Capítulo 12. Cien Mil Días de Tinieblas
Capítulo 12: El Abismo Escarlata.
«2 de diciembre, 2032».
—La Capítulo 12: El Abismo Escarlata.
«2 de diciembre, 2032».
—La religión puede unirnos como humanidad, pero esa fuerza colectiva que se recauda en forma de fe... Puede ser usada negligentemente por los soberbios para imponer el caos, la desigualdad y la muerte—Douglas fumaba al borde del farallón. La brisa de aquel macizo cortado abruptamente por los dioses creadores y las fuerzas naturales... lo mecía, y lo estremecía; a un soplo de precipitarlo a un abismo nublado. En la cima silenciosa de aquella montaña recortada, como si del tocón fosilizado de un gigantesco árbol primordial se tratase... acampaban ante las estrellas tenebrosas y el cielo purpúreo. La meseta verdosa, accidentada e indescriptible se extendía en aquel páramo de belleza innombrable. El Culto del Cadejo Negro acampó en la cima del Roraima, en búsqueda de secretos en tierras habitadas por los primeros colonos sapientes y las entidades del caos hirviente—. Era un Sonetista. Nací en la cima de esa pirámide repulsiva de acaparamiento y gula desenfrenada. Yo... siempre quise escribir y rodar películas, pero las deudas de mis padres se cobraron esos sueños. Era un asesino de la élite, y he descendido a un verdadero infierno de estratos hasta contemplar la desesperación inhumana de los países más pobres y brutales. Todos los Sonetistas, la mayoría, han estado en esos países crueles donde los habitantes viven en chozas de caña podrida y los niños desnutridos hacen fila al salir de sus improvisadas viviendas. He contemplado el horror de los cultos que nacen de ese hervidero de tristeza, y presencié las entidades que invocan en ritos oscuros. Después de entender las desigualdades de las personas, quise... —Las lágrimas saltaron de sus ojos y lanzó el cigarrillo por el farallón—. Enclaustrar a todos los gobernantes más poderosos de cada nación, y someterlos al martirio de sus poblaciones más marginales. Estoy seguro, de que si un poderoso pasará un solo día de inanición... pensaría con aflicción en todos los niños que mueren cada día por la hambruna. Esas personas nacen en la miseria, y son explotados por ti, y por mí... Y nunca les damos las gracias por todo el horror que nos hacen obviar. Escribí un guión, donde crítico mucho la sociedad del confucionismo... y la Corte de Magiares le puso un sello a mi perfil antes de borrar mi registro y enviar a mis compañeros a vaporizarme. Pienso... que ya no somos animales que intentan preservar la especie. Lo importante... es cuidarse como individuo y dejar un legado, algo por lo que haya valido la pena estar aquí. A veces pienso que no merezco estar vivo... porque no he hecho suficiente por otros, como para ganarme el derecho de vivir.
»El confucianismo es anteponer los deberes familiares al desarrollo personal, y esta filosofía ocasionó la sobrepoblación y la pésima distribución de la riqueza. Niños teniendo niños, pobres multiplicándose como larvas, y ricos amasando montañas de dinero para regalar a sus descendientes sin mirar las necesidades de los que nacen en chozas de cartón. Los gobiernos de estos países promueven la pobre educación, para que los estratos sociales inferiores se reproduzcan como ratas... y hagan funcionar las fábricas como esclavos de un sistema errado.
»Creo que los Sonetistas saben eso, y se rigen por estos métodos... aunque a los gobiernos mundiales bajo su seno les horrorice la palabra: «eugenesia» y «esterilización». Es cruel, pero... ¡De acuerdo, la meritocracia total no existe! El nepotismo está a la orden del día en todos los ámbitos. El mundo sería muy diferente, si diéramos prioridad a ayudarnos y dejáramos de acaparar la mayoría de los recursos egoístamente... La realidad del ser humano es que, es el reflejo de sus decisiones: buenas y malas.
Sam habitó en los valles boscosos del Roraima y sus quebradas estrepitosas de agua junto a los cosmopolitas taumaturgos del Culto del Cadejo Negro. Las procesiones se reunían en torno a hogueras, bailaban y contaban historias de mundos oníricos y dimensiones insólitas habitadas por los engendros anteriores al vacío, y al Origen Primordial del Todo. Los brujos ingerían peligrosas cantidades de alcohol, fumaban en raudales rollos de distintas hierbas narcóticas y entonaban cánticos misteriosos con flautas, charrascas, maracas y tambores.
Sam se sentó en la distancia, viendo las estrellas de la Vía Láctea formando un camino achocolatado repleto de luminarias. Se estaba librando una guerra en el mundo que involucraba a su viejo amigo Nelson. Los Arciniega iban a la cabeza de violentos disturbios y terrorismo organizado para provocar el levantamiento de sus hermanos Cambiantes... Mientras la Corte de Magiares ejercía una cortina de humo basada en una falsa pandemia para suprimir la revolución.
La Maga de los Sueños, Teresa Santa Cruz, se despertó gritando de una pesadilla tras un coma inducido en una ceremonia de revelaciones ante los Dioses Muertos y una orgía demoníaca, donde bailaron junto a diablos y súcubos hasta deslizarse al delirio... Esta bruja latina reunió a su culto y convocó a los magos negros más famosos del mundo ignoto para revelar los secretos de su epifanía. Se extendió la noticia de que Teresa soñó con una antigua ciudad de seres altos y albinos, que coexistieron con las otras razas anteriores al surgimiento de la Humanidad. Esta polis inmensa y antigua fue erigida con una lluvia de cometas y los secretos de su civilización avanzada en la magia y la ciencia, no tenían comparación... La ciudad de pórfido divino se encontraba en un valle de tepuyes rocosos, donde reposaban las escarpadas caídas de agua más imponentes del mundo, custodiadas por gigantescos leones invisibles y grifos de plata que vomitaban llamaradas. El rumor de las ruinas antiguas corrió por el mundo ignoto como la fiebre, y los cultos, así como los cazarecompensas; se unieron a la procesión que el Culto del Cadejo Negro organizó para encontrar la Ciudad Pérdida y su oscura Puerta de Piedra. Sam se unió a la marcha, y los terrores estelares que encontraría detrás del portal luminoso y los dinteles de dioses vagabundos... lo perturbaron de por vida tras conocer el supremo caos que habita escondido tras las bisagras del universo.
Eduardo Tunez lo contrató junto al Sonetista renegado Douglas Corne d'Or y Héctor Lancaster, un problemático cazarecompensas repleto de tatuajes hechos con Tinta del Ocaso, capaces de replicar la Proyección. Se encaminaron en la cruzada, y las pesadillas del exterior de las estrellas en un épica capaz de llenar cuatrocientos opúsculos de terror, tinta y cólera.
El barón Garmendia, delgaducho y ojeroso, escudriñó los reflejos ígneos de los danzarines mientras fruncía el ceño. El baile se convertía en un espectáculo espantoso cuando eran poseídos por espíritus inmundos, y blasfemaban acerca del futuro y el pasado de la humanidad en trances gnósticos. No sabía mucho de aquel hombre, salvo que solo dormía un par de horas después de la hora del Diablo, hasta el amanecer... y no hablaba. Pedro le dijo que aquel barón poseyó un artefacto de poder inconmensurable, y que... tras perderlo en horribles circunstancias, lo perseguían los demonios cuya voluntad se vio forzada por el dominio del hombre.
—En la oscuridad habita el ser innombrable, hijo del caos.
Un silencio súbito se elevó sobre la superficie lisa, arenosa y grisácea que se extendía por kilómetros, y terminaba en un farallón a cada lado del tocón fosilizado. Douglas levantó sus ojos de la vigilia y la cicatriz de su labio se torció en un rictus doloroso. Laura Alvarez, la doctora del grupo, que solía acompañarlos para despotricar de las élites y las teorías de conspiración... le dedicó una mirada aterrada al barón desgraciado. Los bailarines se agitaban en danzas horribles y circundantes, al compás de la tutela de Franchesca Malboro, Bruja de la Sangre.
—Es el egregor más poderoso jamás creado por los sapientes—el barón solía tomar prozac para mantenerse despierto, y divagaba en delirios... pero aquellas palabras nunca las olvidaría—. Su destino es la consumición de la galaxia moribunda en la que habitamos. El mundo onírico está inundado de sus aullidos grotescos y, sus adoradores crecen con ferviente purulencia en los planetas habitados del cosmos vigil—los ojos oscuros del hombre de rostro curtido brillaron ante los destellos del fuego—. Cagliostro es una entidad primigenia, habitante del Vacío, anterior al surgimiento del Todo, las Criaturas de la Esencia Divina y el caldero insustancial y purificador de la sinfonía de vida y muerte; en la que..., son mutados los fragmentos de espíritus mediante evolución espiritual, bajo el poder de la Entidad Primaria. Se alimenta de la esencia inmaculada y... será el final de nuestro universo si los dioses del exterior y el Dios Supremo, no lo detienen.
Garmendia tembló, ante la brisa fría y su chaqueta oscura parecía bebida en sueños por espíritus execrables y malignos. Sam clavó sus ojos en él, y el aroma azufrado de una esencia inhumana lo repelió
Laura, que no era conocedora del mundo ignoto, a pesar de ser perseguida por un gran número de corporaciones farmacéuticas... cometió el terrible error de preguntar más de lo necesario. Existen conocimientos que es mejor relegar a los misterios incognoscible del universo...
—¿Y cómo es esa entidad?
El barón tembló, abrió y cerró la boca emitiendo un ruido gutural... Era poseído, así como los bailarines, por las materias invisibles que convergían en la cima del pináculo, tras un debilitamiento mental y un trance.
—La Bestia Cagliostro es parecido a un lobo enfermizo. Su tamaño es impensable: un centenar de galaxias fundidas. Se manifiesta como energía y materia oscura por su naturaleza desconocida. Es... una de las entidades devoradoras del vacío, grabadas en el horrible Libro de los Grillos.
Garmendia permaneció dormido tras salir del trance, y Sam no auguró el significado de aquellas palabras insensatas... Gritaría tras contemplar la locura grabada en las pirámides y los dólmenes de piedra, incrustados en las entrañas del valle sombrío escondido en el Canaima y la Puerta de Piedra. Los anillos del gigantesco Júpiter se extendían como las falanges mutiladas de un dios asesinado... y la luna congelada le mostraría los arcaicos secretos del universo y sus auténticos habitantes; escondidos en la virulencia y los pecados de los seres vivientes.
El misterio de la Isla Esperanza y la cabeza en el frasco, se imponía ante si como un enigmático cuadro al oleo tan satírico como burlón: el tropel de estatuas de animales, criaturas mitológicas y el círculo de Sonetistas que lo rodeaban con las varitas catalizadoras al punto de ionización. El sol pálido reflejó destellos dorados de los relieves pulcros del mármol... Las plantas que crecían sobre las losas formaban enredaderas de flores plegables e iridiscentes. Los Sonetistas formaban un coro de sombras negras con olores desconcertantes y murmullos de recuerdos tangentes.
—Samuel Wesen—proclamó la cabeza en la botella. Reposaba en una bandeja de plata sobre los brazos endurecidos de aquel cadáver viviente. Era una cabeza desprovista de pelo, arrugada como una pasa, de extraños ojos que iban de un violáceo oscuro a un hielo pálido... Nadaba en elixires inmortales y hablaba con voz profunda—. La persona que porta mi cabeza, no es otro que Sebastián Landaeta, antiguo Justiciero de Ciudad Zamora, convertido en un imán viviente que protege la isla. Lamento mi reducido estado, la vida ha sido cruel conmigo los últimos doscientos años... Puede que mi cuerpo físico haya desaparecido, pero mis recuerdos y mis canciones continúan recorriendo este mundo. He tenido muchos nombres a lo largo de los evos, antes de convertirme en el Basilio de esta isla, fui Beret el Nigromante. Y nuestro mundo, como se puede observar... no es únicamente formado por los espectros que percibimos. Entiende, Samuel Wesen, que los cien mil días de tinieblas salvaron a la humanidad de la gula de los Demonios del Frío. Estos seres glaciares saciaron su hambre con los ríos exquisitos y gelatinosos de seres humanos que les servimos... y fueron aniquilados por las entidades del vacío exterior que peregrinaron a nuestro mundo a través del Ojo de Meridiano. Dentro de un plazo, se podrá concebir que los seres humanos de esta isla puedan poblar la tierra nuevamente... y la promesa de la Muerte Fría será revocada.
—¿Y los miles de millones de muertos que ocasionaron?
—El precio de la vida es la muerte...
—¡No! —Jonathan Jiménez se adelantó, bamboleando su túnica marrón. Parecía un sacerdote encarando al diablo, ante el espectro mohoso y barnizado del cadáver de Sebastián y la cabeza en el frasco—. ¡Aún podemos cambiar el pasado y la singularidad! ¡No podemos permitir una solución tan horrible!
Beret sonrió en una pésima imitación de carácter humano que resultó ser horrible, flotando en el líquido amarillento.
—¿De verdad crees eso? Los Demonios del Frío hubieran aniquilado a la Humanidad de no ser por nuestra mano... El resto de sociedades que convivieron tras la Caída de la Ciudad Eterna, en nuestro aislamiento, resultaron ser aspiraciones superfluas y fracasos de deshumanización y explotación. Estuvimos dos mil años encerrados en esta isla por la maldición de los Sisley. Al salir, encontramos un mundo creado a imagen de su egoísmo y lo único que pudimos hacer fue llorar... y tejer sueños para alimentarnos con su sangre. Desde que el mundo se convirtió en una sola sociedad, los más elevados han destripado a los más abajo, sin piedad, para seguir enriqueciendo su legado... Si hubieras visto la mitad de lo que estos Sonetistas han contemplado, vendrías llorando. El mundo pierde significado cuando te apuntan con una pistola. ¿Y la felicidad qué? No se puede crear un mundo feliz, sin la libertad y el amor... Y eso fue lo único que no consiguieron, al dividirse el planeta y corromper su juventud.
—¿A quién le importan un carajo los otros?—Sam rio y contó las dieciséis figuras que se cerraban en torno al jardín—. Esas personas son un reflejo de sus malas decisiones. El sistema puede promover la ignorancia... pero, cada individuo se construye como ser humano. Puedes trabajar, educarte y salir adelante en el mundo cruel... o puedes tener cinco hijos y abandonarlos, o endeudarte por caprichos y apariencias. La vida puede ser injusta, e insufrible... pero somos nosotros los únicos que podemos salir del hoyo.
—¿No te interesan los otros?
—Sí, pero algunas personas no merecen ser ayudadas.
Beret frunció sus labios arrugados. El rostro del cadáver de Sebastián era duro como el cuero, y sus ojos muertos brillaron con destellos café cuando reconoció a Sam y Jonathan. La cabeza en la botella abría la boca, pero su voz etérea llegaba a través de ondas de pensamientos.
—Puedo ver el tipo de persona que eres, Wesen. Tu falta de empatía es nociva...
—Tu exceso de empatía es repulsiva.
—¿Entonces cómo quieres construir un mundo mejor?
Sam se encogió de hombros.
—Nunca he soñado con algo tan ridículo e imposible. Una sociedad defectuosa es el reflejo de sus malos hábitos. He dejado ese privilegio en personas más capaces... El hecho de que haya personas que estén dispuestas a cambiar el mundo, es el incentivo que necesito para seguir mis sueños.
—¿Y qué sueña una sombra de dragón?
«La corriente de un río deshace una gran piedra».
Sam clavó los dedos en el suelo, y los hierbajos, flores y retoños... silbaron con un millar de susurros antes de evaporarse en una nube gaseosa de verde clorofila. Los magos dispararon descargas de esencia ionizada que parecían chorros de plasma hirviendo... Agachó la cabeza mientras Jonathan extendía sus manos en una imitación del reflejo. Los chorros de plasma estallaron ante la barrera invisible con ondulaciones del espacio, y... las partículas ionizadas formaron esferas fijas, detenidas alrededor del hombre como pequeñas estrellas. El venerable aplaudió y los retoños de luces se convirtieron en libélulas grises y mariposas amarillas...
Sam saltó a su izquierda esquivando un relámpago cerúleo, y se desdibujó la silueta oscura de un hombre con sombrero y una varita encendida en chispazos eléctricos...
—Un estanque congelado—juntó las manos. Imaginó la Imagen Elemental y se concentró en la Condensación de Fluidos—... Agua sucia debajo de un fino cristal.
El pelirrojo extendió una mano, y fiero como un látigo, una serpiente de agua cristalina se desprendió de sus dedos y se enroscó en el cuello del Sonetista. De un tirón lo lanzó al suelo, y se deslizó junto a Jonathan en medio del caos apoteósico del pandemónium mágico: las volutas de plasma, los relámpagos, las sombras, las bolas de fuego y las estatuas de mármol estallando en pedazos. La cabeza de un fauno encendida en llamas pasó rozándole el pecho... Saltaron a un portal de piedra seguidos del humo apestoso, y rodaron por el suelo perseguidos por los magos. Se levantaron y comenzaron a correr por los pasadizos del castillo.
Jonathan sangraba con un agujero humeante en el estómago: la piel se desprendió, carbonizada. El hombre se pasó una mano por la herida, y al quitarla, la piel había sanado sin dejar cicatriz de quemadura. Corrieron, atravesando las mazmorras pétreas del laberíntico castillo, siempre siguiendo al venerable Jonathan que conocía los secretos y los fantasmas de aquel sitio. Los perseguía el rumor de los pasos y los gritos... Pasaron bajo varios arcos de piedra, y trotaron por corredores alargados con ventanales oblongos, hasta bajar por escalones tallados en el macizo y adentrarse a la oscuridad de un túnel excavado.
El venerable tenía la túnica marrón cubierta de sudor y agujeros de quemaduras que asomaban heridas que se curaban rápidamente.
—Los primeros habitantes del planeta no eran seres corpóreos. Se dice... que sus cuerpos eran conformados por gases primigenios y residuos de la formación del universo—Jonathan temblaba. Dejaba huellas rojas en la oscuridad y el polvo del laberíntico entramado que recorrió por tantos años, en vigilias y conversaciones con fantasmas—. Estos seres recorrían los planetas inhabitables y los hacían sus hogares. Hicieron del planeta Tierra su hogar, y presenciaron el nacimiento y la muerte de estrellas; el auge y caída de civilizaciones interplanetarias, y la extinción de sus colonias. Estuvieron en el planeta durante su formación y estado primitivo, vagaron por la luna... y fueron aniquilados cuando la terraformación de parte de los Primigenios, tomó el planeta. Estos seres, y muchas otras razas de sangre verdosa y azul, excavaron túneles para sobrevivir en la hostilidad del planeta... y habitaron en silencio por millones de años hasta la Guerra Primordial.
Los túneles descendían, subían y zigzagueaban en cámaras pérdidas y paredes cegadas. Los secretos de aquellas civilizaciones y su desaparición yacían enterrados en las cavernas y en los extraños pictogramas de las canciones. Sam sentía el brazo izquierdo entumecido, allí donde el relámpago no llegó a tocarlo... sentía la piel caliente. No quería mirar, para no presenciar la horrible quemadura. Jonathan lo conducía hasta las entrañas de las gusaneras que auguraban el pozo infinito en el subsuelo de la Casa de Negro. Estaban atravesando la ciudadela, y la ausencia de vida era recalcitrante...
El calor brotó de las paredes como miasmas viscosos, y el grito de una inmensa entidad invisible llegó a ellos como un rugido desde la oscuridad septentrional. Dos ojos amarillos emergieron de la penumbra, y un millar de manos en llamas cubrieron las paredes con despiadada potestad de calcinación. Habían llenado los túneles de fuego...
Sam echó a correr, pero Jonathan contempló las llamas con las manos extendidas y empujó la pared de fuego... El vapor emergió en raudal y la nube se concentró en un estallido de combustión que colapsó los túneles con un silbido de demonios purulentos. La oscuridad y el vapor se alzaron en la negrura, justo cuando las imágenes de figuras desconcertantes atravesaron el salón y extinguieron las llamas; bebiendo de un sueño alegórico. Extendieron sus garras punzantes desde los crisoles de la existencia, y los terrores del exterior usurparon la energía... siendo espectros cadavéricos de piel oscura y correosa, y largos miembros flacuchos.
Un ser homínido emergió del vapor y cerró sus fauces sobre el hombro de Jonathan, levantando al hombre entre quejidos y el rumor de un pelaje hirsuto. Los largos miembros del licántropo exhibían una fuerza descomunal y sus colmillos trituraban los huesos del venerable. Medía dos metros de alto y era delgaducho... Jonathan se debatía en vilo, izado como un trozo de carne sangrante.
Sam levantó un puño.
—¡Un árbol negro cargado de frutos rojos!
El hedor a madera quemada emergió de su brazo con un estallido eléctrico y un entumecimiento de sus vías energéticas. La Proyección Punzante silbó con un ladrido, y atravesó el costado del Cambiante en un estallido de vísceras, costillas y pulpa sanguínea... El licántropo despegó sus colmillos de la carne de Jonathan para aullar, y el venerable le clavó una mano en el pecho. Un chillido demencial, y una lluvia de cenizas cuando el cuerpo de la bestia se deshizo en una montaña de brasas... dejando solo un esqueleto carbonizado. Las heridas de Jonathan se recuperaron con rapidez y corrieron por la oscuridad ante la acechanza de ruidos desconocidos... Caminaron una distancia indescriptible, y bajaron niveles profundos inundados de gritos y pesadillas arrancadas del infierno. Jonathan le contó sobre los secretos de los monstruos invisibles y la cortina que se destruyó cuando se invocaron los Dioses Muertos con el Libro de los Grillos. Habló con temor del Ojo de Meridiano y la deidad maligna, Azzaroth, en la que una de sus versiones se convirtió tras absorber los conocimientos del libro maldito. También le contó acerca del pueblo donde creció, y sobre el exorcismo que mató a su hermana menor; su misión como velador de las tinieblas y la manipulación de parte de la Corte de Magiares para utilizarlo como una ganzúa de la bóveda de Trinidad. Finalmente, parecieron llegar a un nivel más elevado que se abría a una cámara oblonga, unos sendos pilares erosionados sostenían el techo alto y una película de polvo cubría las losas rectangulares del suelo; los fantasmas del pasado bailaron en aquel lugar por cientos de años de tinieblas... y el pozo negro formó el epicentro de aquel vestigio del pasado como una abertura a regiones plutónicas inexploradas y hoyos a otros círculos infernales.
Escuchó un barullo de oscuridad, y las espadas del diablo cortaron las paredes... Los Sonetistas emergieron del más allá con rostros familiares y uniformes oscuros.
—Te has convertido en todo un venerable, querido Jonás. —Sena Fonseca no envejeció gracias a los elíxires inmortales, pero la maldad de sus ojos era abominable—. Esa túnica desgarrada es tan excitante, y el cabello desgreñado te hace parecer un Jesucristo estoico. ¿Me dejas meterte los dedos en los estigmas? ¿Te gusta el sado? Puedes decirme: mi señora... mientras te azoto y te desvisto.
—Eres una bruja despreciable.
—Cuánto amor.
Sena Fonseca era uno de los Sonetistas más desalmados del mundo ignoto. Su compañero, en infame Corrodo Gini, llevaba el sombrero negro ladeado y los ojos aguamarina ensombrecidos... Estas dos sombras representaban la oposición y el cambio radical de un mundo cancerígeno: el anatema de un sistema errado que buscaba su propia usurpación. No sintió la presencia de ningún otro mago, solo las esencias desconcertantes del anciano y la mujer: libros viejos y mentolados, y flores agrestes perfumadas con alcohol.
Sam se adelantó, irritado.
—¿Por qué solo ustedes dos?
—No hacen falta más—Sena se encogió de hombros—. Si la teoría de Jonathan es real... Los Mundos Posibles son solo anillos en una malla infinita. Podrían cruzar el Puente, y llegar hasta otra existencia del pasado, pero no alteraría el curso de nuestro presente. Ese nuevo cauce formaría un camino distinto. El Basilio ordenó dejarlos pasar, pero... me resigné y vamos a matarlos por placer. Yo creo que... deberíamos dedicar toda nuestra vida al placer, nada envejece más dulcemente que los hermosos recuerdos.
Jonathan lanzó un ademán al vacío.
—¿Y si está equivocado y son borrados todos esos años?
Sena rio, burlona. Sus ojos cerúleos esgrimieron destellos de vacío.
—Es imposible detener los cien mil días de tinieblas... La humanidad estaba condenada desde un principio, y ningún cambio será relevante a la conquista de la oscuridad. Este mundo agonizaba hasta que decidimos hacer un cambio. Un hombre decidido dijo alguna vez, que la violencia es el único medio discutible para los poderosos. Hemos hecho del mundo un lugar más habitable y basto, su sociedad moribunda era un reflejo de la decadencia de sus valores: pobreza extrema, desigualdad de oportunidades, crimen organizado violentando los estratos más desprotegidos, niñez destruida, pésima calidad de vida, contaminación excesiva, idealización de basura, pésima alimentación y enfermedades planificadas... Pedían a gritos la aniquilación.
—Sena—la mirada de Jonathan no fue de rabia, se lo veía... triste y afligido—. ¿En qué momento dejaste de creer en las personas?
—Tú no sabes nada, Jonás—Sena levantó su varita de espino—. Si los niños de Burundi hubieran tenido tus oportunidades, se habrían graduado de las mejores universidades.
—No puedes desprestigiar lo que la humanidad es capaz de hacer—Jonathan levantó sus palmas, mostrando los agujeros en sus manos en venía sacra—. Los humanos venimos encarnamos en este jardín de los lamentos para sufrir, llorar, gritar, desesperarnos, y ver agonizar a los seres que más nos amaron—se acercó a los Sonetistas con pasos cuidadosos—. Somos criaturas incomprendidas, que a pesar de venir con dolor y llanto... buscamos amar egoístamente, queremos pertenecer a un lugar, aprender y sentir el placer. Muchos de nosotros nunca conocemos la felicidad, y otros... están tan saturados de ella que nunca la llegan a reconocer. Muchos de nosotros no tenemos que comer... y otros lloran porque no pueden tener un cuerpo perfecto. Creemos que el alma debe ser impoluta... y que la religión nos hará libres. Venimos a este mundo a hacer amigos, y disfrutar del viaje... aunque muchos de ellos, ni siquiera nos acompañen la cuarta parte de esta sinfonía de vida y muerte... Somos seres humanos, Sena. Y sentimos muchas cosas, hayas nacido en las torres titánicas y se inclinen ante ti por tu apellido, o compartas una habitación con tus seis hermanos desnutridos. Todos somos capaces de sentir esas emociones: reír y llorar; porque esa es la verdadera esencia de la humanidad: el amor. No existe nada más liberador y difícil que amar...
—Eso es imposible, Jonás. El mundo no sé puede cambiar con amor. Cientos de mesías han intentado unificar a la humanidad con la religión: Mahoma, Buda, Jesús, Moisés... Todos convertidos en mártires cuyas ideologías fueron distorsionadas para ocasionar masacres, guerras y opresión.
Jonathan extendió las manos... Los agujeros de sus palmas sangraron. Sena Fonseca negó con la cabeza. Corrodo Gini espiró profundamente, y sopló una ventisca despiadada. Los brazos del venerable se despedazaron en tiras de carne, siendo rebanados por latigazos de aire comprimido... Los dedos estallaron y se convirtieron en largos hilos de músculo chorreando sangre a borbotones. Jonathan gritó de dolor, y los mujer lo pateó en una pierna, ocasionando que se arrodillase...
—¡Sena!
Sam gritó y la ventisca endemoniada lo azotó... Imaginó un escudo de fuego abominable, y los zarpazos del viento cortaron el reflejo imaginario con cortes al espacio invisible. La brisa silbó con una flauta divina, y creyó que sus pies saldrían despedidos del suelo. Las manos invisibles lo izaron unos centímetros. El reflejo vibró ante la ventisca despiadada. Sam lanzó un manotazo, desprendiendo un hirviendo chorro de esencia ionizada de coloración rosácea...
El viento cantó con un estremecimiento de flautas, y silbidos ásperos... Las líneas invisibles formaron ondulaciones oscilantes que deshicieron el estallido de chispas rojizas ante el altivo Gini. Le pareció que el hombre retrocedía rodeado de sables translúcidos. Sam consiguió quedarse de pie, ante la muerte del viento, y miró a Jonathan gritar con los brazos convertidos en jirones sanguíneos, sangrando en torrentes...
Sena se inclinó y le susurró un secreto a Jonathan. El venerable hombre negó con la cabeza en señal de súplica, la mujer atrapó su rostro con las manos y le dio un pequeño beso en los labios. Jonathan Jiménez dejó de contraerse, y se paralizó con una mueca de paz... antes de oscurecerse, y disolverse en una estatua de basalto y cenizas oscuras. Hasta los huesos se convirtieron en una montaña de polvo grisáceo.
Sam resistió el azote de las espadas del diablo con un reflejo protector resquebrajado, y con trozos de vibraciones saltando en virutas... Apretó los dientes e imaginó el color rojo adentrándose en los músculos de sus piernas con el bombeo de la sangre. Un poder vigoroso creció hasta fortalecer sus músculos como cables de acero y sus huesos como barras de titanio. Saltó con todas sus fuerzas, con una mano extendiendo el escudo fragmentado del reflejo... y sintiendo las líneas de aire comprimido cortando todo a su paso. Atravesó la distancia con el salto y...
Gini esgrimió una espada invisible a una mano. Sam gimió de espanto cuando una línea aterradora lo atravesó por la mitad y la techumbre se colapsó con peñascos... El ardor atroz lo azotó de un costado y no quiso mirar cuando su brazo izquierdo se deshizo en jirones sangrantes y pedazos de huesos. Aterrizó frente al hombre adusto y la eufórica Sena, ensangrentado. El Sonetista saltó atrás, acariciado por la brisa hasta la prudente distancia de cuatro metros...
—¡Una grieta negra en un muro de piedra!
Sam emitió un pulso lo suficientemente fuerte como para tambalear a Gini, y causar un levantamiento de polvo... y sintió un azote de calor en la espalda baja. Miró por encima del hombro, y Sena reía convertida en una hiena loca... Sam se agachó y dispersó las cenizas de Jonathan hasta encontrar una astilla de la Vera Cruz. Sintiendo el estremecimiento de la brisa, Sena levantó su varita encendida en relámpagos purpúreos y Gini esgrimió una esfera de corrientes violentas. Sam se dejó caer por el negro pozo ante un estallido de fuegos fatuos y luces coloridas.
Se proyectó ante la arena del pozo interminable y fue absorbido por un agujero infinito de pensamientos y cortinas oscuras. Vio un millar de imágenes desmoronándose, y esculpiendo intrincados cauces de probabilidad. Una escalera de huesos humanos se hundía en un lago de veneno hirviendo. Una deidad extraña vestida con túnica ceñida... portaba un grueso manuscrito bajo su brazo, solapadamente, lo señaló con un dedo largo y huesudo; y... la cabeza abultada del ciempiés envuelto en mantilla, chasqueó sus mandíbulas. Azzaroth, el Demonio del Meridiano, el Devorador de las Tinieblas... lo marcó a través del río liminal del espacio y el tiempo. Vio la galaxia en un cúmulo de luces, montando un relámpago cerúleo a través de un viaje por el vacío de las estrellas en la oscuridad morbosa de la marea estelar... Un cometa rojizo esparciendo sus dones y fragmentos por el cosmos. Lunas congeladas bullentes de vida y seres artificiales... Una estrella pulsante que emitía mensajes a lo desconocido del espacio profundo, mientras los tentáculos de la abominación se extendían, devorando todo a su paso desde la contestación del Dragón. Dos bestias titánicas cubiertas de escamas pálidas y rojizas, se debatían en una batalla inmemorial... conmocionando la estrella que orbitaban en su refriega de colmillos y garras.
Sam gritó, mientras se adentraba a la inmensidad y emergía, ensangrentado, de una gruta en la succión... Acabó de pie, ante un portón herrumbroso que dictaba el camino a una montaña embrujada, envuelta en un sudario maligno de nubarrones negativos y vampíricos espectros malsanos. Caminó en silencio, por aquel valle crepuscular mientras el muñón de su brazo mutilado esparcía un sendero de sangre tosca y huellas de moribundo. Le dolía la espalda baja por la Proyección de Sena, y sentía que sus pantalones estaban mojados de sangre. Se las arregló para continuar su caminata onírica hasta el corazón de aquellas montañas... en un torrente de agua oleaginosa en el cual se unían todas las bifurcaciones para formar el corazón de la malignidad descarnada. Allí estaban dos presencias desconcertantes: un hijo y padre; ambos vestidos de sacerdotes con trajes negros, esgrimiendo biblias y cruces.
La conjuración de sus lenguas formaba oraciones poderosas y las entidades invisibles que infestaron la montaña, los empujaban y arañaban en violentas horcadas de lo sobrenatural. Aquel era el origen de la cruzada del venerable: el contacto con la entidad desconocida en la Montaña del Sorte, que lo dejó marcado hasta el final de su vida. El joven pelinegro era la versión de Jonathan Jiménez que luchó junto a su padre contra las entidades de la montaña y el espíritu inmundo de la deidad incognoscible... años antes de su empresa para destruir el Libro de los Grillos y el descubrimiento de la ubicación del mismo por el movimiento Revelaciones.
El padre del joven rezaba en un arameo vulgar los retazos que sobraron del padrenuestro original de Yahve, y Jonathan se estremecía, inmerso en el trance gnóstico del latín mal pronunciado... pero con convicción. Samuel Wesen, transgrediendo las leyes del tiempo y el espacio, se adentró en la enzarzada batalla espiritual... y se acercó al joven pelinegro de rostro pálido. La osadía de su semblante no desaparecía. Ellos notaron su presencia, y Jonathan se levantó de sobresalto mientras el cuerpo de agua hervía poseído por entidades burbujeantes de las profundidades. El ser de oscuridad se manifestó ante el joven como un cúmulo de materia oscura, y pudo augurar la silueta del ser antropomorfo con cabeza de ciempiés pestilente y gomosa.
—La corriente de un río... deshace una gran piedra.
Tomó por el hombro al arrodillado joven, contemplando las tinieblas y el aroma a salitre oceánico... emergió de su cuerpo. Jonathan gritó con los ojos derretidos, los líquidos de su interior saltaron convertidos en vapores rojizos... y de su cuerpo solo quedó un saco de piel y huesos secos.
Sam sonrió, y le mostró el dedo corazón a la entidad antes que las tinieblas miasmáticos desaparecieran con un chasquido. El padre de Jonathan gritó al contemplar como el extraño ensangrentado y mutilado le quitó el amuleto de la Vera Cruz al cadáver de su hijo. Sam lo señaló, y le hizo estallar la cabeza espléndidamente con una Proyección Punzante, en una explosión gloriosa de sangre, sesos y huesos...
Cayó sobre una rodilla con el rostro entumecido, y la mitad del cuerpo paralizado. El cansancio fue tan estridente que no notó que flotaba en una barcaza pétrea sobre un río de sangre. La embarcación se alejaba con la corriente sinuosa... y lo dirigía hasta los abismos del fin del mundo en un agujero escarlata habitado por deidades ignominiosas con extraños yelmos de oro.
En el cielo nublado, volaron gárgolas y grifos horrorosos.
Exhaló y la boca le supo a óxido... Finalmente, la sangre cubrió su rostro como un sudario maldito y perdió las últimas fuerzas que tenía, apretando la cruz de madera rojiza, tallada con fragmentos del madero que cargó Jesús en su calvario...