Crónicas de Ciudad Zamora: El Asesino del Infierno
VI.
¿Adónde vas? A buscar el amor de las mujeres; no me hagas reír, ese es un elixir envenenado, todo hombre dispuesto a buscar el amor de las mujeres, debe dejar su alma atrás... o se arriesga a perder la cordura; eres muy negativo, brujo; tú eres muy optimista, Padrecito, las mujeres son el Diablo, son capaces de cualquier vaina para someterte... por eso yo estoy mejor solo; dices eso para protegerte; no, créeme cuando te digo que son lo peor... mi mamá fue la que me enseñó todas sus mañas, pero dejemos el tema, porque quiero revelarte mi hipótesis, estimado hombre de iglesia.
Creo que no he tenido tiempo de describir cómo es la vida social en Ciudad Zamora, pues solo me he limitado a plasmar las aventuras que me cuenta mi amigo el brujo, y a cumplir mis deberes en la Universidad Oriental. Ciudad Zamora es más un conglomerado de barrios, que se extendieron durante las crecidas del Orínoco como una capa de limo... y en cuyo extremo se alza el inmenso e industrial Puente Angostura, que atraviesa la parte más estrecha del río. Uno de los sitios más populares es el Malecón, también llamado Paseo Orínoco, que representa un barrio comercial en el que las tiendas de ropa, los bancos, la alcaldía, las sucursales y los palacios históricos se concentran en los desaires del comercio... y por las noches se enciende la rumba los fines de semana, cuando se reúnen los carros equipados con sonido estéreo y el gentío celebra con derroche de licores y frenesí de opulencia y lujuria hasta el amanecer. En el otro extremo, al este de la ciudad, sobrevive el sector Marhuanta como un hervidero de barrios más atrasados y extensiones rurales... donde los tentáculos del modernismo se han detenido en su expansión, y abundan las viviendas de hojalata y las supersticiones mágicas. En el centro de estos dos trópicos, se concentran barrios populares, urbanizaciones de altos bloques departamentales, bancos privados, un Traki y un Farmatodo, grandes bodegones asiáticos, colegios católicos, universidades públicas, iglesias protestantes, estadios de béisbol, avenidas comerciales, un terminal de pasajeros y sectores deprimidos... atravesado por ocho líneas de autobuses, y vejado por estrías de abandono que dividían la ciudad como un malestar intestino. Los círculos sociales podían variar, pues los más ricos se hacinaban en la Avenida Táchira para disfrutar de restaurantes lujosos y canchas de tenis playero; otros sitios de ocio podían ser las piscinas campestres de Marhuanta, las estribaciones del Paseo Orínoco, o las comparsas recurrentes en Vista Hermosa... así como los eventos deportivos en la Concha Acústica del Parque Ruíz Pineda, y las discotecas nocturnas del Paseo Meneses, en el centro; por lo general, el tráfico de las calles se moría a ciertas horas... y la economía informal se mantenía gracias a las inyecciones monetarias de divisas provenientes del Arco Minero: el sueño aurífero de los desamparados; aunque, esas promesas de bullas de oro estaban ensangrentadas por la codicia de los cárteles y la rabia indígena... pues, la mina, aquel idilio de riqueza y oportunidad, era una máquina devoradora de carne: derrumbes, esclavitud, agua contaminada, epidemias y masacres sistemáticas... por miligramos de oro raspados de las suelas de los cárteles, la guerrilla y los oficiales corruptos; era un santuario de criminales que destruían la naturaleza para extraer filigranas doradas, provocando la ira de los espíritus autóctonos, y regando los ríos con cadáveres desmembrados; volteando montañas y envenenando las aguas con mercurio...
Volviendo al Caso del Asesino del Infierno. Mi compañero de piso estaba cercano a un gran descubrimiento, pues no dejaba de murmurar conjuras y concebir croquis mentales intentando enhebrar la línea de tiempo y la motivación de esta figura dantesca; y estaba llegando a grandes conclusiones: la próxima víctima podría tratarse de un importante Coronel del Ejército Nacional, que en el pasado estuvo involucrado con una red de trata de blancas en El Dorado—buscó una carpeta con fotografías de mujeres jóvenes y documentos de la fiscalía—; Valeria Sarmiento, tenía dieciséis años cuando fue secuestrada por un misterioso joven con el que bailó toda la noche en Gurú, esa discoteca que está en el Paseo Meneses; sus amigas testificaron que subió a una camioneta roja de vidrios polarizados, manejada por un hombre de piel oscura... Esa fue la última vez que la muchachita fue vista en la ciudad, y sus papás no tardaron en denunciar el secuestro. Valeria Sarmiento fue una víctima más de una red de tráfico de personas de la Guerrilla Colombiana, y siguiendo el rastro difuso de las investigaciones del SEBIN... debió ser transportada a los campamentos de explotación sexual de las minas de Caroní, donde el Pastor Eleazar Contreras la tomó bajo su custodia y la «estrenó», junto a una parranda de violadores y golpeadores empericados; malditos hombres... después se la dejaron a las otras mujeres para ser vendida por gramos de oro a hombres de todo tipo; esto es confirmado por mis confidentes que trabajaron en la mina y reconocieron su fotografía, pues era una niña muy bonita que llamó la atención de muchos; una matrona, no diré su nombre para no comprometerla, me reveló que Valeria tuvo tres abortos en menos de dos años... y que siempre se servían los patrones de ella, y que nunca faltaba el Pastor Eleazar; allí se contagió varias veces de gonorrea, y cuando le explotó el SIDA... se la vendieron, casi regalada, a unos satanistas de Nueva Andalucía; allí comenzó otro infierno para esa niña, maldito Dios; parece que la torturaron en horribles martirios para rendir culto al Maligno, hasta que la ofrecieron como sacrificio para el bautismo de sangre de un aspirante; ¿puedes adivinar quién fue?, sí, el salsero apostata Fabián Ortiz; fue en una ceremonia satánica donde a Valeria Sarmiento se le arrebató la vida; y su cuerpo ultrajado fue tirado en una zanja, encontrada días después por unos cafetaleros atraídos por el olor; por estas conexiones, he llegado a la conclusión de que esto es venganza, justicia social por la trata de una joven hace diez años... Por ahora, debemos ser prudentes e investigar a los papás de Valeria y su círculo social, si queremos atrapar a los responsables...
Pero, no pudo seguir hablando... porque el teléfono en su bolsillo repicó, y se detuvo para contestar una llamada; después de unos minutos, colgó y me miró fijamente: es el Asesino del Infierno, quiere encontrarse conmigo en un sitio privado; no, Padrecito, debo ir solo yo... No te preocupes, sé aguantar coñazo; y aunque no lo creas, ya los espíritus me revelaron la identidad de nuestro culpable. No, no llames a Capriles... no creo que las balas puedan dañar a esta criatura.
La primera reacción de mi compañero al regresar, tras cinco horas fuera del hogar, fue encerrarse en su habitación a meditar con la música de los bajos a todo volumen... ahogado en el humo de los cigarros y echándole ron encima al pájaro azul que tenía incrustrado en el pecho. Seguro mujer, que ya eres feliz... que nada de ayer, hoy te hace llorar... Tú con él; aquel interregno me permitió asistir a unas clases universitarias y regresar sin demora; el tiempo corre, yo te espero... pero tú, con él; encontré a Luis como un gato huraño mirando por la ventana a la Avenida San Francisco; ya no recuerdas mis locuras, ni el amor aquel... Estás tranquila, lo mereces, siempre fuiste bien; volteó a mirarme con una media sonrisa y un cigarro de marihuana en los dedos; tú con él, no me sorprende, sospechaba terminar así... yo solamente fui la excusa para hacerle ver, que tú podías si querías... vivir sin su amor; se levantó, realizó unos pasos de baile al ritmo de las congas y me señaló el pecho; perdóname, no me di cuenta de ese juego y me enamoré... después fue tarde, no podía ya volver atrás... y te quería, cada día más y más; y apagó la música de la radio... y anunció: el caso del Asesino del Infierno está cerrado. Abrí los ojos ante este sorpresivo cambio humorístico... y acaricié el rosario católico en mi cuello ante un imprevisto escalofrío, ¿cómo?, ¿terminado, cerrado, censurado? ¿Qué pasó con él fervor detectivesco que tanta energía le inyectó al brujo? ¿Y las promesas de fama que la prensa aseguró para quien pudiera aportar al caso? ¿Y el orgullo personal que parecía enervar de cada poro del brujo? Se me rompía la cabeza en enrollos, y mientras mi compañero iba por su tercera taza de café en el cuarto de hora... se sentó en el sillón del salón, bajo un fulgor índigo y comenzó a relatar su encuentro con esta figura sobrenatural a la medianoche, dejando escuchar voceos e insultos de su naturaleza maracucha por la excitación: dejaí que te conté, Padre García... No vaís a creer lo que pasó en el anfiteatro de la Concha Acústica; tuve que meterte a lo ilegal, de noche, a lo malandroso; y el parque estaba burda e' callado, y siento que las presencias oscuras os habeís reunido para dar ceremonial a este encuentro predestinado... y en el anfiteatro de altos escalones observo como se materializa aquella aparición, vergación, fue como un resurgir de las tinieblas... y esa presencia tenebrosa se alza ante mí con una voz metálica y deforme; y dice: los señores Sarmiento son inocentes, y no merecen ser enjuiciados por crímenes que no cometieron... pues, no ha muerto nadie que no lo merezca, los que arden en el infierno pagaron por sus crímenes; entonces, me acerqué a este engendro de vestimenta negra, y descubrí el rostro ojeroso y desnutrido de Valeria Sarmiento, y un grito de sorpresa estremeció mi cara, ella lo vio; no soy quien crees, dijo sin expresión, aunque guardo sus recuerdos y su dolor... Nací en el Templo Satánico de Soledad utilizando este recipiente corrupto y siendo enclave de los Duques Infernales en la Tierra; no soy un engendro que un hombre, ni siquiera uno tan diestro en las artes oscuras y sensible a lo espiritual como tú, podría entender completamente... La justicia por Valeria Sarmiento se ha concedido, pero es una de cientos de miles de personas ultrajadas en esta nación, y las Presencias me han condenado por mis atrocidades; a Eleazar Contreras lo agarré en pleno vuelo, y le devolví una muestra del dolor que repartió en los corazones de cientos de muchachas... y al apostata le mostré la verdad, pues los verdaderos satánicos no matan gente; el demonio Marvas me poseyó para cometer estos ajustes, y los dragones del infierno se provocan el vómito en el Hades, solo para volver a sorber los restos de estos condenados; no debéis preocuparte por mí, pues no permaneceré mucho tiempo en la pestilencia de esta ciudad. Antes de desvanecerse en las sombras, me pareció increíble que pudiera articular palabra... porque su forma translúcida parecía dejar pasar la brisa a través de su imagen; me dijo que ella no dejó esa bomba, pero que está buscando a los responsables para que Marvas pueda descender en sus carnes y hacerles lo mismo... y se esfumó con un parpadeo, posiblemente una desmaterialización para proyectarse a otros rincones del país; nunca lo sabremos, porque los espíritus no quieren hablar de esa criatura, y temo que los demonios me ofrezcan respuestas escalofriantes; no me preocupo, porque el Asesino del Infierno no volverá a atacar a nadie en esta ciudad... y el Justiciero seguirá enfrentado a los criminales callejeros para aplacar aquella válvula social, que de vez en cuando revienta, y nos cubre de porquería a todos. Puedes creer lo que quieras, Padre... pero sea consciente de que rezar por un Altísimo requiere la misma fé que temer a las fuerzas oscuras que se esconden en los submundos de la existencia... ¿Quiere un cigarrito y un café para pasar el mal trago? ¿No? Creo que saldré un poco a despejar la mente. Con esto, el Caso del Asesino del Infierno queda clausurado, y tendré tiempo para aburrirme leyendo el Tarot y la Baraja Española a las señoras sin marido y las puticas de los barrios... ¿Quieres que te haga una limpia? Te prometo que no te dolerá tanto, y saldrás caminando fresquito... ¿no?
Pero, no sé qué creer... ¿de verdad el Asesino del Infierno era una criatura sobrenatural o mi compañero me estaba jugando sucio? Soy montenegrino, y sé que la verdad es tan incierta como las fuerzas invisibles flotando en las montañas encantadas de Yaracuy, o los misteriosos monstruos sin cuerpo en el Lago de Maracaibo, o las sombras prehistóricas en el Mar Caribe que se esfuman en los puertos de la Guaira, o las criaturas titanicas que desvían el curso de los ríos en Oriente... o los brujos que se transforman en animales cuando la luna ilumina los pastizales del Llano Negro; o en los grandes suburbios, donde formas enmascaradas y justicieros nocturnos equilibran la balanza del bien y el mal, en un país sin leyes democráticas ni justicia real.
Mi nombre es Salvador García, soy Sacristán de la Iglesia Maldita de San Lucas en Montenegro, y vine a Ciudad Zamora para estudiar Derecho en la prestigiosa Universidad Oriental; y mi compañero de piso es Luis Montero Conde, alias el Brujo de los Palos Grandes: un asesor de la inteligencia policial venezolana, que da respaldo a las investigaciones detectivescas en los Casos Cangrejo que el CICPC y el SEBIN no pueden resolver...
Crónicas de Ciudad Zamora: El Asesino del Infierno
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