tras la parálisis de su cuerpo. Las mordeduras en su cuello, los arañazos en su pecho y... los capullos plantados en sus órganos. Miró en derredor, y la araña demonio había dado pasos silenciosos hasta posicionarse ante ellos... Unos cuatro metros al horror de aquella pesadilla. Alusión, a que el mundo de los sueños solo debería ser replegado a nuestra mente... porque aquel festival de terrores es un valle intranquilo y sin precedentes. El joven se sacó los ojos para no contemplar aquella aberración que lo violó y lo mutiló...
—Hombres, hombres... me encantan los hombres.
La mujer jugueteó con un dedo en su boca, lo succionó y lo lamió... mientras se escondía los senos con los brazos y se contoneaba. La abertura bucal palpitó visiblemente, y de ella goteó un líquido blancuzco de olor avinagrado. Eduardo cayó de rodillas como un maníaco, agarró la pistola y se la llevó a la cabeza instintivamente... negando y pidiendo perdón a Dios por lo que iba a hacer. Si Mario no se desvaneció por estricta convicción, estaba a un paso de caer desmayado... y Sam quería correr, pero sus piernas y torso no respondían.
La mujer demonio extendió los brazos a Eduardo en súplica por su celo incontenible de ninfómana. Sam escuchó un aullido y un cañonazo.
Un silbido se extendió por todo el bosque encantado y el fogonazo cerúleo cegó sus ojos con un chisporroteo grasiento y un estallido húmedo... Un relámpago cortó la distancia y la mujer araña estalló en trozos chamuscados con la descarga de algún dios benevolente que hallase indignación en aquello. El grito de dolor lo aturdió, y ante los ojos de Sam solo aparecieron manchas violetas por el cambio brusco de iluminación. Con un parpadeo, la descarga del relámpago se extinguió y una montaña de patas arácnidas, pelo quemado y carne derretida... quedó del lugar donde el demonio los aterrorizó. Un supurante hedor a metal les hizo contener la respiración.
Douglas Corne d'Or sacudió su varita humeante y escupió ante la montaña de carne fétida.
—Malditos fetichistas de mierda—dijo. Los miró con vehemencia, y cierto cariz de ironía—. ¿Iban a llorar?
Eduardo bajó el arma de su cabeza y le ajustó el seguro.
—Douglas...
—Escuché un disparo, y creí que los mexicanos los estaban atacando—estudió la telaraña, el cadáver del joven Felipe y al monstruo que acababa de fusilar con un relámpago—. ¿Encontraron a la vieja?
Aquello fue como un interruptor en el mecanismo de sus mentes fragmentadas. La anciana Claudia, esposa de Sergio... Que había sido arrancada de la mano de su marido sin previo aviso. No la encontraron en los alrededores, y teorizando que aquella hembra solo estaba interesada en especímenes machos... Buscarla sería un acto suicida. No podrían exponerse solos a las pesadillas que poblaban aquel bosque agonizante de hongos azules. Regresaron con Sergio y María, perturbados por voces que solo ellos escuchaban, e intentaron retomar el camino dejado por la caravana. Siguieron el sendero que los paracientíficos dejaron para su amigo desaparecido: cordones atados en el tronco de cada quince árboles... Hasta que llegaron a un claro junto a una ciénega de la cual emergían chapiteles titánicos unidos por un puente de piedra. Los cultos habían montado toldos y fogatas para pasar la noche junto la fría agua estancada, a la sombra de aquel complejo de torres cíclopeas... en congruencias con los dedos afilados de un gigantesco autómata sepultado en el fango.
Franchesca y los hippies conformaron un solo grupo en el epicentro de aquel claro, realizaban danzas y cánticos en conmemoración al Cadejo Negro que los protegía de los terrores interiores de los sueños. El líder de aquellos hippies era un hombre de cabello oscuro, y vejez prematura disimulada, lo llamaban Paul Stone, y su esposa Anne era virtualmente unos veinte años más joven que el: una rubia preciosa de ojos oscuros y delgadez sospechosa. Aquellos gringos no compartían mucho con los otros cultos por la dificultad del idioma, se la pasaban ingiriendo distintas drogas, meditando o rociando sus cuerpos con perfumes que hacían a Sam arrugar la nariz. Los invitados más recientes eran el Culto Vudú del León, con sus apesadumbrados miembros aún dolidos por la muerte.
Úrsula consumía antidepresivos y lloraba bajo el hombro de su marido. Osvaldo aún no se recuperaba de su convulsión tras intentar invocar a sus Guardianes infructuosamente, y su esposa Remedios le daba de beber extraños brebajes curativos. Melquíades y Araceli sí se atrevieron a bailar un poco para apaciguar la mortaja.
Karla Cassiani y Sofía León sacaron a bailar a un hombre taciturno y alto que no hablaba español, pero lo intentaba ansiosamente. Jasso Nares quiso cortejar a una pelinegra de ojos profundamente azules. La mujer parecía joven, pero el aire de sabiduría que la envolvía denotaba una edad fingida... y no dejaba de mirar hacía Samuel con el rostro rubicundo.
Manuel y Gabriela seguían juntos, y más felices que nunca tras emprender aquel viaje al mundo de los sueños. Nadie podía zambullirse en la ciénega, pues el agua despedía un olor sulfúrico y posiblemente estaba poblado por criaturas desconocidas. Pero aún así, todo procedería tal y como estaba planeado, y al amanecer llegarían al lugar previsto. No quisieron decirles nada a los paracientíficos sobre su amigo desaparecido... algunos secretos era mejor enclaustrar para siempre en el olvido. Ricardo Gonzalez convino con los jóvenes mexicanos, y lo invitaron a un podcast después de la aventura y a ser parte de su canal de internet para investigar lo sobrenatural.
El anciano Sergio seguía embebido en su melancolía y se negó a comer, pero María aceptó de buena gana la sopa de queso y huevo que preparó Eduardo para el grupo. Sam sorbió apesadumbrado, pensando en la cantidad de veces que su vida corrió peligro de extinción... Tenía demasiada suerte, o muy poca. Douglas tampoco quería hablar de lo ocurrido. Sabía que era un Sonetista renegado, pero no conocía el alcance de su poder, siendo un Evocador de Ionización Estática tan hábil. Bien podría estar ante un Mago de Segundo Nivel... Los Sonetistas eran aterradores, e incluso los magos negros más famosos del mundo ignoto les temían con verdadera autoridad.
—Perdón por reaccionar de esa forma—se disculpó la doctora—. Estaba asustada, y odio esto del mundo ignoto... Es solo que, no tengo otra alternativa. Detesto la brujería y todo el daño que ocasiona—se comió la sopa en silencio y una lágrima cayó por su mejilla—. Es este lugar que desentierra los peores recuerdos de mi mente. Una vez tuve un novio brujo, tenía un altar y realizaba rituales de sacrificios animales a sus dioses. Yo lo amaba, pero... él sacó lo peor de mí cuando quedé embarazada y me negué a matar a la criatura. Éramos jóvenes, y él no quería ser padre... Yo tenía miedo de abortar, así que él me dejó. Una semana después estaba en una clínica por un aborto espontáneo que casi me aniquila... No estoy segura, pero intuyo que fue ese desgraciado que obró con sus dioses para ceder a mi hijo. Lo perdí... y ya no puedo tener más hijos. No puedo conservar un novio, y no he hablado con mi familia en siete meses...
»Creí que podría redactar artículos sobre la salud de las personas. Sobre su alimentación. Y descubrí que la mayoría de los alimentos que se consumen son deletéreos para el organismo: el azúcar, los carbohidratos y diversos alimentos aparentemente buenos como las frutas, y cereales... realmente son corrosivos. Causantes de incontables enfermedades que las farmacéuticas aprovechan para vender medicamentos ¿Saben todos los transgénicos que utilizan para que un plátano crezca? Los fertilizantes, semillas artificiales que ofrecen descendientes estériles, plantas híbridas, animales modificados... El complot de la industria del ganado para ocultar su contaminación. Escribí muchos artículos en revistas científicas notorias, y... ahora estoy huyendo para no ser asesinada por un grupo que desconozco.
Douglas rio en silencio y se terminó la sopa. Todos los miraron, esperando que confiese sus secretos pero el hombre negó lentamente con la cabeza. El barón Garmendia se integró envuelto en una manta para el frío, y los acompañó en su vigilia rutinaria, ingiriendo pastillas de cafeína y distintas bebidas estimulantes para mantenerse despierto. Eduardo extrajo su radio y sintonizó la frecuencia de Joel... por más de diez minutos estuvo buscando la emisora adecuada a la frecuencia de magnética.
—Hoy ha sido un día de derrotas—la voz de Joel se escuchaba más cansada que de costumbre—. ¡Peleamos como nunca y el enemigo ni se inmuta! ¡Y no estoy hablando de los gobiernos que nos oprimen! ¡Con ellos bastaría un cambio! ¡A lo que me opongo es a las leyes que dictan los hiladores detrás de los supuestos líderes políticos de nuestro tiempo! ¡Voy a impedir la Deshumanización de la Sociedad por las estratagemas de las élites! ¡Fuimos expulsados en Turquía por el grueso de soldados bajo su mandato fantasma! ¡Ellos están en las sombras y tienen planeada la Agenda 2030 para deshacer nuestra individualidad y controlar nuestras mentes! ¡No se dejen influenciar por los cambios y los mensajes que dictan a la sociedad! ¡Somos sus esclavos, pero podemos romper aquellas cadenas si trabajamos juntos inteligentemente! ¡Marchemos por todas las capitales del mundo! ¡No existe la idealización de género y no voy a permitir que los niños de todo el mundo escojan «arbitrariamente», la mutilación de sus cuerpos por el lavado de cerebro de la élite!
El Barón Garmendia bostezó y sus ojos oscuros evocaron recuerdos enterrados.
—¿Qué es la Deshumanización de la Sociedad?
—La Teoría de Deshumanización de la Sociedad—Douglas buscó un cigarrillo en su jersey y lo fumó despacio mientras los miraba a cada uno—. El Proyecto de Integración de Volumen Social. Fue planteado por los Sonetistas a los secretarios del gabinete gubernamental en 1984. Un proyecto que «jamás existió», que... buscaba extinguir grupos étnicos o incluirlos en la globalizacion mermando sus orígenes culturales. De esa forma delimitar lo que son raíces, costumbres y tradiciones... volviendo a la gente más susceptible a la disidencia controlada y manipulación generacional. Una globalización y culturización a escala masiva: una sociedad donde la cultura e historia humana dependan totalmente de ellos, donde solo exista una única lengua y no existan tradiciones para recordar nuestro origen. No solo dando pie a una distopia... sino que eliminarían todo rastro de identidad colectiva, adaptando al mundo en una maquinación anglosajona ocultista.
—¿Estuviste allí?—María arrugó el entrecejo—. Pero, eso fue hace cincuenta años...
—Soy más viejo de lo que aparento—caló el cigarrillo y sopló un anillo de humo gris—. He consumido el Elixir del Cinabrio, y mi envejecimiento se ha detenido parcialmente... He caminado en este mundo por unos cien años, y ocasioné eventos del pasado que han trascendido. Yo planté la bomba en el Titanic, y estuve allí cuando los Sonetistas fundaron la Reserva Federal para dominar al mundo con el dinero.
Sam se abrazó las rodillas, trémulo.
—¿Y por qué ya no perteneces a esa sociedad?
—Nací en la cima de esa pirámide repulsiva de acaparamiento y gula desenfrenada—el hombre apretó el cigarrillo en su mano y lo pulverizó—. Yo... siempre quise escribir y rodar películas, pero las deudas de mis padres con la Corte de Magiares se cobraron esos sueños. Fui un asesino de la élite, y descendí a un verdadero infierno de estratos hasta contemplar la desesperación inhumana de los países más pobres y brutales. Todos los Sonetistas, la mayoría... han incursionado en esos países crueles donde los habitantes viven en chozas de caña podrida y los niños desnutridos hacen fila al salir de sus improvisadas viviendas. He contemplado el horror de los cultos que nacen de ese hervidero de tristeza, y presencié las entidades que invocan en ritos oscuros. Después de entender las desigualdades de las personas, quise... —Las lágrimas saltaron de sus ojos—. Enclaustrar a todos los gobernantes más poderosos de cada nación, y someterlos al martirio de sus poblaciones más marginales. Estoy seguro, de que si un poderoso pasará un solo día de inanición... pensaría con aflicción en todos los niños que mueren cada día por la hambruna. Esas personas nacen en la miseria, y son explotados por ti, y por mí... Y nunca les damos las gracias por todo el horror que nos hacen obviar en nuestra burbuja. Escribí un guión, donde crítico la sociedad del confucionismo... y la Corte de Magiares le puso un sello a mi perfil antes de borrar mi registro y enviar a mis compañeros a vaporizarme. Pienso... que ya no somos animales que intentan preservar la especie. Lo importante... es cuidarse como individuo y dejar un legado, algo por lo que haya valido la pena estar aquí. A veces pienso que no merezco estar vivo... porque no he hecho suficiente por otros, como para ganarme el derecho de vivir.
»El confucianismo es anteponer los deberes familiares al desarrollo personal, y esta filosofía ocasionó la sobrepoblación y la pésima distribución de la riqueza. Niños teniendo niños, pobres multiplicándose como larvas, y ricos amasando montañas de dinero para regalar a sus descendientes sin mirar las necesidades de los que nacen en chozas de cartón. Los gobiernos de estos países promueven la pobre educación, para que los estratos sociales inferiores se reproduzcan como ratas... y hagan funcionar las fábricas como esclavos de un sistema errado.
»Los Sonetistas saben eso, y se rigen por estos métodos... aunque a los gobiernos mundiales bajo su seno les horrorice la palabra: «eugenesia» y «esterilización». Es cruel, pero... ¡De acuerdo, la meritocracia total no existe! El nepotismo está a la orden del día en todos los ámbitos. El mundo sería muy diferente, si diéramos prioridad a ayudarnos y dejáramos de acaparar la mayoría de los recursos egoístamente... La realidad del ser humano es que, es el reflejo de sus decisiones: buenas y malas.
Después de soltar esa perorata, Douglas se levantó y se fue a pasear encendiendo otro cigarrillo y sacando un par de calcomanías con sustancias alucinógenas. Aquello era su único consuelo ante la adversidad de la realidad que caía sobre sus hombros... Nunca había escuchado una revelación tan contundente, y mucho menos de alguien que llevaba cien años pisando el mundo y recorriendo sus lugares más desahuciados. Notó que Sergio había desaparecido y nadie había reparado en su ausencia. Eduardo seguía meditando y rezando el rosario en silencio mientras Joel hablaba de un posible ataque a la Casa Blanca para rescatar y poner al tanto al presidente Björk sobre la Agenda 2030... y Mario acariciaba su halcón visiblemente asustado por un terror invisible que sobrevolaba los cielos negros.
Garmendia dominado por el cansancio, extrajo un frasco de pastillas, y se atragantó una dosis abundante. De súbito, el hombre se contorsionó horripilante y fue presa de temblores... hasta que sus ojos negros crecieron y miró al cielo enfermizo.
—No crucen la Puerta—susurró, turbado. Poseso de una conciencia desconocida que se apoderó de su mente debilitada—. Solo encontrarán la perdición para su especie agonizante...
El barón Garmendia permaneció en silencio, y describió formas horribles mientras apuntaba el espacio del cielo que correspondía la Constelación del Dragón. Después, se quedó dormido, teniendo pesadillas con diablos y nadie se atrevió a despertarlo. Sam se levantó, y caminó en dirección a los árboles fosforescentes de lianas vivientes parecidas a nudos corredizos de ahorcados. Los árboles le abrieron paso a través de un sendero escurridizo de montículos sembrados de musgo cerúleo... y los espectros invisibles se escondían en las sombras acusadoras. Después de caminar entre largos y delgados árboles bajo un techo alto que no llegaba a vislumbrar... encontró el cadáver ahorcado del amedrentado Sergio Ochoa. Sus pies aún temblaban, pero sus ojos permanecían cerrados con el nudo fuertemente apretado en la garganta y la saliva sanguínea brotando de su boca cerrada...
Douglas permanecía frente al ahorcado con gesto impasible, una mano en el bolsillo y otra liando un cigarrillo. Sam se acercó, y contempló el semblante del hombre. Le pareció escuchar el batir de alas correosas surcando el cielo septentrional, pero de nuevo, intuyó que era su imaginación...
—¿Cuánto tiempo lleva colgado?
—Estoy esperando que despierte—lanzó el cigarrillo a un montículo de musgo cercano—. Sergio se ha ido, pero en estas circunstancias, cualquier cosa puede tomar su carne y regresar a campamento. Debemos quemarlo en una ceremonia o... —desenfundó su varita y lanzó un ademán. Un relámpago azul brotó de la punta como un chorro y partió en trozos el cadáver que colgaba como un péndulo. La explosión de vísceras cubrió el suelo y le manchó las botas... Los brazos, piernas y la cabeza se esparcieron por el musgo—. Lo siento... eso era más necesario de lo que crees, Wesen. Sé que buscas respuestas sobre nosotros. Conocí a tu padre en su época de Sonetista cuando aún no se le consideraba una persona. Es difícil pues, un ser humano creado artificialmente con embriones basados en la configuración genética de los extintos Wesen... nunca encontrará un lugar entre los vivíparos. Yo lo entrené... y sé que tu madre pactó con el Culto del Cadejo Negro para salvar tu vida. Posees los genes Furya de los descendientes de Daemon, el Dragón Blanco, y puede que existan cientos de clones con tu réplica genética exacta. Corrodo Gini se fijó en ti cuando vivías en Montenegro...
Sam volvió a escuchar el batir de unas alas correosas, pero esta vez fueron un centenar de alas escamosas en un bastión decrépito de cientos de demonios alados. Prefirió guardar silencio...
—¿Por qué emprendiste este viaje?
—Hay una razón para todo lo que hago... y es preferible que nunca se sepan los motivos, para evitar que el horror se haga patente en mis acciones—Douglas sonrió, y la comisura cicatrizada de su labio formó un rictus horripilante—. Lo cierto es que vivo en un mundo que no me pertenece del todo. Estas sociedades elitistas han tejido sus redes de sueños para alimentarse como parásitos gordos. La infantilización y el hambre de distracción son capaces de usarse para controlar a las masas cada día más vulnerables. Con los algoritmos de las redes sociales, pueden conocer a profundidad el pensamiento de cada individuo y el colectivo... Creando cadenas de personas con los receptores de dopamina estropeados por el porno, los juegos y las redes sociales. Haciendo que estos asuman que su estado sumiso y pobre, se deba a su falta de ánimos y no a la pésima distribución de la riqueza y la crisis económica global.
Sam fue reduciendo sus sentidos, hasta dejar de percibir el batir de alas monstruosas y el descenso hacía la superficie de carroñeros. Sabía que estaba a un paso de caer a un abismo de verdad, nublado con un sangriento pasado y... una maldición que recaía sobre todo aquel que conocía la historia idílica del mundo. Dio un salto al vacío, esperando que le crecieran alas para poder soportar las palabras del Sonetista.
—Todo el mundo habla de eso, pero... quiero saber la verdad de lo que está por ocurrir.
Douglas rompió en carcajadas y movió la cabeza de Sergio con la punta de la bota. Desenfundó la varita, y avistó a un engendro sobrevolando la techumbre de ramas fosforescentes. El pináculo de la realidad...
—Si te confieso solo la primera parte del iceberg... tendré que vaporizarte, Wesen.
Sam asintió, escuchó el depravado festín que se llevaba a cabo con el tumulto de cultos. Los gritos, los chillidos demenciales, los disparos y los cuerpos siendo precipitados desde las alturas. Las alas correosas batían el aire con indulgencia. Douglas estiró la varita y le apuntó el pecho, despidiendo chispazos cerúleos.
—La Agenda 2030 es un enigmático plan de deshumanización... que se remonta a la pugna de los grilletes de los magos negros y las profecías de Nostradamus hace doscientos años. Últimamente se rumorea acerca de una moneda digital, pero... la gente no tiene idea de lo que realmente representa esto para la sociedad y la vulneración de la identidad. Si se concreta esa revolución, los bancos centrales junto con los gobiernos... tendrían la capacidad de rastrear absolutamente todas tus transacciones. Desde un chicle, hasta una prostituta o una colegiatura... Adiós a las pocas libertades individuales que nos quedan. Ya nos vigilan y graban a todas horas... Imagina el poder que tendrán sobre nosotros en caso de despotricar sobre el gobierno, o peor aún... si con esas nuevas tendencias de la huella de carbono pasas tu cuota de consumo. Todo esto, mientras los poderosos contaminan doscientas veces más que una persona promedio.
»Para los que siguen creyendo que es una simple teoría de conspiración del mundo ignoto, ve lo que está ocurriendo en las Américas con las revueltas de los Cambiantes. Creo que lo mejor... y quizá único que podemos hacer en contra de la deshumanización de la individualidad, es prolongar el uso del dinero en efectivo lo máximo posible y no aceptar o generar dependencia del dinero digital. Piensa que... desde que el dólar norteamericano cobró vida y desde que comenzó lo que hoy conocemos como los Estados Unidos de América, la realidad mundial cambió para siempre... El país con la historia ocultista más misteriosa del mundo, una intriga entre las familias más poderosas del globo y los cultos macabros que imperan en las sombras de estas élites como la Cumbre Escarlata y la Corte de Magiares. El Nuevo Orden Mundial del que hablaron los padres fundadores hace doscientos años... ¿Y si lo que siempre nos advirtieron fue que debíamos cuidarnos de lo que estaba por venir? ¿Y no de lo que creemos que existe? Hoy, podría ser... que el mal siempre ha estado frente a nuestros ojos y nunca lo hemos visto... porque siempre han desviado nuestra atención.
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