Capítulo 4. Cuatrocientos Opúsculos de Terror
Capítulo 4: Las Puertas de la Locura.
Habían abierto la puerta a espacios inexploradas de espectros nunca hollados por ojos vivos... y los habitantes de aquel inframundo de océano estigio se aglutinaron depravados para corroer las esperanzas de los mortales con sus pensamientos arcaizantes. Los bajorrelieves garrapateados de infames palimpsestos sojuzgaron a los soñadores toxicómanos tras éxtasis de hachís malévolo.
El engendro réculo extendió sus alas correosas, cubierto de escamas lustrosas, y con sus patas prominentes parecidas a zarpas levantó al azogado Melquíades hasta un cielo tenebroso, completamente negro ante la obscuridad previa al amanecer... y lo dejó caer desde las alturas con un grito atónito. El negro cayó muerto con un estallido húmedo y su cráneo se abrió con futilidad, dejando escapar una masa homogénea que enrojeció sobre el fango poroso.
Se desató un prodigioso infierno a la rivera de aquella ciénega maldita, de la cual emergían los chapiteles derruidos de torres titánicas... y un supurante malestar caía sobre los allí congregados a pernoctar. Los gritos se alzaban y los chillidos de aquellos antropomorfos demonios escamosos hacían flaquear los sentidos ante un caos pretérito e innominable. Los mulatos vudú sacaron sus fusiles y emprendieron una escaramuza con los mexicanos del Culto de la Serpiente Emplumada que, liderados por el vengativo Cristian, disparaban desde improvisadas trincheras detrás de los árboles infestados de hongos fosforescentes, a todos los que se movían... cegados por un rencor exacerbado. Una risa demencial provenía desde un cúmulo de oscuridad flotante sobre el disturbio, y el conglomerado de gritos, disparos y cuerpos cayendo entonó una orquesta maquiavélica... Los hippies fueron los primeros en escapar y dispersarse por las lindes de los árboles tinturados de un azul deprimente. El Barón Garmendia también desapareció, huyendo detrás de los gringos. El Culto del Cadejo Negro se debatía en el epicentro de la refriega, y los mulatos vudú cerraron filas con sus largos fusiles disparando a los esclavos alados y los latinos en sus trincheras de troncos.
Una bestia amarillenta con el lomo cubierto de rayas rojas saltó ante los atemorizados seguidores de Franchesca.
Sam se asustó cuando dos garras similares a manazas lo levantaron por los hombros y lo despegaron abruptamente del suelo; se sintió presa de una aparente abulia y las alas correosas de aquel ser lo elevaron un metro con un batir viscoso... El aroma exudado por las escamas era sulfuroso y blasfemo, y el fulgor rojizo de aquellos ojos serpentinos albergó un vestigio de malignidad. El sonido estridente de aquellas flautas infernales lo ahondó al punto de enloquecer. Era una música hueca que emergía desde una terrible grieta a los horrores de las regiones plutónicas del centro de la pesadilla. El caos había empequeñecido a sus pies y las copas de los árboles moribundos resplandecían y se extendían como una alfombra cerulea... mientras el cielo abatido por el cúmulo de nubes negras se arremolinaba formando un espiral vertiginoso. Otro engendro de ojos rojos y boca ancha repleta de colmillos amarillentos se lanzó contra el ser que lo arrancó del suelo... y ambos híbridos viscosos se enzarzaron en una espantosa batalla que culminó cuando el ser contrario le hincó los dientes en el cuello a su congénere. El agarre de las zarpas disminuyó y temió caer, pero la otra bestia lo sostuvo toscamente y lo llevó al suelo junto a Mario, Eduardo y María. El demonio que cayó del cielo se retorció con chillidos horribles, incapaces de articular por gargantas humanas o animales... y se deshizo en un montículo de salitre negro y cenizas, cual Nosferatu expuesto al sol polar destructor.
Mario abrió y cerró sus ojos en plena concentración, y volvió a poseer la mente de aquel demonio para lanzarse al fragor del pandemónium. La doctora Montessori permanecía tirada al suelo protegiendo su cabeza de los disparos, Eduardo estaba pensando qué hacer con la pistola en la mano derecha y el rosario envuelto en la izquierda... Miraba de hito en hito el cielo endemoniadamente negro y el remolino de pesadilla que descendía en vorágine satánica hacía ellos como un estival de consumación del rostro de algún dios maligno en épocas donde reinó la oscuridad. A un par palmos estaban los negros disparando a las sombras furtivas. Los seguidores de la bruja Franchesca se removían intimidados por la bestia atigrada. Los disparos resonaban huecos, y los destellos de luz estallaban ante una barrera invisible y rústica. El único enteramente de pie era el avezado Douglas, con la varita en la mano y una máscara de rotundo aburrimiento grabada en su rostro curtido. Las balas se reducían y saltaban repelidas en su reflejo con un sonido plástico y gomoso. Sam conocía de primera mano la robustez del Reflejo de los Cuatro Elementos, esculpido a voluntad del mago tras ionizar su esencia mediante el recurso de la imaginación en detalladas Imágenes Elementales...
Tres criaturas draconianas se lanzaron a ellos con las garras extendidas. El Sonetista masculló un hechizo en su complicado idioma materno, pero Sam lo comprendió en su español con rudimentario esfuerzo mental...
—Un relámpago azul corta en dos un peñasco...
El murmullo fue casi imperceptible, pero la excitación encendió su flujo energético y pudo escuchar atentamente cada sonido acaecido con aturdidor tormento. El jersey negro del mago se levantó ante una brisa feérica, y una nube vaporosa de gas ionizado brotó del fango. Douglas esgrimió su varita con una mano y cortó el aire... y una telaraña de relámpagos cerúleos envolvió a los engendros como un zarzal eléctrico... desintegrando su cuerpo en un estallido salobre de pórfido molido.
Yashua fue levantado por dos engendros, pero logró zafarse gracias a los disparos de sus subordinados. Un círculo de mulatos armados se cerró alrededor de Úrsula, Araceli y el simiesco líder mientras los mexicanos presididos por Cristian bajaban en tropel de sus escondrijos desde flancos opuestos, cerrándose en torno a los cultos como una prensa atenazante.
Alejandro y Fernando encabezaban un pelotón de quince mexicanos armados con pistolas y fusiles en una dirección, saliendo a borbotones de los árboles fosforescentes al claro mientras Cristian y una docena de aceitunados hombres rodeaban al tumulto en sentido opuesto con los cañones de gatillo flojo apuntando a las cabezas subyacentes.
El Cambiante transfigurado en su auténtica forma monstruosa aplastaba a una indefensa Sofía con su inmensa pata de prominentes garras, y mantenía su rehén con recelo mientras los asustados miembros del Culto del Cadejo Negro lloraban y Franchesca, tensa, no sabía cómo reaccionar. Los engendros alados trazaban círculos concéntricos en el cielo, mientras aquel rostro de tormenta reía y las pesadillas purpúreas brotaban de sus abismos insondables. Los relámpagos cortaban el cielo y se extendía como una telaraña horrorosa... y aquel cúmulo descendía cargando oscuridad y monstruos desde agujeros en los velos de la conciencia hacia realidades abyectas plagadas de perturbación. Fue entonces que recordó la leyenda de el «Señor de Toda la Oscuridad», que Mario Daumier temía como soberano de aquel territorio sepulcral. Los engendros eran sus esclavos, y Cristian pactó con aquella esfera de oscuridad para ofrecerlos a la hambrienta monstruosidad.
Los mulatos cesaron el fuego, y esperaron órdenes de su jefe mientras los mexicanos cerraban el estrecho círculo con pasos dudosos. Los rodearon atemorizantes con gestos bandidos y armas de fuego implacables. Sam miró los rostros de los latinos con vehemencia y descubrió un barullo de emociones que iban desde el miedo hasta el auténtico desagrado. Jesús... o la bestia amarillenta en la que se convirtió, dejó ir a Sofía y retrocedió lentamente con una elegancia felina inusitada, y se colocó al margen de Cristian con los ojos inyectados en sangre y una baba fingida manando de sus fauces. Franchesca Malboro retrocedió y su culto se cerró para conformar un rebaño de ovejas amedrentadas... Karla Cassiani abrazó a una quebrantada Sofía. A Jasso Nares le rompieron la nariz de un culatazo cuando se negó a obedecer. Gabriela, esposa de Manuel durante trece vidas pasadas, lloraba a su esposo... al que una bala lo alcanzó en la parte trasera de la cabeza y esparció sus sesos en una pulpa sanguínea.
Sam fue obligado a retroceder junto a Mario, Eduardo y una quebradiza María... Douglas no protestó, solo bajó la varita y se encogió de hombros para unirse a aquel rebaño. El mestizo Fernando fue herido de bala en una pierna y cojeaba, Susana se desmayó por la impresión de la sangre y Emmanuel estaba pálido. Los cadáveres que rodeaban aquel tumulto no tenían voces... y los charcos de sangre crecían con fetidez.
—Mis más sinceros saludos para el Convenio de Salem—declaró Cristian apuntando con su antiguo rifle al robusto Yashua—. Lo siento, aquí termina el viaje para todos ustedes. El señor Odosha nos prometió una salida de este purgatorio de terrores insufribles a cambio de un sacrificio equivalente. No tenemos conflictos contra ustedes, solo estamos asustados.
—Malditos imbéciles—proclamó Eduardo, estólido—. Olvidaron el proverbio: nunca hagan tratos con magos negros y con entidades desconocidas.
Cristian frunció el ceño y apretó el gatillo, el rumor de un disparo resonó en el claro y recorrió la superficie limosa de la ciénega hasta adentrarse en las cámaras infestadas de las torres sumergidas. Yashua cayó al suelo con un agujero en el pecho musculoso... y un grito colectivo se alzó en la ciénega. Los árboles zumbaron, estremeciendo sus ramas podridas. Un caos se levantó en medio de aquella transitoria tranquilidad cuando los mulatos volvieron a disparar. La tormenta empeoró con relámpagos oscuros, y las tinieblas esculpieron una imagen aterradora que cada persona interpretó de una forma distinta... Un aullido profano de antesala a un terror sin límites en un festival monstruoso de engendros voladores y seres formados por miasmas corrosivos.
Sam se agachó cuando cayó un relámpago cercano partió en dos un árbol recubierto de musgo iridiscente... y el trueno llegó a sus oídos como una risa diabólica. El rostro del rollizo Emmanuel estalló con una explosión de hueso y sangre, y se desplomó a sus pies. Los disparos cesaron ante la escasez de balas, y ambos grupos se enzarzaron en una batalla encarnizada desenvainando puñales; cuchillos de hueso y obsidiana. Remedios, ensangrentada, vestida y ornamentada como una sacerdotisa africana... levantó sus manos a aquella deidad hedonista en nombre de su desesperación... y abrió su boca horriblemente para clamar por las potestades Guardianas bajo su latifundio.
—¡MAPURANGUI SHUAK WAKA WAKA, AZZAROTH!
Clamó a grandes voces mientras sus subordinados eran reducidos y apuñalados por los rudimentarios instrumentos de los chamanes. Remedios gritó de pánico con la garganta desgarrada. Sus ojos se retorcieron cuando su cuerpo, solapadamente, sucumbió ante una combustión espontánea... La tela ceremonial que la envolvía estalló en llamas carmesíes y su alarido aterrador llegó hasta la techumbre de oscuridad metafísica que respondía con un aullido de truenos y voces disonantes que proferían risas excéntricas y llantos en vorágine. Los engendros se lanzaron a ellos en una tempestad de gritos, chillidos y gemidos de dolor.
María gritó y cayó al suelo cuando una sombra descendió rápidamente a ella. Un engendro descendió en picada con las fauces abiertas y las alas extendidas... Sam imaginó el color «rojo» brotando de su pecho y fluyendo por su brazo con un hormigueo. La esencia ionizada se desprendió de su puño extendido con un chisporroteo y bañó a la criatura con un fogonazo bermellón. Douglas disparaba a su vez descargas de esencia ionizada a las criaturas voladoras... y pegó espaldas con Sam y Mario para proteger al brujo y a la doctora. Miró a lo lejos como la bestia amarillenta saltaba al Culto del Cadejo Negro y le rajaba la barriga de un zarpazo a Jasso.
Los zarcillos de oscuridad descendían con relámpagos cercanos y gritos de trueno demenciales. Un remolino espeso aullaba en torrente con una sinfonía de flautas y acordeones que blasfemaron el sadismo y la maldad invocada por la desesperación acaecida por los sueños mortuorios de los hombres y la sustancia de la Divina Trinidad. El moreno acongojado comenzó a recitar el padrenuestro, a un peldaño de profundizar en la más absoluta locura existencial. Ante la necesidad de una oración más poderosa, se dejó llevar por la posesión de espíritus y la declamación de voces etéreas. Formulo sortilegios en arameo, griego y latín... una asamblea convocatoria para legiones de ángeles desde las puertas del cielo y las jaulas proscritas más allá de los soles y las constelaciones de los firmamentos exiliados. Divagó en lenguas muertas para que su ejército de santos pudiera enfrentarse ante las fuerzas oscuras que caían sobre ellos en carácter profano de manantial de materia oscura y pesadillas arrancadas del vacío primordial. Un supurante perfume de incienso limpió el aire y una música de gloria llenó los espacios vacíos de aquella sinfónica perversa tejida por los espectros oníricos.
Eduardo se levantó de sobresalto y extendió una mano al cielo, empuñando su poderoso rosario bendito.
—PER ADONAI, VENIRE YAWEVH ET JIRETH... ¡¡¡MANIFESTATRUM!!!
Aquella última palabra formuló una ventisca ignominiosa y se extendió sobre el claro como el aliento del todopoderoso Dios Terrenal. La ventisca le levantó el cabello y le erizó cada vello del cuerpo con un calor descomunal. La ventolera que tomó lugar cual huracán, estremeció cada ser vivo, semicórporeo y no etéreo; que bailó sobre la ciénega agitada... y disolvió toda trifulca en una lucha contra los elementos destructores. Sam cayó de rodillas y se aferró al suelo para no ser proyectado por la ventisca despiadada que succionaba toda materia hasta cielos innominables... Vio a Alejandro López ser arrancado por alguna fuerza invisible y desaparecer en las copas de los árboles fosforescentes. María Montessori se retorció en el suelo, y sus pies fueron arrastrados por el fango de hojas podridas y sedimentos... La agarró del brazo haciendo presión con su cuerpo al suelo y apretando las muelas. Douglas permaneció de pie con las piernas aferradas al suelo... como la estatua de plomo de un semidiós inmutable. Todo desaparecía ante aquella invocación, y los relámpagos miserables caían a la tierra con estallidos de luz cegadora. Eduardo gritó de dolor y se desvaneció en el suelo con el rostro perlado de sudor frío. Un relámpago negro cayó, y Sam cerró los ojos ante la destrucción del impacto.
Douglas detuvo el relámpago con su varita y lo retuvo por más de diez segundos mientras la electricidad recorría su cuerpo. Lo desvió con un violento ademán al espacio, abriendo un agujero en las nubes del vacío crepuscular. La brisa disminuyó y se detuvo abruptamente para establecer un imperativo silencio. El brujo había convocado una fuerza incontrolable, y pagó el precio vital. El erial de desperdicios se plasmó como un retrato oleaginoso de la miseria humana en su apogeo de guerras insufribles y su holocausto de redención recalcitrante. Franchesca tenía el vestido ensangrentado y el cabello rubio cubierto de vísceras... señaló a la bestia amarilla, y el monstruo gritó con un gemido humano antes de que sus ojos explotaran. Jesús vomitó sangre a borbotones, retorciéndose de dolor, transgrediendo a su forma humana entre estridentes gritos bizarros y... lo que parecían ser sus arterías se infestaron de coagulación. La figura infrahumana y desnuda se deformó tras un colapso masivo en sus venas, vértebras y órganos. La bruja señaló a otro hombre, y este cayó muerto con los ojos desorbitados tras un paro cardíaco. Iba a repetir la atrocidad cuando el achaparrado Cristian la desmayó de un culatazo en la nuca... y apartó a Sofía de una patada con su bota. El diminuto hombre estaba enlosado de pies a cabeza y una herida de bala en su brazo esparcía su sangre oscura y espesa con pequeños chorros de reguero. El claro junto a la decrépita ciénega era un lodazal de heridos, destrozos, muertos y nubarrones rosáceos... mientras los primeros rayos del amanecer caían sobre el mundo onírico. Los demonios habían desaparecido y el espíritu inmundo allende fuerzas suprahumananas fue desterrado por la oración omnipotente del Yahve terrenal. La radio del brujo se encendió repentinamente... y la voz de Joel Arciniega invadió el silencio protuberante de la refriega con cierta contaminación de estática.
—¡¿Por qué tenemos que seguir enemistados?! ¡¿Dinero?! ¡¿Comodidades?! ¡¿Una maldita ciudadanía en la burbuja de un país hipócrita?! ¡Solo miren lo que esos gringos le han hecho a nuestros países hermanos: nos han despojado de nuestros recursos y nos dividieron para que peleemos por las sobras! ¡¿Quién es el enemigo?! ¡¿El que divide a los obreros para que se peleen los salarios?!
Cristian miró a su alrededor, y sus ojos flaquearon de súbito. Los cadáveres de los jóvenes científicos yacían enterradas en el lodazal, mulatos vudú y mexicanos se retorcían con heridas espantosas del conflicto. El cadáver de Remedios era consumido por llamas vivarachas de su infructuosa llamada. Ricardo Gonzalez estaba aterrado y azogado con una herida de bala en el hombro. Karla y Sofía lloraban sobre el cadáver de Jasso Nares, con los intestinos desparramados en un charco mugriento. Gabriela seguía aferrada a su esposo muerto... y el resto del culto gritaba y lloraba por los asesinatos atroces. Franchesca intentaba levantarse tras el golpe en la cabeza. Muertos y moribundos... Cristian dejó caer su rifle y se acercó a zancadas a Yashua, que aún no moría por el disparo en el pecho. La mayoría de los mulatos fueron golpeados y se removían ensangrentados sin capacidad de levantarse.
El achaparrado mexicano apartó a una paralizada Úrsula de un manotazo y cayó de rodillas frente al hombre simiesco. Movió al pesado mulato para asegurarse de que la bala lo hubiese atravesado, y tras comprobar aquella realidad, sacó un puñado de maíz tierno y lo masticó sin cuidado para después escupirlo en la herida. Como un chamán indio, conjuró a sus Dioses Emperadores de la Tierra del Maíz recitando aquellas fórmulas mágicas seguido de disimulados cánticos tribales. Miró a Yashua abrir sus ojos saltones y palpar la herida desaparecida. Cristian asintió, tembloroso, y cayó a un lado... sin vida.
—¡Bien, ya lo han comprendido!
El rubio de ojos dorados apareció sobre el puente de basalto que emergía de la ciénaga. No llevaba la túnica azur del Culto del Meridiano, más bien, su túnica era larga y rojiza, y en su mano llevaba un yelmo de oro que asemejaba un lobo risueño. Detrás de él, lo siguió una procesión de fantasmas sangrientos con cabezas de animales... Deidades quiméricas de la antigüedad, armados con varitas, báculos e instrumentos mágicos. La fila lo siguió hasta colocarse en medio del tumulto... y los escudriñaron con susurros aterrados porque sabían de quienes se trataba: la misteriosa e impía, Cumbre Escarlata, élite ocultista del mundo ignoto.
—No puedo revivir a sus muertos—dijo el rubio y se colocó el yelmo de oro. Una deidad extraña de la noche orgiástica—. Tal nigromancia trasciende lo sacrílego, y yacemos en comunión con entidades ansiosas de poseer un cuerpo físico para desatar males desterrados a evos de otros planetas y tiempos. No sugiero enterrar los cadáveres, pues... tras cierto tiempo en este umbral, son reclamados por fuerzas que escapan a la comprensión común. El joven Joshua y el anciano Víctor se levantaron de sus tumbas dispuestos a atravesar las puertas hacía el mundo vigil, y tuvimos que destruirlos. Debemos quemarlos cuanto antes y purificar sus cenizas para que no puedan dar forma a abominaciones. Sus almas han quedado atrapadas en este paradisíaco éxtasis de sueños, y serán excluidos del «retorno». Es posible que sueñen con ellos, intentando comunicarse para ser rescatados... pero tal empresa es imposible, es menester reconocer que estas almas serán corrompidas por las leyes que operan esta dimensión desconocida, dominios de pesadillas reactantes e innombrables almas desterradas en el exilio. Puede que el Cadejo Blanco las consuma, si tienen suerte...
El Lobo Sonriente asumió el liderazgo temporal de los cultos mientras lloraban a sus muertos y se despedían para siempre de sus formas, tanto físicas como almicas. Con los poderes de aquellos magos negros fueron capaces de armar una pira común en menos de dos horas. Despellejaron los troncos podridos y levitaron grandes leños para conformar una tarima. Un mago escarlata de yelmo dorado con forma de chivo y pequeños cuernos retorcidos... extendió sus manos pálidas a la descomunal pira con la treintena de cuerpos amontonados.
—Un capullo de rosa blanco—conjuró con voz de mujer mayor—, quemado en los bordes.
El néctar de rosas frescas junto a un matiz perfumado de grosellas, llenó el aire con un silbido de oxidación. Sam sintió un zumbido cerca de la cabeza, y el fuego dorado salió de aquellas manos ligeramente envejecidas y conformó una lengua de fuego que saltó en volutas como las luciérnagas del caos y dio fulgor a un cisne hermoso de alas extendidas, brillante como las flamas majestuosas y caluroso como el sol embravecido. El elemental trazó un arco, nevando copos de fuego con su batir de alas y descendió a la cúspide de la pira de cuerpos con un chisporroteo grasiento que despidió un exuberante hedor a carne chamuscada y pelo quemado a la sazón del avivamiento de las llamas. El fuego creció y envolvió los cadáveres, alimentado por los aceites inflamables del musgo y la podredumbre de los árboles sacrificados. Los magos estaban preparados para evitar la propagación del fuego, y los hippies se les unieron progresivamente mientras el humo negro ascendía ante las primeras horas de la mañana. El Barón Garmendia reapareció, horrorizado por aquel período de soledad en el cual, según él, fue acosado por los innombrables que exigieron conocer dónde escondió el anillo.
Un mago con yelmo de búho labrado en plata bruñida les preguntó si tenían alguna herida, pero el único afectado era Eduardo que seguía inconsciente tras la expulsión del dios maligno hacia el par de horas aterradoras. El hombre llamó a un Perro de Bronce, y este mago se agachó junto al moreno y colocó los dedos en su cuero cabelludo... Un minuto después, Eduardo abrió sus ojos cansados. Aquel mago debía tratarse de un Mortificador: un mentalista que podía influir en los pensamientos mediante poder psíquico; aunque por la jerarquía de su metal, debía ser prodigio de muy bajo nivel. Fernando sí estaba herido, y el Búho de Plata hurgó en su herida para extraer la bala con los dedos desnudos... El pálido joven no pareció sentir dolor, y sangró bastante poco. El mago susurró un hechizo incomprensible en lo que asemejó un tosco alemán, y la herida se cerró visiblemente sin dejar cicatriz. El dolor seguía estando allí, pero desaparecería en unas horas.
Sam se sorprendió por aquello, nunca había visto magia semejante. Había escuchado relatos de los Corporistas, capaces de restaurar vías sanguíneas e invertir tejidos dañados con la transmutación de la esencia... pero verlo de primera mano era indescriptible. Franchesca poseía una afinidad similar, emulando el control de la sangre para estimular su organismo o el de otros, pudiendo causar fallos mortales en la circulación y la degeneración del sistema. Con ella había disfrutado de una sexualidad extraña y fantástica, sintiendo su corazón acelerarse a ritmos incomparables, un calor corporal extraordinario, una humedad deliciosa y... más indiscretamente, de una lívido y de eyaculaciones que excluían el periodo refractario.
—¿Estás bien?—Se acercó a la rubia y le acarició el golpe en la nuca—. Pídeles que te curen ese golpe...
—Jasso, Manuel y otras seis personas murieron—Franchesca dejó escapar dos sendas lágrimas y su voz estaba quebrada—. Sus almas no volverán a reencarnar... La sinfonía de los espíritus no impera en este país de los horrores. Gabriela no quiere regresar a nuestro mundo... dice que no quiere seguir existiendo en un mundo sin Manuel. ¡No, no estoy bien! Creí que Teresa nos guiaría a un reino de maravillas, cruzaríamos las fronteras para vivir en un paraíso de sueños comparable al Jardín del Edén, pero... lo único que encontramos fue un infierno detrás de otro.
Sam le pasó un brazo por los hombros y la mujer descansó la cabeza en el hueco de su cuello. La escuchó sollozar en silencio, y tragarse las lágrimas con remordimiento... Fue necesario. La envolvió con sus brazos hasta que ella se sintió mejor, y accedió a las peticiones del Lobo Sonriente para continuar la búsqueda de la ciudad perdida, aunque no tuviera sentido. Franchesca se limpió la sangre del cabello y se vistió con los túnica escarlata que repartió el culto. La mayoría optó por el uniforme para reemplazar sus sucias prendas, y bebieron un poco del jerez que la Cumbre Escarlata repartió junto con panecillos de almidón y frutillas en almíbar. Sam reservó sospechas sobre sus dadivosos aliados de intenciones ocultas, y Douglas les dedicó miradas hoscas, sembradas de discordia. «Nunca hagas tratos con magos negros», había dicho Eduardo Tunez. Pero... él trabajaba para el oscuro Kausell Courbet, que había pactado con el culto negro en el pasado. Presencias como el tenebroso Moloch, una fútil presencia inmersa en la tinta y el salitre; el teórico cabecilla del culto con yelmo de Ruiseñor, que nunca salía del hipotético castillo donde convergía su sede; o el Mago de los Espejos y su horrible máscara de murciélago... Estas figuras reconocidas de la Cumbre Escarlata brillaron por su ausencia. Los catorce magos negros se ofrecieron de escolta y consejeros, aunque solo eran una diminuta fracción de uno de los aquelarres más poderosos y oscuros del mundo ignoto.
Sam tuvo que deshacerse de su abrigo deshilachado y embarrado, aceptando la túnica escarlata debido al frío envolvente que aullaba en el bosque encantado, alegórico a una emoción humana que no terminaba de descifrar... o si lo había hecho, el olvido era un remedio milagroso. María parecía aterrada por aquellas presencias, y Eduardo se sentía tentado a negociar con los magos negros. Jonathan Jiménez le advirtió sobre las élites del mundo ignoto y su guerra ancestral por el control mundial... siendo la Corte de Magiares la araña que tejía sus redes de sueños, y la Cumbre Escarlata, aquella serpiente encadenada en los abismos oceánicos por diez mil sellos de arcángeles. En el pasado coexistieron distintos cultos, aquelarres, conventos, doctrinas, misas negras, y sociedades... que intentaron apoderarse de las mentes del colectivo y lo consiguieron en cierto grado. Siendo los masones, según el tunante Jonathan, una de las mayores fuerzas regentes del cambio ante la esclavización del hombre de parte de los reyes... Naciendo hace tres mil años en Egipto, en la jerarquía organizada por los faraones que construyeron las pirámides. Muchos creen que estos hombres ocultistas, bajo dominio del Gran Arquitecto, dio forma al mundo actual tras celebrar hombres de ciencia y filosofía que fomentaron los pilares fundamentales de la vida. Tales de Mileto, Nabucodonosor, Platón, Aristóteles, Moisés, David, Salomón, César, Augusto, Jesús, Mahoma, Da Vinci, Dante, Newton, Einstein, Tesla, Edison e incontables pensadores de la historia. Intentaron establecer un dominio con sede en Roma, y los conflictos entre las distintas sociedades bárbaras que imperaban en las sombras ocasionaron su caída con la idiosincrasia de la religión cristiana. La Iglesia Católica llenó este vacío de poder y persiguió los cultos negros del tártaro medievo con sangre y fuego... Cientos de cultos menores y aquelarres fueron destruidos con sus conocimientos relegados a la extinción. Hasta la Revolución Francesa ocasionada por los demonios enclaustrados en una isla del olvido que estaban a punto de cambiar la historia de la humanidad.
—Sé que podremos vernos de nuevo—murmuró Sam, escudriñando las cenizas encendidas pulcramente calcinadas de la pira—. En algún lugar lejos de aquí... Finch.
La hecatombe hubo terminado y después de un improvisado desayuno, Yashua, Úrsula, Osvaldo y Araceli... organizaron el resto de sus mulatos y levantaron gran parte del desorden. Fernando López, hijo del desaparecido Alejandro, encabezó al cabizbajo Culto de la Serpiente Emplumada. El joven y deprimido Fernando Arjona, único sobreviviente a sus compañeros paracientíficos, los seguía junto al elocuente Ricardo, a quien se aferraba insistentemente. Partieron en dirección septentrional, dejando atrás la ciénega y aquella noche de pesadillas descarnadas, y se adentraron más profundamente en el bosque fosforescente de hongos azulados... A pesar del cansancio por la falta de descanso, caminaron una abundante distancia por lomas descendentes a fosas y franjas excavadas por alguna laguna ancestral que discurría hacía bifurcaciones y canales meridionales al amparo de árboles robustos. El musgo fue raleando hasta desaparecer aparentemente, en una sección del bosque que se había librado de la infección que carcomía aquella frontera de lo irreal. Pero, la ausencia del musgo parasitario solo reveló ante sus ojos los terrores que eran piadosamente escondidos por su película de mucosidad: los árboles poseían extraños rostros y formas horribles, similares a seres humanos condenados a ser parte de un tortuoso bosque eterno. Los rostros grabados en la corteza no eran lo más tétrico, aquello podía ignorarse con astucia mental... Lo desconcertante, y que escapaba a lo racional, era que las ramas parecían moverse aunque la brisa fuera inexistente, los árboles se tocaban, comunicando con un lenguaje tácito sobre lo que sus ojos sangrantes veían. Sus raíces protuberantes chupaban la maldad subterránea, y sus hojas podridas formaban una pasta blanda que se hundía unos centímetros al ser pisada. Aquella incomodidad se volvía insoportable con cada hora, y el ignorar el movimiento aparente de las ramas ante la ausencia de soplidos, era imposible... Mientras ascendían por una empinada montaña que escondía un valle intranquilo, se sintieron sin oxígeno, y creyeron que caerían por un descenso abrupto a una muerte trágica. Aquella cumbre titánica era más elevada que cualquier monte conocido, rebasando en sus imponencia al toscano Himalaya. Se alzaban picachos rematados de nubes violetas... como los colmillos aserrados de un ser idílico extendido en el firmamento. Eduardo llevaba una cuerda ceñida a la cintura con extremos que clavaba en el suelo mediante clavos y atando cabos en firmes árboles inclinados. Flagelados con cada ascenso a aquella montaña de locura, le seguía Douglas sudando por el esfuerzo, Mario, Ricardo, María, Fernando y Samuel. Ricardo trastabilló en varias ocasiones, pero la cuerda lo mantuvo unido al grupo... Pero, no todos corrieron con la misma suerte, ya que el Culto Vudú del León ataba en los árboles estas cuerdas para escalar, pero uno de sus mulatos se amarró un cabo viejo, y ante un desliz, el nudo se rompió... y el hombre rodó cuesta abajo, golpeando su cabeza con los troncos y las piedras hasta que, tras dos minutos de caída... asumieron que estaba muerto. Los magos de la Cumbre Escarlata calzaron zapatos con pinchos, sumado a una gruesa soga de la cual aseguraron sus arnés para escalar por la dificultosa subida. Mientras ascendían, una sensación desasosegante los envolvió con efervescente desesperanza... Era la sensación de haber sucumbido ante un largo y agradable sueño, y un despertar abrupto, seguido de lamentaciones por aborrecer la simplicidad del mundo vigil. Al llegar a la cima de la altiplanicie, avistaron un valle sembrado de tepuyes gigantescos y lisos como troncos titánicos limpiamente cortados por las hachas de dioses constructores. En medio de aquel paisaje accidentado, donde montículos sembrados de árboles espinosos se alzaban bañados por un sol blanco e inmaculado... avistaron inusuales formaciones de naturaleza artificial envueltos en zarzales: obeliscos escondidos en matorrales frondosos, bloques negros poblados por arbustos espinosos y extrañas edificaciones hundidas en la selva indomita. Las formaciones sugerían un patrón circular, y varios anillos conferían un símil con la antiquísima Atlántida, sepultada por la vegetación y la erosión de un terreno lluvioso.
Habían traspasado la frontera entre los mundos y se encontraban en un islote flotante del país onírico. Un fragmento del mundo vigil y tangible, que fue extirpado quirúrgicamente del planeta con métodos científicos y fórmulas mágicas que yacían enterrados en bibliotecas de conocimientos... cuyos secretos los humanos aún no se atrevían a redescubrir. Un vestigio de una época antediluviana e inmemorial, que rompió la luna y robó las estrellas para esconder su poder detrás de Puertas de Piedra. Las escarpadas montañas se alzaban cuatrocientos acres al epicentro de aquel valle acariciado por el sol prehistórico, encerrando la abandonada megalópolis a plenitud como las inmensas murallas de un fortín ancestral. Aquella cara oculta de la montaña era menos escarpada, y los riscos amables les otorgaron un descenso favorable... Bajaron por un rudimentario sendero de escalones desvencijados, tallados en la piedra con precisión morbosa y recubiertos de hierbajos y grietas. Las construcciones de ónice diseminadas en el valle crecieron en proporción a la ilusión de ser pequeñas pirámides hasta adquirir una profundidad surrealista y un aura claroscuro que ensombrecía la piedra negra de los edificios ciclópeos. La cohorte bajó por un camino que serpenteaba subrepticiamente desapercibida ante el valle empequeñecido por la distancia extraña, las formas se desdibujaron ante la invasión furtiva de la vegetación... y una vida intranquila envolvió aquel camposanto. La luz reflejada por aquel sol eternamente flameante era de un color iridiscente, y las formas de los santuarios no correspondían a leyes visuales y espaciales concretas... Siendo una civilización precursora no euclidiana de cúpulas oblongas o achatadas, torres afiladas que se curvaban desde diferentes perspectivas y un valle que podría encontrarse vertical o curvado en el espacio según los estados anímicos. Los obeliscos cambiaban de tamaño si se los perdía de vista, y las pirámides derruidas se alargaban o crecían en sus puntas según la cara avistada del monumento. Se frotó los ojos, pero no comprendió el horror visual que se presentaba como un caleidoscopio... el dignatario centurio del Lobo Sonriente parecía quedarse sin aliento ante la visualización de inminentes formaciones colosales talladas por bloques gigantescos de ónice, basalto, pórfido y obsidiana. Los escalones a su vez les jugaron una tetra, porque estos parecían alargarse a medida que el camino se contraía y ensanchaba... o una vuelta en descenso los hacía girar y continuar por un descenso completamente horizontal contra toda probabilidad física, o un descenso oblicuo, como si la gravedad se negase a funcionar en aquel sitio desconocido.
Sam se sintió enfermo, presa de un malestar anonadado... al contemplar las esfinges que custodiaban la ciudadela con sus semblantes muertos. Aquellas formas salvajes con rostros humanoides le resultaron horriblemente familiares, cuyos lóbulos anchos y nariz pequeña mostraron cierta concordancia con los terrores sepultados por miles de años, que según los axiomas traducidos de un extracto del Libro de los Grillos por la alquimista Paulina Herrera; eran los híbridos de Lilith y Caín, cuyos nombres fueron los Reyes de las Doce Tribus de Israel, y sus hijos demonios perturbaron la faz de la Tierra al pactar, engendrando a los gigantes, hechiceros sabios que difundieron los pilares de la ciencia, la alquimia y la magia... Un pasado prehistórico que sobrevino a la Muerte Fría, y fue sepultado en el Gran Diluvio Universal. Las alegorías de la posible naturaleza extraterrestre o híbrida de Caín eran indescifrables... y la sazón de que el Demonio Ancestral Lilith era una entidad parasitaria que engendró vástagos infrahumanos para diezmar a la humanidad en un pasado inmemorial... evocaron misterios y paranoia en torno al episodio de vampirismo bastardo que el Vaticano tuvo que combatir mandando a la Junta del Tabernáculo.
Paulina Herrera era una joven alquimista del mundo ignoto venezolano, hija del místico Jesús Herrera, su bibliotecaria colección de ocultismo y el pasado primigenio de la humanidad era escondido con recelo bajo llaves de cobalto. Los opúsculos que escondía en su taller daban mucho que pensar sobre los misterios execrables del horror cósmico, la mayoría robados de museos, expropiados a cultos menores, bóvedas del Vaticano o bibliotecas de la Fundación Trinidad; subastados en el mercado negro y comprados por los infame Herrera, conocedores de la historia escondida. El señor Herrera llevaba años desaparecido, pero su hija continuaba el legado de la alquimia y la investigación sacrílega.
Jonathan y él durante sus años de entrenamiento, entablaron cierto tipo de relación con la alquimista para estudiar los sacrílegos manuscritos del Mar Muerto, los papiros de Enoc y Noe; los evangelios apócrifos de María Magdalena, Judas y... traducciones de libros innombrables como el maléfico Libro de los Grillos, La Turba Philosopharumla, las investigaciones ocultistas de Newton, los diagramas de Tehvlar, las Formulas Mágicas de Andrés Bello, La Clavis Alchimiae de Fludd, el Diario de los Sueños de Matías Juárez y autores tales como Paracelso, Eliphas Levi, Van Helmont, el cabalístico John Dee, Silvyus, Charles Curwen, Boyle, Agrícola, Nicolas Flamel, Boerhaave, Becher y Aleister Crowley. Aquellos conocimientos contradictorios y poco ortodoxos sobre la naturaleza de su estudio, arrojaron ciertas respuestas a sus interrogatorios durante los exorcismos y el caso de vampirismo que tomaba lugar a lo largo de Europa... Pero, preguntas desconcertantes quedaron relegadas a horrores que escapaban a las esferas híbridas. El Ojo del Meridiano, la dimensión de los Mundos Posibles y la Sinfonía de los Espíritus... Así como el pasado desterrado de nuestras mentes por la catástrofe de la Muerte Fría, las legiones demoníacas que diezmaron continentes, la división del mundo onírico y la desaparición de los Primordiales.
El laboratorio de los Herrera era un hervidero de ácidos, sulfatos, alcoholes, sales y éteres. Las mesas alumbraban repletas de alambiques, retortas, frascos de electrólisis, atanadores, hornazos, tambores, prensas, compresores de síntesis y bombarderos de cationes... Un espectáculo espantoso de instrumentaría científica capaz de replicar potentes bombas, sustancias químicas de dudosa legalidad, drogas y ácidos disruptivos. Paulina era una genio perversa, y su creatividad dejaba entrever la malignidad de su apice para fabricar minerales espantosos... Con ella aprendió a disolver cuerpos con ácido clorhídrico concentrado, y descubrió los peligros del conocimiento alquímico al alcance de la mano de cualquier individuo de mente abierta. Conocía de cristales y de taumaturgia, así como de brebajes que solo podían prepararse en determinadas horas bajo estrictos lineamientos ambientales y metafísicos, corriendo el riesgo de perder la vida o la cordura.
El descenso por el último montículo fue virtualmente más complicado, porque el peso de sus cuerpos era insoportable... y cada paso que dieron los llenó de una fatiga crónica. Finalmente pusieron pie en el último escalón y, la gravedad cambió abruptamente hasta el punto de sentirse flotando por alguna pléyade atemporal. Sus pisadas eran inaudibles, y una extraña flaqueza tiraba de ellos hacía arriba, sin la suficiente fuerza para arrojarlos al espacio exterior. Fernando abandonó la grabación y se limitó a observar intrigado las formas retorcidas de aquellas construcciones estranguladas por la hierba que crecieron ante el horizonte protuberante. Se adentraron en una calle principal de basalto agrietado recubierto de maleza y custodiado por altas esfinges muertas de rostros divinos y cuerpo de mamífero cuadrúpedo. Los mexicanos y los mulatos palparon estupefactos la piedra negra de los edificios... Y la Cumbre Escarlata estudió con detenimiento aquellos obeliscos y pirámides prominentes de gran masa, raspando con limaduras, extrayendo piedras y tomando fotografías de aquella ciudadela pérdida en el tiempo y el espacio de arquitectura desigual, venerable de formas retorcidas y altos pináculos curvos. Las plantas que crecían en aquella meseta babilónica no se parecían a ningún especie floreciente en la Tierra, y sus flores opalinas eran tan hermosas como descabelladas. El grupo de Eduardo observaba con detención los relieves pulcros y la integridad de aquellas cúpulas extrañamente alargadas sin penetrar en el interior desconocido de aquellos tiempos pretéritos. El brujo ordenó recolectar muestras de aquellas flores desconocidas: semillas, tallos, raíces y helechos. Continuaron por un camino de basalto erosionado, del cual sobresalían pequeñas flores añil con aguijones, y una sarta de pirámides recortadas en punta conformó ambos lados de la alargada calle. Las pirámides eran parecidas a plataformas rectangulares del tamaño de un acre que se extendían, brotando del suelo, en dos líneas de al menos cien pirámides en cada lado del camino. Estas construcciones grisáceas no eran las únicas, ya que varias calles conectadas cada cinco acres de distancia, rodeadas de pirámides, conformarían un gigantesco...
—Puerto de aterrizaje—Eduardo estudió el suelo de basalto con sus dedos amarillentos—. Esta calle no es para ser transitada... Sobre esta línea de aparente basalto flotaban los cargamentos y vehículos hacía los anfiteatros y centros que deberían ser las cúpulas de esta polis. Estas diminutas pirámides, espaciadas por diez metros, conforman las plataformas de sondas... Es por eso que no vemos viviendas. Los Primordiales vivían en remolques voladores equipados con todas las comodidades. Sus casas podían viajar por todo el mundo a grandes velocidades... pero, no podían atravesar el espacio—miró el cielo nuboso—. Sería imposible aterrizar sin destruir el estacionamiento.
El médium Ricardo Gonzalez, de aspecto sospechoso con la vestimenta escarlata, le otorgó una respuesta indescriptible al brujo.
—Ellos no viajaban por el espacio, o al menos... no preferían este primitivo método.
—¿Qué sabrás tú?—Eduardo frunció los labios—. Estás loco.
—Estoy más cuerdo que muchos en este viaje—recalcó el hombre con una sonrisita—. Y... no eres el único que puede hablar con los seres de otros mundos.
Si Eduardo se sorprendió por esto lo disimuló perfectamente, pues, se limitó a abrir los ojos por una fracción de segundo y a apretar el ceño. Douglas permanecía callado, mirando con visible desagrado cuando algún miembro de la Cumbre Escarlata raspaba algún obelisco de extraños glifos y tomaba fotos y diagramas intentando descifrar aquel lenguaje arcano. Intentó espiar a los magos en su profanación de aquellas cúpulas deformes y zigurats titánicos, y teorizó que podrían esconderse pesadillas encarnadas en aquellos salones aislados por miles de años. Sam veía todo aquello pasar ante sus ojos como un documental engañoso que desfiguraba la realidad... puesto que los Primordiales parecían haber desaparecido tras un evento arrancado difusamente de la historia. Pensó en el castigo proscrito de Dios ante los ángeles tras su abominación con las hijas de los hombres, y en la destrucción de Sodoma y Gomorra... pero, no podía vislumbrar canteras de azufre o estatuas de sal en la ciudad de piedra negra. La ausencia de soplidos de aquel pasado carcomido por la oscuridad era aterradora... y llegó a alucinar con cierta ilustración dibujada en el diario de Matías Juárez, el loco que hablaba con los demonios en persecución de interrogantes.
«Una silueta humana ofreciendo un corazón ardiente a una figura de niebla, con ojos brillantes y coronado con astas».
Avanzaron por pirámides más altas y anchas, con mausoleos que según los oteadores del culto, contenían cámaras polvorientas y túneles que discurrían bajo la superficie de todo aquel paisaje silenciado. Ciertamente, algunas edificaciones eran madrigueras de monstruos que era mejor enclaustrar a los abismos del olvido, y ahorrarse descripciones por sus alterados investigadores... Esto, y la desaparición de dos mexicanos incentivó abandonar la exploración. Aparentemente, el avance no era solo físico, pues a medida que el cansancio colectivo se iba acrecentando... el sol cayó lentamente hasta fundirse en las montañas escarpadas. El horizonte se tornó naranja y purpura con nubarrones rosáceos, y el conjeturar que estaban bajo una gigantesca pantalla simuladora no parecía ser una locura. Subieron a una de las plataformas piramidales más largas, y pernoctaron bajo el amparo de constelaciones que nunca avistaron en su época moderna, pero evocaban remotamente a una edad de espíritus, dioses y monstruos grabados en la memoria pasajera de las células heredadas por las primeros habitantes del mar protoplasmático y sus terrores incólumes. En la cima de aquella plataforma—que bien podía ser asimétrica y vertical con respecto a su incertidumbre—, pudieron avistar cierta confusión en el paisaje que no notaron cuando descendían por las altas montañas de la locura. No notaron aquella monstruosidad desde las alturas, y parecía emerger de un abismo de presagios donde se retorcían espectros invisibles se gases mefíticos. Un zigurat titánico y negro que ascendía en la distancia como una ancestral Torre de Babel, en el centro de la ciudadela, cuyo murmullo causaba cierto picor en el cerebelo... El edificio correspondía de niveles apilados uno sobre otro como una gigantesca serpiente durmiente que palpitaba desde un corazón cristalino en profundidades alegóricas a tierras huecas y mares muertos. Ciertas luciérnagas brillaban, sobrevolando aquella torre inmensa, pero nadie parecía darse cuenta... y cuando las señalaba, nadie coincidía.
Los hippies encendieron una gran fogata, Paul y Anne bailaron, invitando al grupo de Eduardo, pero estos se negaron amablemente... El Culto del Cadejo Negro tampoco tenía ánimos para celebrar y se unió al círculo del brujo Túnez. La Cumbre Escarlata se apartó a una esquina para estudiar con recelo las diversas reliquias que confiscaron en la expedición: diversas piedras esféricas de un material desconocido con runas indescifrables, lo que parecía ser una llave de oricalco, un cubo negro que flotaba si se lo suspendía sobre el suelo y el cráneo de una criatura de cuernos retorcidos con rasgos aterradoramente humanos y colmillos huecos. El Perro de Bronce aseguró encontrar una piscina con cerebros verdosos, y que estos le susurraban órdenes horribles... El mismo Lobo Sonriente se topó con una bodega oscura repleta de frascos metálicos que guardaban lo que parecían ser sales o cenizas de los habitantes de la ciudadela. Algunos cristales con propiedades extrañas fueron sellados en contenedores herméticos... y nadie mencionó una palabra de los horrores que encontraron en las pirámides huecas y las cúpulas. Horrores nacidos de morbosas pesadillas que vagaban por los recodos del mundo onírico...
Los mulatos de Yashua perpetraron en una sanatorio equipado con cámaras frigoríficas, salones de instrumentaría científica anormal y camas—o tubos—, donde las máquinas ejercían ciertas luces y radiaciones para tratar distintas patologías. Robaron una máquina que emitía vibraciones aparentemente curativas que inducían cambios anímicos y acamparon con aquel aparato catatónico encendido «transformando sus pensamientos agrios en dulces». Los mexicanos por su parte confiscaron una buena colección de versiones complejas y futuristas de cristales de pensamientos, pero como ninguno sabía mucho de Misticismo Mental, se los cedieron a la Cumbre Escarlata a cambio de promesas de fortunas.
Eduardo encomendó a Mario buscar reliquias de valor con su halcón, pero el animal había enfermado gravemente tras la infestación demoníaca. Ricardo se quejó de un dolor de cabeza persistente y se recostó sobre la plataforma. Eduardo los deleitó con una auténtica delicia que desplegó con ingredientes reservados para aquel momento: una pasta de fideos con salsa de carne molida y tomate, regado con crema bechamel y acompañado con pan de ajo. Sam comió y bebió copiosamente de las gaseosas que les regalaron los gringos. El Barón Garmendia los acompañó, y parecía más activo que de costumbre... Eduardo comenzó a hablar respecto a la Cumbre Escarlata y enumeró historias extraordinarias de contacto extraterrestre, invocaciones de entes oscuros, portales a otras dimensiones, anomalías temporales, sectas suicidas, desapariciones de líderes, misas negras, descubrimientos arqueológicos, conspiraciones, poblados malditos, evocaciones de demonios, misteriosos desastres naturales y pactos con fuerzas desconocidas; sucesos asociados que apuntaban a la Cumbre Escarlata como responsable, o en parte... uno más de los involucrados. El propósito final del culto negro era desconocido, y sus miembros de identidad encubierta tenían prohibido conocerse más allá de sus misiones bajo el mando del cabecilla con yelmo de Ruiseñor. El hipotético basilio de la secta, que según los rumores, era una sombra que provenía de una fisura en el tiempo, más viejo que cualquier alquimista reconocido y cuyos ápices para la magia negra eran innominables.
Detrás de cada avistamientos, desastre sobrenatural o cacería de críptidos... aparecían frecuentemente otras sombras del mundo ignoto tan misteriosas como aterradoras: hombres y mujeres vestidos negro, que confiscaban los artefactos robados, desaparecían los críptidos y en algunos casos, borraban los recuerdos o manipulaban la información. Estas personas eran diferentes al resto, y provenían de un lugar oculto llamado «Isla Esperanza», hablaban un arcano idioma secreto y eran amos de un poder inconmensurable que escapaba a los límites conocidos en las leyes de la magia. Los genes Furya de su acervo genético eran una cualidad evolutiva sin precedentes, conteniendo un místico compuesto sanguíneo conocido como «quintaesencia» que les permitía ahondar más allá de las fuerzas primigenias de las ciencias ocultistas... Se decía que no eran humanos completamente, y que sus ancestros pactaron con demonios en cruentas ceremonias cuya naturaleza hereje provenía de las profundidades del espacio sideral. Los Sonetistas del Fin del Mundo... Eran los auténticos dueños del mundo, y esa realidad solo lo conocían—o presentían—, unos pocos selectos en yuxtaposición homónima.
Douglas Corne d'Or sonrió y miró a los hippies bailarines con el ceño fruncido. La discusión pletórica sobre las distintas sociedades elitistas operantes del mundo ignoto lo instó a hablar, para finalmente exponer sus secretos a los atentos seguidores. Después de la espeluznante escucha sobre revelaciones allendes del carácter individual y los malversados estratos sociales... Eduardo encendió un cigarrillo con el semblante horrorizado, María reprimió las horcadas, Mario no dejó de asentir con la mandíbula tensa y Sam despertó de un trance exacerbado con los sesos molidos. No supo cuándo el Sonetista renegado comenzó a hablar, y los milenios transcurridos tras la culminación de su discurso... No volvería a escudriñar los edificios del mundo moderno y el cielo oscurecido de las ciudades con los mismos ojos. Un mecanismo en su cerebro fue atrofiado... Las masas de personas, la televisión, el internet y la tecnología... todo le repugnó hasta el bochorno y se sumió en un caos de pensamientos ansiosos y delirantes sobre el módulo de sugestión y condicionamiento predominante. Miraría los aviones cortando las nubes con espanto y las filas de los bancos con un asqueroso repelús. El mundo y sus pilares, eran burdos e insensatos métodos de tortura y explotación. Los idolátricos cónclaves y ceremoniales orgiásticos lo llenaron de horror al contemplar la posibilidad de rumiantes seres oscuros habitantes de bosques inexplorados, cuyo horrísono sorbía las almas de los muertos.
Douglas se tragó un par de calcomanías de ácido, se preparó mentalmente esnifando un polvillo rosado y encendió un cigarrillo rojo que hedía afrodisíaco. Solo así, pudo declararse culpable por las palabras masculladas y el horror cósmico cual parodia de la insignificancia humana... temiendo ser escuchado y observado por espectros malsanos.
—La guerra del mundo ignoto ha tejido una telaraña en todo el planeta. La posible tercera guerra mundial que viene... será patrocinada por los verdaderos hiladores detrás de las familias más poderosas. En el mundo existen corporaciones, grandes empresas, potencias y después... ese culto elitista capaz de incidir de forma activa en el presente y futuro del planeta controlando las decisiones de los que se supone ejercen la democracia. Una cohorte al que tienen acceso unos pocos candidatos y las figuras misteriosas que se esconden detrás de su influencia. Una secta que habitó en reclusión por dos mil años... cuya maldición se rompió liberando los males de la tierra. El antiguo Convenio de Salem tuvo que ceder ante las doctrinas de estos demonios... siendo adsorbida.
»La guerra entre la Corte de Magiares y la Cumbre Escarlata se remonta hace más de doscientos años durante la Revolución Francesa... Han sido el motor de distintos cambios en el globo tras su liberación. Para comenzar, mientras los Sonetistas comprometían Europa en violentas revoluciones contra las dinastías de reyes, la Cumbre Escarlata robaba el manuscrito original del Libro de los Grillos escondido en la tumba de Azazel el Loco... y convirtió las colonias americanas en un foco de rebeliones y próceres. En el pasado, los masones habían domado la batuta del mundo ocultista con su ausencia, moldeando la naturaleza humana desde la construcción de Alejandría hasta la caída de Roma y el poderío de la Iglesia Católica. Ambos cultos de magos dividieron a los masones: Simón Bolívar poseyó el Libro de los Grillos en alianza con la Cumbre Escarlata y las potencias del antiguo mundo se ahogaron en guerras de rebelión contra sus colonias esclavas mientras esta élite ocultista presenciaba el fragor desde su patíbulo.
»Cien años de guerras cambiaron el curso de la historia mundial cuando la Corte de Magiares suplantó a la familia Rothschild, banqueros importantes de la época, y fundó a la familia Rockefeller... el primer títere que abrió el telón para esta pantomima que conocemos como sociedad capitalista. Su primer involucrado, John Rockefeller, terminaría siendo el hombre más rico de la historia. Desde niño se forjó como un excelente vendedor, incluso ganando una fortuna traficando piedras normales pintadas en dorado... por piedras preciosas. Más allá de estas triquiñuelas, la Guerra Civil estadounidense provocada por la insidiosa Cumbre Escarlata... comenzaría a marcar su fortuna. Tras varios negocios de abastecimiento gracias a los intereses de los Sonetistas por establecerse en el mercado globalizado, construyó la Standard Oil en 1870, que se convertiría en el mayor monopolio nunca visto, controlando las reservas petrolíferas de Estados Unidos y de buena parte de Europa y América Latina. Los Rockefeller son la familia más influyente de la actualidad, y sus descendientes supuestamente pactaron con la Corte de Magiares en el pasado para llegar a ser quienes son. Dicen que son los responsables de mantener el negocio del petróleo, y por ende... la censura y desaparición de inventores de energía limpia y autosustentable. También serían quienes han financiado las grandes guerras en oposición a los gobiernos y movimientos que la Cumbre Escarlata posicionó.
»Esta sociedad secreta se movió en las sombras para elevar un consorcio salvando la economía de su país fantasma en auge... a través de préstamos de oro que compraron con la fortuna de los Rockefeller en comunión con los banqueros J. P. Morgan, hace cien años, para evitar que se hundiera la reserva federal provisional del estado. Desde entonces, los Morgan han sido marionetas predilectas y los banqueros más importantes del mundo. Estados Unidos se convierte en la superpotencia económica que es actualmente sentando las bases hace cien años, y es la nación que los Sonetistas dominan con más poder. Durante estos años, crearon la Reserva Federal privada y me encomendaron asesinar a todos los opositores que viajaban en el Titanic...
»Pero este fue solo el primer paso, necesitaban monopolizar el dinero para desestabilizar los otros grupos sectarios que veían con peligro su posicionamiento. Dominaron el Convenio de Salem asesinando y extorsionando a sus orgullosos dignatarios, pero en África, Asia y Europa... se removieron sociedades antiguas de inmortales nigromantes que establecían alianzas para evitar una dominación tirana. Los Sonetistas crearon a la familia Oppenheimer con el mismo principio, para controlar la mayor parte de las reservas del oro en el mundo. Poca cosa, ¿verdad? Cuando Ernest Oppenheimer entró a trabajar en una compañía de diamantes londinense en 1896, con apenas diecisiete años, los Sonetistas vieron el poder que ejercía el alemán. Lo mandaron en 1902 a Sudáfrica en representación de una empresa fantasma, donde trabó amistades con las que terminaría fundando en 1917 una compañía de diamantes: la Anglo American Corporation. Con el crédito de J.P. Morgan, le bastó un par de años para monopolizar las reservas africanas de diamantes. Desde entonces, la compañía de la que depende el oro de todo el planeta ha ido pasando de padres a hijos en nombre de la Isla Esperanza. Actualmente la controla el nieto de Ernest, que ha ampliado el negocio explotando sin escrúpulos minerales como el hierro, el platino y el litio en países tercermundistas.
»La Cumbre Escarlata intentó crear grupos elitistas, influyendo en la Alemania y diversos países para oponerse al neoliberalismo y las reformas de la globalización que concederían más poder a los títeres de los Sonetistas. Pero, tras dos guerras mundiales... se han visto reducidos a grupos dispersos mientras el poder de la Corte de Magiares crecía en desmedida. Estos, aprovecharon la violencia armamentista para enmascarar a la familia du Pont, financiando el armamento durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.
»Éleuthère Irénée du Pont de Nemours, un exiliado de la Revolución Francesa, desechado por la Cumbre Escarlata, fue contactado por los Morgan y se convirtió en el pionero de la industria de la pólvora. Fundó la compañía Dupont, la primera proveedora de este material, controlando de esta manera todo el mercado de la dinamita. Sus descendientes sirvieron a los Sonetistas, ampliando su legado, llevando a la empresa a su mayor beneficio tras surtir de munición a Estados Unidos y a sus aliados en las dos Guerras Mundiales.
»La familia Murdoch es una secuela de su poder. Los Sonetistas controlan el dinero y las armas, y... tarde o temprano comprometerían el emporio comunicativo más importante e influyente del mundo. La máscara de los Murdoch, tiene en sus dominios medios tan importantes como The Times, The Sun, Disney, The Wall Street Jounal, Universal, Warner Bros, los canales Fox y Fox News. «Quien controla lo que se escribe, controla el mundo». Aunque obedientes, tienen ciertas tendencias a desviar la realidad... Es un clan familiar lleno de disputas con cultos negros. Ratas que insuflan las mentes del colectivo con perversión, infantalización y una alteración de la realidad.
»Quizás... el mayor terror que existe en la sociedad se deba a la familia Walton, la más rica del mundo, y con diferencia. Los Walton tienen un patrimonio de doscientos cincuenta mil millones de dólares, y todo gracias a la mayor cadena de tiendas minoristas del mundo... Eso, cuando en realidad, manejan tras bambalinas el monopolio de la esencialina. Las tiendas son un lavado de dinero para las granjas de clones con sangre peculiar, donde niños son vendidos y drenados para la fabricación de elixires capaces de detener el envejecimiento. Sus ingresos son de millones de dólares al año y tienen más de diez mil tiendas por todo el mundo. En el último año, la fortuna de los Walton crece una media de tres millones de dólares por hora. Millones de niños clones son torturados y descuartizados para fabricar elixires de inmortalidad, con los que la Corte de Magiares chantajea a líderes políticos, magnates y artistas.
»Este es el mundo que los Sonetistas han creado desde hace doscientos años con las personas supuestamente más ricas del mundo... cuando en realidad controlan todos los medios, acaparando la riqueza y desestabilizando naciones para poner en acción la Agenda 2030 y sus proyectos de deshumanización. Los masones han desaparecido tras esconder piadosamente el Libro de los Grillos, y la Cumbre Escarlata libra batallas y alianzas contra cultos negros en busca del suficiente poder para destruir a la Corte de Magiares. El mundo ignoto es un océano de aceite hirviendo. El movimiento Revelaciones, cohesión entre la Iglesia Católica y la Fundación Trinidad, no conoce del todo esta información... y mucho menos, el verdadero significado que los Sonetistas quieren para nuestra sociedad.
—Pero—Eduardo tembló ligeramente—. Dices que estuviste allí... Y que los Sonetistas dividieron a los masones.
—La Teoría de la Riqueza Confiscada—Douglas dejó escapar una sonora carcajada—. La Corte de Magiares creó el Sistema de la Reserva Federal en 1913 tras pactar con los masones americanos de alto grado. Todos los bancos nacionales tuvieron que integrarse al sistema. Diez trillones de dólares, primero llega el apocalipsis antes de que se lo acaben, pero... así es el egocentrismo, la avaricia y la vanidad del humano. La Reserva Federal es supra nacional y ni siquiera el presidente Björk puede acceder sin autorización. Que gran mentira de nombre, porque no es reserva y no es federal, debido a sus dueños particulares. Se aprobó su creación a escondidas en una noche oscura cuando los doce Sonetistas desvelaron sus protocolos del Nuevo Orden Mundial a los masones. Creando el Banco Central responsable de las crisis y la Inflación al imprimir dinero sin respaldo.
María estaba horrorizada, y escuchó alienada.
—¿Y por qué los Sonetistas querrían dominar un banco y una nación fantasma?
—Inflación y su solución—caló el cigarrillo rojo con los ojos enrojecidos—. Solo ellos la tienen porque... son buenos para alborotar países, dependiendo qué decisiones tomen. El plan de dominación se llevó a cabo con la implementación del sistema de oro que sustentaba y daba una base para conocer la riqueza de los países. Conocer al enemigo. Es decir, de acuerdo la cantidad de oro es el papel moneda que podías tener en circulación; luego este protocolo fue desestimado en los setenta para pasar al sistema de deuda e inflación actual. Cuando hay «crisis», lo que hacen es imprimir más dinero acrecentando la inflación e inestabilidad; a posteriori, la declaración de guerras para justificar y traer liquidez a la economía a través de la industria armamentística. Hablo de un país que invierte miles de millones en el armamento militar, y con una economía que solo gasta a lo tonto.
»Kennedy quiso nacionalizarla y ya sabemos como terminó. En 1912 se hundió el barco más grande construido en esa época de revoluciones industriales. En el Titanic murieron todas las «familias» importantes de la época que se oponían a la fundación de la reserva... Curiosamente, los que estaban a favor de su creación, no viajaron en ese barco, si no en otro. Ese noche, durante el banquete... me encargué de sentar las bases del monstruo titánico. Estados Unidos es una gran mentira, siempre se quieren pintar como una gran potencia de economía omnipotente... Cuando la realidad es que se están cayendo a pedazos social, moral, y económicamente.
»El mundo está por entrar en crisis económica. Los gobiernos más poderosos del globo no tienen dinero: NADA. La única opción es pedir préstamos a la Reserva Federal, de nada más y nada menos que... un trillón de millones de dólares para mantenerse a flote, y tal vez necesiten otro. Al presidente Björk le hicieron preguntas referentes a esto y no contestó. La reserva no posee esa cifra, será prácticamente dinero inventado: imprimirán medio trillón de millones de dólares y la otra parte será digital. La inflación en los países que utilizan esta moneda sera devastadora.
»Nadie ha entrado en la reserva, salvo los Sonetistas. Se teoriza que el oro que se «encuentra» allí es, por lo menos la mayoría... inexistente. Las monedas de los países que tienen respaldo en oro, realmente no poseen un respaldo. La marioneta predilecta de esta élite ha juzgado que se «conozca» que la mayoría de los países resguardan su oro en esos búnkeres... pero, se desconoce si realmente es así. Esta estratagema de nación, creada por la Corte de Magiares, basa su economía en riqueza inexistente. La deuda mundial con la Reserva Federal asciende a siete trillones. Hace varios sexenios atrás se compraron más lingotes de oro que nunca en la historia, pero... nunca nadie se encargó de verificar que efectivamente estuviesen allí. Según Inglaterra, la reserva posee bajo su resguardo las reservas del oro de México y una cuantía del oro de Venezuela en sus bóvedas subterráneas. Si se llegara a destapar la verdad, la economía de muchos países colapsaría... O, quizás ese sea su plan y volver a establecer el oro como moneda única. «Todo el metal en su poder». Desconozco el propósito que planea la Cabeza en el Frasco. Solo soy un verdugo del pasado que se ahogó infructuosamente en el Titanic.
Sam se quedó dormido, apesadumbrado por la perorata que escupió Douglas. Soñó con un mar de sangre embravecido y una tormenta que estremecía aquella marea estigia, en la cual hervían demonios indescriptibles, devorando la superficie de la flota con un frenesí destructivo. En el cielo rosáceo, el sol se convirtió en un gigantesco ojo sanguíneo y de aquel agujero brotaron abominaciones, sobrevolando el firmamento encendido en fuego... Estaba prohibido rezar a los ángeles. La humanidad se fundió en una gelatina rojiza y una orgía demoníaca tomó lugar desde las profundidades insondables de mares muertos y cuevas pretéritas. Una escalera de huesos se desmoronó, y de ella descendió Azzaroth, con su cabeza de insectoide retorciéndose horriblemente y el libro maldito exhumando plagas desde tumbas profanas. El sonido estridente de aquel aparato alienígena lo estremeció en sueños... y despertó aturdido.
Aquel espacio delimitado estudiaba las profundidades de sus mentes, y la configuración atmósfera era sustancial a su marcado inconsciente. Amaneció acorde al tiempo que se tomaron en recuperar energías. El Culto del Cadejo Negro había dormido, sorpresivamente, junto al grupo dirigido por el moreno Eduardo... Descubrió a Franchesca tendida a su espalda con el rostro obnubilado. La Cumbre Escarlata investigó los edificios subyacentes durante las primeras horas de la madrugada... Los mexicanos parecieron ayudar a este culto bajo promesas y pactos con diablos oscuros. El horror aconteció cuando los mulatos no despertaron... Sus ojos y tímpanos habían reventado por la noche, bañando sus rostros con sangre coagulada. Yacían muertos en un círculo ceremonial en torno al artilugio desaparecido. Todo apuntaba a que las vibraciones emitidas por el dispositivo, que placenteramente dispusieron hasta quedarse dormidos... licuó sus cerebros con ondas magnéticas devastadoras.
El Lobo Sonriente les acusó de insensatez e incineró sus cadáveres apilados. Úrsula, Yashua y Araceli, junto a los mulatos que los acompañaron... desaparecieron en una ola de fuego dorado que los magos invocaron para complacer la ira de los dioses africanos. El aparato continuó desaparecido, y aunque se interrogó a Fernando López, este se encogió de hombros diciendo que ellos buscaron su propia muerte al jugar con fuerzas desconocidas. Sin más dilación, la Cumbre Escarlata descendió de la plataforma en dirección a la formación que se alzaba en el corazón de aquella urbe precursora. La polis originaria que dio vida a formas inteligentes... Las pirámides, obeliscos, símbolos arcanos y pilares; denotaban la marcada influencia que aquellos astronautas tuvieron para la temprana humanidad. El zigurat titánico fue creciendo a medida que recortaban las calles desprolijas y los foros rayanos de secretos... Le sensación del tiempo se sentía como una brisa de trópico, y no hollaron escrúpulo alguno investigando las muescas en los edificios rectangulares y ciclópeos. Usurparon un conjunto de túneles y arcos de piedra hasta que se hallaron ante los portones negros de un inmenso templo nunca jamás construido en la era humana. Debía medir unos tres kilómetros de altura y ser el doble de ancho... alcanzando proporciones macroscópicas de lo irreal y estrafalario. Muchos asintieron que tal construcción no era visible desde las cumbres borrascosas, como si un hechizo ancestral o una tecnología sin documentar, hubiese ocultado la verdadera forma de aquel monumento arquetípico. Tras atravesar los portones negros y la gruesa muralla de cien metros, se sintieron intimidados por la antigüedad de la estructura conformada por anillos cincelados de algun único bloque gigante. Pensaron, de súbito, que aquella era la magnífica Torre de Babel construida por los pérfidos hijos del Hombre para impedir la aniquilación en otro diluvio divino... ocasionando la ira de Dios. Tal construcción era impensable, una altiplanicie parecida a un hongo de arcilla, labrada con sortilegios antiguos y hechizos mágicos de un pasado sacrílego.
La formación cerró el círculo de la Cumbre Escarlata y penetraron en un gigantesco recinto oblongo de techo perdido en el espacio y pilares robustos... Los túneles de escalones conducían a salones superiores habitados por fantasmas de otras épocas. El techo era inexistente... y la remota oscuridad allende territorios nunca hollados por el amanecer preexistente de una era oscura. Los pilares circulares eran moteados de columnas alfanuméricas de formulas de evocación como conocimientos profanos de una raza muerta. El suelo liso de pórfido frío se extendía como una alfombra bituminosa que recordaba un salón liminal solo avistado en sueños por personas artísticas, afectados por la sensibilidad de aquel paisaje disruptivo. Los pilares se sucedían rememorando una historia alienígena que se remontaba a los albores de la expansión galáctica y acontecía episodios horripilantes en un arcaizante lenguaje. Siluetas talladas profundamente en las adustas columnas mostraban formas antropomorfas, bizarras, crustáceas, arácnidas, vegetales y semicórporeas; de razas exhumadas de las galaxias tras ser conquistadas por los exterminadores depredadores del bosque oscuro intergaláctico. Una de las tallas que se repetía en los pilares erosionados era un frecuente mural oblongo de caracteres palimpsestos sojuzgados como vestigios antediluvianos. La silueta lúgubre apeada en la cima de un credo herético como la metamorfosis femenina de una mente desequilibrada... aquella mujer desnuda era coronada por un sol poniente y deformada por alas draconianas y cuernos demoníacos. A sus pies encaraba una iglesia que rehuía de la desolación antropológica concebida en una procesión adoradora de reptiles antropomorfos. Oblicuo, dos columnas ilegibles de caracteres malignos conferían una historia alienada...
Había visto aquel mural de soslayo en numerosas ocasiones... repetido como un espejismo de la realidad allende al solar pedregoso avistado por los sentidos. Los distintos murales representados en procesiones, sacrificios y adoraciones de aquella entidad parasitaria, guardaron semejanza con las leyendas primordiales de Lilith... y las lagunas de información enterradas por la sangre y las cenizas. La narración arguyó un misterio procedente de extintas constelaciones de origen, de las cuales descendieron estas deidades híbridas y reinaron entre los esclavos, dándoles nuevas leyes, filosofías y ciencias. Algunos murales eran borrados desastrosamente, y la aparición de una figura misteriosa hizo apto ominoso en los murales contando una versión renegada de la prehistoria humana.
Esta figura masculina tenía una marca blasfema en el pecho y arrastraba cadenas, acompañado de doce figuras humanoides... en las columnas que no fueron vandalizadas, se apreciaban escarnios de canibalismo, mutilación y masacres acaecidas a civilizaciones pretéritas de migrantes estelares. Aquellas imágenes arrojaron sombrías semejanzas al terror orgánico exhumado de la tumba de Cristo durante los temblores pasados... y el episodio de vampirismo que aterrorizó al Vaticano.
Al fondo de aquella bóveda oscura encontraron un antecedente que escapaba a la compresión del mundo vigil... y más allá de las esferas de la percepción, pues se trataba de un túnel de jaspe tallado en la pared... que no parecía tener final. Los glifos cincelados en el dintel de aquel magnífico portal eran testigos de un poder evocado del otro lado del sueño y la realidad. Era un Puerta que tras metódicos pronunciamientos de vibración parecía brillar iridiscente.
El Lobo Sonriente se posó ante la boca del túnel con una mano extendida y recitó una fórmula mágica en latín para invocar entes. La formulación taumaturgica provocó una ionización en el aire y cierto resplandor mortecino naciente en la negrura del túnel. Aquel orificio excavado en la roca precámbrica era pulcro y uniforme, sin irregularidades, tallado por acción de un calor excepcional capaz de fundir el pórfido volcánico. Resplandecía augurando un fulgor amarillento, típico de ciertos cuarzos y jaspes hermosos... portadores de un brillante destello opalino y lacrimoso. El tunel no se ensanchó ni redujo... era inmaculado y precioso en cada aspecto, siendo puro, benigno y ambarino. Tras un intento frustrado de oscilación energética, el Lobo Sonriente convocó el Llamado a Belial en un griego tosco y los glifos inscritos en la piedra bruñida destellaron como un ceremonial de horrores. El Caballo de Plata se adelantó y conjuró una sarta de fórmulas de conjuración en las cuales evocó el nombre de Leviatán, Behemot y el Zis. Tras la pronunciación de aquel poderoso sortilegio, el brillo del túnel creció hasta volverse opaco y los glifos destellaron en una danza caleidoscópica de ventoleras siderales. La ventisca execrada del interior de aquella tumba era fría y mentolada... añorando pozos acuíferos subterráneos de mares moribundos en planetas extraños.
El Lobo Sonriente miró al Caballo y asintió con parsimonia.
—Fernando López—señaló el mago de túnica escarlata—. Os hemos prometido larga vida y prosperidad, así como una cuantiosa fortuna por su lealtad. Por ende, os ruego una última petición para la convocación de fuerzas más allá de nuestro alcance individual. Es menester, conformar un círculo energético capaz de reabrir la brecha para concertar el puente. Dispongo un cohorte de lujo y fama en la Cumbre Escarlata según mi jerarquía, y para ello hacemos esta petición culminante.
Fernando negoció con sus congéneres, pero dada la audaz oferta... No se negaron a pertenecer a uno de los cultos más poderosos del mundo. Eduardo los advirtió de evitar tratos con las entidades que vivían en aquel túnel de jaspe... pero, los mexicanos de negaron en su euforia de ser conocedores y revolucionarios. Los hippies guardaron silencio y se replegaron detrás del Culto del Cadejo Negro para estudiar aquello con sugestionable asombro.
El Lobo Sonriente trazó un pentagrama con tiza, dentro de un círculo mágico de diversa índole en el cual convergían distintos símbolos rúnicos y alquímicos. Explicó que necesitaba una buena fuente de energía, y que los trece magos de la Cumbre Escarlata solo podían servir de catalizador para abrir el portal... si determinada cantidad de personas estaban dispuestos a otorgarla. Los mexicanos entraron al Círculo de ADONAI, el Diagrama de la Omnipotencia, para donar parte de su energía almica tras vacilar débilmente... Formaron una fila mientras el Caballo de Plata les dibujaba estrellas de cinco puntas con cenizas en el pecho, y se sentaron de piernas cruzadas en el centro del círculo. Los veintiséis latinos sobrevivientes expectantes de cara al túnel se disponían a escudriñar las maravillas del otro lado del portal de jaspe.
Los trece magos rodearon el círculo de invocación tomados de las manos y prorrumpieron en un cántico gutural mientras el Caballo ejercía la fórmula de Baphomet. El horror se materializó en un aullido de flautas que tomó lugar sobre los rescoldos del techo perdido en las tinieblas. La ventisca helada atravesó sus ropas y les cortó hasta el hueso con cuchillos crueles. Eduardo gritó algo, pero su voz fue ahogada por el barullo de espíritus que se desató en una vorágine de música demoníaca, aullidos y silbidos ásperos. La tiza del diagrama fluyó con cortinas mefíticas de gases nebulosos... Súbitamente, los mexicanos rompieron a gritos cuando el brillo del túnel se difuminó por todo el salón abovedado en cúmulos miasmáticos. Un griterío colectivo se alzó y una luz mortecina borbotó, rectando, hasta envolver a los hombres del círculo y consumirlos con desesperación. Sus cuerpos se fundieron con un chisporroteo...
Sam escuchó un gemido de dolor a su lado y el joven paracientífico, Fernando Arjona, cayó de rodillas con un agujero chamuscado en el vientre. Los hippies desenfundaron sus varitas y sus ropas coloridas se convirtieron en trajes negros... y comenzaron a disparar a todos los que estaban allí en un pandemónium. La energía del portal los envolvió con su resplandor mortecino y los pilares robustos cayeron en pedazos, reducidos a escombros.
Franchesca se cubrió de sangre cuando la cabeza de Sofía explotó frente a ella. Sam miró a su alrededor y el gringo conocido como Paul Stone cambió el color de su cabello a un gris piedra y tomó el rostro de Vidal Fonseca; un famoso Sonetista con más de ciento cincuenta años de experiencia. Anne convirtió su rostro juvenil en el cruel de Elisa Corne d'Or m, cuya reputación en el mundo ignoto era de malignidad y juventud artificial. Los Sonetistas soltaron sus disfraces y desataron una escaramuza, disparando proyecciones mortales.
María Montessori cayó con un gemido de dolor cuando el cabello de su espalda saltó en un chisporroteo... ante un destello de luz pálida. Un brillo rojizo emergió del portal como una nube plasmática y la tierra tembló con estrépito... Douglas se irguió con su reflejo siendo bañado por relámpagos purpúreos, bolas de fuego rojo y proyecciones azules y verdosas. Eduardo se agachó detrás del Sonetista renegado y tiró del pelirrojo para refugiarse. La fosforescencia que emergió del túnel envolvió a los que se encontraban en la bóveda. Sam intentó avistar lo que se aproximaba, burbujeante, al otro lado del umbral... y Mario lo empujó rompiendo la protección. Rodó por el suelo lejos de la barrera de Douglas, y el pálido desapareció bajo las luces... en dirección al túnel de jaspe. Los disparos de plasma hirviendo silbaron junto a su cuerpo en una ametralladora de luces fragantes y pétalos flameantes. Un dragón de relámpagos verdosos se lanzó a él con un rugido, y cerró los ojos ante una nube de vapor y carne chamuscada que lo envolvió. El calor lo golpeó y lo atravesó con un regusto de ardor. El golpe sordo de un cuerpo desconocido chocó contra su torso y lo derribó, dejándolo sin aliento. La rubia tembló con un agujero humeante en el pecho...
—¡Franchesca!
—Samuel—lo buscó con los dedos temblorosos. El torso de la mujer quedó chamuscado y la sangre brotó de sus quemaduras profundas. La luz creció hasta absorber todo el espacio habitado—. ¿Estás... bien?
—No, Franchesca. Si tú mueres aquí, tu alma no volverá a reencarnar... Entonces nosotros...
La mujer levantó sus dedos azogados para acariciar su pecho. Un relámpago cortó la oscuridad y un chorro de fuego bañó el techo abovedado... A pesar del dolor, sonreía, Sam cobijó su cabeza ensangrentado en su regazo.
—Ya estuvimos juntos en dos de nuestras vidas pasadas—confesó la moribunda y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas—. Fuimos Samael Wesen y Maela Flambée. Y... vivimos muchas desgracias como Sanz Fonseca y Jazmín Curie. El destino nunca nos permitió estar juntos. «Nunca hemos podido estar juntos, Wesen». Pero lo intentamos—su voz se cortó en llanto—... Lo intentamos...
Sam intentó hablar y descubrió un nudo en su garganta. No podía ver a su alrededor, la luz lo envolvía todo con una gasa de colores pálidos... Lo único tangible era el rostro ensangrentado de Franchesca que seguía incólume en sus sueños.
—No tenemos que repetir el mismo ciclo que nuestras vidas pasadas—la sostuvo en sus brazos y se llenó de sangre—. Te lo prometo...
—Wesen...
—No desaparezcas, Franchesca... ¿Qué voy a hacer sin ti? Construimos ese sueño de redención con nuestros corazones rotos, y fue muy hermoso... pero la tragedia...
—No me arrepiento de dar mi vida por la tuya.
—No cierres los ojos...
—Sé que volveremos a vernos... en algún lugar lejano.
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