El repentino cierre de operaciones de la Central Eléctrica del Catatumbo, a orillas del área tormentosa en el Lago de Maracaibo, representa un misterio escalofriante que alude a otras esferas de consciencia, proyectadas en nuestro mundo por antiquísimas puertas que aún, hoy en día, yacen abiertas... cuyos horribles habitantes esperan tiempos propicios para dominar el mundo mediante la capitulación del Hombre.
El informe final nunca fue publicado, y la prensa sensacionalista censuró y ridiculizó a los que intentaron revelar al foco público los terribles avistamientos y las perturbaciones magnéticas que los ingenieros de la Central sufrieron durante su estadía en la plataforma erigida sobre las aguas contaminadas del lago; cuyas singulares formaciones geológicas propiciaban las tormentas eléctricas, aprovechadas por pararrayos y sistemas de almacenamiento para surtir de electricidad al este de la nación. Las especulaciones sobre horrores cósmicos pronunciados en las profundidades del agua, aún siguen desconcertando a las autoridades encargadas de analizar los documentos redactados por los supervisores... y con este informe, se guardará bajo llave el irresoluble caso de la Central Eléctrica del Catatumbo; un enigma antinatural que podría quebrantar nuestras concepciones sobre dimensiones inferiores... y formas de vida ajenas a las teorías más descabelladas de la física.
Por decreto presidencial, ante la emergencia energética que afrontaba el país con el desmoronamiento de la infraestructura eléctrica y la ineficiencia en las turbinas de la Represa de Puerto Bello, se sacaron a relucir proyectos de ingeniería capaces de solucionar la crisis. Uno de los que más destacó, por su naturaleza innovadora, era la Central Eléctrica del Catatumbo: una plataforma de gran envergadura erigida sobre el lecho del lago, cuyos pararrayos cual agujas titánicas, aprovecharían la fulminante energía de las Linternas de San Antonio. Un único relámpago producía unos cinco mil millones de julios, o aproximadamente la energía almacenada en ciento cuarenta y cinco litros de gasolina; comparable a la electricidad consumida por un hogar moderno durante un mes. El relámpago del Catatumbo, más conocido históricamente como Linternas de San Antonio o Faroles de Maracaibo, es un fenómeno meteorológico que se desarrolla en la cuenca del lago de Maracaibo por su formación orográfica... con casi trescientas tormentas eléctricas al año durante la noche, y una media de doscientos cincuenta rayos por kilómetro cuadrado. Los científicos de la Universidad Oriental de Ciudad Zamora y el Instituto Tecnológico de Puerto Bello estuvieron dispuestos a enfrentar el reto técnico que representaba la extracción energética mediante un pararrayos, pues a diferencia de una turbina impulsada por fuerzas externas—corriente de agua, un molino de viento o una bicicleta—, que hacía girar una bovina de material conductor alrededor de un imán para empujar los electrones... debían trabajar con la poderosa descarga eléctrica de un rayo liberado milésimas de segundo sobre la atmósfera.
El mecanismo del pararrayos estaba asociado a una punta metálica que ioniza el aire, creando un canal conductor para interceptar al relámpago, y que la corriente eléctrica pudiera fluir hacía el sistema de puesta a tierra, con tal de disipar el ímpetu galvánico de la poderosa descarga celestial. El problema principal consistía en almacenar la gran cantidad de energía liberada en un corto período de tiempo... Los rayos son increíblemente potentes y viajan por el espacio a la velocidad de la luz. Cada descarga forzaría unos cincuenta mil amperios de corriente a una batería en tan solo microsegundos. Ninguna batería existente podría sobrevivir esta avalancha; pues necesitan cargarse más lentamente, debido al proceso químico en qué los iones de sulfato e hidrógeno cambian de posición para almacenar la energía en su interior. Después, esa energía era liberada en forma de corriente continua.
Los científicos guayaneses contemplaron diferentes modelos de celdas electroquímicas constituidas por dos electrodos, uno positivo (o cátodo) y uno negativo (o ánodo), los cuales sumergidos en electrolitos permitían a los iones moverse entre los electrodos para hacer fluir la corriente fuera de la batería y alimentar un circuito eléctrico. Se idearon tanques de ácido sulfúrico y electrodos de plomo conectados en serie para atrapar las cuantiosas descargas en células de gran tamaño... y se postularon patentes hipotéticas utilizando mecanismos de cadmio sobre piscinas de hidróxido de potasio en cámaras sumergibles de nitrógeno liquido para prevenir el sobrecalentamiento. Se construyeron las torres de pararrayos compuestas por grafeno para conducir la fuerza de los relámpagos... y finalmente se aceptaron los núcleos en serie de sal de litio; aunado a procesos de electrólisis en sectores especiales, dividiendo el agua del lago en oxígeno e hidrógeno para abastecer pilas de combustible destinadas a la manufactura.
La construcción liderada por los ingenieros del Instituto Tecnológico de Puerto Bello fue un proyecto millonario que involucró importantes sectores de la economía, orientados a la independencia de los combustibles fósiles... y recibió aportes significativos de la venta petrolera que en ese período, durante la Coalición del Panarabismo en su absorción de países satélites, representó gran parte del ingreso monetario. Con el derroque del Caudillo Colombiano, el país vecino realizó una inversión importante con tal de recibir remuneración energética al mediano plazo... y el proyecto se consolidó como una de las hazañas de ingeniería más grandes de Venezuela.
La Central Eléctrica del Catatumbo comenzó sus operaciones en mayo de 2027, recibiendo continuamente descargas eléctricas que consiguieron abastar gran parte de Maracaibo y las ciudades aledañas. Pero el tañido del progreso, nunca puede sobrevenir sin el hálito del vértigo... asomándose a un abismo insondable que exhuma una plegaria de horrores pretéritos que se remueven en las tinieblas del fondo. Durante el primer mes de funcionamiento, la central reportó frecuentes jaquecas y caídas depresivas en sus operadores... y comportamientos irregulares de parte de los supervisores. Los psicólogos de la Universidad Técnica de Ciudad Zamora teorizaron que los incesantes relámpagos, aún siendo insonoros, podían convertirse en un foco de deterioro mental; similar al Síndrome de Trinchera que los guerrilleros del amazonas sufrían al ser expuestos a estallidos repentinos y estrés durante largos períodos. La estadía en la plataforma podía significar un verdadero martirio para los más sensibles... y su rápido deterioro anímico era filtrado por su ineficiencia y propensión a los accidentes.
Los del turno nocturno eran los más susceptibles a estos síntomas, pues se exponían durante largas jornadas al resplandor intermitente y cegador de los relámpagos que caían sin cesar sobre las altas torres, cuyas puntas de grafeno desprendían un olor a metal quemado verdaderamente insoportable. Solían desarrollar cuadros depresivos graves, fotofobia, aversión patológica y alucinaciones espeluznantes... siendo dados de baja rápidamente en un periodo menor a tres meses. Era un trabajo difícil, pues las torres principales solían temblar con la recepción de más de cincuenta relámpagos por minuto, conducido por cables de alta tensión a los circuitos internos de la plataforma y los núcleos en serie sepultados en la orilla del agua. El entremado eléctrico era seguro, pero un descuido, y podría electrificar cada pulgada de la plataforma... matando al centenar de operadores en segundos. Habían zonas de material aislante, pero la mayoría de trabajadores se mantenían ocupados en las Torres de Pararrayos, y las plantas de electrólisis que absorbían la electricidad residual. En el interior de las aguas negras, rebullía una antiquísima reminiscencia, que hacía soñar a los hombres con paisajes de locura y criaturas amorfas que se deslizaban a las anfractuosidades de sus cerebros... perturbando sus mentes, subordinadas piadosamente a las limitaciones primitivas y las débiles concepciones del mundo material.
El primer incidente ocurrió tras culminar el primer mes de operaciones, e involucró a un hombre desequilibrado mentalmente: Gabriel Ortega, de veinticuatro años; un joven taciturno de complexión delgada que se encarga de revisar la integridad de los pararrayos y la conductividad del grafeno durante el turno de la madrugada. Era muy agradable y juguetón según sus compañeros, pero en su expediente clínico se hallaron indicios de recaídas depresivas y sentimientos de insuficiencia respecto a su plano sentimental; tomaba antidepresivos y píldoras para dormir tras la culminación de su turno. Los medicamentos recetados no provocan delirio ni visiones... por lo que se ha descartado el incidente como una sucesión desafortunada de eventos personales que desencadenó un suicidio.
A las tres de la madrugada, Gabriel se encontraba solo sobre la plataforma... quizás su soledad había llegado a un punto de quiebre, nunca nadie sabría qué ocurrió en tan trágicas circunstancias, pues se levantó un ventarrón repentino... como el despertar de un bramido dormido en las profundidades del agua. En la cámara de vigilancia se puede ver al joven enloquecido, señalando un punto distante e intentando comunicarse por radio... desafortunadamente, las sucesivas descargas electromagnéticas habían ensuciado las líneas... y nadie jamás escuchó su alarido salvaje. La cámara no consiguió capturar el horror en su totalidad, debido al resplandor intermitente de los rayos rasgando la bóveda nocturna, pero los fotogramas revelados hacen contener el aliento de quien los observa por primera vez. No voy a sugerir más teorías desconcertantes sobre una «criatura inmensa que surgió del agua», ya la prensa y los medios amarillistas se han encargado de tergiversar la realidad... Solo me atreveré a añadir más pruebas sobre el desconocido horror que surgió del agua con un torbellino, pues los operadores más cercanos avistaron un chapoteo como el descender de un meteorito evanescente quebrando la superficie líquida, y se hallaron charcos de agua fétida sobre la plataforma... como residuos de una repentina precipitación. Gabriel Ortega nunca fue encontrado.
Las cuestiones nunca dejan de surgir respecto a este incidente, algunos adjudican el estado vulnerable del hombre solitario con las perturbaciones atmosféricas del Catatumbo... otros se han precipitado a conclusiones más descabelladas sobre reinos ocultos en rincones apartados del mundo. ¿Es posible que los dioses no sean más que demonios en una disputa cósmica por el control de la consciencia? La condición mental del desaparecido nunca coincidirá con la verdad del suceso...
«¿Creíamos que robar el poder de los dioses no tendría represalias? —Se publicó en el encabezado de el Diario El Progreso; en una entrevista al catedrático en civilizaciones pérdidas, Emmanuel Cubero—. Estas baterías son contravenciones naturales... y han despertado ecos en las profundidades del infierno.»
Los eruditos del Círculo Ocultista de Puerto Bello solicitaron revisar la plataforma de la Central Eléctrica con sus complicados aparatos, y hallaron anomalías electromagnéticas y fenómenos climáticos semejantes a los documentados en los picos de actividad de la Montaña Sorte, montaña embrujada de Montenegro, en la que antiguamente se encontraron monolitos de piedra negra, hoy desaparecida; y las formaciones misteriosas en la Caverna del Guacharo. Algunos puntos del lago presentaban mayor actividad magnética, aunque los yacimientos del fondo no parecían contener grandes cantidades de minerales... y la contaminación del agua no contrajo más que preocupaciones sobre la fauna territorial y las poblaciones cercanas. Estos estudios científicos despertaron un sentimiento de incertidumbre en la comunidad universitaria, y cierto revuelo entre círculos satanistas de Ciudad Zamora y el Llano Negro, que profesaban una extraña religión en torno a una legión de habitantes noctámbulos ajenos a la química orgánica.
La Universidad Oriental de Ciudad Zamora envió a un equipo de buzos para continuar las investigaciones inmediatas sobre el misterio que rodeaba la plataforma, suspendida sobre aguas incognoscibles de composición tóxica, y propiedades orográficas capaces de perturbar las ondas de telecomunicaciones. A pesar de las advertencias del etnólogo Emmanuel Urbina sobre los terribles abismos a los que se podía acceder en las profundidades del lago, la empresa no cedió... y el buzo militar, José Martínez, de zambulló al mediodía en aquella masa pulposa de agua oleaginosa, conectado a la embarcación del Cayena por un medidor de profundidad.
Rápidamente descendió a las profundidades, capturando el fango y las burbujas con la cámara de inmersión adherida al visor. Durante más de diez minutos se halló descendiendo por el lago maldito del Lerna, captando fugaces contornos de peces oscuros y criaturas que la bióloga del equipo, Xiomara Castillo, catalogó de «especímenes condicionados por la contaminación del agua»... escudriñando la lejanía de un más allá inverosímil. Las luces de la máscara le permitieron sondear el absoluto silencio del agua rumiando... y al tantear el fondo con la parte inferior del cuerpo, se aseguró que el suministro de oxígeno fuera suficiente para estudiar las cortinas de burbujas distendidas del fango endrino. El geólogo Yhovanny Herrera se maravilló ante el descubrimiento de fisuras térmicas en el fondo, eyectando agua caliente desde el interior de la cuenca... como un reservorio exhumando líquido del interior del continente. Se comprobó que el Lago de Maracaibo estaba dispuesto sobre un ducto de agua subterránea, que fluía a la superficie por acción de una vena volcánica... despidiendo vapores mefíticos. José Martínez decidió continuar la exploración del lecho, dirigiéndose casi en diagonal por una pendiente que conducía a una sucesión de géiseres... sin saber que el descubrimiento de una falla geológica, perfectamente soldada por acción de fuerzas incomprensibles, lo arrastraría a un horror indocumentado.
La primera en percatarse del inusual comportamiento del buzo fue la Doctora Ashley García, que dedujo por la intensidad de su respiración, una anormalidad que la cámara sumergible era incapaz de capturar. Se intentó contactar por radio a José, pero la suciedad estática de los relámpagos lejanos había entorpecido la comunicación... y a su vez, los dispositivos sumergidos al agua comenzaron a capturar lecturas sísmicas y descensos inesperados en la temperatura. Al buzo lo protegía una escafandra impermeable, conectada a la embarcación por un cable salvavidas unido a su cordón umbilical. Los cuadros de la inmersión aún están disponibles en internet, y han sido el epicentro de un incesante debate... sobre las ventanas al Inframundo, o la prevalencia de criaturas degeneradas en los túneles de lava submarinos. Los últimos cuatro segundos de grabación muestran el horror que arrastró a José Martínez... Un fulgor rojizo que parecía emanar de las grietas geotérmicas del fondo.
Enseguida se cortó la transmisión, el equipo se movilizó con la draga, intentando extraer al buzo lo más rápido posible del agua. Su medidor de profundidad contaba más de sesenta metros—la profundidad media era de diez a cuarenta metros—, mientras el cable giraba... trayendo la escafandra a la superficie. El capitán Alexis comunicó a la plataforma el incidente, mientras Yhovanny gritaba incoherencias al comunicador esperando respuesta... la embarcación se mantenía a la expectativa con visible turbación, cuando ocurrió lo peor: la draga se descompuso, y el eje dejó de remolcar el cable. El equipo contuvo el aliento, a la deriva del agua oleaginosa de coloración lechosa, y un horror de las profundidades tiró del cable con una conmoción. El eje comenzó a girar violentamente, lanzando metros y metros de cable a los negros abismos de la consciencia. El grito fue general, y por tres infernales minutos... la embarcación se estremeció, como a punto de hundirse para siempre en las aguas aceitosas. ¡El medidor de profundidad alcanzó el imposible pico de tres kilómetros! ¡¿Qué horror jurásico podría arrastrar a un buzo desprevenido a las cavernas subterráneas de los ancestrales acueductos terrestres?! Finalmente, la draga se detuvo, y se invirtió su mecanismo de vuelta y lentamente al ascenso... extrayendo de las desconocidas profundidades al buzo perdido. Media hora después, el cable trajo a la superficie la escafandra metálica... y aunque la integridad de la armadura impermeable y los tanques de oxígeno no parecía exhibir muescas, ni mordeduras... ¡El hombre conocido como José Martínez estaba en los huesos!
En la prensa se publicó el «desafortunado incidente, provocado por la succión de un volcán subterráneo», pero jamás fue concebida explicación natural posible... para el horror que convirtió al lozano buzo militar en un esqueleto descarnado. El estado de los huesos era deplorable, como un cadáver sumergido en cal viva hasta la descomposición de la carne y el deterioro de la osamenta. Se inició un estudio forense en el que se encontraron huellas de radioactividad, pero la investigación se estancó... Pues el gobierno veía en la Central Eléctrica del Catatumbo una nueva oportunidad de reinventar la frágil economía: el negocio del hidrógeno. El desprestigio de la plataforma se halló opacado por la oportunidad empresarial y la cuantiosa remuneración que podría adelantar los pagos de construcción y las nóminas a los ingenieros.
—La demanda de hidrógeno como combustible se ha incrementado con la modernización de fábricas no contaminantes—anunció la Presidenta Beatriz Guzmán en rueda prensa—. Los novedosos procesos de electrólisis en la Central Eléctrica del Catatumbo, representan una importante fuente de energía para seguir alimentando los motores de nuestra economía en recuperación.
La popularidad del hidrógeno como combustible estalló en Europa y Norteamérica tras el cese de conflictos en Medio Oriente, y el crecimiento de la industria tecnológica del Bloque Arábico. La búsqueda de un combustible ecológico convirtió al hidrógeno en el principal foco de inversión automotriz, y los científicos del Instituto Tecnológico de Puerto Bello se habían adelantado a su explotación. Mientras otros países requerían métodos que aún implicaban el uso de electricidad producida por combustibles fósiles o turbinas; la Estación de Electrólisis del Catatumbo producía toneladas de hidrógeno y oxígeno utilizando únicamente la energía desviada de los relámpagos. Esto implicó que el hidrógeno venezolano fuera el más barato del mercado, y por ende, el más solicitado por las potencias hegemónicas en constante evolución... y con el descubrimiento de un canal subterráneo que reducía el impacto ecológico en las reservas líquidas del Lago de Maracaibo, el negocio escaló hasta convertirse en uno de los principales productos de exportación, reemplazando con creces el negocio petrolero.
Nuevas patentes sobre motores de hidrógeno y pilas de almacenamiento eran ideadas diariamente en la Universidad Oriental de Ciudad Zamora; y en el Instituto Tecnológico de Puerto Bello se estaban diseñando los planos de una segunda plataforma dedicada exclusivamente a los procesos de electrólisis, con estaciones de abastecimiento en tierra para su transporte seguro a las costas. Sí hubieran vaticinado el sucesivo horror que estaba por acontecer a mediados de ese aciago año... el furor de la inventiva se hubiera extinguido con frialdad. Algunos sostienen que ese fue el contacto directo más importante de nuestra historia... con una fuerza que solo conocemos al susurrar en voz baja, durante las noches ululantes del Ártico y las inmundas glaciaciones.
El diecinueve de abril de 2027, se desató una tormenta eléctrica que alcanzó picos de actividad bastante elevados... y las torres de grafeno rugían como bestias iracundas asediadas por la crapula furibunda de dioses olvidados. El aire ionizado era embebido por las gotas de lluvia que se detenían, como perlas rutilantes, ante las reverberaciones acústicas de los truenos y el resplandor paleogenico que hacía alucinar a los hombres con estertores de sombras monstruosas recortadas en la cúpula crepuscular. Los tres ingenieros habían subido a la plataforma, aferrados a las barandas de seguridad, mientras el ululante ventarrón estremecía sus impermeables... supervisando que el material conductor en la punta de los pararrayos pudiera aguantar las sucesivas embestidas y el calentamiento desmesurado. El Supervisor Gómez contaba mentalmente los rayos que caían por minuto, mientras los dos ingenieros sentían retemblar el embalse metálico bajo sus pies... y el agua turbia reventando en el borde con espumosas estampidas. En caso de emergencia, el sistema de enfriamiento permitía la liberación de energía directamente al lecho del lago mediante conductores a tierra... para prevenir sobrecargas y daños irreparables en el conducto de grafeno. Los operadores de las baterías sumergibles sentían la ionización estática en la atmósfera, erizando sus cabellos y provocándoles descargas repentinas al contacto mutuo... y se preveía que la tormenta pudiese alcanzar un apogeo nunca antes visto. El tanque de electrólisis hervía... y los reservorios de hidrógeno estaban casi al tope de su capacidad.
Se hallaban en un momento crítico, entre los estallidos galvánicos y los aullidos del viento septentrional que barría la plataforma, cuando se manifestó uno de los fenómenos más desconcertantes del informe. Las autoridades achacaron la defunción de los tres hombres a una falla en las descargas artificiales de los pararrayos, que provocó que un relámpago intrusivo cayera directamente sobre sus cabezas... pero, esto solo sirvió como mascarada para entretener a la prensa sensacionalista mientras la presidenta aseguraba su reelección. La superficie de aquella ala no sufrió ninguna quemadura o alteración... y los registros de las cámaras no dejaron de funcionar, como hicieron creer a todo el país tras la desgracia. Al contrario, los pocos que consiguieron ver la grabación fueron despedidos de la Central Eléctrica del Catatumbo, y... muchos que se atrevieron a hablar, aún hoy yacen tras las rejas.
Las imágenes resultan impactantes, pues revelan una conflagración de horrores cósmicos inesperados... y formas de consciencia escondidas del mundo, que esperan cabalmente la capitulación de la Humanidad... para reinar nuevamente en las estériles ruinas del ocaso. Espero que mi descripción pueda aportar un significado a la muerte de estos preparados ingenieros, dispuestos a dar sus vidas por las de sus compañeros... durante la oscura emergencia de la central. En la obscena y pixelada colección de fotogramas se ve, brevemente, la formación de un gas nebuloso comparable a una fuga de nitrógeno refrigerante... que ascendió del agua y se materializó ante los hombres como un promontorio espeluznante de un caos reptante e indescriptible. Aquel frío cósmico se precipitó, como una transfiguración espectral y antropomorfa de polvo estelar, coronada por una cornamenta de quimera: un engendro burbujeante y etéreo que se desvaneció en la bruma ante el horror de los hombres impávidos... y quedó eternamente retratado por la cámara de la torre.
Según las actas de defunción oficiales, el Supervisor Ángel Gómez, y los ingenieros Rafael Reyes y Octavio Mendoza... fueron hallados completamente congelados, pese a las temperaturas regulares del lago; sus cuerpos adheridos a la baranda presentaban un inexplicable estado de momificación, similar a las momias de hielo de los Alpes y los pantanos de la Edad de Hierro. El caso fue rápidamente censurado por las autoridades, debido a la campaña de reelección de Beatriz Guzmán... y el hecho de que el país necesitaba el liderazgo del mercado de hidrógeno para retrasar la bipartición del Sudamericanismo.
A puertas cerradas, se llamaron a expertos de toda Venezuela para descubrir el misterio bajo la Central Eléctrica del Catatumbo... y se reunió un cónclave particular en la Casa Solariega, encabezado por el etnólogo zamorano Emmanuel Urbina y el profesor Francisco Bustamante, Líder del Círculo Ocultista de Puerto Bello; ambos catedráticos en civilizaciones pérdidas y conocimientos prohibidos. La investigación en conjunto de ambos círculos metafísicos fue menos que una secta, pero más que una búsqueda académica... y viajaron juntos a los Andes para encontrarse con ancianos ermitaños y a las Catacumbas de Ciudad Zamora intentando encontrar un legajo de anotaciones ocultas, que se dijo podían enloquecer a cualquiera que las leyera. El vicio de su investigación concibió un artículo de gran revuelo, que levantó llamativas primicias ante la espera de su declaración en el Salón de Conferencias de la Universidad Oriental en la Sede de Puerto Bello. Un sinnúmero de historiadores, etnólogos y académicos reconocidos se reunió en las primeras filas... mientras los periodistas de los canales más importantes de la nación se apretaban por el espacio del anfiteatro. Profesores de todas las ramas esperaban ansiosos las revelaciones de Emmanuel, y cuando este subió al atrio para presentar los descubrimientos de su investigación... todo el mundo guardó silencio y contuvo la respiración.
—Gracias al apoyo de la Universidad Oriental, por decreto presidencial hemos viajado por la cordillera andina buscando respuestas al misterio que rodea la Central Eléctrica del Catatumbo—anunció por el micrófono. A su lado iba el erudito Francisco Bustamante, de pelambre blanca como un león anciano; liderando una cohorte de académicos que comprendían todas las edades y géneros—. Nuestros esfuerzos han concebido la búsqueda de la verdad, en los rincones más apartados del mundo... Confinados en voz baja por investigadores que se atrevieron a refutar nuestra comprensión limitada de la historia del mundo. Desde los pergaminos de la Biblia misma, descubiertos en el Mar Muerto... hasta los innominables secretos del Libro de los Grillos. Nuestra búsqueda de la verdad nos ha conducido a terrenos inexplorados por la razón... en los que se anuncian conceptos que rompen con la cronología universal de nuestra sociedad.
»Sin más preámbulo, señores profesionales. Me atrevo a confesar que en un pasado remoto habitaron seres conscientes, ajenos a nuestro entendimiento orgánico, que descendieron de un planeta remoto... buscando la actividad geológica de nuestro planeta. No fueron los únicos, pues nuestra galaxia es un inconmensurable cementerio de especies inteligentes que se han levantado y evaporado en el transcurso de los millones de años antes de nuestra aparición. Yacen esperando el ciclo terrestre propicio que les permita ascender nuevamente a las estrellas, pues están compuestos de gases... y esperan en las grietas del interior de nuestro planeta desde hace millones de años. Para ellos el tiempo pierde significado, pues son manifestaciones de una consciencia superior...
»Aún así, durante la temprana edad de la Tierra... se disputaron nuestro mundo con otras especies en una batalla que dejó una huella indeleble en los continentes. Afortunadamente, el pacto entre nuestros ancestros y estos seres fantasmagóricos permitió el triunfo mutuo con el cataclismo ambiental, registrado en opúsculos antiguos, como la Muerte Fría. Período en que nuestro mundo se congeló, y la agonizante Humanidad surgió de las cenizas para repoblar los continentes. Hay evidencias de estas epopeyas milenarias en las galerías selladas de las Cavernas Andinas... y aún mantienen contacto con civilizaciones aisladas para honrar su voluntad con sacrificios de sangre.
»Los Adivinos de los Andes los llaman Demonios del Frío, pero su naturaleza es mucho más lejana a estos primitivos conceptos. El pacto aún está vigente, y aunque su poder ha mermado con las centurias... pronto regresarán para dominar el planeta, aunque por supuesto, nosotros estaremos extintos cuando eso ocurra. Su manera de pensar es muy diferente de la nuestra, y aunque estamos invadiendo su territorio, establecido en grietas que conducen al interior rico en energía magnética, no se mostrarán hostiles; siempre y cuando los honremos, con el pago de sangre establecido en el pretérito.
Emmanuel agradeció la atención, y descendió del atrio... y los murmullos se hicieron escuchar con alborozo. Al principio sonrió, pero después su ilusión se esfumó... cuando el salón entero estalló en carcajadas. Las risas formaron un estruendo tan grande que estremeció las vigas del techo. El catedrático miró confundido la multitud, y rápidamente salió del anfiteatro... perseguido por las risas de los profesores y las preguntas afiladas de los periodistas. El resto de estudiosos lo siguieron, formando una fila avergonzada, incapaces de levantar el rostro ante las risas esporádicas que volaban por los aires como balas sardónicas.
La multitud se reía de Emmanuel y Francisco, y la prensa sensacionalista los ridiculizó por semanas. Se burlaron de los Adivinos de los Andes y las pinturas rupestres supuestamente falsas... así como de los operadores que repentinamente saltaban de la plataforma porque «habían visto sirenas desnudas». El público no está preparado para la verdad, y ahora... que finalmente la empresa eléctrica ha cerrado, y el negocio del hidrógeno ha llegado a un punto muerto, los ministros se atreven a ofrecer declaraciones sobre «peligros biológicos y trastornos mentales».
Los Demonios del Frío son reales, y hemos invadido su territorio... y cuando el deshielo desentierre los secretos del Ártico, y los fondos océanos se eleven... entonces sabremos por qué cada año los inviernos son más crudos, y los huracanes más poderosos.
El Sepulturero de Puerto Bello
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