Capítulo 5. Cuatrocientos Opúsculos de Terror

  Capítulo 5: El Demonio del Meridiano.

—No hay más miserables que aquellos que son incapaces de ver más allá de las imágenes proyectadas por las sombras—Jonathan desenfundó su revólver y apuntó el cañón en la frente de aquella mujer—. Vivimos en la Cueva de Platón, cuyos esclavos observan únicamente las sombras que el fuego de los dioses muestra sobre la pared rocosa. En el cénit de lo infrahumano, y las fuerzas abominables que operan en las regiones exteriores de las dimensiones agazapado tras pórticos sumergidos... y en la zarabanda de cultos aborrecibles que conmemoran la crueldad y anhelan la usurpación de estas deidades allendes al cosmos. 

Vitalia Flavio Isiv era una excomulgada de un culto negro en torno a la adoración de un panteón secular de seres que escapaban a la arqueología y la retórica humana. Un enjambre dantesco que solo podían dar ceremonia a una hibridación y depravación relegada a elecubraciones de un pasado prehistórico... o un futuro catatónico habitado por endriagos nacidos del fragor radioactivo. Las imágenes eran tan retorcidas, y los dioses innominables... que el solo hecho de pensar en tales esferas descomunales podía enloquecer los sentidos.

—Hace cuatro años que huí—confesó la mujer al borde de las lágrimas en la habitación en penumbra. Las ojeras y la vejez prematura en su rostro blanquecino reflejaron la inocuidad de su estado sumiso—. ¡Ellos querían mi alma! Y la niña es...

—¡No tenemos nombres o testimonios coherentes! —Jonathan le quitó el seguro a su pistola—. Los excomulgados no tardan mucho en morir de formas misteriosas tras la expulsión. Se enferman de gravedad o son internados en manicomios... padeciendo paranoia, megalomanía o locura inherente. No existe registro para tan espeluznante aquelarre... o un sitio único donde concreten sus misas negras. Sabemos de una isla donde llevan niños para sacrificarlos a los antropoides que brotan espectralmente del litoral... y que personajes de mucha influencia están involucrados en estos ritos. Los acólitos que hablan son silenciados en supuestos suicidios. Una de sus deidades celebradas es un Hombre con Cabeza de Ciempiés y levita grasienta al que bautizamos «Meridiano»... relacionado intrínsecamente con el Libro de los Grillos. Pero, adoran entidades y seres jorobados más horribles y deformes en aquellas marismas. Sus rituales son asquerosos, y obedecen, desnudos, las órdenes de estos habitantes execrables de lo suprarreal sin inmutarse... a cambio de fortunas, poder e inmortalidad. ¿Cuáles serán estás órdenes abyectas? ¿La Iglesia Católica está involucrada? 

»La Fundación Trinidad los ha investigado activamente esta última década, tras el auge de sus movimientos. Los hackers han contribuido a esta lucha por la verdad. Ojalá los dioses invisibles operen para liquidar este mal arracimado en la sociedad... que este culto sometió a su voluntad. Sabrán ellos que entidades ajenas al espacio juzgan nuestras vidas para alimentarse del sufrimiento y el odio. 

Jonathan colocó el dedo en el gatillo y se preparó para disparar. La mujer tembló...

—La niña...

—¿La niña?—El hombre asintió—. Escapaste con la niña del culto hace un año... Bueno, puede que solo hayas sido otra víctima más de sus peroratas. Fuiste una ofrenda en otro de sus rituales de consumación... ¿Quién es el padre? Eso lo sabes, y el horror en tu mirada delata que no podemos imaginar tal concepción en este mundo. Llevaron a cabo una terrible contravención ante las leyes naturales... y convocaron una fuerza que escapó de su control. Revelaciones tiene registro de actividad sísmica anormal de la zona, y testimonios de fuegos fatuos sobrevolando los círculos y altares de piedra rurales tan antiguos como los ancianos saurios. Aquel santuario en Montenegro donde el diablo se sentó en un trono pedrusco para conceder deseos envenenados a las brujas... Hemos investigado los engendros que acechan en las sombras y se retuercen en la oscuridad ancestral.

»La niña... fue concebida la Víspera de Todos los Santos. Los aledaños grabaron voces y risas procedentes de aquella cumbre montañosa... junto con una salmodia de cánticos y flautas chillonas que no aparecen, extrañamente, en las grabaciones. Los fuegos encendidos sobre la apoteósica ceremonia atrajeron pájaros negros espantosos... Los perros y los gatos lloraron rabiosos entrada la medianoche y se escondieron hasta el amanecer. Días después del ceremonial de la turba, curiosos tomaron fotografías del círculo de piedra veteado con salpicaduras negras y el trono supurante de un hedor azufrado. Las huellas de aquel festival de horrores no se parecían a nada conocido sobre el mundo vigil... No puedo sacarme de la cabeza aquellas anécdotas contados por los aterrados habitantes de la comarca. Sintieron el temblor a las tres de la madrugada, hora asociada con los diablos y la magia negra. Algunos vieron a través de su ventana como una centella caía, seguido de una fuerza invisible y un hedor indescriptible que hizo vibrar los paneles de todo el pueblo... 

»El temblor ocurrió poco después, y aún duermen aterrorizados, ante lo que hayan invocado en aquella cumbre famosa por los ritos y sortilegios llevados a cabo por grupos sectarios. Montenegro se ha impermeabilizado a lo sobrenatural, pero aquel estallido de malignidad los empujó a murmurar sobre los despojos que duermen en los barrancos y recorren las cavernas sepulcrales. La niña fue concebida esa madrugada, y todos en esta habitación sabemos quién o qué... es el padre.

La pequeña Daniela temblaba en una esquina, llorando y ronqueando. Sam resguardó la puerta, y miraba las sombras arremolinarse en torno a la infanta con cierta repugnancia y temor. Tenía el aspecto de una niña de seis años, pero, cuando mucho... solo llevaba catorce meses de nacida y su comprensión del mundo era limitada. El rostro era chotuno, horriblemente parecido a un cabrito, de cabello ralo y oscuro, frente protuberante y mentón inexistente... ofrecía una confusión degenerada. Sus brazos eran cortos, marcados en contraste con sus piernas largas escondidas en un grueso pantalón de lana que escondía la verdadera apariencia de sus extremidades. 

Jonathan vestía una chaqueta negra, con la cruz del rosario estremeciéndose ante la presencia de malignidad escrupulosa. Su filosofía retórica auguraba un nihilismo de existencia macabra.

—Fuiste ofrecida y tomada por el demonio. ¿Recuerdas sus formas o su nombre? Los engendros del Averno lograron cruzar en determinadas circunstancias de sus moradas de caos en espacios subliminales que se ciernen sobre el espectro quimérico del miedo. El poder de los egregores desfigurados escapa, sordos y sabios, ante las posibilidades de lo exiguo del espacio y el tiempo. Jugando con la mente y la materia... 

Jonathan apuntó a la niña y disparó. Sam y Vitalia gritaron al unísono, y Jonathan le cruzó el rostro a la bruja con el dorso de la mano. El cadáver del infante se hundió en la esquina con la cabeza reventada: de sus sesos almidonados brotó un potaje lechoso repleto de miel ambarina. El padre Anaximandro relegó a la mujer a las cámaras acolchadas del asilo psiquiátrico de la Fundación Trinidad en Roma, y el Movimiento Revelaciones logró diseccionar a la criatura pese a su rápida e inusitada descomposición... encontrando que era precisamente un ser biológico que escapaba a las leyes genéticas de la evolución y al misterio de la mutación. No era una niña, puesto que era un afrodita estéril... El expediente cedido a Jonathan antes de ser clasificado bajo llave, dio mucho qué pensar al remitente exorcista que otorgó muerte sin premura a la criatura.

El afectado encendió un cigarrillo y fumó junto a Samuel mientras degustaban pasteles de queso bañados en mermelada de fresa y vino picoso, en la catedral que les daba asilo.

—El padre Anaximandro realizó la autopsia del cadáver—caló el cigarrillo y retuvo el humo por cinco segundos—. No era un ser humano, o no del todo... pues, su piel cetrina tenía escamas lustrosas que aún no nacían y sus piernas eran unas horribles pezuñas cubiertas de pelo parduzco. En su espalda se estaban formando alas de murciélago y en su boca había un ojo... Tenía dos sartas de dientes retráctiles y una lengua bífida que rezumaba una saliva con agentes anticoagulantes. La ola de vampirismo que se desató en Ciudad Zamora, cuyas narraciones aterradas aseguraron ver a un diablillo nocturno alimentándose de los perros callejeros y los viajeros nocturnos. Se trataba de...

Sam despertó, aletargado... El cadáver de Franchesca había desaparecido tras el retumbar de la luz fluorescente. Un regusto a ozono lo mantenía avispado, y una sensación de vacío infinito se extendía a su alrededor mientras descubría aquel mundo extraño que se desdibujaba en su entorno con las falacias de mentes góticas, excursiones a lo innombrable, y las profundas cavidades del espacio exterior en lunas pletóricas de sueños y nereidas punzantes. Los anillos de un gigantesco planeta grisáceo lo envolvían con un pudor exacerbado cual bestia cósmica a merced de un planeta... y la llama ignota del sol era vacilante ante un frío incólume que carcomía cada superficie con un gélido vaho templado. Las estrellas reverberaban en un cielo tenebroso y negro, tachonado de soles distantes y planetas visibles ante el vacío violáceo del cénit tortuoso. Y gritaba, el viento profería aullidos en la superficie de aquella luna congelada orbitando el anillo de asteroides que giraban lentamente sobre el vasto e impresionante gigante gaseoso conocido como Júpiter. El desierto de hielo se extendía a plenitud sobre kilómetros y kilómetros sin fin, solo hielo blanco y liso con algunos montículos lejanos del que escapaba un leve vapor contenido en el corazón acuático del planeta enano. Se sentía flotando, y notó que podía respirar con cierto esfuerzo... por lo que la atmósfera era hasta cierto punto respirable, rica en hidrógeno y oxígeno, y la ausencia de nubes solo era presagio de una fantasmal presencia de vacío existencial. 

Sam abrió la boca para gritar y el espectro sangriento con cabeza lobuna apareció ante él.

—No grites—chistó, severo—. Ellos vendrán y te destrozaran... El argentino desobedeció y lo castigaron para siempre como una estatua de plomo.

—¿Qué?—Retrocedió, invadido por un frío inclemente—. Tú... sacrificaste al Culto de la Serpiente Emplumada.

—La Bestia del portal se negó a cedernos el paso sin una ofrenda—replicó. Sam iba a lanzarse contra el mago escarlata cuando este lo interrumpió—. Vámonos, esta zona va a quedarse sin oxígeno cuando vuelva a rotar esta zona de la luna a la cara del planeta... La gravedad es tan poderosa que nos lanzará al titánico Zeus.

Sin más dilación, el Lobo Sonriente echó a correr por la resbalosa superficie del hielo inmaculado. Sam lo siguió ante la rotación lenta, pero visible e indetenible de la luna que giraba en su eje para orbitar al gigante gaseoso de colores grisáceos y naranjas. Los asteroides volaban en el cielo, las estrellas llenaban el vacío cósmico con espectros iridiscentes y zonas de oscuridad premonitoria. Notó que la túnica del mago estaba chamuscada y raída, y el yelmo de oro presentaba deformaciones por el calor y la brusquedad. Corrieron con cuidado y prisa, sobre el hielo dificultoso de una franja blancuzca, evitando caer en agujeros ocultos por nieve cristalina... No era del todo pulcro, pues se extendían parajes accidentados y cráteres ollados por el impacto de meteoritos. Reparó en montículos lejanos con forma de bóveda que eran enterrados por capas de hielo pulverizado... Un dedo pétreo cubierto de escarcha cerulea se alzó en la lejanía. Mientras el satélite giraba, corrían en dirección opuesta al planeta... y una presión los hilaba de la espalda. Un trepidar de cometas fulgurante en el cielo los sobresaltó, y creyó que serían arrancados por la gravedad imperativa del gigantesco sol nonato. El tremolar del hielo y la nieve los envolvió cuando se levantaron nubes cristalinas... y sus pisadas fueron más débiles ante la fuerza de atracción. Las cúmulos de aguanieve se alzaban como colmillos en la distancia hacía los lindes del espacio exterior... atraídos por la gravedad serbal. La ventisca se alzó, nublando su visión...

Creyó que no lo lograría, pero penetró junto al Lobo Sonriente en una cavidad del hielo que de abría como una boca negra. Saltaron ante un barullo de escaleras de un material parecido al basalto y la ventisca azotó la superficie del diminuto planeta como los estertores de un moribundo dando su última espiración. Descendió casi saltando hasta llegar a una cámara oblonga iluminada por cristales iridiscentes de un fulgor translúcido. Allí se congregaban los desprolijos magos de la Cumbre Escarlata y el macilento Douglas Corne d'Or, junto con el ensombrecido Eduardo Tunez. Una atmósfera hermética de vaho templado flotaba en la estancia de hielo tallado y cubículos excavados.

—Creía que la Bestia te devoró—sonrió el moreno, pálido y demacrado—. Llegas una semana tarde, Samuel... Abandona toda tu esperanza.

Exploró aquel salón alargado con la mirada afligida por el estupor gélido. Las paredes y el suelo contenían losas de basalto, tapizado de escarcha celeste. Tabiques delgados separaban aquellas cámaras de los «terrores oscuros», que acechaban en aquel nido de hielo carbonizado. Cubículos cuadriculados del grosor de cuatro pues fueron tallados en el hielo para dormir y guardar las reservas de víveres congelados. Contenían una chimenea debilitada con un agonizante fuego eterno alimentado por restos. Las siluetas de espíritus flotaban como los licores alcohólicos de alambiques humeantes... y las cámaras templadas eran acechadas de un frío exacerbado. Solo tres corredores conectados eran habitados, el resto de conexiones a madrigueras subterráneas fueron aisladas por tabiques de hielo fundido. Un vapor neblinoso reverberó en el recinto, y tejía siluetas fantásticas a los enfermizos fantasmas rojizos.

—Bienvenido a Europa, latino—sonrió el brujo, sardónico. Eduardo caminó hasta él, envuelto en una túnica rojiza, y le ofreció un manto del mismo color y un yelmo de bronce—. Aquí tienes tu uniforme de trabajo y tu máscara antigás. Damos raciones de carne dos veces al día. Disfruta de tu visado, y las maravillas que se esconden en este helado mundo septentrional.

Sam no rehuyó de la prenda, y no menospreció los amuletos mágicos con Maeglifos de Retención Calórica que les ofrecieron los magos. El yelmo de aleación tenía forma de un Chacal egipcio, en su interior existía una configuración de sortilegios y fórmulas rúnicas que ejercían un equilibrio limpiador en el aire respirable, retenían el calor e impedían que los rayos cósmicos y los repentinos cambios de presión atmosférica te explotaran la cabeza. Eduardo a su vez portaba un yelmo de toro, y Douglas usaba una deshilachada mantilla sobre el jersey chamuscado. 

Presencias que habían permanecido en el anonimato se quitaron los pesados yelmos de los hombros lacerados. El Chivo de Oro que encendió la pira en el planeta Tierra resultó ser la vieja Josefina Lasso, cuyo nombre y rostro sostenía un precio altísimo en el mundo ignoto; se decía que quemó vivo a un aquelarre rival que concertó una invocación en territorio ocupado. El Búho de Plata, aquel taumaturgo alemán que reparaba huesos y tejidos con su profundo conocimiento del Misticismo Corporal, se llamaba Frederic Staudhammer y era un rubio latinizado de alto rango en el culto. El Perro de Bronce sí era un psíquico de bajo nivel, pues, no era más sino el delgado negro Andy Ramírez, un iluminado del círculo de Zaratustra. El Caballo de Plata que concertó el ritual para abrir la Puerta... era el difamado y gordo chaparro Luisé Cedeño, de voz chillona y ojos grasientos... Reconoció aquellos rostros por su esporádica reputación entre los círculos ocultistas como deshonrados y crueles antisociales. La Cumbre Escarlata manejaba una calaña poco ortodoxa de individuos de índole pecaminosa. 

Sam abrió y cerró los dedos entumecidos por el frío.

—¿Por qué el portal nos trajo aquí? Miren a su alrededor: estamos en el sistema solar... flotando en el espacio. No creo que las ruinas de la primera civilización se encuentren en las lunas de Júpiter. Somos los únicos seres vivientes en el universo... a millones de años luz de otra galaxia.

Aquella respuesta se la otorgó Eduardo, que se afanaba en reconstruir su destartalada radio con las piezas que tenía. Rodeado de un coto de magos de rostros intrincados.

—No—proclamó, concentrado—. Posiblemente... nos hallamos en una de sus bases espaciales. Cuando llegamos a esta luna divisamos las ruinas de los Primordiales a unas leguas de este escondrijo. Los Sonetistas nos persiguieron y mataron a la mitad de los nuestros antes de encontrar estos viejos ductos. Se apoderaron de aquella Torre de Babel enterrada en el hielo y diversos rayos de luz han salido proyectados de aquel cráter hacía regiones del espacio donde creemos... se encuentra la Tierra. No sabemos mucho de esta primera civilización de precursores, salvo que se expandieron por todo el universo y desaparecieron misteriosamente. Hemos teorizado que esta luna fue una de sus últimas bases, antes de la terraformación de nuestro mundo. Debemos llegar aquel sitio, será la clave para conocer el motivo de su extraña extinción y regresar a la Tierra...

El Lobo Sonriente recortó la distancia y le ofreció un trozo de carne ahumada. Sam tomó aquel lomo y lo degustó en silencio mientras estudiaba la excentricidad del refugio. El regusto de la carne era grasiento y correoso, llevaba congelada un buen tiempo y... ¿qué era aquel sabor ahumado? Miró con detección el lomo cocido y era un buen trozo carnoso... No recordaba que sirvieran aquellas porciones en las parrilladas. La Cumbre Escarlata llevaba tres semanas aislada...

—Lo siento si no te lo confesé, te veías muy hambriento y la inanición es la peor tortura—inquirió el Lobo Sonriente. Soltó los broches del pesado yelmo que escondía su cabeza—. El hielo está conformado por agua salitre... y, aún me quedó un poco de mantequilla de ajo para disfrazar el sabor. Era su último trozo de carne y lo guardamos para ti. Una parte de Franchesca siempre vivirá en tu interior...

Sam estudió el lomo que tenía a medio comer en sus manos.

—Franchesca—no sintió náuseas ni repulsión. Un hambre atroz se apoderó de su mente, y una tristeza asomó sus ojos acuitados—. ¿Por qué tuviste que morir? Teníamos tanto de que hablar... Me rompes el corazón.

—Cristo dijo—el hombre soltó el último broche del yelmo—. «Este es mi cuerpo, pueden comer de él y tendrán vida eterna». —Se quitó el oro de la cabeza y reveló un tupido cabello dorado, una piel aceituna de rostro intrépido y ojos de un dorado idílico. No había duda, era un familiar muy cercano a aquella controvertida persona... o un clon envejecido del joven que sembró el terror en Montenegro—. No, Samuel... El Presidente de los Jinetes está muerto. Yo soy una réplica creada de su ADN y sus memorias impresas en un cristal de memoria. Un anatema de la sociedad... Los conocidos que no encuentras en esta cámara del último círculo infernal, han muerto y nos han alimentado. Algunos fueron víctimas de los Innombrables y no podrán retornar nunca más a la sinfonía de los espíritus... Te estábamos esperando, pues, tu presencia es menester para lanzarnos a una última empresa por el destino de la luna. No es complejo maquinar que todo el planeta está formado por hielo, y que los océanos bullen bajo los continentes congelados. También, sabemos que eres un portentoso Evocador de Líquidos y una bomba de quintaesencia ionizada.

La información que reveló Corrodo Gini al investigar su cuerpo era incierta, todo el material fue clasificado en los Departamentos de la Isla Esperanza. El estudio de la evolución biológica detras el experimento Wesen era secreto... Sam leyó aquella documentación inmerso en un horror cósmico sin precedentes. Su padre fue un embrión creado en un laboratorio con los genes Furya equivalentes a las familias Wesen y Scrammer, que permanecían latentes en el acervo de la población. El primer embrión fue incubado en un horno hermético con todos los nutrientes necesarios, en un lugar propicio que reemplazaba las condiciones de un útero. El primer espécimen resultó ser un monstruo de escamas blancas y ojos rojos, un cruce suprahumano entre seres draconianos y hombres deformes; no vivió mucho, puesto que murió por un desorden deletéreo en su organismo... Se volvieron a realizar pruebas cromosómicas y a criar embriones en frascos herméticos con distintas dosis de sucedáneo rico en hormonas. Solo una de las medidas creó un ambiente propicio. El desarrollo fue impresionante y esporádico, pues, en un mes el feto poseía el tamaño de un niño de catorce meses, alimentado por un bulbo osmótico. 

El segundo espécimen nació cubierto de una membrana bituminosa con un tamaño favorable, pero presentaba ciertos ciclos reptiles como ausencia de calor corporal—con una temperatura de veintiún grados—, alteración en el reloj biológico, cabello pálido y ausencia de vello corporal, ojos adaptables a la falta de iluminación, extraños antígenos encontrados en la sangre y saliva, y una inteligencia que rayaba en lo sobrenatural. A los tres años, ya poseía el tamaño de un adolescente precoz. El doctor—el nombre fue tachado del opúsculo—, a cargo de la investigación confesó la supresión de componentes propios del genoma humano que caracterizan la personalidad. Después de dos años e infinidades de estudios, el espécimen desapareció. 

El tercer embrión fue implantado en la vagina de un clon nacido a partir de un pariente lejano de los Wesen con la configuración genética adecuada. La asimilación fue exitosa y el feto se desarrolló rápidamente, demorando unos siete meses en estar complementando apto. Las pruebas sanguíneas, ultrasonidos y resonancias arrojaron resultados prometedores... pero, el horror aconteció la víspera de la cesárea anunciada, pues... La clon despertó en la madrugada, ensangrentada, gritando; la criatura nació prematura desgarrando todo a su paso en un frenesí sangriento. Los científicos irrumpieron en la celda de aislamiento y descubrieron una pesadilla engendrada en los abismos oscuros del terror. En los ultrasonidos, el niño presentaba un aspecto saludable y ordinario a la víspera del parto, salvo por unos lentos latidos del corazón... pero, nadie supuso la mutación a un monstruo horripilante en menos de veinticuatro horas: sus brazos se convirtieron en alas atrofiadas y sus piernas en ancas de sapo... De su vientre y espalda sobresalían tentáculos grotescos moteados de manchas violetas. Rompió el envoltorio y desgarró el interior de su progenitor con colmillos y zarpas. ¿Qué ocurrió con tal abominación? Es desconocido, quizás los científicos la sacrificaron piadosamente para librar al mundo de males execrables, o...

El cuarto embrión fue concebido con genes estabilizantes del acervo local, y formado en un útero artificial del laboratorio. Nació sin alma, estúpido, y se suicidó dejando de comer a los cuarenta y ocho meses de venir al mundo. El quinto era el más viable de todos, pero nació con una deficiencia pulmonar a la que no sobrevivió. Los experimentos siguieron durante décadas de avances y retrocesos ante la investigación retrógrada que buscaba traer a la vida acervos desaparecidos de los bancos genéticos. Su padre fue el experimento número cuarenta y ocho, después de casi tres décadas de alumbrar monstruos y humanoides extraños. Nació del vientre de un homúnculo que reunía la combinación genética adecuada y las dosis de sucedáneo precisas... Se desarrolló como todos los demás niños, salvo por la coloración rojiza de su melatonina, testigo de la resurrección del clan Wesen. Su flujo energético no tenía precedentes, y salvo por la frialdad propia de los huérfanos... no presentó ningún trastorno físico o mental. Freduar Wesen fue clonado exitosamente y se esperaba poder fundar un nuevo clan Wesen y Scrammer con su abasto genotípico. Su padre tenía secretos...

Eduardo consiguió reparar su radio, y escuchó con terror las predicciones del hombre del futuro que llegaban con una música aletargada. La trasmisión de radio era captada con debilidad y solo una cada diez palabras podía oírse en la sucia estática que nublaba la señal procedente del planeta Tierra, a horas sino días, viajando a la velocidad de la luz. «Arañas... Sol... Extremadamente peligro». Cambió la emisora intentando ubicar extrañas frecuencias y el barullo de un griterío llenó la estancia estrecha. Una canción de mil garganta rajadas tañía notas de desesperación como una orgía de diablos gritando a los cuatro vientos. El aullido provenía de algún abismo desconocido en las profundas fosas del mar... o una región extraña del espacio exterior. Sea lo que fuera, Eduardo sintonizó otra emisora y la voz inarticulada de Joel Arciniega profirió un discurso de redención en los albores de un magistral despido. Su voz etérea viajaba, atravesando el espacio y el tiempo para aferrarse a los pensamientos enterrados en la carne. En concordancia, Júpiter estaba mucho más alejado de la Tierra de lo que podían imaginar a escala. Puesto que, aquellos mensajes debían tener semanas viajando a velocidades inimaginables. No eran las noticias verdaderas...

—Marcharemos contra las vacunas que buscan exterminar nuestros genes—pregonó la Bestia Albina—. Dentro de siete días, vamos a hacer estallar... desde la Casa Blanca hasta el Miraflores. No vamos a tolerar que se sigan corrompiendo las mentes de los niños... ¡Esta es la lucha por la esencia humana que la élite pretende quebrantar! Cada uno de los hombres y mujeres de todas las naciones deberá levantarse en moldear un futuro para nuestros hijos. ¡Peleen ciudadanos del planeta! ¡Rendirse no es una opción! ¡Mañana pelearemos una última batalla por liberar al mundo de las tinieblas! ¡Posiblemente esté muerto para el anochecer y podamos reunirnos en el otro mundo! ¡Fue un honor haber vivido por ustedes! 

La transmisión se interrumpió, y el parlante no volvió a borbotear las palabras articuladas por el líder de los Cambiantes. La lucha parecía silenciada... y solo recibieron noticias de un virus que estaba arrasando a la tercera parte de humanos en la Tierra. Los terremotos y los huracanes atacaban como nunca, y una actividad volcánica inusual mantenía a Occidente en estado de alerta. El volcán bajo el parque de Yellowstone era propenso a eyectar una gran cantidad del núcleo terrestre... desatando un desastre sin precedentes, seguido de hambrunas atroces, guerras por territorio ocupable y una famélica era glacial que envolvería el planeta en un permafrost templado. Ante la amenaza de extinción masiva, rumores de guerra se avecinaban...

Pero el hombre del futuro, cuya identidad no podía revelarse, insistía en un desastre sin precedentes que acontecería en cinco años.

Sam divisó el cráter donde se hundía la gigantesca construcción negra esmaltada de escarcha azulada. Los fuegos fatuos refulgían desde aquel lugar y un inusitado fragor de luces salía despedido cada media hora en un intervalo que solo un complicado códice podía descifrar. La hilera de magos escarlatas era mecida por la ventisca de hielo que los azotaba... y el cielo negro veteado de estrellas infinitas se desdibujó sobre sus cabezas como el espinazo de la noche. El gigantesco planeta de colores grises y nacarados ejercía su presión, pero faltaban seis horas para que la rotación los expusiera a un estival de destrucción gravitacional. El desierto de hielo se extendía sin límites, y los vapores se alzaban desde el interior de aquellos casquetes como géiseres de calor fantasmagórico. Las estrellas parecían luciérnagas malditas incrustadas en un sudario negro por las manos de errantes gitanos cósmicos; y las canciones de los lamentos formaron un coro de arcángeles y palafreneros querubines en danza dionisíaca con las pléyades, las formas retorcidas de los dioses antiguos y los planetas. La aterradora Constelación del Dragón les sonreía desde el rostro depravado de un demonio de tamaño incompresible... y el vacío de aquel agujero negro en todo el tachonado firmamento les congeló la sangre.

Los collares, pulseras y cinturones que llevaba ceñido al cuerpo para preservar el calor... no pudieron contener el miedo que emanó de sus poros tras avistar el inescrutable vacío que crecía como una burbuja de negra energía oscura. Las estrellas que la rodeaban eran galaxias condenadas, cuyo brillo aparente disminuía en proporción a sus hermanos más lejanas. Y la Constelación del Dragón, aquella región censurada en los mapas estelares, asemejaba dos ojos supermasivos y una sarta de colmillos nebulosos que crecían envueltos en un gas metafísico, hirviente de hidrógeno, donde miles de estrellas morían y nacían en uns vorágine de destrucción cósmica. La cabeza de aquel ser horripilante los miraba infinitamente y se dirigía a ellos a una velocidad de miles de millones de años luz...

Desde aquella cumbre congelada divisaron un valle deformado por las lluvias de meteoritos y la radiación del espacio profundo. Debían atravesar unos cuatrocientos metros de terreno congelado hasta llegar a la proximidad del cráter y penetrar en las cámaras pétreas de los Primordiales, mientras los Sonetistas llovían hechizos y maleficios poderosos sobre sus cabezas. Andy, el Mortificador, usó sus dotes espirituales para intentar descubrir que tramaba la Corte de Magiares en la base alienígena, evadiendo a los Innombrables que acechaban en las lomas y barrancos de hielo como gases invisibles... pero, su nariz sangró y su forma astral no logró adentrarse en el cráter.

—Tienen sortilegios de protección para evitar que espíritus y formas astrales puedan descubrir sus secretos.

El rubio reveló que Mario Daumier era un mercenario contratado por la Cumbre Escarlata para extorsionar a Teresa Santa Cruz y sonsacarle la verdad detrás de sus viajes oníricos hacía las ruinas antiguas. La asesinó y se hizo pasar por subordinado con tal de venderse al mejor postor. El clon con sangre Daumier era un malicioso, pero no sobrevivió a las constantes escaramuzas con los Sonetistas y le reventaron la máscara en un momento que la superficie se quedó sin oxígeno.

Poco fue lo que contaron del Barón Garmendia, brutalmente devoradora por la semiexistencia del túnel, nombrada la Bestia. Esta conciencia escapaba a las concepciones de la humanidad, y podría tratarse de un gemelo anatema de dioses malignos como Cagliostro y Azzaroth, puesto que se remontaba a albores allende a la formación del planeta Tierra y el sistema solar. Según los testigos que fueron arrastrados por el vórtice de luces enloquecedoras, la Bestia, sin forma y espectral, atrapó al aterrorizado hombre emergiendo de la «luz», por lo que este horrorizado sujeto gritó sin causa. Luisé contempló como el anciano fue destrozado por unas mandíbulas invisibles...

—¡El anillo! ¡El anillo! ¡Los Siete Sellos! ¡¡¡El poder de Salomón será incapaz de detener el «arrebato»!!!

Dicho estas palabras, el profeta del colapso fue destrozado por las fauces de aquella monstruosidad, invisible ante los piadosos ojos de los hombres. Aquella revelación del finado solo pudo esclarecer una fina brizna del misterio tras la sombra del Barón Garmendia, puesto que, lo único que escapó del portal fue su mano derecha, separada de la muñeca por una masticada de colmillos nebulosos. El dedo anular poseía una extraña quemadura producida por un anillo, y tras una apresurada descomposición... se reveló que aquellas falanges de hueso estaban ennegrecidas. La razón por la que el hombre distaba de dormir antes de la hora del Diablo era incierta, y resultaba inverosímil desestimar sus alucinaciones—si realmente eran producciones de su mente enloquecida—, sobre cacofonías y siluetas fantásticas que lo atormentaban para sonsacarle la verdad detrás de la reliquia que lo condenó. 

Samuel tenía sus teorías, siendo la causalidad un artefacto maldito y poderoso como la divinidad del Arca de la Alianza o el Santo Grial. Perseguido por hombres y demonios por igual en Guerras Santas y cruzadas a lo sobrenatural... En los numerosos búnkeres de la Fundación Trinidad se escondían múltiples reliquias sagradas y objetos anómalos. Algunos refugios servían como zoológicos para críptidos o prisiones con restricciones poco ortodoxas para resguardar entes y seres anómalos. Las bibliotecas subterráneas clasificaban contenido sacrílego, diagramas de invocación, y fórmulas mágicas capaces de ocasionar advenimientos de seres caóticos y desastres naturales. Incontables grimorios resguardados bajo llave, tratados de alquimia y manuscritos de videntes que acontecían apocalipsis futuristas. El Departamento de Objetos Anómalos era el búnker más intrincado y resguardado de la fundación, escondido en alguna región grisácea de la cordillera argentina, sus niveles penetraban en la tierra como la madriguera de unos ingentes gusanos prehistóricos... y la colección de artefactos que escapaban a los límites comprensibles era suficiente para devastar los cimientos de la civilización humana. Artefactos cotidianos de nuestro mundo moderno... fosilizados, o artilugios desconocidos que requerían un estudio meticuloso antes de descubrir su función. Cartas de países que no existían llenaban las repisas. Grabaciones de audio y video antiguos de posibles viajeros en el tiempo. Artículos con efectos desconcertantes... Objetos poseídos por espíritus, supuestos aparatos alienígenas, pinturas horripilantes que enloquecían a los críticos, esculturas que se movían en la completa oscuridad y patentes demasiado cuestionables. Fue en el estricto penúltimo nivel que se escondían la máquina de espíritus de Edison, el motor de implosión de éter de Tesla y diversas patentes de científicos con ideas descabelladas. Según el padre Geber, en el último nivel se escondían bajo estrictas estructuras de retención física y psíquica... los artefactos más peligrosos de Oriente y Occidente. Reliquias con el poder suficiente para doblegar naciones, desde traducciones del Libro de los Grillos con hechizos para abrir el mar y controlar a los ángeles encerrados en el río de Babilonia... la hipotética contención del Santo Grial, que no es una copa o un vientre como imaginamos, sino una secreto mucho más aterrador; la Lanza del Destino, los clavos oxidados y fragmentos de la Vera Cruz... bañados en la sangre de Cristo; el Arca de la Alianza y las legiones de demonios contenidas en sus tablillas; la máquina que utilizaron en el Vaticano para ver el pasado y distintos prototipos de máquinas en el tiempo; así como una supuesta sonda alienígena.

El hipotético artefacto que debió poseer el Barón Garmendia fue el anillo del Rey Salomón, que según la leyenda, se utilizó por el soberano de Israel para doblegar y sellar a setenta y dos demonios o «genios», en vasijas. Los sellos menores que idearon sus hechiceros en base a los Siete Sellos Mayores otorgaron potestad sobre estas entidades para gobernar la Tierra. Las Clavículas del Rey Salomón ciertamente se encontraban en la biblioteca privada de la Basílica de San Pedro en Roma... y eran estudiadas por eruditos para desentrañar el velo de lo espiritual. En algún momento dado, el barón poseyó el anillo y lo perdió bajo misteriosas circunstancias... y era perseguido por las legiones de demonios que obligó a obedecerles. Por eso, solo dormía después de las tres de la mañana y vivía cerca de catedrales. El anillo estaba perdido, y en el planeta se desataba una marea de catástrofes sin cesar...

El Lobo Sonriente era un fantasma bermejo de hilos cinabrio... recortado como una centinela cristalino ante la montaña de hielo que se abría al espacio exterior y el gigantesco planeta gaseoso que ocupaba tres cuartas partes del firmamento. Sam, con el yelmo de Chacal, se alzaba a su diestra, y el Búho de Plata iba a la cola de la formación... El Chivo de Oro ocupaba el flanco derecho y Douglas, con un yelmo plateado de mono, ocupaba el flanco izquierdo. El Caballo de Plata, el Perro de Bronce y el toro, que era Eduardo, iban en el centro de la formación. Cuatrocientos metros de escarpado hielo accidentado los separaba del cráter ocupado por los Sonetistas... y estas sombras negras se elevaban de la formación dispuestos a defender su edificación ancestral.

—Yo soy solo un clon—el Lobo Sonriente abrió y cerró las manos—. Pero, me alegra haber vivido como una persona corriente junto a ustedes. Descendamos, a las puertas de la oscuridad... y cuando se vuelvan a reunir en el infierno, busquen al verdadero yo y cuenten mi historia. El como un clon... intentó vivir.

El Lobo Sonriente bajó caminando y la cohorte de magos lo siguió, apacible por el descenso de la cumbre congelada. El valle blanco e inmaculado les abrió un sendero, y los primeros cincuenta metros fueron pacíficos, pese al bombeo incesante de sus corazones. Estaban atentos a la vorágine del inimaginable infierno que se desataría cuando el Arcángel bajase del cielo con la llave al infierno... Y el Dragón rompiera sus cadenas con un terremoto de hielo sangriento y azufre. Un chorro de vapor mezclado con fuego celeste se elevaría desde el cráter... y una batalla apoteósica tomaría lugar en la luna congelada. Un enfrentamiento del mundo ignoto sin precedentes que retumbará en todo el sistema solar y los planetas de la Vía Láctea... Se levantarían zarcillos de fuego violeta, relámpagos cerúleos y tempestades capaces de cortar montañas. Los magos serían capaces de derretir los continentes de hielo sólido en océanos mefíticos infestados de leviatánes acorazados y náyades ancestrales. 

Avanzaron la mitad del trayecto sin percibir el menor remitente de ruidos y vibraciones procedentes de aquella Babel alienígena. Finalmente, llegaron al cráter apresurados y descubrieron un complejo entramado de edificios que se fundían en una titánica torre oscura semienterrada en la escarcha. La bajada fue precipitada y complicada, y se sentían resbalar por los escalones derretidos de aguanieve vaporosa. El torreón quimérico se alzó atronador, garrapateado de troneras, buhardillas, cámaras y ventanas cegadas. Lo que parecía ser una gigantesca construcción inmemorial que asomaba en el hielo... solo era la cúspide de un chapitel mucho más intrincado y profundo. Se adentraron en un portal que los condujo a una laberíntica mazmorra de pesadilla que vociferaba las cábalas de repulsivas costumbres antiguas y crípticas religiones alienígenas. Ante las escaramuzas jeroglíficas mecanografiadas en las paredes antípodas, se sentían ensimismados, un grupo de barruntos analfabetos que evidenciaron vínculos antiguos y complejos entre aquellos misteriosos precursores extraterrestres y determinados representantes de otras razas, incluyendo la humana, incapaces de injuriarles en nombre de abominables poderes procedentes de otras galaxias 

Ante el vacío de sonido que evocaba en aquella antesala de los horrores un sepulcral abismo cósmico de fantasía oscura y tétricos secretos anteriores a la formación de los planetas. Un inusitado fervor premeditado de presencias desconocidas los había despellejado, dejando expuestos sus huesos carbonizados ante la intemperie nuclear y los ácidos corrosivos. Los glifos exponían una historia calumniosa y desconocida, ajena a sus entendimientos del universo y la estructura macrocosmica de la existencia... anteponiéndose a una yuxtaposición de dimensiones armónicas y vibraciones procedentes de las profundidades de la materia a una escala infinitamente reducida de la atómica. Un bulto de vacío existencial reposaba como una mancha ennegrecida que despedía un humo acre y pestilente... los andrajos chamuscados de un trozo de carne pasmosa respiraba con estertores débiles. 

El Perro de Bronce se acercó a aquel cadáver reducido a menos que un moribundo... y tocó lo que parecía ser una calavera ensangrentado, moteada con mechones de pelo y jirones de carne. 

—Sus pensamientos están... licuados—vociferó el Mortificador de bajo nivel psíquico—. Su mente es un pólipo masado... y no hay manera de que siga existiendo. Su corazón no late, pero su alma se niega a abandonar el cuerpo...

El Lobo Sonriente se acuclilló junto al Perro y movió la cabeza del necrófago negro hasta revelar la inscripción tatuada en su cuello derretido: «I. F—2».

—Es un maldito clon de Vidal Fonseca—respondió el mago y se levantó—. Todos los Sonetistas de alto nivel eran clones de primera clase con respaldos mentales implantados. El verdadero Vidal Fonseca debe estar rascándose el culo en la Isla Esperanza.

El Lobo extendió una mano al cadáver carcomido por aquella sustancia química, sus dedos despidieron un brillo tornasolado... Aquella era la Kinesia propia del Presidente de los Jinetes. Era un clon suyo, copia de su mutación, evidentemente podía alterar el flujo energético. El Caballo de Plata formuló un conjuro de invocación en arameo antiguo donde convocaba el poder arcano del «Ziz». La iluminación violácea que desprendían las paredes se tornó enfermiza, y le pareció escuchar el batir de alas de un gigantesco pájaro cósmico allende algún sitio inexplorado de la oscuridad exterior. El Lobo sirvió de catalizador para el auge de las fuerzas primigenias que flotaban en las rupturas invisibles y bañó al cadáver con luz cerulea que procedía de su cuerpo...

La invocación concluyó con un relámpago y el brujo conjurador Luisé, de yelmo caballuno, se desvaneció en brazos de Frederic y Josefina. La carne en el hueso del clon volvía a crecer con rapidez, la ausencia de sus ojos se mitigó ante el poblamiento de párpados cerrados, apareció una nariz chata y labios finos. Las arrugas del rostro se mostraron con sutileza, pero el estado convaleciente del moribundo no dejó de existir, puesto que su corazón volvió a bombear y su respiración dejó de arrancar silbidos ásperos de sus pulmones colapsados. 

—Señor Fonseca.

—Las Puertas de Piedra se han abierto—su voz era un hilo susurrante que repetía parodias sin sentido—. Es imposible regresar al planeta. ¡No en ese estado insufrible! La razón de que los Primigenios se hayan extinto... es por causa del Demonio Meridiano... ¡Azzaroth! Su ojo eclipsó el sol y bañó al mundo con sangre... Alcanzar aquel estado de purificación almica solo consiguió crear una aberración... que el vacío del éter tuvo que corregir. Los mundos conformaban un todo, y tuvo que ser dividido por los ejércitos de Innombrables—gritó, con los dientes manchados de sangre—. La civilización precursora se hundió, y perdieron la capacidad procreadora como un castigo divino... Inmortales, fueron cayendo uno a uno tras guerras contra la Humanidad y los Hijos de Caín, hasta que sus contados especímenes de sangre dorada se dispersaron en la galaxia como dioses exiliados. El río de las almas se está desmembrando, creando una membrana de infinitas vibraciones que destruirán la realidad. Aquel que habita en el caos es un ente destructor que reconcilia bifurcaciones perdidas. 

»La destrucción es necesaria para crear la vida... En 2012, nuestro mundo fue destruido por una catástrofe sin precedentes, pero un pacto con el Demonio Meridiano cambió el curso del destino y atravesamos una singularidad. Es por eso, que existen lagunas de recuerdos desde 2013 e infinidades de efectos Mandela y fallos en la realidad. Solo uno de los infinitos mundos posibles se salvará de la tragedia de los cien años. ¡Un día orbitando Júpiter son seis meses en nuestro planeta! El pacto es lo más importante para la Humanidad, y estamos condenados... ¡LILITH, BLASFERAMON, VENIRE ADONAI! ¡Estamos condenados! El alma destinada a convertirse en el Azzaroth de nuestro mundo es... 

El clon de Vidal se pudrió rápidamente, dio una bocanada de aire y su piel se derritió en una sustancia bituminosa. Los huesos se convirtieron en viscosidad, y el aliento viciado salió de sus órganos con un aullido feérico. El Lobo Sonriente los miró con su máscara de oro resplandeciente y un destello furtivo iluminó la densa oscuridad de la sala que conducía a los rayos cósmicos dirigidos a la Tierra. Sin dilación, se encaminaron a través del corredor oscuro... y, la relatividad se alejó hasta inmiscuirse en montañas de locura. 

—Vamos a casa, señores... 

Una luminaria iridiscente denotaba augurios desde las colosales cumbres del séptimo cielo. Y desde allí, pudo atestiguar la promesa que llevaba Jonathan Jiménez en forma de péndulo negro atado a su muñeca.

—¿Si muero, llorarías por mí?

—No... Si un día ya no estás en este mundo, no lloraría por ti. Pero estoy seguro... que tu muerte me rompería el corazón. 


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