Capitulo 2. Cien Mil Días de Tinieblas
Capítulo 2: El Demonio en el Espejo.
«1 de Abril, 2023».
—Eres muy prosaica para poder desvelar el secreto entretejido del mundo onírico—solía decir la gabacha Marie Fleur du Vallee—. El mundo de los sueños es el más vasto y desconocido de todos los planos superpuestos que conforman el Todo. Y sus misterios pueblan las noches sin luna, cuando sobre el cielo negro... danzan las inmensas masas monstruosas de pesadillas. Esos seres gigantescos son incorpóreos, formados por neblina miasmática, traslúcidos y tan horribles... que su visión perturbadora es capaz de enloquecer. El mundo está cubierto de limo viscoso, y masas negras de malignidad. Encarnación de los seres marginales de los inframundos insondables.
La rubia de rostro redondo solía gritar en las noches cuando abusaba del hachís. Se la veía nerviosa, inquieta e irritable en comparación de la paranoia y el sardónico histrionismo... y, fue ese mismo horror demoníaco que sepultó sus carnes en la tierra con un zarpazo. El terror antediluviano del monstruoso cuadrúpedo descendió su pata plagada de zarpas y, siendo tangible, aplastó su cuerpo... dejando una mancha asquerosa de vísceras, carne machacada y huesos reventados. La milenaria bestia albina... confinada en el espacio liminal, detrás de la Puerta de Piedra.
Kiara había recurrido a los somníferos para olvidar la tensión en el cuerpo de Marie, momentos antes de ser reducida a pulpa sanguínea. Sus sueños fueron infestados de masas negras flotando por los cielos revueltos, fauces babeantes de anatemas y un aullido grotesco que estremecía la caverna, volcando estalactitas y el techo abovedado con estupor impío. La neblina mórbida divagando en nebulosas y... un espejo capaz de reflejar los espectros invisibles.
La Serpiente ordenó que movieran el inmenso contenedor metálico a las entrañas del complejo subterráneo. El laboratorio farmacéutico más grande y misterioso de toda China, y posiblemente... el mundo. En sus niveles sacrílegos se removían experimentos clasificados como drogas y especímenes desconocidos para las puertas veleidosas del mundo oriental y occidental. Pocas veces había registrado los accesos secretos de los Fueguechi, no estaba en la agenda de la empresa Shengou inmiscuir a una desgraciada en sus estratagemas. Pero, la Serpiente, de yelmo plateado, profanó en las cavidades sulfurosas plagadas de misterios, de la mano de su hermana Suyu Fueguechi.
Kiara se deslizó, de forma intangible, ciega y sorda... a través de las gruesas murallas de acero y tierra. Yakumo desconocía la capacidad del pacto, y reforzó pobremente los laboratorios para que solo agentes exteriores fueran incapaces de atravesar, física y psíquicamente, las barreras energéticas de la sede. Pero, Kiara ya estaba adentro... y a través del «espejo», se deslizó por el débil reflejo del polímero. Los latidos de la tierra se hacían patentes en las cavidades de su cerebro grisáceo... pero no podía escuchar nada más. Solo observar, a través de la resonancia y la magia.
Suyu era idéntica a ella, cuya única diferencia era el flujo energético de quintaesencia en sus venas. Su hermana era baja, delgada, pelinegra y de movimientos meticulosos; la contorsión de su rostro era escasa, y más que hermosa, era severa. Vestía con traje negro, camisa blanca y corbata morada... y su esencia era un perfume afrutado. No podía olerla, pero adivinó su fragancia al deslizarse por el corredor metálico. La ausencia de flujo energético en Kiara era producto del vampirismo embrionario, ocurrido durante la gestación de ambos fetos: uno de ellos poseía el doble de vías energéticas, mientras que el desgraciado estaba desprovisto de quintaesencia. Suyu era talentosa, sí, y estricta... y taciturna al punto de la mudez. A su melliza, como un fantasma, la seguía una sombra sangrienta con cabeza de deidad extraña, y una altivez en sus ojos aguamarina... tan insoportable como afilada. El relieve de la máscara serpentil lo convertía en un demoníaco engendro híbrido.
Yakumo Fueguechi los seguía cerrando la fila con un semblante iracundo. Su primo era un rastreador peligroso, se decía que era capaz de cortar en dos una rata voladora en un cuarto oscuro... Yakumo era un espadachín diestro, y la katana de oricalco que siempre llevaba consigo estaba tan afilada... que podría cortar el tronco de un cerezo, y este no se caería a pesar del viento. Se suponía que Kiara sería la esposa de Yakumo, para preservar pura la dinastía del Dragón Amarillo antes de su retorno... pero, los Fueguechi la despreciaron al no manifestar indicios de quintaesencia. Contenía el gen Furya, de eso no había duda... pero era un acervo latente en su progenie.
—En esa vaina hay una daga envenenada—soltó Gomaba Fueguechi en un tosco mandarín. Su padre siempre vestía prendas ceremoniales, y encendía inciensos a los dioses de la familia—. El veneno del basilisco es el anestésico más poderoso creado por la corporación. Corta tu cuello, niña. No pueden existir manchas en la familia: corta tu cuello, o... márchate.
Solo tenía quince años cuando fue exiliada de Oriente. Al desembarco del avión, un hombre con sombrero y jersey negro la esperaba en las tinieblas. Sus ojos eran dos piedras de asfalto, y su sonrisa contenía un diente de oro. La Cumbre Escarlata, y el Espejo Maldito, cegado con la gruesa cortina negra.
El espectro de la Serpiente giró lentamente la cabeza, y le pareció que la veía a través de sus ojos muertos. El Mortificador clavó la mirada en el reflejo del espejo y negó con la cabeza, en señal de desaprobación. Kiara palideció, y su mente intangible rebotó de vuelta al cuerpo físico por un túnel oscuro de succión. El dolor la golpeó detrás de los ojos y se limpió la sangre de la nariz. No poseía flujo energético, ¿cómo la descubrió? Lo último que vio fue a Yakumo atravesando el portal metálico para adentrarse a los secretos apoteósicos del laboratorio.
Shengou era una corporación tecnológica y farmacéutica fundada en China por los descendientes del Dragón Amarillo, y emprendida por los Fueguechi como una de las empresas más poderosas e influyentes del mundo. Sus investigaciones principales se basaron en el desarrollo de medicamentos innovadores e instrumentaria médica de nueva generación. Su tía Fuyuki era presidente del Departamento Farmacéutico, y sus investigaciones causaron revolución en la salud, al implantar microchips inteligentes capaces de diagnosticar enfermedades antes de su aparición, y cuidar la salud integral del cuerpo mediante un escaneo periódico de la sangre. Su último lanzamiento fueron bombardeos de vacunas aéreas en poblaciones tercermundistas, para erradicar epidemias e inmunizar a cualquiera que tuviera pulmones; sin inyecciones, sin preservación costosa, sin dolor... Sin preguntar.
Los Fueguechi a puertas cerradas investigaban los misterios de la ingeniería genética, la hibridación, la clonación y los misterios de la mente. El área psiquiátrica fue fundada recientemente por Suyu, y delegada a la prima Luhan, para dedicarse al estudio de enfermedades desconocidas como la esquizofrenia, paranoia y... más clasificado: las habilidades psíquicas y el mundo onírico. El departamento prometía revelar los misterios del pensamiento en años venideros, y explorar los límites de la realidad. Su tío Greymon heredó el Departamento Tecnológico, y se casó con Vanessa Blond, heredera y magnate de robótica, para fusionar las compañías e innovador en el mercado la robotización de fábricas, granjas, centros educativos y sanatorios. «El futuro es metálico, digital y autónomo» era el lema de esa facción.
Kiara miró detenidamente el espejo cubierto, e imaginó—y eso quería creer—, que la sábana se estremecía por la brisa encerrada. Los seres del mundo exterior desplegaban sus pinzas viscosas y abrían sus bocas negras de ojos cerúleos... para atravesar el reflejo empañado de grasa y rectar asquerosamente. El Demonio del Espejo sonreía, y la habitación en penumbra era habitada por foráneos de una existencia efímera poblada de terrores.
Kiara sintió el frío estremecer su menudo cuerpo desnudo, y ser atravesada por garfios de hielo. Tenía piernas muy delgadas, huesos prominentes y pechos escasos... Se vistió con la holgada túnica escarlata del culto y se colocó el pesado yelmo de murciélago sobre los hombros lacerados. La plata era el segundo metal más preciado, rango de su jerarquía. Habían pasado diez años de su expulsión... y estaba de vuelta en China, en Shengou, con los lóbregos Fueguechi. Lo único hermoso que creía poseer era un liso cabello asiático, y unos ojos vivaces tan finos como lunas gibosas.
Aún no hablaba el español en aquellos años de iniciación en el mundo ignoto, pero... la sarta de palabras que salió de la boca del brujo le provocaron un inusitado furor, espectral, una mantilla de líquido amniótico cubriendo su cara con repulsión. Aquella oración era un mantra, un conjuro de oscuridad, y fuerzas tenebrosas tan malignas como los dioses cornudos del valle sombrío.
—Una mano corta la otra. Un dedo entierra un cuchillo oxidado en el corazón—el brujo moreno, y bajo... Vestía de negro y tenía una pequeña cruz en el pendiente del lóbulo. Se llamaba Eduardo Tunez y era versado en las artes oscuras. La cámara de piedra olía a tabaco, incienso y perfume. El espejo maldito no reflejaba personas vivas: las masas flotaban en cúmulos de limo—. Un sol negro que vomita abominaciones sobre los planetas... Una puerta que no debe abrirse, y detrás de ella... se esconde el vacío, y sus moradores ajenos a la Creación.
El moreno tomó su mano y... la acercó a la superficie reflectante del espejo en marco de plomo. Sus dedos tocaron el vidrio... y se hundieron en una marea tibia con espasmos. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza y su brazo fue palpado por seres tangibles del otro lado. Un latigazo de dolor y un ardor viscoso... al sentir agujas clavarse su carne. Los diablos la perseguían en las noches sin luna, enterrando sus pezuñas en el erial enlosado de los pecados.
Un grito en la oscuridad y un chorro de sangre...
Kiara descubrió la manga del antebrazo delgado, y miró las cicatrices de colmillos vampíricos en su carne. A veces ardían, sobre todo, cuando se acercaba a lugares santificados o... escuchaba plegarias del Dios terrenal. El Espejo Maldito estaba cubierto con varias sábanas, si se rompía... su espíritu sería consumido. Ningún pacto con demonios está exento de castigos.
Salió de la habitación y recorrió la intrépida mansión con vista a los campos de olivos y lagos cristalinos de meandros empedrados y fuentes de pórfido. Descendió en sepulcros y valles impíos, y los espectros, aquellos seres descarnados... se lamentaban en las tinieblas al desperdiciar sus vidas efímeras. Todo estaba perdido, y lo único que nos quedó fue la soledad, la tristeza y la desesperación. En lugares ignotos, poblados de espíritus destrozados. Ella era uno de ellos: de los monstruos del mundo que renunciaron al verdadero amor.
—¿Aún no te has suicidado?
Nelson levantó sus ojos cansados.
—Aún... no termino aquella canción—cruzó los dedos frente al rostro—. No puedo recordar la ocasión que se me ocurrió escribir... por primera vez. Maldigo ese día mil veces. Fue entonces que me volví loco, y en mi locura he contemplado la soledad de mi aislamiento... como algo necesario.
—¿Y qué hay de mí? Yo sigo estando para ti.
—No vale la pena relacionarse, creo que perdí todas mis habilidades sociales y me convertí en un cascarón—el moreno sonrió con inteligencia y sus cejas espesas formaron una expresión trémula en el rostro juvenil—. No lo sé... De no ser por esas veces en que suelo respirar podría jurar que no la recuerdo nada. No lo sé... Después de tantos años que pasamos juntos. Espero que ella me haya querido alguna vez, me destrozaría saber que nunca sintió un asomo de emoción por este cascarón.
—Ya no pienses tanto... Claro que ella te amó. Solo fue un colapso, pronto volverás a brillar.
Los seres retorcidos fueron engullidos por dioses malignos, y en sus estómagos habitaron muchos evos. Kiara sintió que el mundo caía sobre su cabeza, y el yelmo de plata se hundió en sus hombros con pesadumbre. La Serpiente la miró, y sus ojos aguamarina lanzaron destellos soleados, como el destello purpúreo del anochecer sobre las aguas cristalinas del océano moribundo.
—He visto los confines del mundo y las auroras cortando el cielo descarado con relámpagos cerúleos—Nelson Arciniega bebió despacio el té negro y añadió una pizca de polvillo cobrizo al líquido cliente—. He viajado a islas vagabundas que nadan sobre tortugas gigantescas, tan grandes como cordilleras... y vi el borde del océano al terminar la existencia en una catarata de negro vacío destructor. Y las criaturas procedentes de las tinieblas del abismo, capaces de nublar el firmamento con sus alas membranosas de murciélagos demoníacos. Titánicos, abismales y misteriosos son los habitantes del vacío primordial, anterior al Origen Divino del Todo y el Concepto de las Fuerzas Disuasorias. En mis viajes, descubrí los cimientos derruidos de las antiquísimas Puertas de Piedra que los Primordiales manipularon para perforar el espacio y el tiempo, y las abominaciones de la Primera Guerra Primordial.
—Has visto el vacío, y la eternidad...
Nelson levantó la taza con una sonrisa. Las cicatrices oscuras de su piel morena le daban un aspecto salvaje.
—Me gustaría tener una vida sencilla. Pero mi rutina y mente son muy inestables... Creo que no debería tener tantas expectativas. A veces, nos enfocamos tanto en las cosas que queremos... que nos olvidamos de vivir. Sin saber, que solo tenemos una oportunidad en este mundo.
Kiara soltó los broches del yelmo y se quitó la máscara de murciélago satánico. Dejó ver su rostro oriental y pálido de labios finos. Sirvió la taza con agua hirviendo, y añadió las bolsas de té... viendo revolver como serpientes cancerígenas la espuma del cristalino y añejo elixir. En salón depravado era decorado con cortinas purpúreas, mesas barnizadas y sillas acolchadas.
Kiara se reclinó, y miró los detalles del rostro del moreno. Era un mestizo bajo, velludo y de ojos severos.
—¿Dejaste de beber?
—Nunca estoy bien. Lo único que me mantiene unido es ocupar la mente... para no pensar. Del resto... siento que me estoy rompiendo lentamente. Si te dejará entrar un minuto en mi cabeza, saldrías corriendo y llorando.
—Tienes una voz muy bonita.
Nelson sonrió por lo bajo y agachó la cabeza.
—Canto bien sobrio, pero se escucha mejor borracho.
—Nelson...
—He quemado todas las plumas que significaron algo importante en mi vida. Y... no estoy hablando de plumas y tinta.
—¿Qué haces en China?
El moreno escondió la nariz en la taza, y sus ojos se oscurecieron. Lo conocía bien, sabía cuándo se encontraba metido en un lío... Nelson Arciniega fue alguna vez un lóbrego cantautor que comenzó tocando en los autobuses y restaurantes de los países calientes del sur. Estuvo involucrado en las revueltas de los Cambiantes antes de las regulaciones de deportación en el año de las dificultades, y tuvo que esconder su verdadera forma, recorriendo los países en bicicleta y cantando por limosnas después de las tragedias y la recesión económica mundial. Se juntó con él en las playas, viendo las fogatas de bailarines y bebiendo fríos zumos con alcohol en reuniones vudú y ritos religiosos. El mar de espuma vetusta adquiría tonalidades rosáceas, y el joven moreno sonreía ante las melodías solemnes de las cuerdas... tarareando versos propios y fragmentos de baladas románticas. Su tendencia al decaimiento alcohólico se debía a la falta de amigos cercanos y la ausencia de inspiración para sus rimas. A veces hablaba de viejos tiempos en un pueblito montañés conocido como Montenegro, contaba historias de monstruos y héroes de corazones fríos. Él también había conocido los secretos de la Puerta de Piedra... y el auge de los Cambiantes liberados por la Bestia Albina.
—Joel Arciniega se esconde en una de las islas del Caribe—Nelson bebió despacio—. Es el último refugio de nuestra gente. Los Sonetistas nos deportaron de nuestras tierras tras nuestro fracaso. Perdimos todo: hogares, familias, amigos, parejas... Las regulaciones de la Isla Esperanza han borrado nuestra existencia. Nuestra isla es secreta, y juré nunca perturbar la paz de aquel sitio inhóspito. Los Cambiantes atrapados en la Isla Esperanza son sometidos a cruentos experimentos inhumanos, mientras el resto permanece disperso y asustado.
—Nelson—Kiara frunció los labios—. Ibas a alejarte de tu tío...
—Es mi gente, Fueguechi—Nelson dejó la taza en la mesa—. No puedo abandonar a los muertos, ellos no merecen ser dejados atrás. No dejaremos que las cadenas de la opresión nos aplasten... Incluso sí, morimos a causa de nuestra lucha, valdrá la pena haberlo intentado. Muchos esclavos se arriesgan intentando convertirse en hombres libres, y mueren satisfechos tras contemplar ese segundo de libertad... Que no tiene precio en este mundo. Todos somos esclavos de alguien, pero la gran mayoría nunca conoce a quien los explota. La Cumbre Escarlata nos abandonó a nuestra suerte... y la Corte de Magiares nos masacró en millares. Todos mis primos murieron, Fueguechi. Y he vuelto para desvelar los secretos de Shengou, y el culto—miró largamente a la mujer—. ¿Y tú..., creí que la familia te expulsó?
—La Cumbre Escarlata posee intereses en común con mis ancestros—Kiara se levantó—. Huye del país, Arciniega. La Serpiente podrá leer tu mente a un kilómetro de distancia... Este asunto está envenenado.
—Fueguchi—la llamó—. ¿Es cierto que los clones solo viven el resto de años que le queda al cuerpo original?
—«Nunca dije que moriríamos juntos, eso no significa que fuera una mentira». ¿Recuerdas esa canción?
Nelson sonrió, frívolo.
—Una bestia parda irrumpió en el laboratorio experimental de farmacología—contó el moreno—. ¿Lo tienen grabado, verdad? Su pelaje pardo y sus ojos amarillos como estrellas enfermizas. El olor aún permanece en los paredes metálicas y las mesas derribadas de líquidos contaminantes. Debe ser horrible, porque se dice... que el monstruo escapó por los ductos de ventilación y desapareció de súbito. El monstruo destruyó los experimentos embotellados en crisoles y bebió de las incubadoras de sangre artificial. Quién sabe los engendros caóticos que fabricó la empresa Fueguechi en nombre de la apoteosis científica o... el vulgar anhelo de creación.
—No puedes revelar tu verdadera naturaleza—bajó la voz—. La Corte de Magiares tiene mil ojos y mil manos.
—¿Qué es en verdad la empresa Shengou? ¿Y por qué la Cumbre Escarlata trabaja con ellos desde hace años?
—Los seres que habitan detrás de la Puerta de Piedra...
—Pueden clonar seres humanos y abastecerse del acervo genético necesario para albergar cubas de quintaesencia. Pero, no se puede competir contra la Isla Esperanza en su diversidad de gen Furya. Los Sonetistas son arañas, y la telaraña de los sueños ha tejido sus redes en todo el mundo... Ocho años, Fueguechi. Ocho años desde que abrieron la Puerta de Piedra.
—No lo entiendes, Arciniega—Kiara sentía que la vigilaban. Estaban a más de cien kilómetros de la mente de la Serpiente, pero se sentía sondear por los ojos aguamarina del hombre misterioso—. Los Cambiantes fueron exterminados y deportados por los Sonetistas, su lucha pereció. La Cumbre Escarlata es la antítesis de la Isla Esperanza, y sus motivos no son mucho menos perversos... detrás de esas máscaras de oro en el castillo Mucuchíes, solo se esconden macabros planes de deshumanización. La fundación Trinidad, dirigida por el movimiento Revelaciones, y la empresa Shengou... Todos fuimos envueltos en las afiladas telarañas de esa élite todopoderosa, bajo el nombre de las entidades malditas que imperan en la Isla Esperanza. Joel Arciniega siempre dijo que una batalla se aproximaba, pero su batalla personal acabó hace cuatro años... y todos esos muertos formaron un río de sangre.
—¿Y qué dices de la empresa?
—La presidenta general es Suyu, mi hermana mayor—Kiara frunció los labios—. Gomaba Fueguechi, mi padre, se retiró hace muchos años para escribir novelas eróticas. La tía Fuyuki te busca, mejor dicho, busca al lobizón pardo, y será capaz de escarbar bajo las piedras de toda Asia para encontrarte. Huye, Nelson, llamaste la atención de la Cumbre Escarlata... y sabes que no puedo hacer nada para ayudarte.
—Rompes mi corazón—sonrió, lastimero—. ¿Por qué los asiáticos son tan fríos? Sé que son esos engendros del caos. Esas cubas con seres antropomorfos, no eran clones híbridos. Su naturaleza bizarra y quimérica traerá la destrucción. ¿No entiendes, Fueguechi? Esto no es solo una batalla de élites en un juego de cultos por el control mundial antes de la Agenda 2030. Esto va más allá de tensiones y secretos internacionales... Será una guerra, más sangrienta y cruel como ninguna en la era humana desde la Guerra Primordial. Los infiernos detrás de la Puerta de Piedra se abrirán y sus legiones demoníacas brotarán del mar sangriento y volarán en enjambres los cielos...
Instagram: @gerardosteinfeld10
Facebook: Gerardo Steinfeld